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Amar, u odiar, a todo y a todos

La vida es más sencilla de lo que algunos pretenden hacernos creer.

Se huelen, se sienten, pero todavía faltan unos días para que nos alcancen las esperadas vacaciones. Al llegar a estas fechas de julio, ya pedimos vacaciones. La rutina agota. Y más esta usanza del conflicto incesante que repiten machaconamente los medios de comunicación convencionales. La crisis, pues sí, la hay; pero además no dejan de recordárnosla. La confrontación política, que sí, existe; pero no insistan aún más. Las buenas noticias del mundo real se evaporan en medio del cenagal de la animadversión que parece vende los malos periódicos. Alguna noticia feliz, asoma tímidamente, y de inmediato suscita el odio de los buitres contertulios, que le ponen pegas (¿la liberación de Ingrid Betancourt fue pagada?).

La política sólo despierta el interés general cuando se lanzan descalificaciones, cuando la ofensa (o la envidia) se vierten inmisericordes. El regreso de Josu Jon Imaz, que -discreta y desafortunadamente- se aparta de la política activa (esperemos que sólo por un tiempo), se convierte en más noticia aireando el rencor de su caduco y trasnochado predecesor, quien flaco favor hace a su propio partido. Los codazos y las reyertas intestinas de los partidos, de izquierda y derecha, son celebrados y sus víctimas exhibidas con el descaro y desgarro de las guerras fraticidas. El viaje al centro del PP, que podría ser celebrado por todos –sobre todo si se materializa en algún grado-, es mostrado como desorientación y debilidad. Las graves contradicciones, éticas, políticas e incluso aritméticas, de formaciones descarriadas como EHAK son esgrimidas como argumentos lógicos, por unos y por otros, en lugar de traspasarlas al archivo de las enfermedades psicosociales para su prevención y erradicación con la mejor vacuna: una buena educación.

Justamente esta receta, una profunda y cuidada educación para todos, es la gran ausente del panorama público. Su carencia es palpable en los personajes de relumbrón. Los grandes políticos, los buenos estudiantes, los mejores profesores, las personas más inteligentes, las mujeres y hombres cabales, parecen enmudecer en este corral del desorden y del resentimiento. No son buenos tiempos para el amor, la poesía, el consenso, el acuerdo, el encuentro,… Brillan espadas refulgentes de odio, y nos ciegan con sus salpicaduras de rencor. La enemistad se extiende y se diversifica. Tras detestar a personas (por su origen, por su color, por todo aquello que no han podido elegir), se está empezando a aborrecer los idiomas, las banderas, los colores de unas camisetas deportivas,…

Sólo se odia lo que se desconoce. Más aún, sólo detestan los analfabetos emocionales, los confundidos sin autoestima, los incultos maleducados, los minusválidos del corazón. ¿Cómo no apreciar a quienes son nuestros semejantes, hechos de la misma carne y la misma sangre que nosotros, sin importar sus circunstancias? ¿Cómo no amar las lenguas que aún perviven aunque nos sean extrañas? ¿Cómo no respetar y reconocer los símbolos que otras personas aprecian? ¿Cómo no vibrar con las hazañas deportivas de superación de los seres humanos (aunque sea la monserga del omnipresente y cacareado fútbol)?

Quien odia algo, por nimio que sea su aborrecimiento, demuestra que no ama nada; su comportamiento denota que odia todo y a todos, incluido a sí mismo. El rencor es una prueba infalible de insatisfacción personal. Quien es capaz de amar, de verdad, a una sola persona, es incompetente para odiar a nadie. Quien goza realmente con una o varias lenguas, admira las que aún desconoce. Quien se reconoce en una o varias enseñas, reverencia las de los demás. Quien ha aprendido a amar, nunca querría, sabría, ni podría odiar. Sólo hay dos opciones a escoger: Amar (a todo y a todos) u odiar (a todos y a todo). Con un poco de sabiduría y sentido común, no resulta difícil la elección.

