Hacen falta dos

Casi todo lo que tiene de grandioso esta vida requiere dos personas.

Una entrañable canción repite en su estrofa: 'Siempre hacen falta dos, para hacer algo importante, siempre hacen falta dos'. Desde niños aprendimos que para jugar, hacen falta dos. En la juventud, sentimos que para la amistad hacen falta dos almas. Y pronto descubrimos que para bailar y para besar, hacen falta dos corazones.

Para amar sólo hacen falta dos pasiones que se disputen por ser cada una de ellas quien más ame. Para casarse, hacen falta dos compromisos. Para el milagro de que nazca una nueva vida, se precisan dos destinos entrecruzados.

Para educar, para cuidar, para ayudar, para crear felicidad… hacen falta dos seres humanos. Para dialogar hacen falta dos inteligencias. Para comunicar, para negociar y hasta para pactar hacen falta dos voluntades. Thoreau dijo que para decir la verdad hacen falta dos personas: una que quiera contarla y otra que desee escucharla. Para que estas palabras tengan algún sentido, también hacen falta dos: quien lo escribió y tú si al leerlas decides compartirlas.

Huido del ruido

No espere encontrar silencio en sus vacaciones.

Nunca la historia de la humanidad fue tan ensordecedora como en nuestra era. Nuestras ciudades se llenan cotidianamente de estruendo, pero al fin llegan las vacaciones y es posible la evasión. Un consejo: Si uno de sus particulares tormentos de la urbe es el ruido, no recale en las costas del Este y Sur de España. Allí, el alboroto es tan típico que sorprende a propios y extraños por la profesionalidad con la que se ejerce… durante todo el verano.

Está programado que amanezca entre explosiones de cohetes festivos, campanadas por doquier y ese simpático vendedor ambulante que, casi de madrugada, se ofrece a tapizar su sofá. Inmediatamente toma el relevo el panadero a bocinazos, seguido por las grúas de construcción y la algarabía del tráfico, donde en la mayoría de los coches esa juventud, la mejor formada de todos los tiempos, ha dispuesto los altavoces hacia fuera para cultivar el gusto popular por la rumba y la pachanga. La mañana playera se desarrolla entre motos acuáticas y avionetas publicitarias, y la sagrada hora de la siesta está dedicada en las viviendas vecinas a esas obras menores, pero altamente ruidosas, normalmente sinfonías de martillo, taladro y sierra. Al atardecer, comienza la discoteca remota a amenizar el entorno comarcal con su hilo musical, que más parece una soga de decibelios que dura sólo hasta el alba siguiente.

Sin duda, el delito del ruido es difícil de perseguir, porque cómo detener y multar a esos graciosos motoristas del escape libre que cada noche, durante varias horas continuadas, se pasean por todas las urbanizaciones haciéndose oír con varios minutos y kilómetros de antelación su aproximación y alejamiento por las calles más céntricas con una puntualidad digna de mejor causa. Quisiera saber dónde veraneaba Fray Luis de León cuando escribió aquello de: "¡Qué descansada vida / la del que huye del mundanal ruido / y sigue la escondida senda…!".

Playa de plata

Descubre, tras el día de playa-plaga y la tarde de la playa-plaza, la noche blanca en la placa plana.

Hay días que uno quisiera borrar, días que nunca debieron nacer. Hay tardes donde el tiempo no pasa, tardes que no debieron ser. Hay noches negras, noches sin norte, noches donde se siente un doble golpe en el gozne de la medianoche.

En una de esas pobres noches, al borde de la desesperanza, sólo cabe huir al mar, fugarse a las orillas donde se unen arenas y olas. La cólera que sentimos se desvanece ante la calma de una solitaria playa de plata, como las olas mueren en la playa. Ovidio dijo que "Hay tantas penas como conchas en la playa", porque la tristeza se transmuta en nácar marino.

Una receta personal para dar un giro a un problema. Ponerse a andar, con la m
ente en blanco, a lo largo de la orilla, siempre en una dirección. Las olas a un lado, la arena a otro; el cuerpo levemente inclinado por la suave pendiente; la brisa en un oído nos trae la risa multitudinaria del océano. La catarsis exige mojarse los pies, sentir la temperatura tibia de las lágrimas salobres de Neptuno. Seguir caminando diez, veinte o treinta minutos, las luces nocturnas de la costa a un costado, la inmensidad del agua al otro; la pequeña contrariedad a un lado, la infinitud de la vida al otro. Y, de pronto, al llegar a un punto final del arenal, tras ir cerrando progresivamente los ojos, dar la vuelta bruscamente y mirar la misma ribera pero ahora desde la perspectiva contraria. Todo ha cambiado, de golpe, donde estaba la costa está el mar, y viceversa. La transformación sensorial provoca un vuelco en el alma. Problema, ¿qué problema?

Casi todo es más divertido hacerlo en pareja, o en grupo. Pero esta fórmula, requiere esa sociable soledad con uno mismo, esa soledad que es una dieta espiritual, el precio de la libertad, el preámbulo de la reflexión. Ésta es mi secreta playa de plata, desembarcando a Espronceda: "La luna en el mar riela, / en la lona gime el viento, / y alza en blando movimiento / olas de plata y azul". Se renace allí a solas, sólo con las olas y las gaviotas. El ángel caído que somos se alza de su suerte. Y entendemos a Gabriel Celaya, cuando musitaba: "A solas soy alguien. / En la calle, nadie".

Sabio Fabio

La felicidad impide llevar un diario, sea un periódico o un simple memorando en un cuaderno.

Lope de Vega creó un personaje imaginario con quien hablar para convertir los monólogos en diálogos. Su reconocido soneto "Mientes Fabio" termina así: "¿Entiendes, Fabio, lo que voy diciendo? / — ¿Y cómo no entenderlo? — ¡Mientes, Fabio, / que yo mismo que lo digo, no lo entiendo!". La vida y, más aún, la felicidad son asuntos demasiado intrincados para quien esto suscribe y, por ende, para mi sempiterno interlocutor Fabio. Esto pensaba yo, a la sombra de mis Ficus Benjamina, tras un largo viaje en coche, y sin apetitos para pergeñar alguna reflexión en mi weblog kideak.blogspot.com por el consejo: "Si conduces, no escribas".

Mas es preciso continuar. Dicen que en la vida, lo más difícil no es empezar, ni siquiera acabar, sino seguir y persistir sin abandonar. Así pues, sólo una nota de perseverancia ante la inocultable falta de inspiración. Cada uno de nosotros prefiere un lema, una divisa con la que se identifica. Hace tiempo, elegí dos. Una que Cervantes pone en boca del Quijote: "Podrán los encantadores quitarme la ventura, pero el esfuerzo y el ánimo les será imposible", que declara la voluntad de no ceder jamás ante las desgracias. La segunda, menos literaria pero más realista, más madura procede del pragmático político Theodore Roosevelt, que fue Premio Nobel de la Paz en 1906: "Haz lo que puedas, con lo que tengas, donde te encuentres". Esta segunda máxima, interpretada en términos de humanidad, apela a que siempre cabe hacer el bien, sin importar dónde ni cómo estemos.

