"El miedo llamó a mi puerta,... abrí y no había nadie". |
Leído en alguna parte... |
Traspasando los temores
"La vida comienza cuando se cruza la barrera del miedo". |
Cree un humilde servidor... |
Reflexión sobre el reflejo
Reflejos y reflexiones desde Lekeitio
El amor es un conflicto entre reflejos y reflexiones. Magnus Hirschfeld
Imagen tomada de entre las mejores de Flickr.
27-N: ¡Cuidado con los accidentes!
"Según The Sun. para las compañías de seguros hoy es el día más desafortunado del año. El análisis de un millón de peritajes indica estadísticamente esta fecha como la de más accidentes reclamados." |
Recién leído... |
Ancora imparo
Frase atribuida a Miguel Ángel Buonarroti a la edad de 87 años, que significa “todavía sigo aprendiendo”.
"El artista de todos los tiempos", símbolo del Renacimiento, fue un insigne arquitecto, escultor y pintor. Su legado inmortal incluye obras maestras como la cúpula de la Basílica de San Pedro, las colosales estatuas de David (4.34 metros altura), Moisés y La Piedad (realizada antes de cumplir 25 años), o las sublimes pinturas en la bóveda de la Capilla Sixtina (creando una obra de arte sin precedentes que cambiaría el curso del arte occidental, con la Creación de Adán, el Juicio Final,…).
Dos años antes de su muerte en Roma el 18 de Febrero de 1564, Miguel Ángel confesaba que sentía "las eternas manos de la muerte que me agarran por el manto". Sus propias manos, temblorosas y agotadas por el continuo cincelar, ya no le obedecían. Pero su espíritu seguía incólume. Cuando fue elogiado por su trabajo en la Capilla Sixtina, rechazó la alabanza con la respuesta propia de su genio: “¡Todavía estoy aprendiendo!”.
Éste lema, y la grandeza de su axiología subyacente, merece que conservemos en bronce tanta sabiduría condensada en dos palabras. Todos podemos seguir aprendiendo día a día. Ejercitemos la divisa: “Aún aprendo”. Cada jornada dediquemos un rato a pensar, a escuchar o a leer algo que valga la pena: un libro, un periódico, una carta al director, un blog,…
El pensamiento de Sócrates, que resumía la humildad de los sabios como Miguel Ángel, se repite en el encabezamiento de un sobrio poema de Miguel Unamuno: “Sólo sé, que no sé nada; / los demás no saben más; / sólo sé que la jornada, / va sin rumbo ni compás. / Sólo sé que nuestra herida, / que mata, es un no sé qué; / sólo sé que el alma henchida / vive no de agua, de sed”.
El longevo violonchelista Pau Casals, ante la pregunta de por qué con 85 años seguía ensayando cuatro o cinco horas diarias, su respuesta fue insigne: "Porque tengo la impresión de que estoy haciendo progresos". El audaz Henry Ford siempre recalcaba: “Quien detiene su formación se convierte en anciano, sea a los veinte o a los ochenta años. Quien sigue aprendiendo se mantiene joven por siempre”. Ojalá nunca se agote nuestra sed de saber.
"El artista de todos los tiempos", símbolo del Renacimiento, fue un insigne arquitecto, escultor y pintor. Su legado inmortal incluye obras maestras como la cúpula de la Basílica de San Pedro, las colosales estatuas de David (4.34 metros altura), Moisés y La Piedad (realizada antes de cumplir 25 años), o las sublimes pinturas en la bóveda de la Capilla Sixtina (creando una obra de arte sin precedentes que cambiaría el curso del arte occidental, con la Creación de Adán, el Juicio Final,…).
Dos años antes de su muerte en Roma el 18 de Febrero de 1564, Miguel Ángel confesaba que sentía "las eternas manos de la muerte que me agarran por el manto". Sus propias manos, temblorosas y agotadas por el continuo cincelar, ya no le obedecían. Pero su espíritu seguía incólume. Cuando fue elogiado por su trabajo en la Capilla Sixtina, rechazó la alabanza con la respuesta propia de su genio: “¡Todavía estoy aprendiendo!”.
Éste lema, y la grandeza de su axiología subyacente, merece que conservemos en bronce tanta sabiduría condensada en dos palabras. Todos podemos seguir aprendiendo día a día. Ejercitemos la divisa: “Aún aprendo”. Cada jornada dediquemos un rato a pensar, a escuchar o a leer algo que valga la pena: un libro, un periódico, una carta al director, un blog,…
El pensamiento de Sócrates, que resumía la humildad de los sabios como Miguel Ángel, se repite en el encabezamiento de un sobrio poema de Miguel Unamuno: “Sólo sé, que no sé nada; / los demás no saben más; / sólo sé que la jornada, / va sin rumbo ni compás. / Sólo sé que nuestra herida, / que mata, es un no sé qué; / sólo sé que el alma henchida / vive no de agua, de sed”.
El longevo violonchelista Pau Casals, ante la pregunta de por qué con 85 años seguía ensayando cuatro o cinco horas diarias, su respuesta fue insigne: "Porque tengo la impresión de que estoy haciendo progresos". El audaz Henry Ford siempre recalcaba: “Quien detiene su formación se convierte en anciano, sea a los veinte o a los ochenta años. Quien sigue aprendiendo se mantiene joven por siempre”. Ojalá nunca se agote nuestra sed de saber.
