Vivimos tiempos de acumulación de cosas, y de escasez de ideas. Una muestra de la confusión es que creemos que lo material y lo espiritual se rigen por las mismas pautas, y no es así. Puede que sea universal el criterio de que, por ejemplo, hablar cuantas más lenguas es mejor o que cuantos más países y culturas se conozca,... tanto mejor. La afirmación anterior también puede ser discutible, pero lo peor suele ser trasladar ese razonamiento cuantitativo a otros entes... materiales.
Quizá quien nos lea comparta con nosotros la impresión de que es mejor tener un lápiz... que dos, o un coche en el garaje... mejor que dos, o una casa para vivir... mejor que dos (al menos en la misma localidad,... otra cosa es una segunda vivienda en un entorno diferente). A quienes así pensamos, y quizá somos unas cuantas personas, valoramos la singularidad de aquello de una cosa en cada sitio y un sitio para cada cosa (no dos, o tres,... en un mismo sitio).
¿Somos gente rara la que así piensa? ¿Hay alguien más así? Podéis sumaros, o discrepar, en los comentarios. [La imagen para acompañar el texto es de Aitor Agirregabiria]