"Déjate, Fabio, servir" es un refrán para dar a entender que los honores u obsequios no deben ser rehusados. Pero no existe mayor honor que cuidar a los demás. Mi padre, sabiamente nos decía: "¿Qué prefieres: ayudar o ser ayudado?". En vacaciones es muy fácil sacar un poco de tiempo, aún a costa de cumplir con el diario personal, para auxiliar a los demás. Ya lo señaló el genio de Beethoven: "El único símbolo de superioridad que conozco es la bondad".

Los dos Ficus de ramas enlazadas siguen deshojándose lentamente. No existe mejor metáfora de la brevedad de la vida que esas hojuelas amarillentas que caen. Antes de morir debieron cumplir con su misión, respiraron para toda la comunidad que forma el árbol, transformaron el aire y el agua en savia vivificante. Mueren, sí, pero proclamando que han vivido con integridad, cumpliendo con su deber hasta el momento final. ¿Ahora entienden por qué a uno de estos Ficus le llamo Fabio?

Estilos y paradigmas de las telenovelas

Muro de agua en Torrevieja
"En toda serie televisiva hay tres personajes fijos: La mala, la buena y el tonto".
Ocurrencias mías... No me hagan mucho caso...

La vida es... ¡ACCIÓN!

"La vida es un desafío... Afróntalo.
La vida es un don... Acéptalo.
La vida es una aventura... Pruébala.
La vida es una pena... Supérala.
La vida es una tragedia... Encárala.
La vida es un deber... Cúmplelo.
La vida es un juego... Diviértete.
La vida es un misterio... Desentráñalo.
La vida es una canción... Interprétala.
La vida es una oportunidad... Aprovéchala.
La vida es un viaje... Efectúalo.
La vida es una promesa... Cúmplela.
La vida es una belleza... Alábala.
La vida es una lucha... Empréndela.
La vida es una meta... Alcánzala.
La vida es un acertijo... Resuélvelo".

El Aznar y la necesidad

Entre casualidades y obligaciones, mejor olvidar a Aznar.

"El Azar y la Necesidad" fue un popular y polémico ensayo sobre la filosofía natural de la biología moderna publicado en 1970 por Jacques Monod, Premio Nobel de Medicina en 1965. Toma su título de la antinomia descubierta por Demócrito: "Todo lo que existe en el mundo es fruto del azar y de la necesidad". Monod apostaba por una "ética del conocimiento" de la que pueda surgir una inédita moral humanista para asumir nuestras libertades y responsabilizarnos de nuestras vidas.

En lo trascendente, Monod no contradijo la celebérrima cita de Einstein, "Dios no juega a los dados", aunque la palabra "azar" signifique "dado" en árabe. La Física señala la naturaleza cuántica, indeterminista y probabilística de la materia y de la energía, pero sigue siendo válida la reflexión de Edouard Pailleron, "¿El azar? Pero si es Dios de incógnito", o la versión de Anatole France, "El azar es tal vez el seudónimo de Dios, cuando no quiere poner su firma".

En lo contingente y más periodístico, ¿qué necesidad hay de seguir hablando de Aznar, y de su "necesidad creada" de ser homenajeado descubierta por "interesado azar"? El azar y la necesidad nos libró de alguien que, quizá, representaba el apotegma de Camus: "La necesidad de tener razón: señal de espíritu vulgar". Si hasta Dios prefiere, en ocasiones, figurar en el anonimato, ¿no son ridículas siempre nuestras necias ínfulas de grandeza?

Internautas recién nacidos

"Los recién nacidos vienen con un gmail debajo del brazo. Ahora los padres les dan nombre... y contraseña.
Así que, ante semejante pujanza, cada día también se bautizan desconectados adultos sumergiéndose en las aguas de Internet".
Ocurrencias mías...

Pobreza entre riqueza

La paradoja de que tras 35 años de llegar a la Luna millones de personas mueren de hambre.

El astronauta Neil Armstrong al pisar la Luna en 1969 dijo: “Un paso pequeño para el hombre, un salto gigantesco para la Humanidad”. La carrera espacial fue una gesta de ciencia y de paz, y sus frutos tecnológicos han beneficiado y contribuido al desarrollo humano. Aquel esfuerzo heroico aplaudido por encima de fronteras y banderas, aunque motivaciones bélicas y de prestigio también fueron determinantes. Ahora que celebramos un aniversario tan vívido para quienes asistimos conscientes a su consecución, otros interrogantes infantiles nos siguen martilleando la conciencia, como cuando preguntábamos: Papá, ¿por qué todavía hay gente que se muere… de hambre?

Resulta doloroso asistir impasibles a la injusticia e insolidaridad mundiales. La pobreza y la desigualdad no es ninguna ley inexorable de la Naturaleza. Parece que el continente de nacimiento sea determinante en la calidad de vida que debe esperar cada ser humano que nace. En Europa y Australia nos encastillamos en una "sociedad del bienestar", aún cuando la pobreza asome por los suburbios de cualquiera de nuestras ciudades, mientras aceptamos que Norteamérica sea el líder militar, tecnológico y financiero, Asia se convierta en la poblada fábrica del mundo con el 60% de la población planetaria, el resto del continente americano al sur del río Grande perviva con graves incertidumbres y África apenas sobreviva con una esperanza de vida menor de 40 años.

Los datos escandalosos se multiplican: Cada vaca europea recibe una subvención diaria de 4 €, mientras la mitad de la población mundial ha de subsistir con menos de un euro al día. Tamaña injusticia debería congelarnos el corazón. Ya no sólo se trata de que los despilfarros militares reinvertidos en educación, sanidad y alimentos podrían solucionar en meses todos los problemas de la Humanidad, sino incluso de aberraciones tales como que los gastos de las sociedades ricas en comida para mascotas o en dietas de adelgazamiento podrían evitar la muerte anual por hambre de más de 6 millones de niños menores de cinco años y cancelar la monstruosa cifra de 840 millones de personas desnutridas que viven entre nosotros.

Hace 35 años supimos llegar y pasearnos por la Luna, pero aún no hemos sido capaces de exigirnos a nosotros mismos y a nuestros gobernantes la fraternal proeza de acabar con la pobreza. Mientras haya una sola persona muerta de hambre, ninguno mereceremos llamarnos seres humanos, ni suponer que estamos dotados de una sola gota de inteligencia ni de bondad.

La gratitud es una gran recompensa


"No hay cosa más gratificante que la gratitud misma".
Dicen... o que la gratitud es el epicentro de la felicidad,...

Amores dobles

Confidencias de un hogareño bígamo confeso.