Versión para imprimir: mikel.agirregabiria.net/2008/amar.DOC

Cuento eterno para nietos

Inspirado en "Dos años de vacaciones" de Julio Verne, un relato basado en una historia con 730 (365*2) días o episodios nos ha servido para describir el mundo a nuestros hijos y, ahora nietos.

Es el cuento que sirve lo mismo para que los más pequeños se duerman en una siesta o acepten que la noche ha llegado. En la narración, siempre adaptada según quienes sean los protagonistas, se va desgranando cómo un grupo escolar de niños y niñas pasa dos años en una isla y deben resolver con su iniciativa y creatividad infantil los problemas que van surgiendo.

Cada día, o cada episodio, se destina a una pequeña aventura, un descubrimiento o una lección según la edad de los oyentes. Por ejemplo, hay días en los que el "capitán" o "capitana" deben usar botellas con mensajes, recoger agua de lluvia, diseñar artilugios de pescar, poner relojes de sol, construir una cabaña y acabar haciendo una escuela, cazar tortugas, avisar con reflejos a aviones,...

Esta fórmula de cuento permite reconstruir un sociograma de la clase o de las amistades de cada niño, dado que el verdadero autor es el destinatario y conductor del relato y de sus actores dado que explicita a quién encomienda ser vigía, o responsable de la cocina, pesca,... 
La película, basada en la obra, no debe ser vista hasta que la imaginación haya concluido su labor de crear un inconsciente personal de quien escucha y recrea la historia.

El texto original en PDF. Más sobre "Dos años de vacaciones".
Otros posts sobre cuentos.

Abierto por vacaciones...

Vacaciones, sí;
¿blog vivo?,
esperemos...
que también.

Déjennos
encontrar
un wifi digno,
con permiso e
instalación de
Teléfonica...
y seguimos
en contacto.

Esperamos seguir con el blog estas vacaciones

Es posible, aunque improbable por las costosas gestiones realizadas, que no consigamos una buena conexión en estas vacaciones. Por si así fuera, hemos programado sendos posts para las próximas fechas, Cada día, siempre a las 8:00 am se publicará una entrada, desde hoy y hasta el 18 de este mes. Nunca habíamos preparado una programación tan sistemática y exhaustiva. No obstante, confiamos en añadir post frescos de cada día. Esperando retomar el contacto lo antes posible, les enviamos un saludo cordial y les rogamos se mantengan a la espera,... si no desconectan por su parte.

Post programado con antelación, por si seguimos off line.

El mejor chiste de la vuelta al colegio

El mejor chiste de la vuelta al colegio
Este chiste es un clásico, pero siempre ha sido uno de nuestros preferidos, del eterno tema de la vuelta al colegio tras las vacaciones veraniegas. Arriba una versión para nuestro TikTok (en esta ocasión con Sara y su gran capacidad de improvisación teatral) y, abajo, otra posible transcripción.

Una madre despierta a su hijo por la mañana y le dice: 

- Vamos, hijo, levántate, que tienes que ir a la escuela. 

- Mamá, no quiero ir más al colegio. 

- ¿Y por qué no quieres ir? 

- Mira, te diré cuatro motivos: primero, porque no tengo ganas que yo le había agarrado tanto cariño a las vacaciones; segundo, porque allí me aburro mucho; tercero, porque los profesores no me quieren y cuarto, porque todos los niños se ríen de mí. 

- Vale, vale. Pues yo te daré cuatro razones por las que sí tienes que ir: 

Primera, porque te lo digo yo que soy tu madre, es septiembre y es tu obligación.
Segunda, porque ya han ido todos los alumnos.
Tercera, porque todo el claustro de profesores pregunta por ti.
Y cuarta razón, hijo mío, porque tienes cincuenta y cinco años, llevas 30 años dando clase y, además, ahora tú eres el director de la escuela.

¡Ya estamos jubilados ambos, mi esposa y yo!

