PERDÓN, SOMOS FUNCIONARI@S,…AH, ¡Y SINDICALISTAS!
Sabemos que el funcionariado, y más aún con el “agravante” de sindicalismo, no tiene buena prensa. ¡Bien que se encarga de ello buena parte de la misma! Estas letras son un humilde intento de cambiar esta percepción de buena parte de nuestra ciudadanía.
En una democracia los poderes deben estar distribuidos y contrapesados. Se deben establecer controles y repartir las atribuciones en tres poderes de un Estado: el legislativo, el ejecutivo y el judicial. Garantizar esa división es vital, para evitar quedar en manos de los poderes fácticos y de grupos de presión.
En nuestra era, el “poder económico” es cuasi-absoluto, globalizado y perfectamente interconectado. Estos agentes controlan, además, los medios de comunicación más poderosos, con una capacidad de influencia sutil, incondicional y muy difícil de contrapesar. Para esa hidra economicista e inhumana, debilitar la función pública es un objetivo preferente, pero el sindicalismo que debe hacerle frente aparece dividido, inmerso en dinámicas de acción sectorial y local, e incluso con una parte del mismo (hay muchos modos de sindicalismo amarillo) actuando como una quinta columna. Entre tanto, los mass-media del capital nos mantienen con una escasa y pésima cultura política, desincentivando el interés por la gestión de lo común, mientras nos sobrealimentan y anestesian con pan y circo a raudales.
El resultado es el que cabía esperar: el poder y la riqueza se concentran en manos de una exigua minoría, con una clase media cada vez más precarizada en tanto va siendo innecesaria, mientras los rituales “democráticos” de las elecciones periódicas ocultan que el “poder de la política” puede pasar a la historia si no actuamos de inmediato y de modo eficaz.
L@s triler@s que manejan los hilos de la comunicación, desprestigian y devalúan la función pública, la desmantelan y comercian con ella (externalización de servicios, subcontrataciones, cierre y venta de instalaciones y servicios diversos,…), sin demasiada oposición en Estados de pobre tradición democrática, como el español, o en instituciones dependientes del mismo, como las nuestras.
LA POLÍTICA QUE DEBEMOS REIVINDICAR SI NO QUEREMOS QUE EL MERCADO LO GOBIERNE TODO, REQUIERE DE POLÍTIC@S Y FUNCIONARI@S QUE RECONOZCAN SU ROL TRASCENDENTE.
Un funcionariado bien preparado sabe que actúa como los brazos y los cerebros de la acción política. Por eso es incomprensible, incluso estúpido, que determinados modos de hacer política quieran desprestigiar la función pública, sin advertir que sin ella no se podrían materializar sus programas y es@s polític@s serían absolutamente prescindibles.
Conocemos países mal gobernados, pero bien administrados por una función pública potente, que han salido adelante. Necesitamos polític@s que crean en LA POLÍTICA con mayúsculas, reconociendo y actuando AL SERVICIO DE SU CIUDADANÍA, y no de intereses ajenos a los que afirman defender en sus programas electorales. La GRAN POLÍTICA busca y activa un funcionariado público independiente y eficaz, seleccionado en base a criterios objetivos y evaluables, entendiendo su misión fundamental para la defensa del bien público, como base de una sociedad cohesionada y solidaria.
LOS PARTIDOS O DIRIGENTES QUE ATACAN AL SISTEMA PÚBLICO, O A SUS PROPIOS FUNCIONARIOS, NO REPARAN EN LAS GRAVÍSIMAS CONSECUENCIAS DE SU ACTUACIÓN.
Reducir empleo público en Osakidetza, por ejemplo, conduce al modelo norteamericano (que luego no es posible corregir) donde el 15% de la población (o más de 46 millones de personas) no tiene acceso al sistema de salud, por no disponer de dinero para sufragar un seguro privado.
También en Euskal Herria, sólo la vigilancia sindical evitará recortes irreversibles que algunos irresponsables políticos quieren aplicar a sectores críticos como el sanitario, el educativo, el judicial,... que provocarían una grave perjuicio para la ciudadanía en general.
Es preciso reivindicar, además del funcionariado docente, sanitario, judicial,... a quienes servimos en la administración general. Aunque pueda parecer una función menos obvia que la de los bomberos, por citar un caso, gestionamos ingentes recursos humanos, y materiales, con la garantía de una formación continua, contrastada y evaluada, y sobre todo, con una independencia que sirve de freno o disuasión ante actuaciones partidistas ilegítimas.
Es preciso reivindicar, además del funcionariado docente, sanitario, judicial,... a quienes servimos en la administración general. Aunque pueda parecer una función menos obvia que la de los bomberos, por citar un caso, gestionamos ingentes recursos humanos, y materiales, con la garantía de una formación continua, contrastada y evaluada, y sobre todo, con una independencia que sirve de freno o disuasión ante actuaciones partidistas ilegítimas.
Los sindicatos deben actuar como un contrapoder que ha de velar por las condiciones laborales, y por consiguiente, por los intereses generales de toda la sociedad, para vertebrar una sociedad democrática que defienda la inclusión laboral como un derecho universal irrenunciable.
Hemos asistido, en las últimas décadas, a una profunda evolución del sindicalismo,... pero también del escenario político en el que se mueve. Cuando en la CAPV recuperamos parte del autogobierno, hace más de 30 años, aquella clase dirigente era más consciente de su legítimo poder político, y el entendimiento con el sindicalismo fue más factible y eficaz aún dentro de la lógica dialéctica de perspectivas de enfoque.
Actualmente, el poder político se pliega sin disimulos al poder del mercado, y es más necesario que nunca un sindicalismo independiente, potente y y bien articulado, a la vez que es necesario identificar y denunciar las prácticas de sindicalismo “amarillo”, aliadas al poder máximo, el económico.
La CAPV y Navarra están entre las cinco comunidades autónomas con MENOS empleados públicos en el Estado, pero es que España está a la cola de Europa, en tanto que los países con mayor calidad de vida, son los que mayor proporción de empleo público ofrecen.
No es posible una democracia madura, ni una sociedad equilibrada y solidaria, sin la aportación decisiva de funcionari@s y sindicalistas. Partidos políticos y organizaciones empresariales debieran reconocerlo y actuar en consecuencia (al igual que entendemos y respetamos su necesaria función social).
Como sociedad, estaríamos perdidos sin sindicatos bien organizados y presentes en el panorama de la influencia y de la movilización, o sin una función pública de calidad, con políticos de altura y funcionarios competentes.
En Gasteiz a 19-11-2015. Mikel Agirregabiria, Bego Larraza, JJ Agirre, Aitziber Leturiaga, Asier Undabarrena, Mamen Ladrera. Funcionari@s y ELAkides