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Así habló Aznar fusta

Cuando despertamos, Aznar todavía estaba allí (versión apocalíptica del célebre microcuento).

Augusto Monterroso, además del microcuento del dinosaurio, señaló que “El hombre no se conforma con ser el animal más estúpido de la creación, encima se permite el lujo de ser el único ridículo”. Y así lo demuestra –por desgracia- Aznar, como genuino representante de la derecha española más incivilizada.

Aznar se gusta, gusta oírse y gusta verse de nuevo en la palestra informativa. Así que, para recordatorio de todos, “Aznar Habemus”. El sempiterno “Txema” de siempre, sin un adarme de autocrítica y luchando como el Cid contra los moros en su versión actualizada con un insidioso complot de estrambótica mezcolanza entre terroristas, partidos, medios de comunicación, urnas y votantes.

Aznar pareció el hombre que no sabía demasiado: dudó de sus responsabilidades y hasta de los nombres de los responsables ante el 11-M y se lamentó de su actual falta de información, para Dios sabe qué uso en su peregrinación entre FAES y Georgetown. Su único esfuerzo fue controlar la evidente crispación para no pedir que llevasen a los comisionados hostiles al paredón.

El síndrome Aznar, que se finge esfinge, nos retrotrajo penosa y cansinamente al tenebroso pasado con su disertación de disco rayado en una reiterada interpretación suya de la obstinada, inclemente, pertinaz gota malaya: todos son culpables, menos yo. El ex-presidente que imitó la política exterior de Franco (enfrentamiento con Europa y subordinación a Estados Unidos), quien nunca aceptó una comisión de investigación sobre Irak, como sus colegas de Las Azores y quien elevó a un U.R.D.A.C.I. como director de los 'desinformativos' de TVE, rubricó el lema de “Excusatio non petita, acusatio manifiesta”.

Recurrió a la conjura carpetovetónica para ahuecar su deprimido ego y dejó con su desprecio contestada en el aire una decisiva cuestión planteada por Uxue Barkos de Nafarroa Bai: “Si usted no fue el responsable político de lo sucedido el 11-M, ¿quién lo es?”. ¿Quo vadis, Aznar?

ETA: Estimated Time of arrival (Hora estimada de llegada)

"Y al despertar, el dinosaurio, aún seguía ahí" (microcuento de Monterroso ). ¿Estamos como el personaje del relato? Aburridos, displicentes, cansados de esperar, tantos años,... para llegar a la paz. Basta dar un golpe en la mesa. Parece que la amenazante criatura... se desvanece. Cuando parecía todo perdido, al fin el monstruo desapareció,... El vídeo es otra creación de Junkworks.
Post programado con antelación, por si seguimos off line.

Cuentos para gente impaciente, análisis de la obra

"Cuentos para gente impaciente" de Javier de Ríos Briz que nos contactó por Twitter (¿o fue por Plurk?), es una obra perfecta para gente como yo,... impaciente. También el autor ha demostrado ser del grupo, porque me ha recordado varias veces cómo iba la lectura... Se trata de 14 relatos cortos, disponibles en Bubok, que me comprometí a comentar hace más de un mes, en plenas vacaciones de agosto. Se leen fácil (algunos son apenas un suspiro brevísimo como "El genio" o el descriptivo microcuento de "El mensaje"), guardan alguna sorpresa sutil (casi anticipable en "El buen hijo") y tienen su recóndita moraleja. Lo mejor es esa pizca de ironía fluyendo, como en "El último golpe", con situaciones absurdas pero divertidas. Alguno irresoluto, con un halo de misterio que fastidia en lo profundo, como "El desaparecido"... El mejor y más brillante me ha parecido es el que exhibe cuánto puede enervar "La perfección de los surcos", si bien también destacan otros exquisitos apuntes en "el tenue erotismo del fracaso",... En síntesis: Un libro recomendable, para degustar con sosiego y desde esa madurez que aprecia el ingenio de la sátira mordaz a la vulgar realidad.

Microcuento del día: En su casa le esperaban

Era el vecino que más madrugaba.
No sabíamos en qué trabajaba.
Muy pobre para nuestra barriada.

Levantaba nuestra desconfianza.
Pero algo había que no concordaba.
Cada tarde, sus hijos le esperaban.

Mirando la calle, horas pasaban.
Sus caras pegadas a las ventanas.
No es malo alguien,... a quien tanto amaban.


Quousque tandem, Oteiza?

Ha muerto Jorge Oteiza, y se publicará su colosal biografía, repetida en todos los periódicos. Oteiza ha sido, indudablemente, uno de los mayores personajes de las artes plásticas del siglo XX, comparable a Picasso, Le Corbusier, Gaudí, Henri Matisse, Chillida o Henry Moore, pero para muchos de nosotros ha fallecido uno de nuestros padres espirituales.

En tu aposento etéreo y eterno, lleno de vacío, reencontrado con tu Itziar, toda tu fuerza encontrará destino. Te confieso, Jorge, mi voluntariosa admiración, que me sume en una orfandad plena por tu desaparición. Siempre me ha gustado releer "Quousque tandem”, tu insuperable ensayo de interpretación ética y estética del alma vasca. Nadie me ha influido tanto como tú, excepto Gabriel Zelaia, poeta de una hondura sólo comparable con la tuya. Lamento no poder estrechar mi subrayado ejemplar de tu obra, que se halla en mi hogar de vacaciones, donde los libros predilectos encuentran su tiempo.

Siempre admiré vuestra personalidad vehemente y radical, Oteiza y Zelaia, de sentimiento trascendente de la existencia, vuestro experimento vital renacentista de probar tantas artes, tantas expresiones, tantas formas de la misma esencia vasca, poética y pragmática, corpórea y sutil, radical hasta la hora suprema, como sólo algunos (vosotros y Chillida,..) habéis sabido condensar, significando la categorización de nuestro pueblo, recio y espiritual, celestial y telúrico a un mismo tiempo.

Siempre he pensado, contigo, que Euskadi también es un Cromlech circular y vacío, que sólo necesita de escultores que se lancen a vaciar la piedra en busca de la escultura que sus entrañas esconden. Cincelar, tallar, esculpir, labrar la piedra hasta descubrir la maravilla que encierra. Esa otra versión apacible del famoso microcuento de Monterroso: “Cuando despertó, Euskadi ya estaba allí”. Habremos de esperar, Jorge, pero… ¿hasta cuándo?