En 1999, el diario “EL MUNDO” abrió una sección en su web para recibir sugerencias sobre “qué noticia te gustaría ver editada en el Siglo XXI”. Como una técnica pedagógica sugerimos a nuestros alumnos de un centro para el desarrollo de la inteligencia que redactasen y publicasen sus propuestas. Un chaval de 13 años, Aitor Agirregabiria, escribió: “Es de reconocimiento universal que los niños y jóvenes de la actualidad están mejor preparados que nunca. Su precocidad no admite duda. Adelantar la edad de voto, en principio hasta los 16 años, quizás más adelante hasta los 14, produciría un doble efecto:
1º Se reconocería sus derechos civiles, como ciudadanos de primera clase;
2º Mejoraría su madurez, preguntándose más tempranamente sobre los temas sociales y políticos”.
Definitivamente, parece que la prospectiva resulta más asequible para quienes habrán de vivir gran parte de su vida en el futuro. Y una segunda reflexión: Probablemente una medida de este tipo demostraría que no existe apatía ni carencia de madurez social entre la gente más joven, sino falta de cauces de participación.