
Propongo que podrían aparecer en primer lugar las y los funcionarios más eficientes (¿¡debe haberlos!?), las y los profesores más ilustres, las y los alumnos más brillantes, luego las y los médicos más competentes, las y los deportistas más laureados, luego las y los científicos más sabios, las y los ingenieros y arquitectos más ingeniosos, las y los escritores más fecundos, las y los filósofos más sesudos, las y los inventores más creativos, las y los Premios Nobel más geniales,...
Y todos ellos desfilando ante el pueblo, no frente a políticos que podrían venir en el tropel de funcionarios… si cumplen el requisito (de eficacia).
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