Lo reconozco con mucha vergüenza: Tengo dos. Ya sé que es injusto y que muchos hombres no tienen ni una. Parece que sólo que los ricos y famosos pueden presumir de mantener varias en distintos países, aunque luego las abandonen con la misma ligereza sin preocuparse por su destino. Yo, aunque tuve algunas durante mi infancia y juventud, al casarme creí que con una me bastaría para el resto de mi vida. No fue así: pronto comenzaron las escapadas, en fin de semana o en vacaciones. Con el paso de los años pensé que me convenía escoger adecuadamente una segunda opción permanente, no para abandonar a la primera sino para complementarla.

La búsqueda no fue fácil, y durante años analicé varias candidatas. Hace cuatro años vi a la que luego sería la segunda, e inmediatamente quedé prendido. Fue una locura de madurez, que muchos me aconsejaron evitar. Me alegro de no haberles escuchado. Ahora estoy junto a ella. La miro, y comprendo que la quiero sólo para mí y para siempre. Es cierto que según la admiro, simultáneamente pienso en la primera y también la añoro. Me gustaría tenerlas juntas, en el mismo lugar, pero son incompatibles, y sé que jamás podré vivir junto a las dos, porque son radicalmente inconciliables.

Ambas son parecidas y, al mismo tiempo, tan diferentes… La primera es la oficial, vasca, convencional, recia, aporta seguridad y resulta claramente más confortable para cualquier estación del año. He vivido mucho tiempo con ella y ofrece una imagen más acorde a mi realidad. La segunda es blanca, mediterránea, más joven, más cálida, más informal y me ha enseñado desconocidas facetas de mi personalidad. Pero ambas son costeras, modestas y de gustos sencillos: adoran los libros apilados, las playas cercanas, el susurro de las olas, el vuelo de las gaviotas, la brisa marina a su alrededor y ver la salida o la puesta del sol. Además cada una de ellas aporta su propio grupo de amistades y vecindario. En ello reside gran parte de su peculiar y doble encanto: la suma de los amigos de siempre y de amigos recientes.

Les he declarado a ambas no exclusividad total, pero sí mi fidelidad hasta la muerte, porque estoy seguro que ambas me sobrevivirán. No soy uno de esos cada vez más abundantes promiscuos domésticos, que cada fin de semana o periodo vacacional se van a "conocer a desconocidas". Yo me muevo solamente entre mis dos pasiones, de una a la otra, para estar íntimamente unido a una de ellas mientras pienso en la otra, y así será hasta el fin de mis días. Sin más aventuras, con dos tengo bastante y quizá demasiado.

Ambas me exigen mucho esfuerzo y sacrificio en cuidarlas y mantenerlas. Pero todo ello es tan poco frente la hospitalaria acogida que me brindan… Quiero pensar que ambas ignoran deliberadamente la existencia de la otra, aunque bien podrían sospechar de mis ausencias. Son tan generosas que cada vez que llego ante su puerta, siempre me reciben con los brazos abiertos, como si nunca me hubiese movido de su lado. ¡Ah, cómo podría nadie no corresponder a una dulzura tan grande!

Hay quienes no comprenden que un cariño así pueda duplicarse. También hay quienes consideran que este tipo de amor es desproporcionado, y que debo ignorar sus sentimientos mirando únicamente por mis intereses. Hoy mismo, unos desaprensivos me han sugerido que "dado que uso poco la segunda, la alquile". ¡Hasta dónde hemos llegado! Jamás trataré como cosas a mis casas, que para mí son hogares donde habitan encantadoras almas como hadas-duendes que suspiran por sus dueños. Las casas propias son como seres vivos. "Somos el uno para el otro; vivimos en común lo que aquí acontece", nos dice cada hogar que nos ofrece dos placeres incomparables: la libertad de salir y la delicia de regresar.

1. MANIPULACIÓN FLAGRANTE, publicada por 'EL MUNDO' el 22-7-2004.

2. Usurpación de mi nombre en EL MUNDO del 23-7-2004, publicando una carta no remitida, en lugar de la versión literal.

3. Finalmente, el 11-10-2004 (un lunes de puente) tras demanda judicial ante la que se allanan, EL MUNDO atiende la petición de rectificación con la publicación íntegra (véase aquí).

¿Carbura la Comisión del 11-M?

Sensaciones por los "errores y negligencias" reconocidos ante la Comisión Parlamentaria sobre el 11-M.

Hace muchos años cuando era joven y pobre (aún conservo una de estas cualidades), mi padre me regaló un SIMCA destartalado. Continuamente debía llevarlo a un taller barato, donde un "chapuzas" intentaba arreglarlo. Siempre recordaré los conocimientos de mecánica que me brindó, porque pronto supe que él podía enseñarme todo lo que NO hay que hacer. Una vez, tras desmontar enteramente el carburador para soplar un chiclé, lo volvió a ensamblar sobrando una docena de pequeñas piezas que arrojó directamente a la basura, indicando que el fabricante incluía componentes innecesarios. Ahora, cada vez que leo las extensas y aburridas crónicas sobre la investigación parlamentaria del 11-M recuerdo el mismo asombro que experimenté cuando mi carburador se aligeraba en cada revisión.

La mayor matanza terrorista ocurrida en Europa, donde murieron 190 personas y casi 1.500 resultaron heridas, se espesa y transmite en unas agotadoras sesiones donde se enmarañan contradictoriamente conclusiones y confusiones. Pero asoma una verdad incontrastable: Entre la neblina de "medias verdades", "retraso de la verdad" y "gestión de la información" hubo ánimo de mentir y engañar. Parece probado que Aznar y su gobierno pretendieron que hasta el 16-M no funcionase el CNI, expresando con estas siglas el Coeficiente Nacional de Inteligencia.

Aún con todo, el electorado el 14-M, con esa intuición que no es sino la razón actuando deprisa, descubrió lo mismo que más trabajosamente revelará la comisión parlamentaria. Recordando a Bécquer, "¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!", podríamos añadir que no hace mucho, ¡qué solos estaban los cuerdos!

Como novios

Las peripecias de un padre que creyó poder olvidarse de los hijos.

Tras ejercer todo un año, en realidad casi una vida, en las fatigosas funciones de padre, educador, colega, amigo, vasco y pacifista, todo ello con gran dedicación aunque escaso éxito, decides tomarte unos días de vacaciones con la "parienta". Descansar es cambiar de rutina, así que te alejas mil kilómetros, te rodeas de vecinos noruegos, y cambias algunos parámetros vitales: ralentizas Internet desde el cable-módem al módem de 56 Kb, retrasas el horario general en tres horas, duermes diariamente el doble siesta incluida, elevas el termostato de temperatura exterior en 10 grados y adoptas preferentemente la posición horizontal. Por cierto, dado que se puede estar 20 horas diarias tumbado o flotando y que el Imperio Romano descubrió el modo de comer reclinado, ¿cómo es posible que el Imperio Microsoft no haya inventado un modo cómodo de navegar por la red en posición tendida?