¡Jo, qué morro! ¡Yo también quiero ser un jubilado!, dijo nuestro nieto mediano cuando se enteró qué es estar jubilado. ¡Te pagan sin trabajar, y todos los días son vacaciones! 

Con una diferencia de 968 días, finalmente ya estamos jubilados Carmen y quien suscribe. Primero, el 3 de abril de 2018, me jubilé yo el mismo día que cumplí 65 años y ahora, en unos días tras las vacaciones pendiente, Carmen se jubilará el 25 de noviembre de 2020 con 65 años y 10 meses. Desde hace tiempo, aunque sin grabaciones previas, una hoja de cálculo Excel iba recogiendo los días naturales y laborables que quedaban para esta fecha. Con una leve animación puede verse al inicio del post. 
Mikel y Carmen ya a dos días de estar jubilados ambos

Si hay algo mejor que la merecida jubilación tras más de 43 años cotizados, sin una baja ni un día de paro, es la jubilación conjunta de la pareja. Por supuesto que seguimos teniendo muchas obligaciones familiares, con nuestros mayores y con las dos generaciones de sucesores. Compromisos que son la principal fuente de alegría y felicidad. Además de tantas y tantas opciones de voluntariado altruista en organizaciones de personas mayores como Nagusiak Bizkaia,... 
Este viernes y 13, inadecuado para los supersticiosos anglosajones, es el día de recogida final de trastos de Carmen que he podido realizar por una consulta médica propia. Y el último viaje Getxo-Bilbao a una ubicación que aún ponía "trabajo". Puede verse en Time Lapse en el segundo vídeo. Seguimos en el maldito años del COVID-19 y ahora, tras los meses de confinamiento domiciliario, en confinamiento municipal. Nos que da redescubrir el Gran Getxo de tantos y tantos rincones.
  1. Primero planificamos una vuelta al mundo con Tesla, véase con la etiqueta 80eDays en 80 días
  2. Luego nos conformamos con una eVuelta (ver en ABRP) un gran viaje peninsular por cinco "Estados" (España, Francia, Andorra, Gibraltar y Portugal) en diez días. 
  3. Lo simplificamos con otro viaje, siempre en vehículos sostenibles BVE, a las 7 capitales de Euskal Herria en un fin de semana. 
  4. Aún lo redujimos más, una eBizkaia de un largo día por todo el Territorio Histórico de Bizkaia. 
  5. Por último, la pandemia nos ha llevado a redescubrir el Gran Getxo. Con suerte, todo se andará,... y aquí lo contaremos.
Nota final: Si alguien mantiene algún interés en este tipo de Excel, que lo comente y la enviaríamos los complejos cálculos que dinámicamente y en cada instante recalculaban con hasta 5 decimales los segundos que quedaban, las jornadas dobles o continuas, los festivos y laborables,... 

Como si fuera

Usamos demasiado el “si fuera” (rico, joven,...). Es más útil recurrir al “como si fuera”.

Me desperté como si fuera un niño. Me levanté como si fuera un sábado. Desayuné como si fuera verano. Fui a trabajar como si fuera víspera de un puente. Despaché todo como si fuera una máquina. Traté a todo el mundo como si fueran mis hermanos. Comí con algunos amigos como si fuera fiesta. Terminé el trabajo de la tarde como si fuera fácil. Me apresuré a regresar a casa, como si fuera el día de partida para las vacaciones.

Abracé a cada uno de mis hijos como si fuera el único. Besé a mi mujer como si fuera nuestra primera vez. Hablé con mis mayores como si fuera mi última oportunidad de llamarles por teléfono. Padres e hijos, nos constamos las novedades del día, y nos reímos como si fuera lo más divertido del mundo. Hasta la televisión, como si fuera lógico, habló de la paz como si fuera cierto.

Cenamos todos juntos como si fuera una gran celebración familiar. Disfrutamos de la comida preparada por todos como si fuéramos reyes. Apreciamos cada bocado como si fuéramos náufragos. Estiramos la velada como si fuera la última de vacaciones. Pasamos la noche como si fuera el fin del mundo. Nos dormimos como si fuéramos despreocupados bebés. Todo sucedió como si fuera mágico. Mañana también haré como si fuera hoy.

