Pequeños nacionalismos

Para muchos, porque somos numerosos los que así pensamos, el nacionalismo de verdad, el defensivo que no quiere invadir para crear imperios donde no se ponga el sol, es simplemente una extensión de la libertad personal, simplemente. Nada más, y nada menos. Querer lo propio, lo cercano, cuidar y mantener el patrimonio común recibido, conservarlo y transmitirlo: Nuestra lengua, nuestra cultura, nuestra identidad. Este nacionalismo es la misma esencia de Europa, un inmenso puzzle de idiomas y países, cuya historia sólo ha sido convulsionada cuando los grandes Estados han diluido la realidad plurinacional y se han enfrentado como Potencias que buscaban la supremacía. Si Prusia no hubiese uniformado a Baviera, Hannover y Hesse-Cassel no hubiese habido una guerra mundial. Si Galiza, Euskadi, Catalunya y Andalucía… hubiesen sido administradas desde una mentalidad menos “imperial”, quizá nos hubiésemos ahorrado una guerra civil tan cruenta.

Europa ha descubierto un camino de futuro democrático, que constituye un modelo mundial de convivencia: La Unión en el respeto a la Diversidad. Muchos europeos creemos que la escala de los Estados, que ha cubierto una etapa histórica poco gloriosa, debe evolucionar hacia un sistema de acuerdos continentales sobre la base del respeto a las dos identidades naturales: la ciudadanía (escala personal y familiar) y las regiones (escala social). Probablemente sea la Confederación Helvética el mejor modelo de organización política de comunidades plurilingües y culturalmente respetuosas entre sí y con los demás.

España y Francia, la primera emulando al centralismo de la segunda, han sido potencias coloniales. Pero su fortaleza real nunca dejó de residir en sus territorios históricos y naciones metropolitanas. Por ello, ahora coexisten dos tendencias políticas, legítimas ambas siempre que se defiendan con métodos democráticos y pacíficos: la centralista que prima el Estado y la federalista que apuesta por las naciones o regiones. Eso es todo. Muchos apostamos por convivir desde nuestra identidad personal y regional, asociándonos voluntaria y libremente con la restante ciudadanía europea y con los pueblos hermanos.

El debate llano sobre estos dos modelos, ambos compartiendo muchos elementos comunes como el respeto a la identidad personal y a la vocación europea, será posible cuando desaparezca en nuestro caso el anacrónico terrorismo brutal de ETA y cese ese vetusto espectro que pide el ¿Arde Gasteiz?, rememorando la novela Paris brûle-t-il de Lapierre y Collins?

No somos alienígenas ni los vascos, ni los gallegos, ni los catalanes, ni los bretones, ni los galeses, ni los venecianos,… Sólo queremos ser como los islandeses, los andorranos, los croatas, los lituanos, los daneses,… Quienes así pensamos, respetando a quienes creen que más que castellanos o europeos son españoles, únicamente podemos decirles que así sea su modelo de asociación si lo prefieren, pero que permitan que otros pueblos nos organicemos solidariamente de otro modo. De común acuerdo, sin presiones ni coacciones. Desde la dinámica legalidad jurídica, aceptando que ésta debe servir a la ciudadanía y no al revés. Las leyes, como todo lo humano, son perfectibles para responder a la voluntad popular que siempre tiene la última palabra en las democracias. Nos toca vivir tiempos de esperanzas y oportunidades, de mayor colorido con naciones pequeñas que embellezcan los mapas, para dejar a nuestros descendientes un planeta un poco más humano y mejor organizado.

Idea para el Ayuntamiento


Paseaba hoy sorteando coches aparcados en esquinas y pasos de cebra, esquivando furgonetas sobre la acera y comprendiendo el furor de los pasajeros que cansados de trabajar esperan llegar a casa si su autobús arrollase a una camioneta de reparto abandonada en doble fila, cuando se me ha ocurrido una propuesta para la Alcaldía: ¿Por qué no permutan a los escasos, distraídos e indolentes policías municipales con los numerosos, laboriosos y eficaces agentes de la OTA?