Tras pegarte una paliza de viaje, acondicionamiento y aprovisionamiento en tu destino vacacional, llega el día en el que puedes embadurnarte de bronceador y antimosquitos para abrazar a tu "cosa más querida": la tumbona. Con el tributo de haber comprado una exitosa serie de libros policíacos a tu mujer para que se entretenga sin encomendarte fastidiosos trabajos domésticos, al fin crees que ha llegado tu momento de sosiego anual. Con tu música seleccionada durante un interminable curso, te recuestas y mirando al cielo azul te pones… a pensar, si te lo permiten la somnolencia ascendente y el infalible ruido de múltiples charangas externas.

Por un instante, parece que todo está en relativo orden. La familia está bien de salud, la ruina económica no es inminente y, con estos calzones inmensos, hasta las gorduras conyugales parecen despistarse. Tu media naranja está a tu lado, extrañamente silenciosa abstraída en sus lecturas, y crees que ésta puede ser la semana feliz, ésa que encadenarías para vivirla repetidamente como una cinta continua. Los hijos, esos seres queridos que desde que nacieron no han dejado de darte alegrías y preocupaciones, parecen que están perfectamente en sus lejanos destinos, según hemos constatado reiteradas veces por teléfono, SMS y e-mail.

¡Como novios!, nos dicen que estamos otros progenitores con confesada envidia. Porque hoy día parece que el mundo está al revés. Los novios quieren vivir como casados y los casados, tras criar hijos, anhelan la vida de novios. Incluso el mes de julio está organizado para enviar los hijos al extranjero, mediante oportunas becas o afanosos ahorros, y con un poco de suerte un matrimonio puede veranear unos días sin la prole.

Las madres, ya se sabe, son gallinas cluecas que no pueden olvidar a sus hijos. Pero los padres vamos de gallitos, y decimos que la perfección familiar reside en hijos lejanos y esposas mimosas. Y entonces, desparramado en esta tumbona que debiera ser el monumento mundial a la reflexión, comprendes que añoras a tus hijos, que quisieras tenerlos a tu lado para abrazarles y seguir regañándoles, aconsejándoles y, sobre todo, escuchándoles y reviviendo la existencia a través de sus ojos. Creo que, sin reconocerlo jamás, animaré a Carmen a que llame otra vez a nuestros hijos. Sólo para que se tranquilice ella, que quede claro.

Podemos ser felices

Receta para disfrutar de momentos dichosos en la comedia trágica de la vida.

La existencia, demasiado frecuentemente, nos hace sentirnos como David enfrentándose a los gigantes filisteos, sabiendo que sólo una vez en la Historia David ganó a Goliat. Nos abruma el sentimiento del mítico Sísifo, que cada jornada subía su roca a la cima para verla caer cada anochecer.

Somos fallidos perdedores, émulos del Hamlet de Shakespeare, del Fausto de Goethe y del Raskolnikov de Dostoievsky. Nos debatimos atormentados entre lo mímico mínimo y lo típico lícito, entre lo nítido físico y lo cívico lívido, entre lo tímido lírico y lo cínico rígido. Hemos vivido el ricino de lo finito y, quizá con sigilo, un pellizco del divino infinito.

Merecemos ser felices: Si no podemos abrazar a un ser querido, al menos evoquemos su recuerdo. Si no podemos oír una voz amiga, escuchemos una canción de amor. Si estamos solos, advirtamos el palpitar de nuestro corazón que late acompasadamente con otros. Si no podemos escapar de las preocupaciones, démonos un minuto de descanso. Si no podemos ver la esperanza cerca, cerremos los ojos. Si no podemos dormir sin pesadillas, soñemos despiertos. Si hoy no podemos ser dichosos, esperemos un nuevo mañana. Si la muerte nos ronda, confiemos en el más allá. Si no podemos ser felices, siempre nos queda el recurso de ser… inocentes.

La única fórmula de la alegría es sentirnos livianos, como ángeles capaces de volar al tomarse a sí mismos muy a la ligera. Kierkegaard nos dio un consejo: "La puerta de la felicidad se abre hacia fuera". Sólo olvidándonos de nuestro yo y pensando en los demás podremos ser dichosos. La felicidad es para quien la busca… en los demás. Vivamos tan intensa y altruistamente como podamos. No podremos ser felices sino regalando felicidad.
powered by ODEO

Coche vasco

Política vasca en un sueño de verano.

El estío, el alejamiento, las lecturas de caballerías, la sangría y las tertulias con amigos de toda Europa producen extrañas siestas. En las abstracciones aparece Adenauer recordando: "La Historia es la suma de todas aquellas cosas que hubieran podido evitarse". Imaginas Euskadi y piensas: Aprendamos a construir nuestra historia con menos dolor, con menor sacrificio, con menores costes humanos.

El próximo curso tendremos nuevo gobierno, y la campaña electoral comenzará tras la pausa veraniega. Será un gobierno de coalición, seguro, por la pluralidad de partidos: un matrimonio, como el chiste internacional que hemos contado. Un inglés se casa porque Inglaterra espera que cada uno cumpla con su deber; el francés, porque así se asegura una cocinera francesa; el ruso, porque la desventura busca compañía; el norteamericano, sólo para tener alguien… de quien divorciarse. El PNV es inglés, y cumplirá con su obligación; el PSOE es francés, y necesita participar en más gobiernos autonómicos; Batasuna es rusa y necesita compadres de tribulaciones; el PP es norteamericano y necesita aliados de quienes enemistarse.

Después de las nupcias, se necesitará un coche para el viaje de bodas. Surge la autobiografía de Lee Iacocca, el carismático presidente de Ford y Chrysler, inventor de "Si encuentran un coche mejor, cómprenlo". No cuenta la famosa anécdota, quizá por apócrifa, de cómo perfeccionó un sistema psicológico para determinar la nacionalidad de un visitante en una feria internacional de automóviles. Si un desconocido levantaba el capó y examinaba el motor, era alemán; si se fijaba más en la calidad del tapizado y acabado interior, era inglés; si le interesaba más el estilo de la línea exterior, era francés; si medía el tamaño y preguntaba el precio, americano; finalmente, era italiano si sólo hacía sonar la bocina.

En Euskadi se expone a la venta desde hace un par de años el "nuevo prototipo Ibarretxe", con tres fabricantes unidos, frente al cual se presentan un "modelo anterior con restyling a la catalana de Patxi" y el quimérico proyecto HB (planeado con Iparralde y Navarra, donde todavía o hay poca industria o montan para la competencia), mientras los "huidos a Estrasburgo" recomiendan que sigamos alquilando el vehículo en su negocio, con la máxima de Henry Ford: "Podrán escoger el color del coche que quieran,… siempre que sea negro". Lo peor es que, en el salón vasco del automóvil, mientras unos analizan mecánicas y equipamientos para comparar calidad y precio, persisten quienes incordian a bocinazos.