Versión final en: mikel.agirregabiria.net/2005/imparo.htm
Teoría y práctica
"En teoría, no hay diferencia entre teoría y práctica; en la práctica, sí la hay". |
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Escuela versus sociedad
Los códigos éticos propugnados en la escuela y los valores imperantes en la sociedad son contrapuestos y antagónicos.
Acudimos Carmen y yo a una entidad bancaria para solicitar un crédito. El motivo es el coste extraordinario de que, mientras nuestro hijo estudia en Navarra, otra hija participe durante un curso académico en un “Programa Erasmus”. Insisto en designarlo como “Programa” y no como “beca Erasmus“, porque la ayuda institucional recibida no alcanza ni para fotocopias, sin cubrir ni viajes, ni manutención, ni alojamiento, ni la matrícula en la universidad de origen. Incluso para los estudiantes vascos, y a pesar de ser la autonomía mejor financiada en otros aspectos escolares, este “apoyo” está a la cola del Estado… que se encuentra a la cola de Europa.
El gestor que nos atiende sigue su protocolo de concesión de préstamos. Aún estando avalada múltiplemente la suma solicitada, ha de cumplimentar un procedimiento que expone claramente lo que se valora socialmente: ¿Son fijos los empleos de los solicitantes?, ¿con qué antigüedad?, ¿cuantía de los sueldos?, ¿disponen de casa propia?, ¿está totalmente financiada?, ¿poseen otras propiedades?,… hasta ¿qué modelo de coche mantienen? Al concluir el cuestionario, ponderando en euros cada partida, sorprendido pregunté: ¿No van a reseñar cuántos hijos hemos criado, qué formación acumulan y de qué expectativas disponen? La respuesta, aunque amable, fue lapidaria: “No, eso no interesa”.
Los educadores pregonamos que las personas, y no las cosas, son las que importan. Creemos que la educación de nuestros hijos es la mejor inversión y la mejor herencia que podemos dejarles. Pero en el mundo real, fuera del intramuros escolar, lo que vale es el dinero y no la sabiduría; lo que rige es la competencia y no la cooperación; lo que manda es la ambición y no la solidaridad. Por eso es tan inverosímil el mensaje docente de utopía al alumnado, que detecta una recomendación que no se practica.
Los mismos dirigentes políticos y sociales caen en una inequívoca hipocresía. Elogian la trascendencia de la educación con grandes panegíricos de identidad europea, mientras no favorecen estudiar fuera. En Irlanda, un modelo de regeneración socio-económica, Leire y todos los alumnos cuentan con un carné de estudiante que ofrece un importante descuento generalizado en todos los medios de trasporte, acceso a la cultura e incluso en las tiendas comerciales. Allí el status de estudiante está históricamente más valorado y soportado colectivamente. Aquí, habría que recordar que obras son amores,… y sobran muchas declaraciones.
Versión final: mikel.agirregabiria.net/2005/escuela.htm
Acudimos Carmen y yo a una entidad bancaria para solicitar un crédito. El motivo es el coste extraordinario de que, mientras nuestro hijo estudia en Navarra, otra hija participe durante un curso académico en un “Programa Erasmus”. Insisto en designarlo como “Programa” y no como “beca Erasmus“, porque la ayuda institucional recibida no alcanza ni para fotocopias, sin cubrir ni viajes, ni manutención, ni alojamiento, ni la matrícula en la universidad de origen. Incluso para los estudiantes vascos, y a pesar de ser la autonomía mejor financiada en otros aspectos escolares, este “apoyo” está a la cola del Estado… que se encuentra a la cola de Europa.
El gestor que nos atiende sigue su protocolo de concesión de préstamos. Aún estando avalada múltiplemente la suma solicitada, ha de cumplimentar un procedimiento que expone claramente lo que se valora socialmente: ¿Son fijos los empleos de los solicitantes?, ¿con qué antigüedad?, ¿cuantía de los sueldos?, ¿disponen de casa propia?, ¿está totalmente financiada?, ¿poseen otras propiedades?,… hasta ¿qué modelo de coche mantienen? Al concluir el cuestionario, ponderando en euros cada partida, sorprendido pregunté: ¿No van a reseñar cuántos hijos hemos criado, qué formación acumulan y de qué expectativas disponen? La respuesta, aunque amable, fue lapidaria: “No, eso no interesa”.
Los educadores pregonamos que las personas, y no las cosas, son las que importan. Creemos que la educación de nuestros hijos es la mejor inversión y la mejor herencia que podemos dejarles. Pero en el mundo real, fuera del intramuros escolar, lo que vale es el dinero y no la sabiduría; lo que rige es la competencia y no la cooperación; lo que manda es la ambición y no la solidaridad. Por eso es tan inverosímil el mensaje docente de utopía al alumnado, que detecta una recomendación que no se practica.
Los mismos dirigentes políticos y sociales caen en una inequívoca hipocresía. Elogian la trascendencia de la educación con grandes panegíricos de identidad europea, mientras no favorecen estudiar fuera. En Irlanda, un modelo de regeneración socio-económica, Leire y todos los alumnos cuentan con un carné de estudiante que ofrece un importante descuento generalizado en todos los medios de trasporte, acceso a la cultura e incluso en las tiendas comerciales. Allí el status de estudiante está históricamente más valorado y soportado colectivamente. Aquí, habría que recordar que obras son amores,… y sobran muchas declaraciones.
Versión final: mikel.agirregabiria.net/2005/escuela.htm
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