Estamos hartos de vivir en una sociedad que sólo permite dos tipos de ciudadanos: los sufridos cumplidores que aparcan pagando escrupulosamente so pena de ser multados inmediatamente, y los curtidos sinvergüenzas que evitan la sanción estacionando su automóvil impunemente en cualquier zona prohibida (no vigilada por la OTA), perjudicando gravemente el tránsito de peatones y vehículos.

¡Enhorabuena a la gente de la OTA, que cuida su sector a pie y hace respetar la ley con un sueldo inferior al que merece, ganado con su celo profesional y no comodonamente de los contribuyentes indignados al ver por doquier coches mal aparcados!

¡Vaya valla!

Sr. Víctor Harel, embajador de Israel en España:

Recientemente explicó en la prensa que sería injusta una condena del Consejo de Seguridad de la ONU por la construcción del “muro” de Cisjordania, porque se trata solamente de una “valla de seguridad” donde únicamente son bloques de cemento el 5% y el resto se basa en sistemas de vigilancia electrónicos. Señaló que: ¡Ni “muro” ni “de Berlín”! Finalmente indicó que EE.UU. (sería más exacto decir la administración Bush) sólo cuestiona el trazado de algunos tramos, pero que la Unión Europea se opone mayoritariamente al concepto mismo de “muro”.

La clave de estos posicionamientos quizá resida en algo sucedido hace 40 años. El 26 de junio de 1963, John F. Kennedy visitó Berlín, ciudad sajada por un muro. Pronunció un discurso en el que literalmente proclamó: “Hace dos mil años el mayor orgullo era ‘Civis Romanus sum’ (ser ciudadano romano). Hoy, en el mundo de la libertad, el mayor orgullo es decir ‘Ich bin ein Berliner’ (yo también soy un berlinés)… Hay mucha gente en el mundo que no entiende qué es el mundo libre: ‘Lass' sie nach Berlin kommen’ (Déjenlos venir a Berlín)”.

Sr. Harel: Quiero modestamente decirle que, en 2003, yo también soy un palestino… e igualmente un judío. Lamento no poder decírselo en árabe y en hebreo. Parafraseando a Kahlil Gibran, “el muro es una tristeza entre dos jardines”, porque muchos preferimos el diálogo que tiende puentes y puede acercar a las personas, frente al aislamiento y la incomunicación de un puro muro duro, no valla sino muralla.

Con todo el respeto y los mejores deseos de paz de un vasco a un judío, desde Euskadi donde también y todavía unos matan sin piedad y otros intentan levantar muros de separación. Seguiremos dialogando. [Actualización: Cinco años después, este mismo parómino en otro post]

Vocaciones perdidas

¿Qué fue de las vocaciones perdidas? Ésa era la pregunta que insistentemente se planteaba nuestro personaje cuando alcanzó esa edad en la cual se aprecian las etapas de la vida anterior no como los preliminares de un lanzamiento hacia la Luna, sino como las camisas que las serpientes abandonan por cambios estacionales propios de la cronología de la supervivencia. Algunos no están a disgusto con su profesión, pero solamente unos pocos son afortunados que trabajan en lo que más les gusta. El sujeto pensaba que trabajar era algo más que ganarse la vida, por la simple razón de que hasta la fecha había podido "ganarse la vida" y había paladeado eso que llaman "realización". “Quizá sea temerario y futurista pedir realización para todos cuando ni siquiera hay trabajo para muchos”, se decía, pero el incauto proponía esa aspiración a sus alumnos y les inducía a elegir su destino.