Ya se sabe lo difícil que es ponerse de acuerdo en cuestión de gustos, porque la política es como la moda: Si se adelanta es indecente, pero si se retrasa resulta desfasada; sólo cuando pasa un siglo se convierte en clásica e histórica. Lo cierto es que para avanzar necesitamos un coche moderno, elegido por nosotros mismos, donde quepamos todos, sin incomodidades para nadie, y que acelere debidamente pero con total seguridad. [Foto inferior de Alatz Ugalde]

Familias europeas

No existe mejor política que la del apoyo familiar.

Primer día de vacaciones estivales en un destino turístico de la costa alicantina. Durante la cena en una terraza, con ojos aún desacostumbrados advertimos una diferencia obvia entre la familia media de origen extranjero (centroeuropea, nórdica, británica o francesa) y la familia de turismo interior (valenciana, madrileña, murciana o vasca). Frente a nuestra familia promedio de padres maduros y sólo uno o dos hijos, los progenitores foráneos son jóvenes y cuentan con más hijos, de tres a cinco.

La conversación con amigos noruegos, flamencos y bávaros nos descubre dos razones determinantes: El apoyo familiar que brindan las instituciones europeas en otros Estados es hasta diez veces superior a nuestras raquíticas y variables bonificaciones fiscales, y la ciudadanía de otros países ha revalorizado la familia anteponiéndola a la "economía de la comodidad". Además, el electorado europeo más avanzado analiza decisivamente y sanciona con su voto, positiva o negativamente, las políticas familiares en todos los comicios.

Margaret Thatcher, neoliberal a ultranza, pronosticó la inexistencia de la Sociedad y la desaparición de la Política e incluso de la Historia: “La sociedad es un fantasma; sólo existe la Familia, el Mercado y el Estado”. Lo cierto es que, mientras el mercado se expande y las administraciones fluctúan, hemos permitido que la familia sea cada vez más minúscula.

¿Incluirá algún partido político como prioridad una administración de protección familiar activa, con fuertes medidas fiscales, de vivienda y de conciliación de la vida laboral y familiar, declarando como objetivo superar netamente la tasa de reposición del 2,1% de natalidad? Desde el máximo respeto a la libre decisión personal, ¿hasta cuándo habremos de esperar de nuestros líderes una apuesta humanista por la vida y por la familia? Nunca olvidemos que la familia es el primer y mejor ministerio de educación, sanidad y bienestar social, y que una sociedad vale exactamente la suma de las familias que la integran.

Se levantó con todo el equipo

Mayo se cayó en Julio y el Euskatel - Euskadi se alzó inmediatamente en el Tour.

La Biblia dice: “¡Ay del que está solo! Porque cuando caiga no tendrá quien le ayude a levantarse”. Pero Iban Mayo tiene a todo un equipo con gentes como Haimar Zubeldia, Unai Etxebarria, David Etxebarria, Iñigo Landaluze, Iker Flores, Egoi Martínez,…

La moral del conjunto que dirige Julián Gorospe no se perdió a la entrada del pavés. La contrarreloj por escuadras del día siguiente demostró que una caída puede ser un estímulo. Lance Armstrong, y su equipo US Postal, son colosales ciclistas: Ibán Mayo y el Euskaltel-Euskadi son igualmente grandes deportistas.

No es con una idea como se levanta a un hombre, sino con un sentimiento. El hombre que se alza aun es más grande que el que no ha caído. Caer está permitido: ¡Levantarse es obligatorio! Nuestra mejor gloria no está en no haber caído nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos. Sólo el que cae puede dar a otros el edificante ejemplo de volverse a levantar. Quizá vencer nos será imposible, pero nunca renunciaremos a seguir con todo nuestro esfuerzo.

Dos balas per cápita

Anualmente fabrican 16.000 millones de balas: Un proyectil por persona cada semestre.

Mientras nos distraen con las armas de destrucción masiva, buscadas donde no están, los gobiernos más poderosos del mundo almacenan arsenales de armas nucleares, químicas y biológicas, capaces de exterminar toda forma de vida sobre el planeta Tierra.

La industria armamentística prefiere la clientela rica, aunque sin desdeñar a gobernantes pobres pero igualmente belicosos. La fabricación de armas de fuego sigue siendo un comercio boyante erigido sobre la injusticia y engrasado con sangre inocente. Las viles balas se producen en cantidades horripilantes, hasta el punto de que podrían matar a balazos a todos los seres humanos dos veces al año. No son sólo letales potencialmente: de hecho matan cada segundo a más de una persona en el mundo.

Amnistía Internacional e Intermón-Oxfam nos recuerdan que el próximo 9 de julio es el “Día Internacional para la Destrucción de Armas”, solicitando un Tratado Internacional que regule tan macabro negocio. La presión ciudadana puede resultar efectiva si actuamos unidos frente a los dirigentes políticos. Abraham Lincoln dijo: “El voto es más fuerte que las balas”. ¡Súmate tú también a esta petición en www.es.amnesty.org/armasbajocontrol!

Nunca aceptaremos que nos sugieran que los servicios sanitarios o educativos requieren por su coste un co-pago de los usuarios, mientras que las compras de material bélico son sufragadas íntegramente por el Estado. La cofinanciación de los servicios sociales sería aceptable sólo cuando los tanques y cazas militares se compren exclusivamente con lo recaudado en huchas voluntarias.

El otro árbol vasco


Un referente histórico como metáfora vital: nuestros derechos acaban donde empiezan los de los demás.


Se puede aprender mucho de cualquier ancestral cultura aborigen, porque la misma y común naturaleza humana se manifiesta con sorprendente diversidad y riqueza en cada comunidad en función del devenir social de su propia historia. Los vascos, menos de tres millones de personas habitando a ambos lados del río Bidasoa entre Francia y España, somos los indígenas más antiguos de Europa con un idioma (euskera) de origen desconocido, y con sorprendentes peculiaridades en ámbitos significativos como la organización política o los deportes autóctonos.


Una característica propia es el deseo de autogobierno, pero no sólo entendido frente a los Estados en los que estamos integrados administrativamente, sino incluso entre nuestros propios territorios. Nos han rodeado imperios poderosos y hemos sabido asimilar sus lenguas y culturas, pero siempre preservando nuestro milenario euskera y las tradiciones propias.

El término “vasco”, procedente del "vascón" citado por los romanos en el año 76 a. C. durante las guerras sertorianas, fue postulado como originado por "basoko" (‘habitante del bosque’ en euskera), lo que da idea del valor mitológico atribuido a los árboles. El panteísmo originario ocasionó la veneración de los robles como protectores vivos de los vascos. Hace apenas un siglo, la oración ritual de nuestros leñadores pedía perdón al árbol cortado: “Guk botako zaitugu eta barkatu iguzu” (Te derribaremos y nos perdonarás).

