a tirones de esperanza,
unos días a remolque,
y otros van en desbandada.
Se aceleran con las prisas,
con premuras que desgarran,
para que al llegar las noches,
nos caiga esa extraña calma.
Los sueños no se improvisan,
tampoco se prende el alma,
con horas que no son soles,
plenas de amantes aladas.
Cuando el final se divisa,
y asoma cada alborada,
atrás quedan los reproches,