Porque él no mantenía opciones imaginarias tomadas de ensoñaciones derivadas de una quiniela, hipótesis por demás absurda en su caso ya que, además de la teoría de las probabilidades, nunca jugaba al azar. Dos eran sus vocaciones predilectas, ambas amadas, aunadas, aliadas y andadas:

- Ser niño. Que siempre creyó era lo más genial, y que deberíamos continuar siéndolo para no reprimir nuestras capacidades de asombro y de aprendizaje; y
- Ser profesor. Que consideraba el máximo honor que la sociedad deposita en los más cabales custodios del mayor tesoro: la infancia que asegura el futuro.

Pero le surgían la nostalgia y la duda. Cada vez más frecuentemente. ¿Estamos acertando con la educación que desplegamos las familias y la escuela? Y recordaba tiempos pasados de eclosión educativa con creciente cariño que le dolía en su interior. Quizá había perdido aquella inocencia de la juventud, que tuvo por orgullo conservar y con la que, en alguna ocasión, hasta creyó que moriría. “Les sucede a todos”, pensó.

¿Acaso fracaso?

Imaginemos que se imponga un control de calidad del trabajo, por el cual se evalúe a todos los empleados y se decida si cobran, si se les rebaja de categoría o si se les obliga a quedarse sin vacaciones. Supongamos que esos exámenes avisados o por sorpresa son inapelables y que diariamente cada rezagado se queda horas adicionales no pagadas para concluir la tarea inacabada o, incluso, se la lleva a casa para terminarla de noche. Imaginemos que si se determina que un asalariado ha sido un gandul, debe permanecer un año entero trabajando sin sueldo, y que es despedido si acumula valoraciones negativas, indicándose en el expediente su incompetencia. Supongamos que los operarios más improductivos son considerados unos inútiles hasta que ellos mismos asumen esa tasación. Imaginemos que toda la sociedad acepta que las inspecciones de trabajo establezcan inequívocamente y para siempre que un tercio del personal es inservible, otra mitad cumple a duras penas y sólo un sexto merece el aprecio colectivo.

¿Habría que rebelarse ante este inaceptable sistema? ¿Una situación tan despótica sería un caso de manifiesta prepotencia y abuso de autoridad? ¿Y si además esto se hiciese con menores de edad, y los hijos de los menos favorecidos estuviesen condenados casi con total seguridad y perpetuamente a ser rechazados y tildados como malos empleados -al igual que sus padres- desde sus primeras experiencias profesionales?

Pues ESTO ES EXACTAMENTE LO QUE SUCEDE con la infancia y la juventud en el sistema educativo. A un adulto, ¿que le parecería que periódicamente debiera llevar a casa un boletín de notas sobre su trabajo, para ser firmado y conocido por toda su familia, que se sentirá también parcialmente inculpada si la valoración no es positiva? Con calificaciones sobre múltiples y variadas tareas de concentración, memoria, razonamiento, idiomas, esfuerzo físico,… que poco o nada tienen que ver con las facultades e intereses del examinado, y que descarnadamente podrían indicar: Actitud, poco dispuesta. Rendimiento, muy deficiente. Observaciones, será expulsado una semana si se despista otra vez en el taller. Deberá recuperar en verano si no progresa adecuadamente, y si aún así fuese insuficiente, se recomienda que repita un año sin sueldo, hasta completar el trabajo encomendado que se corresponde con su edad. Si con todo ello tampoco mejora, deberá abandonará la empresa. Resumen del control: Esta persona es un retrasado laboral y un fracasado social. Su familia, significadamente culpable, deberá ver cómo corrige esta situación, castigándole, enviándole a clases de refuerzo y de ayuda psicológica para que vuelva a examinarse en espera de avances que permitan su reingreso.