Sólo en uno de sus siete territorios históricos vascos, Bizkaia (Vizcaya), existen cinco árboles sagrados. El más conocido es el roble de Gernika, corazón del Señorío, donde los monarcas deben jurar respeto a nuestros centenarios Fueros. Pero en Bizkaia hay más de un Parlamento, y los robles de Avellaneda y Gerediaga señalan las Juntas de las Encartaciones y del Duranguesado, además del roble de Aretxabalagana donde los vizcaínos recibían a su Señor.

En Luyando se alza el “árbol malato”, cuyo origen se remonta al año 840. Ejércitos leoneses habían llegado hasta el puerto de Bakio en una incursión de castigo. Se juntaron en consejo las cinco merindades vizcaínas para darles batalla y eligieron como Señor de Bizkaia a don Zuria, personaje vasco hijo de una infanta escocesa venida por mar y nieto del rey de Escocia. Las tropas vizcaínas vencieron en la batalla de Padura, en un lugar que por la mucha sangre vertida se llamó Arrigorriaga (Piedras rojas). Los leoneses supervivientes fueron perseguidos hasta el Árbol Gafo, denominado así porque no pasaron de allí. En su tronco clavaban sus armas los combatientes vizcaínos para indicar su negativa a proseguir la guerra más al Sur. El árbol malato fue considerado frontera militar desde entonces. Los hijosdalgos vizcaínos estaban obligados a prestar servicio militar si lo requería la defensa del territorio propio. Este deber no se podía exigir fuera del territorio. Si el Señor de Bizkaia insistía en continuar la lucha, debía pagar soldadas a quienes estuviesen dispuestos a seguirle.

Este testimonio permite comprender mejor el espíritu vasco de independencia, de defensa de lo propio, nunca de imposición a los demás. Episodios complejos como las “guerras carlistas” o el “Pacto de Santoña” de 1937 deben interpretarse a la luz de quienes, incluso con innumerables derrotas, continuaron infatigables en la custodia de su identidad. Los versos de Gabriel Aresti también sintetizan inmejorablemente este sentimiento en “Nire aitaren etxea defendituko dut” (defenderé la casa de mi padre).

En la vida personal, cada misión, cada proyecto… siempre debe mantener un “árbol malato”: Un linde a no traspasar. La política es una noble actividad, pero en su perímetro vital de lo que es justo, en defensa de lo propio y sin atacar lo ajeno. Sin entrometerse en la vida de los demás, sin pretender que piensen o sientan a nuestra manera, respetando su forma de organizarse y de vivir, único modo de reclamarles la misma tolerancia para con nosotros. Si conocemos lo propio, lo amaremos; y estimando lo nuestro, habremos de apreciar y admirar igualmente todo lo que los demás han elegido en ejercicio de su propia libertad.

El polizón ante el patrón

El océano convertido en el panteón del polizón.

Leemos con esa mezcolanza de supuesta superioridad europea e indignación innegablemente hipócrita la enésima historia de polizones arrojados al mar. En este caso ha sido el estremecedor relato de un marinero chino del pesquero 'Wisteria', un buque de una armadora japonesa bajo pabellón de conveniencia panameño, procedente de Senegal que iba a descargar atún en A Coruña.

El pasado 27 de mayo, al llegar a la ría de Arousa, uno de los 14 tripulantes chinos bajo las órdenes de un capitán y dos oficiales coreanos, deslizó una nota al práctico del puerto, en la que -en mal inglés-, podía leerse: "Cuatro hombres fueron arrojados al mar, por orden del capitán, el 23 de mayo”.

La prensa recoge en sus páginas interiores el dramático diálogo de un piadoso tripulante que se encara con otro, el cocinero que sigue ciegamente las inhumanas órdenes. "Son seres humanos", suplicó el dotado de alma; "lo ha ordenado el capitán", replicó el desalmado. El cruel capitán aún tuvo la desfachatez de declarar que al alejarse el Wisteria hacia Europa, los africanos cuyas cabezas apenas asomaban del mar, agitaron sus brazos desde el agua en señal de despedida.
La inmoralidad de estas muertes quedará impune, a pesar que un patrón ordenó abandonar en el mar a unos polizones sin más asidero que unas tablas, en imposibles condiciones de supervivencia. Aunque inicialmente se abrieron diligencias en el juzgado correspondiente, ahora se nos informa que la causa ha sido archivada tras dictaminar la fiscalía que los tribunales españoles no tienen jurisdicción sobre unos hechos ocurridos en aguas de Mauritania o Marruecos.

El barco ha seguido su curso, sabiendo su capitán Cho Che Joo que la improbable denuncia del delito de abandono en el mar no representaba ningún trastorno en su singladura, mientras que llegar a las costas europeas con polizones a bordo suponía un interminable problema burocrático. La legalidad internacional ha dado nuevamente muestras de insensibilidad ante uno de los crímenes más atroces y reiterados de nuestra era contemporánea: la muerte de quienes huyen de la indigencia en busca de los paraísos opulentos.

Dos reflexiones finales: 1ª Los polizones siguen siendo seres humanos dotados de todos sus inalienables derechos, a pesar de su dramática situación de especial vulnerabilidad y riesgo, derivada de su casi absoluta indefensión ante el fuero internacional. Los países desarrollados reaccionan ante el fenómeno de los polizones con un egocentrismo inicuo: su única política ante este fenómeno es la del "rechazo en frontera", es decir la política de "que se los lleve el que los ha traído", rehusando el desembarco en puerto de los polizones lo que alienta conductas bárbaras.

2ª Europa es un inmenso y despiadado barco que se escandaliza fugazmente de estos aberrantes hechos, pero que -con la aquiescencia de su ciudadanía- se comporta de modo comparable al capitán del Wisteria, con injustificable insolidaridad hacia personas de otros orígenes y culturas, a quienes tilda de “ilegales” (¡como si una vida pudiera ser ilegal!), pretendiendo que nuestra deliberada ceguera nos libre de una culpabilidad tan compartida como cierta.

Cielo en Euskadi

Un poco de humor vasco, pero sólo en broma, ¿vale?

Abundan los chistes sobre las diferentes peculiaridades nacionales. Los estereotipos retratan cómo vemos a los demás, o incluso cómo nos consideramos a nosotros mismos. Los vascos somos frecuentemente descritos como rudos, de pocas palabras y fortachones.

Podríamos añadir de nuestra cosecha más chistes y matices entre los distintos territorios vascos, pero eso sería meterse demasiado en “harina de siete costales” como decía mi abuela. Quizá resulta menos arriesgada la adaptación de historietas clásicas. Dicen que un alemán es una cerveza; dos son un ejército y tres son una guerra. Un francés es un champán; dos son un rendez-vous (una cita) y tres son una orgía. Un inglés es un whisky; dos son un club y tres ingleses son un imperio. Un ruso es un vodka; dos son un partido político y tres son una revolución. Un norteamericano es un Martini; dos son una corporación y tres son una invasión. Un brasilero es un café; dos son un partido de fútbol y tres son un mundial. Un vasco sería un chiquito (vaso de vino); dos son un vasco y una vasca, que diría el Lehendakari, y tres son un nuevo partido político completo.