Versión para imprimir: mikel.agirregabiria.net/2006/sifuera.doc

Repaso al verano

El verano es un boomerang lanzado que casi siempre vuelve.

Nada como las vacaciones estivales para comprender el esfuerzo humano por aprehender la vida, que como agua recogida con las manos se nos escurre entre los dedos. Aunque nuestro corazón se rige por su propio calendario, con la alegría alarga los días y con la tristeza encoge las fechas, la medida de luz solar parece dilatar en todos nosotros los minutos que adornan cada hora diurna del veraneo.

En verano nacen seres maravillosos que tienen de vida un día, una semana o un mes. En tan breve lapso de tiempo revolotean a nuestro alrededor, proclamando lo efímero de una existencia que, en su caso, no sobrepasa una estación del año. Son un aviso para las personas que también sentimos cómo ha volado otro verano y que nos esperan meses de trabajo en serie y en serio.

Amigo lector: Si la displicencia por el fin de las vacaciones le surge, no se preocupe, no es el único. Pero no vale la pena disgustarse porque ya se terminó el verano; mejor sonreír porque sucedió. Un proverbio sueco declara que "una vida sin amor es como un año sin verano". A la espera del próximo estío, que como las golondrinas acudirá a su cita excepto el último año, nos queda el recurso de convertir nuestra vida en una permanente pasión con un poco de ternura, algo de amistad, bastante cordialidad, mucha vocación y raudales de optimismo.

Huido del ruido

No espere encontrar silencio en sus vacaciones.

Nunca la historia de la humanidad fue tan ensordecedora como en nuestra era. Nuestras ciudades se llenan cotidianamente de estruendo, pero al fin llegan las vacaciones y es posible la evasión. Un consejo: Si uno de sus particulares tormentos de la urbe es el ruido, no recale en las costas del Este y Sur de España. Allí, el alboroto es tan típico que sorprende a propios y extraños por la profesionalidad con la que se ejerce… durante todo el verano.

Está programado que amanezca entre explosiones de cohetes festivos, campanadas por doquier y ese simpático vendedor ambulante que, casi de madrugada, se ofrece a tapizar su sofá. Inmediatamente toma el relevo el panadero a bocinazos, seguido por las grúas de construcción y la algarabía del tráfico, donde en la mayoría de los coches esa juventud, la mejor formada de todos los tiempos, ha dispuesto los altavoces hacia fuera para cultivar el gusto popular por la rumba y la pachanga. La mañana playera se desarrolla entre motos acuáticas y avionetas publicitarias, y la sagrada hora de la siesta está dedicada en las viviendas vecinas a esas obras menores, pero altamente ruidosas, normalmente sinfonías de martillo, taladro y sierra. Al atardecer, comienza la discoteca remota a amenizar el entorno comarcal con su hilo musical, que más parece una soga de decibelios que dura sólo hasta el alba siguiente.

Sin duda, el delito del ruido es difícil de perseguir, porque cómo detener y multar a esos graciosos motoristas del escape libre que cada noche, durante varias horas continuadas, se pasean por todas las urbanizaciones haciéndose oír con varios minutos y kilómetros de antelación su aproximación y alejamiento por las calles más céntricas con una puntualidad digna de mejor causa. Quisiera saber dónde veraneaba Fray Luis de León cuando escribió aquello de: "¡Qué descansada vida / la del que huye del mundanal ruido / y sigue la escondida senda…!".

Agosto angosto

En este condensado mes en el que todos estamos de vacaciones, nos preguntamos: ¿esto es descansar?

Durante un año hemos estado apretados en las ciudades esperando que llegue el mes vacacional. Se acerca el 1 de agosto y salimos en estampida. Seguimos estando todos en las caravanas de la “operación salida” y nos reunimos en las escasas zonas costeras que se abarrotan de gente,… que quiere escapar de la gente.

