Se han escrito miles de artículos sobre las
diferencias entre la Web 1.0 y la web 2.0. Ahora mismo Google ofrece 107 millones de posts que hablan en español de este tema. Poco se puede añadir al respecto. Quizá sólo recrear una parábola que sintetice tantos matices diferenciales con un simple traslado al medievo, cuando el poder se concentró en la Corte y el pueblo llano quedó apartado en las afueras de la ciudadela.
La estructura de la política actual, a pesar del avance de la democracia, mantiene rasgos de semejanza en el ascenso social. La rotación en el poder propia de la partitocracia transfigura a sus dirigentes. Quienes abogaban por abrir las puertas del paraíso cuando estaban fuera,... las cierran al llegar adentro. En el poder, o en la oposición, se igualan los partidos: Todos son herméticos cuando gobiernan y piden apertura desde el exterior. La historia de la humanidad ha visto cómo el revolucionario
Jesucristo se convierte en el
Santo Oficio que condena a
Galileo.
La web 1.0 es cortesana, institucional, gubernamental, está formada por
juglares que loan los éxitos del poder y rinden pleitesía a los "reyes" de turno,... La
web 2.0, si es genuina, es como los
trovadores que actúan como
cantautores, que son creadores de la letra y la "música" de sus obras, sólo que en lugar de canciones son posts. Los
trovadores eran los "compositores", mientras que los
juglares eran meros "intérpretes" que repetían textos adaptados para ensalzar y halagar a sus protectores. La creación, sea artística o intelectual, permite el progreso personal y el avance colectivo, antes y ahora.
Hoy día, en la
web 2.0 surgen numerosos
bloggers. Recogen sensaciones populares, cuchicheo social, murmullos del
bazar,... Algunos sólo aspiran a convertirse en
ciberjuglares del poder; muy pocos lo consiguen, otros se quedan en
ciberbufones de la Corte. Pero siempre restan suficientes
cibertrovadores, que como sus predecesores son escritores
(po)líricos, que no necesitaban vivir de su arte, que mantienen su independencia, con la única lealtad de glosar la queja popular frente a los voceros del reino. Todo blogger, antes o después, debe optar por ser un simple adorador cortesano o... un condenado
trovador.