Probemos a transformar en partidos políticos vascos la ingenioso fórmula de John Elliott: “El cielo sería un policía inglés, un cocinero francés, un ingeniero alemán y un amante italiano organizados por suizos; el infierno sería un cocinero inglés, un ingeniero francés, un policía alemán, un amante suizo y todo organizado por los italianos”.

El cielo vasco sería una fiesta con el presupuesto del PP, la intendencia del PNV, la intelectualidad de Aralar, el coro de voces múltiples del PSOE, la creatividad en nombres de Batasuna, la ingenuidad de EA y todo descrito por IU; mientras que el infierno sería una festejo con el presupuesto de IU, la intendencia de Aralar, la intelectualidad del PP, el coro de voces múltiples del PSOE (sí, está repetido, porque también es lo peor), la creatividad en ideas de Batasuna, la website del PNV y todo organizado como un congreso de EA.

Un poco más en serio, el cielo vasco sería una sociedad y un parlamento con todos los partidos legalizados, negociando y pactando acuerdos, mientras toda la ciudadanía convive en paz y libertad, sin amenazas ni persecución para nadie por sus ideas políticas.

Ascensor al cielo

Para subir al cielo,… la NASA planea construir un sorprendente montacargas.

La ciencia y la tecnología parecen acercarnos a la utopía humana imaginada y al prometido paraíso divino. El olimpo de los dioses -o la gloria celestial- era la comunión de todos los santos, reunidos y hablando simultánea y paralelamente entre sí, es decir, algo más sofisticado pero similar a chatear y navegar por Internet. Pero quedaba llegar al nirvana, porque lo más difícil y laborioso era asegurarse un puesto en el edén… Ahora la NASA nos invita a subir plácidamente al cielo mediante un ascensor sin brusquedad ni incomodidad alguna, desde la atmósfera terrestre hasta una órbita geoestacionaria, posiblemente para surcar el espacio… hacia otro ascensor que nos descienda sobre cualquier otro satélite o planeta, siendo la Luna o Marte los primeras destinos previstos.

Lo que comenzó como un cuento, las habichuelas mágicas que crecían por encima de las nubes y por las que Juanito trepaba, pasó luego a ser el estribillo de la bamba: “Para subir al cielo, se necesita una escalera grande….”. Fue a finales de los años 70, cuando el escritor de ciencia ficción Sir Arthur C. Clarke imaginó y sentó las bases de los elevadores espaciales en su obra “Las fuentes del Paraíso”.

Estos días, en la 3ª Conferencia Internacional sobre el “Space Elevator” celebrada en Washington entre el 28 y el 30 de Junio de 2004, demuestra que el proyecto es factible, sin insalvables impedimentos físicos ni económicos. El ascensor se deslizará con motores de levitación magnética, asido a un cable fortísimo pero liviano, construido con nanotubos de carbono. Toda su masa, de apenas unas decenas de toneladas, quedaría sustentada por el giro de la Tierra si su longitud es justamente de 143.800 Km., por la aceleración centrífuga del tramo más allá de los 36.000 Km., la altura de las órbitas geoestacionarias (si dispone de tiempo suficiente, vea los cálculos en http://www.zadar.net/space-elevator/). El punto de anclaje deberá estar sobre cualquier punto del Ecuador terrestre, incluso partiendo de una plataforma en el mar.

Definitivamente resulta más viable subir a los cielos que descender a los infiernos, porque el viaje al centro de la Tierra aún no tiene fecha, ni técnica verosímil, ni se venden pasajes. Parece que, finalmente, los proverbios celestiales se cumplirán: El cielo es para aquellos que piensan en él, o el cielo ya está en la tierra, pero hay que saber encontrarlo. De todas las citas, destaca una de Ignacio de Loyola: ¡Qué pequeña me parece la Tierra cuando miro al Cielo! Tras esta noticia, algunos terrícolas sentimos aún más admiración por el espacio y más devoción por el cielo.

El que deja de ser amigo... es que nunca lo fue

"Todo el mundo desea tener un buen amigo, leal, abnegado, de absoluta confianza; pocos se preocupan por serlo".
Dicen...

Piel de miel

Seamos conscientes de la nuestra influencia sobre las personas con quienes nos cruzamos en la vida.

Mientras desayunaba, he leído el sugestivo mensaje publicitario del frasco de miel: “Para traerle a usted esta miel, las abejas han recogido el néctar de cinco millones de flores y han volado 240.000 Km., lo que equivale a dar seis veces la vuelta al mundo”. Me quedo un rato pensativo: Una abeja obrera vuela a 20 Km/h revoloteando sus alas 11.400 veces por segundo, consume una energía que le hace perder la tercera parte de su peso, realiza unas 15 excursiones al día visitando en cada una más de 100 flores, y a lo largo de toda su vida - menor de 2 meses- produce solamente la décima parte de una cucharada de miel. De repente, la tostada con melaza de brezo de mi amigo Antxon parece que nos invita a una reflexión.

Pocas veces somos conscientes de toda la historia de un objeto, o de todo el pasado de cada persona con la que nos cruzamos. Ante una pirámide o una catedral sí percibimos la voluntad de tantas vidas y de tantas generaciones, pero el esfuerzo acumulado de quienes conviven con nosotros pasa más desapercibido. El médico que nos atiende o la profesora que nos enseña han debido recorrer un largo camino de preparación y experiencia para orientarnos acertadamente con un atinado consejo.

Cada uno de nosotros recibe constantemente el influjo de cientos de otros seres humanos, vivos o muertos. Nuestras decisiones nos han construido como somos, pero también y en gran medida nos han forjado nuestros progenitores, nuestros familiares, nuestros maestros, nuestros vecinos, nuestros amigos, nuestras lecturas, a veces escritas por autores de hace muchos siglos…

Advirtamos el poderoso efecto de nuestras actitudes y de cada uno de nuestros actos cotidianos sobre otras personas en el futuro inmediato, medio o remoto. En nuestras vidas insignificantes poseemos más trascendencia de la que suponemos. Nosotros no perduraremos, pero sí nuestros hijos y los frutos de nuestras obras. Hagamos el bien, diez o cien veces al día, sembremos una mies de miel sin hiel, como esa fiel piel de un ser querido que nos da la mano para caminar juntos hacia la eternidad. Porque cada miel y cada piel contienen una larga historia detrás de su dulzura.

Viajes baratos al pasado

"La máquina del tiempo ya existe; se puede encontrar en cualquier biblioteca o librería".
Creemos muchos...

Mi pantalón de la suerte

La historia verídica de una prenda que fue el talismán para estudiar una difícil carrera.

Aunque no soy supersticioso, he de reconocer que debo mi licenciatura a una prenda de vestir. En casa nunca nos faltó nada hasta la muerte prematura de nuestra madre. Luego la dura ausencia del cariño maternal, se compensó con los cuidados de nuestro padre y de una tía abuela. El dinero no sobraba, y entre mis agridulces recuerdos infantiles siempre destacarán unas indestructibles botas negras que calcé durante años, en invierno y en verano, y un abrigo azul demasiado grande, heredado de algún pariente y que siempre aborrecí con vehemencia.