Ayer intentamos bañarnos en la piscina comunitaria. Desistimos ante el riesgo de adulterio. Fuimos a la playa, y creo que llegamos a pisar algo que parecía arena (una mezcla de bronceador y toalla). Incluso dimos unas brazadas sin llegar a la jurisdicción de aguas internacionales. Mañana acudiremos a la madrugadora hora de los abuelos, quienes -ante la petición de nueras y nietas- toman posesión de la primera línea de playa con todo tipo de pertrechos, aunque predominan las sombrillas viejas.

Tras la experiencia de pedir en un chiringuito una paella al mediodía, que nos sirvió de merienda, bajo un sol de justicia retornamos al apartamento. No se le ha dado nombre aún a este “estrés veraniego”, pero a las siete de la tarde sufrimos una sensación de cansancio más propia de un invernal viernes laboral que de un primer día de vacaciones estivales. Y ahora hay que ducharse para ver si sobrevivimos a la degustación de alguna variedad de sangría que acompañará a cualquier clase de extrañas viandas mal aderezadas que por aquí llaman cena “Typical Spanish”.
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Versión final en: mikel.agirregabiria.net/2006/angosto.htm

Enero, me temo

El enero verbenero que venero tiene un poco de lunes, algo de relevo y mucho veneno de los almaceneros.

Ha llegado enero con toda su corte de subidas generalizadas de los servicios públicos y privados. Todo sube, menos nuestros salarios que se siguen negociando y cuya subida, aunque sea retroactiva, se producirá de golpe con un nuevo efecto de “ilusión monetaria” que incitará al despilfarro. Los grandes almacenes están de acuerdo con el zar Nicolás I, cuando tras la derrota de Napoleón señaló que “Rusia tiene dos generales en los que puede confiar: Enero y Febrero”. Todos sabemos que la única poesía mágica en nuestras vidas la pone “El Corte Inglés”, que –además de felicitarnos indefectiblemente en los aniversarios- nos ofrece rebajas y abundantes “semanas fantásticas” a lo largo del año.

La “cuesta de enero” se produce por dos motivos concurrentes: 1º Las fuerzas que promueven el consumismo desbocado son mucho más poderosas que los esfuerzos por educar en el consumerismo. Nos adelantan la paga extra con el mensaje tácito de que se puede dilapidar, bajo el aluvión de anuncios para toda la familia. 2º Porque somos débiles seres sociales, demasiado influenciables por nuestros convecinos y, al alimón, caemos gozosos en el dispendio de los excesos navideños. Si no cometemos algún exceso, ¿qué tendríamos para presumir al final de las vacaciones?

Para nuestro consuelo, o desdicha, se nos ofrecen las rebajas de enero, teóricamente justificadas en la necesidad de dar salida a los artículos de fuera de temporada. Pero frecuentemente caeremos en otra trampa de consumo descontrolado, porque nos han habituado a gastar compulsivamente como fuente de placer, especialmente cuando nos fallan los verdaderos mecanismos de la felicidad, como amar y ser amados, como ayudar y ser ayudados, o compartir lo propio.

Por todo ello, el sentido de la “cuesta de enero” no es sólo de naturaleza económica, sino esencialmente de carácter psicológico. Tras la mala conciencia por el injustificado dispendio en gasto y en comilonas, lo que nos espera a la vuelta de enero es la rutina del trabajo cotidiano, sin esperanzas de vacaciones hasta la Semana Santa. Surge el síndrome post-navideño, esa depresión pesimista de la tarde del domingo amplificada quince veces. A la tercera semana de enero, cuando ya nos hemos reprogramado, el viento invernal ha arrumbado los utópicos objetivos que nos planteamos cuando tomábamos las uvas del 31 de diciembre, con el habitual propósito de ''año nuevo, vida nueva''.