Necesitamos modificar profundamente el sistema de evaluación escolar para que no resulte traumático para el alumnado, para que no estigmatice a las familias, y para asegurar el éxito escolar de toda la comunidad escolar. Es inadmisible y desatinado un modelo que ofrece tanto “fracaso” (al concluir la ESO, con O de Obligatoria, el 18% en Euskadi, el 28,6 % en el Estado,…). Estos datos miden bien, pero no al alumnado, sino a las insuficiencias de un sistema escolar que debe ser remodelado, reformulando su didáctica y su sistema de valoración. Quizá una real evaluación continua extensiva en todos los niveles educativos y mediante un sistema de créditos sea la prescripción idónea. Un innovador sistema activo, acorde con cada etapa escolar, analizando aspectos cognitivos, actitudinales, procedimentales, sociales,… Sin abusar de los exámenes convencionales, pero permitiendo al alumnado y a las familias una exacta visualización del progreso escolar. Sólo así apostaremos por una Escuela superadora de desigualdades y ofreceremos un camino real de rescate temprano, verosímil y cierto al alumnado con el “futuro robado”, porque de otro modo ellos y toda nuestra sociedad estaremos predestinados al desastre.
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Aldez aurretik preparaturiko porrota

Eman dezagun gizartearen aurrerabidearen izenean lanaren kalitatearen kontrola ezartzen dela eta, horri segika, hiru hilean behin langile guztien ebaluazioa egiten dela eta horren arabera erabakitzen dela soldata kobratuko duten edo ez, kategoria aldatuko zaien edo ez eta oporrak kenduko zaizkien edo ez. Eman dezagun azterketa horiek lehendik jakinaraziak zein ezustean eginak ezin aldatuzkoak direla eta bizi guztirako ezartzen direla. Are gehiago: makalenak ordu gehiago egin beharko ditu, kobratu gabe, bukatu gabeko lana bukatzeko, eta, behar balitz, etxera eramango du lana, gauean bukatzeko. Eman dezagun oso maiz erabakitzen dela soldatapeko bat alferra izan dela eta, beraz, horren ondorio latzak sufritu beharko dituztela bai berak eta bai familiak: urtebetean kobratu gabe lan egingo du; azkenean, kaleratu egingo dute, ebaluazio ezkor gehiago egiten badizkiote, eta espedientean, gainera, lan egiteko ez duela balio adieraziko dute. Eman dezagun metodo horri segika langilerik ahulenak ezertako ez diren alprojatzat jotzen dituztela ingurukoek, eta azkenerako haiek ere halakotzat jotzen dutela beren burua. Eman dezagun gizarte guztiak onartzen duela lan ikuskarien neurri horiek hutsik egin gabe eta betiko ekar dezaketela hiru langiletik batek ez duela ezertarako balio, bitik batek ozta-ozta betetzen duela lana eta seitik bat bakarrik moldatzen dela ondo, gainerakoek estimatzeko moduan.

Kontra egin beharko litzaioke sistema ezin onartuzko horri? Halako egoera despotikoa agintekeria nabarmenaren erakusgarri izango litzateke? Eta hori adingabeei egingo balitzaie eta pobreenen seme-alabak ia kondenaturik egongo balira beti baztertuak izatera eta langile txartzat hartuak izatera gurasoak bezala, lanean hasi eta segituan?

Bada, horixe egiten zaie haurrei eta gazteei hezkuntza sisteman. Zer irudituko litzaieke helduei tarteka lanari buruzko buletina etxera eraman beharko balute, familia guztiak ikus eta sina dezan familiari ere eragingo dio, neurri batean, balorazioa ez bada baikorra? Kalifikazioak izango lituzke hainbat eta hainbat arlori buruz: kontzentrazioa, oroimena, arrazoitzea, hizkuntzak, ahalegin fisikoa... Horiek, beharbada, ez dute batere zerikusirik izango azterturiko pertsonaren gaitasunekin eta interesekin, baina gordin-gordin esan dezakete: «Jarrera: Ez da saiatzen. Emaitza: Oso txarra. Oharrak: Berriz ere arreta galtzen badu, etxera bidaliko dugu astebeterako. Orain hobera egiten ez badu, udan lan egin beharko du, eta hori aski ez bada, lehengoan urtebete egin beharko du, ezer kobratu gabe, bere adinari dagokion lana bete arte. Hala eta guztiz ere hobera egingo ez balu, enpresatik alde egin beharko du. Kontrolaren laburpena: Urlia lan aldetik atzeratua da, eta gizartean porrot egin du». Familiak hura ere errudun izanik aztertu beharko du nola konpondu arazoa: zigortuz edo sendotzeko eskolak harraraziz eta laguntza psikologikoa emanez, berriz ere azterketa egin eta gainditzeko.