Al llegar a la universidad con ayuda de las becas, debimos hacernos responsables de nuestro propio vestuario con pequeños trabajos de clases particulares. Recuerdo que durante casi los tres primeros años de carrera contaba únicamente con unos pantalones de color beige, que mensualmente lavaba, planchaba y secaba en domingo. Aquellos pantalones repetidos día a día me avergonzaban, y en mi aula prefería no pasearme, y menos aún salir hasta la cafetería universitaria que nunca visité.

Para que no se viesen mis viejos pantalones, me quedaba a repasar los apuntes entre clase y clase. Llegaba pronto, me sentaba en mi sitio y nunca me levantaba hasta concluir todo el horario. Descubrí que así era muy fácil superar las asignaturas, con aquella labor constante e inmediata. Bastó aquel hábito de ordenar y revisar los apuntes en los tiempos muertos para concluir con el mejor expediente de la promoción la licenciatura en física teórica, sin apenas estudiar fuera de la facultad. En casa me dedicaba a leer incansablemente novelas prestadas por la Biblioteca Municipal de Bidebarrieta, y mi única mesa de trabajo fue una liviana tabla de madera colocada entre los brazos de una anticuada e incómoda silla.

Nuestros hijos y muchos de los jóvenes de hoy disponen de amplios cuartos individuales, docenas de ropajes, libros y ordenadores por doquier. Pero me queda la duda de si hemos sabido transmitirles debidamente aquel afán por la lectura, aquella convicción presentida de que el único camino de progreso y felicidad es el trabajo y el estudio a lo largo de la vida. ¿Dónde pueden encontrarse pantalones como aquéllos, que no sientan bien, que te sientan al banco del esfuerzo, pero que te catapultan hacia el apasionante descubrimiento del sentido de una vida responsable, comprometida y dedicada a la vocación y a la cultura?

Docentes decentes

Una anécdota para reconocer a nuestros maestros más diestros.

La noticia imposible es aquella que no es noticia porque acontece repetidamente, en miles de lugares, todos los días, con millones de protagonistas, de miles de formas distintas. No es noticia ni pueden ser identificados el quién, el cómo, el cuándo, el dónde, el por qué, el para qué,… Los intérpretes de tantas noticias imposibles son todos esos “anónimos héroes y heroínas”: padres y madres que preparan el desayuno para sus hijos, quienes conducen los autobuses o trenes para llevarnos a trabajar, quienes desempeñan funciones esenciales aunque desconocidas para que dispongamos de agua, luz o correo, o quienes nos auxilian en situaciones de dolor o emergencia.

Una de las categorías más nutridas de quijotes desconocidos es el profesorado. Cada día escolar, en miles de aulas, millares de profesoras y profesores han educado a millones de alumnas y alumnos. Su loable trabajo debe merecer el máximo respeto de toda la ciudadanía, pues no en vano les encomendamos nuestro bien más preciado: nuestros hijos e hijas, nuestra juventud que son nuestro único futuro.

Reina la profesionalidad entre nuestro profesorado, pero aún cabe proseguir avanzando hacia máximas cotas de perfeccionamiento y excelencia que sólo proporciona la acendrada vocación del magisterio. En todo proceso de enseñanza-aprendizaje el método insuperable es el ejemplo. Incluso entre colegas pedagogos, el ejemplo del profesor provisor y promotor de buenas prácticas docentes es el mejor probador y verificador del camino que todos hemos de seguir.

Recientemente he sido testigo de uno de esos aldabonazos a nuestra conciencia didáctica, por parte de un colega. En estas fechas de exámenes, inopinadamente se presentó un alumno libre para realizar un examen final de un ciclo de formación profesional. Generalmente su preparación es deficiente, y en pocas ocasiones logran superar la evaluación que han preparado por su cuenta en difíciles condiciones de compatibilizar trabajo y estudios. Ante la sorpresa de su inesperada presencia, el alumno hubo de esperar una hora en la secretaría del centro, mientras el departamento aludido elegía una prueba para la ocasión.

Se pidió que pasase el nervioso alumno, y alguien sugirió que para controlar el ejercicio, el alumno se quedase en un rincón de la amplia sala de profesores. El alumno, al oír la propuesta, se puso aún más angustiado mirando alrededor de aquel escenario, cómodo para el profesorado pero perturbador para el alumnado. Entonces, un admirable colega de ésos que valen su peso en oro, nos dio una lección a todos. Dirigiéndose al alumno, y mientras le acompañaba de nuevo hacia la puerta, le dijo: “Vamos mejor a un aula, porque todo este instituto y todos los profesores estamos aquí para ayudar a alumnos como tú”. No sé qué les pasó a los demás, pero un detalle así a algunos nos deja sobrecogidos al reconocer a un educador motivado, que se siente responsable de todo su alumnado, y que sabe perfectamente a qué dedica su vida.

Fémina y médica

La homóloga uróloga causa a algunos varones pudor, rubor y furor.

De Portugal nos viene otro cataclismo, aparte de la Eurocopa. Varios ilustres prohombres lusitanos relacionados con la medicina están seriamente preocupados porque el porcentaje de mujeres en las facultades de medicina es excesivo (64,5%) y creen que debe establecerse cuotas mínimas para “los alumnos” aspirantes. Opinan que "la medicina es una actividad que exige una dedicación de 24 horas, incompatible con las obligaciones domésticas y familiares propias de las mujeres". Insisten que "no se trata de machismo” y desde su sentida preocupación médica, alertan a la sociedad de que “las mujeres quedan embarazadas y en una profesión exigente, un paro de cuatro meses significa grandes retrocesos en la carrera, y que las gerencias pueden no querer contratar doctoras por las posibles faltas al trabajo”, además de apuntar que la "maternidad aleja a las mujeres del trabajo y disminuye la capacidad de entrega a la profesión".

Estos próceres médicos denuncian la futura asimetría del sistema sanitario (que no habían advertido en enfermería), a pesar de que todavía el 55% de los galenos portugueses son hombres, y proponen establecer urgentemente un mecanismo de cuotas para favorecer a los estudiantes varones. La razón última de tanta feminidad sanitaria, y universitaria en general, acusan que radica en que "las mujeres tienen más juicio y estudian más".

Tras quedarnos todos y todas pasmados por semejantes declaraciones, algunos no atinamos sino a alarmarnos y acongojarnos por tan perturbado noticia: todavía existen especimenes con este grado de necedad en puestos relevantes sin contar con allegado alguno (aunque sea del sexo femenino) que les aconseje el silencio por decoro, no sea que les examine su “aparato reproductor de ideas” algún ser inteligente de los que aún quedan, tanto entre los que acuden a urología como a ginecología.