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Falacia del Concorde y otros costes irrecuperables (sunk costs)

La falacia del Concorde y otros costes irrecuperables (sunk costs)
Sobrecoste en combustible del supersónico Concorde comparado con un Boeing 747 cuando ambos volaron por primera vez en 1969. Con el mismo combustible el Concorde llevaba la cuarta parte de pasajeros a menos de la mitad de distancia que un 747.

El concepto denominado "falacia del Concorde" es un caso paradigmático de los "costes irrecuperables" (sunk costs). Se debe a que este prodigioso avión único significó grandes inversiones por parte de la alianza anglo-francesa, y se decidió seguir adelante pese a los constantes sobrecostes, debido a que no quería perderse el trabajo previo hecho y la fuerte inversión ya consumida. 

Aunque se veía con claridad que era un negocio ruinoso, se mantenía el ingente gasto que había costado poner el Concorde en marcha y por las ilusiones que se habían depositado en él. Finalmente se decidió abandonar y dar por perdido el dinero. El Concorde, orgullo de la tecnología europea, entró en pérdida (como se dice en aviación) y ya es historia. 
La falacia del Concorde y otros costes irrecuperables (sunk costs)
El biólogo evolutivo Richard Dawkins acuñó en política situaciones de costes irreversibles como la “falacia de nuestros muchachos no han muerto en vano”. Así es como los estadounidenses fueron acumulando muertos año tras año hasta que se fueron del Vietnam. Por no admitir que unos cientos de jóvenes americanos habían muerto en vano, la prolongación de la guerra de Vietnam condujo a que los soldados-muertos-en-vano fueran cerca de 59.000 norteamericanos.

Esta "aversión a la pérdida"  es uno de los muchos e interesantes "sesgos cognitivos" que nos gustan repasar para aprender en cabeza ajena. Otro fenómeno relacionado es la, casi siempre falsa, hipótesis de que "dos errores hacen un acierto".

Efectos similares se producen en la extendida Falacia del jugador, otro conocido sesgo psicológico que erróneamente supone que los sucesos pasados ALEATORIOS afectan a los futuros. Como lo de las bombas nunca caen en el mismo sitio o el célebre chiste de matemáticos que demuestra la falsedad. Cuando vuela en avión, un hombre decide llevar siempre una bomba consigo. «Las probabilidades de que en un avión haya una bomba son muy pequeñas —razona—, ¡así que las probabilidades de que haya dos son casi nulas!»

Uno de los primeros episodios históricos de cómo no rendirse ante la evidencia e insistir en un sonado fracaso fue la masacre de la Batalla del Bosque de Teotoburgo (año 9 d. C.), comportamiento erróneo del fracasado Publio Quintilio Varo frente a la traición del caudillo querusco Arminio, primero su aliado y luego el adversario que lo derrotó.

Tras esta derrota, que dejó desguarnecida la frontera y hubiera permitido a los germanos llegar hasta la misma Roma, el limes retrocedió desde el Elba al Rin, abandonándose la efímera provincia Germania Magna, y así permanecería hasta el fin del imperio romano. Este gravísimo error supuso un duro golpe para el prestigio militar de Roma, hasta el punto de que los números de las legiones derrotadas (XVII, XVIII y XIX) nunca más volvieron a utilizarse.

Suetonio dejó escrito que Augusto, meses más tarde y aún afectado por el desastre, golpeaba la cabeza contra las paredes repitiendo: "Quintili Vare, legiones redde" (Quintilio Varo, devuélveme mis legiones)".

Sesgo del coste hundido

Concorde, el avión comercial más rápido y bello de la historia

Concorde, el avión comercial más rápido y bello de la historiaHomenaje a un icono de la innovación tecnológica: Concorde
Post previsto para el 2-3-19, 50 años desde que despegó el Concorde
Hashtags: #Concorde /  #Concorde50.
 De la nostálgica serie "El futuro fue hace 50 años",...
El Concorde supuso un reto tecnológico de tal magnitud como indica un solo dato: Se proponía volar durante horas a Match 2 transportando cien pasajeros cuando los cazas militares traspasaban la barrera del sonido (vídeo) solamente durante unos minutos.  Esta hazaña fue una apuesta de Francia y el Reino Unido para demostrar que eran líderes tecnológicos. Sus dobles fabricantes, de los 6 prototipos y 14 aviones operativos, fueron las empresas British Aircraft Corporation y Aérospatiale. El 2 de marzo de 1969 realizó su primer vuelo el Concorde 001 (francés), entró en servicio en 1976 y voló durante 27 años, hasta su salida de circulación en 2003.  