Guztiz aldatu behar dugu eskolako ebaluazio sistema, ikasleentzat trauma iturri izan ez dadin, familiei estigmarik ekar ez diezaien eta eskola komunitate guztiak ondo jardun dezan. Ezin onartuzko okerra da hainbeste porrot ekartzen duen sistema (Derrigorrezko Bigarren Hezkuntza bukatzean, %18 Euskadin, %28,6 Estatuan...). Datu horiek ondo neurtzen dituzte, ez ikasleak, baizik eta eskola sistemaren hutsuneak. Sistema aldatu beharra dago, didaktika eta ebaluazio sistema moldatuz. Beharbada, hezkuntza maila guztietan etengabeko ebaluazio egiazkoa egitea da onena, kreditu sistemaren bitartez. Sistema berritzaile aktiboa behar da, eskola epe bakoitzera egokitua, eta jakintza, jarrera, prozedura, gizarte alderdia eta beste aztertu behar dira. Azterketa arruntak ez dira gehiegi erabili behar, baina modua egin behar da ikasleak eta familiak argi jakin dezaten eskolako bilakaeraren berri. Beste biderik ez dago, aldeak gainditzeko eskola baten alde egiten badugu eta «etorkizuna lapurtu dieten» ikasleei lehenbailehen bidea zuzentzeko aukera egiazkoa eman nahi badiegu. Hala egin ezean, haiek eta gizarte guztiak porrot egingo dute erremediorik gabe.

Gran Humano

El susodicho “programa televisivo” cuyos irremediables ecos asuenan por doquier, merece títulos alternativos más fidedignos con su inmundo contenido: gran retrato sesgado, gran retraso gestado, gran mercado medrado, gran descaro seriado, gran mengano pelmazo, gran bellaco mermado, gran verraco herrado, gran peldaño reptado, gran reclamo mellado, gran cercado cerrado, gran mediano restado, gran rebaño tentado o gran rechazo pensado.

Habría que corregir a Orwell: “El Gran Hermano” no nos vigila, nos define como una civilización que consume telebasura. ¿Dónde hemos llegado para convertir la intimidad de los seres humanos en un espectáculo? No existe ni experimento sociológico, ni ninguna polémica porque en este tema sólo hay detractores o borregos. Ni "reality show", ni moda mundial porque la inteligencia remanente también desprecia universalmente a “Big Brother” como “Big Bother” (la gran molestia… de la vulgaridad).

Seguro que una mayoría cabal de televidentes preferiríamos algún espacio con una fórmula que mereciese denominarse Gran Humano Sensato o Gran Hermano Versado, con situaciones reales vividas por héroes cotidianos: amas de casa, educadores, sanitarios, asistentes sociales, voluntariado,... Los telespectadores tenemos la última palabra. Queremos conocer y aplaudir a las muchas personas que se alzan sobre la miseria humana y luchan por un mundo mejor para todos.

Lágrimas en el Metro

En el aséptico y modernista Metro de Bilbao he visto lágrimas en los ojos de algunas viajeras. A veces, sólo brillantes ojos lacrimosos mirando al vacío; otras, llanto silencioso que se derrama incontenible por las mejillas; ayer, una anciana que lloraba sin consuelo. Cada lágrima es un poema de ternura infinita. Y se te hace un nudo en la garganta. Y miras hipnotizado, con disimulo por el gentío, pero sin apartar la mirada de reojo, fingiendo… como los demás. Sabes bien que las lágrimas sólo se secan mezclándolas, y desearías acompañar su pena con tu llanto, porque dos personas que derraman lágrimas sobre una misma desventura ya nunca serán extrañas. ¡Ojalá que nunca se sequen nuestras lágrimas, porque se secarían los ríos del alma!

Dubitativo, decides llorar por dentro, porque no hay mayor causa de desconsuelo que el no poder condolerse. Y te bajas vacilante dos paradas más allá de tu estación, pensando cabizbajo. Hoy no me sacudáis demasiado: Estoy lleno de lágrimas.

Dicen, y con razón, que las lágrimas de una mujer hablan en silencio, y que el derecho de los pobres no es más que su llanto. Los dolores intensos son mudos; se expresan con lágrimas, que son sangre del alma. Mujer, con tu debilidad eres capaz de avasallarlo todo. Mujer, tú rodeas el corazón del mundo, como el mar a la tierra, con el abismo de tus lágrimas. Mujer, recuerda a Tagore: “Si lloras porque se ha puesto el sol, tus lágrimas te impedirán ver las estrellas”. ¡Ah, cómo se aflojaría el hilo de la vida si no estuviera mojado con tantas lágrimas!

Tarifa Plaga

Estimado lector: Déjeme darle un consejo desde mi ruinosa experiencia como usuario de la tarifa plana, que utilizo únicamente en agosto pero que pago durante muchos meses, así como del teléfono que debo abonar todo el año para navegar un solo mes por Internet. Si a usted se le ocurre contratar a TERRA su TARIFA PLANA, será responsable de todo lo que le pueda ocurrir. Darse de alta es un proceso rápido, sencillo e instantáneo vía Internet. Basta indicar sus datos personales y bancarios, et voilà un minuto después ya está usted navegando despreocupadamente, sin advertir que ha quedado apresado como esclavo en las redes de un tinglado timofónico. Sólo percibirá el vasallaje cuando ingenuamente trate usted de rescindir el contrato. El sistema de baja es infinitamente más complicado: “…El Cliente que desee dar por terminado el Contrato, en los supuestos previstos en las presentes condiciones generales deberá comunicar su decisión mediante el envío de un fax, con fotocopia del DNI del titular del Servicio al número de teléfono 91 754 23 92”.

No responden, ni por teléfono ni por e-mail alternativo, de la recepción del Fax de Baja, y si TERRA unilateralmente dice que no lo ha recibido, usted seguirá pagando puntualmente y de por vida la tarifa plaga o plancha que incautamente aceptó. No es posible acudir a ninguna oficina ni enviar una carta con acuse de recibo, sólo el sistema de fax que será admitido cuando les venga en gana. Es indiferente que usted reclame periódicamente llamando al 902404555; sólo conseguirá costear adicionalmente una conferencia interprovincial para que, tras entretenerle y contar su historia dos veces a la operadora inicial y al departamento de administración, le indiquen que siga enviando faxes,… hasta que TERRA quiera darse por enterada. No importa que ellos sepan fehacientemente que con esa identificación nadie ha utilizado ningún servicio en el periodo reclamado o que usted acredite que efectivamente constan las llamadas desde su teléfono-fax al de TERRA, porque el sistema único de baja sólo es verificable por ellos, a menos que usted disponga un espía en las oficinas de TERRA que fotografíe la llegada de su fax en cuestión. Así pues, usted seguirá abonando hasta que le indulten graciosamente reconociendo que recibieron su fax.

Todo ello ha sido reglamentariamente especificado en un leonino contrato que usted firmó con un simple clic, sin detenerse a leer las exactamente 14.483 palabras que lo componen y por el cual usted aceptó su cautiverio. ¡Bravo por el derecho comercial vigente que asegura la equidad entre las partes contratantes! ¡Y viva el gobierno que autorizó este abusivo sistema contra la ciudadanía! ¿O deberíamos decir contra los modernos y digitales siervos de gleba del rampante señor feudal Terra? Y luego se extrañan los dirigentes del PP, ¡olé!, de que en acceso a Internet España ocupe el puesto de cola en Europa.