El vuelo inaugural, descrito por el capitán André Turcat como "un viaje alrededor de la pista de Toulouse", duró solo 29 minutos y no excedió los 480 km/h. Junto a Turcat, la tripulación estaba formada por el mecánico de vuelo Michel Rétif, el ingeniero de vuelo Henri Perrier y el copiloto Jacques Guignard. El siguiente vuelo se produciría el 9 de abril de 1969: el Concorde 002, la versión inglesa, voló durante 22 minutos.
El accidente del Vuelo 4590 de Air France de uno de los Concorde el 25 de julio de 2000, el único en 27 años de servicio, y otros factores como la dudosa rentabilidad, precipitaron su retiro definitivo. Esto sin mencionar la disparatada "huella ecológica" de un avión (que siempre es contaminante) que para despegaba con una tonelada de queroseno, unos 1.300 litros, por cada pasajero que transportaba,...  Justamente lo más costoso era romper la barrera del sonido, la fase transónica de superar el Match 1 (1,234,8 km/h), porque luego el consumo se reducía a velocidad superior (siempre a esa altitud estratosférica de 18.000 m, el doble de lo habitual).
En el tiempo, y seguramente con espionaje industrial, el vuelo de su copia rusa, el Túpolev Tu-144, fue anterior en sus vuelos supersónicos, pero no en ser usado de manera comercial, puesto que el Concorde  entró en servicio el 21 de enero de 1976, mientras que la competencia soviética del Concorde, que entró en servicio de pasajeros el 1 de noviembre de 1977. El Túpolev Tu-144 , menos sofisticado (y no solo por el permanente ruido en cabina), tuvo un desarrollo posterior fue mucho más limitado, penalizado por el accidente que sufrió en París en 1973 (ver vídeo adicional)
 Existen diversas iniciativas (de Boeing, Lockheed,...) para volver a contar con un avión comercial que sea supersónico. Uno de los más avanzados es el Boom Supersonic, más reducido (45 pasajeros), pero con 2,2 Match de velocidad.

Fecha de caducidad

Sin título 
Aún sin recurrir a la obsolescencia programada, todo tiene una fecha de caducidad. El diagrama adjuntado, titulado Extinction Timeline 1950-2050, muestra una proyección de objetos, países o personas que desaparecerán (o desaparecieron) en ese siglo comprendido entre la segunda mitad del XX y la primera mitad del XXI. Hay hechos históricos ubicados cronológicamente y ya acontecidos, así como prospectivas de lo cabe esperar que caduque en las cuatro décadas que faltan hasta 2050.
El primer personaje que figura es John_F._Kennedy, asesinado en 1963 (hoy justamente se celebra medio siglo de su muerte). Países (como Yugoslavia), enfermedades (como la viruela), hechos históricos (el muro de Berlín, el comunismo), artilugios (como las máquinas de escribir mecánicas, las Polaroid o el Concorde), ... 
Sin duda, lo más interesante, inquietante o esperanzador es lo que se predice para los próximos 37 años. Se pronostica, y hay datos que lo avalan, el fin de las oficinas de correos, o de las reparaciones, el perderse (en 2014), la jubilación (en 2016, al menos tal y como la entendemos hoy), las bibliotecas (en 2019), el CopyRight o Derecho de Autor (en 2020), Blogging y las Maldivas (en 2022), los sindicatos (2028), las llaves (en 2030) y las monedas (en 2033, a ver si es verdad)así como los vehículos de combustión interna (en ese mismo 2033) y el petróleo, los ordenadores de sobremesa, los glaciares (en 2037), las corbatas (en 2014), los periódicos en papel y Google (en 2049),... 

Incluso poco más allá de 2060 se proyecta el fin de la fealdad, los Estados Nacionales, o incluso de la Muerte (no deseada, como también apuntaba José Luis Cordeiro recientemente en una conferencia en Bilbao),... En conclusión, y por si alguien no se había enterado: Tenemos los días, o los años contados, todas las personas y todo aquello que conocemos (incluso quizá asistamos, paradoja de las paradojas, a la muerte de la muerte).