¿Soluciones para escalar la cuesta de enero? Racionalizar todo el presupuestario personal y familiar, reservando una partida para el ahorro, Adicionalmente siempre cabe la anulación de gastos innecesarios, como el tabaco, el alcohol, el transporte privado o la automedicación, que además de insanos son sumamente caros en dinero, tiempo y vida. Con ello mejoraremos simultáneamente nuestra cartera y nuestra calidad de vida. También es sumamente importante preservar a los más pequeños de la casa para evitar su contagio de nuestra fiebre consumista.

Recordemos que John Kenneth Galbraith, el famoso economista, decía que "antiguamente, lo que distinguía al rico del pobre era cuánto dinero tenían en el bolsillo; mientras que ahora los distinguen las ideas que tienen en la cabeza". Quizá con su sabio consejo podamos ser un poco menos pobres, superar la cuesta de enero y esperar la primavera…

Doble revelación


Cuadro de Ubidea (Ubide). Plaza y parroquia.
Ella tenía 8 años y él 9. Ella vivía en un pequeño pueblo, Ubidea, y él era un veraneante. Se conocían de todas aquellas antiguas vacaciones estivales de tres meses. Él llegaba la víspera del día de la fiesta de San Juan para iniciar las vacaciones.

Eran vecinos en dos casonas anexas, junto a la fuente de agua de hierro. De familia numerosa, la niña se ocupaba permanentemente de una hermanita de 3 años. Él llegó en el autobús a mediodía. A la tarde, al salir a la calle, ella le esperaba con la pequeña. Ella le dijo varias veces cuánto se entusiasmaba su hermanita de que él hubiera venido. Jugaron toda la tarde, y él tuvo que escuchar continuamente aquella cantinela de ella: "Nenita, dile cuánto te alegras de que él esté aquí".

Aquella noche, antes de dormirse, él se preguntaba por qué aquella niñita, que apenas le conocía, se alegraba tanto de su venida. Finalmente adivinó el maravilloso descubrimiento: Comprendió que ellas siempre son más sutiles e inteligentes, porque hablan por boca de otros, y descubrió lo que es el Amor.

Ubide (Ubidea) Una foto de pocos años después (2003)... 
Al fondo, Aduana de Arbitrios entre Araba y Bizkaia, junto a nueva casa al lado de la fuente de hierro
  Otra con la casa nueva de 2008.

-------- Actualización a 1-7-2020 --------
Nueva redacción como un haibun, para el blog colectivo "Máquinas de escribir".

¡Pedimos vacaciones!

Se acabó el curso y los más pequeños disfrutan del descanso estival. Los adultos también hemos bregado lo nuestro y el cansancio se ha acumulado. En el trabajo nos permitirán un mes de ausencia, pero -para que la recuperación sea máxima y nos encontremos pletóricos en septiembre- podrían darnos vacaciones en otros aspectos. Para empezar sería una gran ayuda que “cierta organización” dejase sus bombas en reposo, y cesase de acosar a los perseguidos, quienes podrían pasearse tranquilamente con sus familias, y los escoltas harían lo propio. Podríamos seguir sin más “perturbaciones callejeras” que las derivadas del ruido producido por las numerosas fiestas locales encadenadas. Finalmente se agradecería una ausencia total de descalificaciones e insultos entre políticos, porque los más vociferantes ya se han desprestigiado bastante.

Este ambiente festivo podría aprovecharse para que se encontrasen en alguna playa y amistosamente charlasen entre sí los políticos de diferentes partidos, y ojalá que hasta los pertenecientes a sectores enfrentados del mismo partido, lo que siempre es más peliagudo. Comentarían como “personas en bañador y con la barriga al aire” lo difícil de que está que nuestros jóvenes encuentren trabajo fijo y vivienda pagable, o los problemas para educar a nuestros menores y cuidar a nuestros mayores, procurando que todos disfrutemos esta corta existencia terrenal. Con suerte, después de un mes en este plan, todos comprenderíamos que nos complicamos innecesaria y mutuamente la vida, que ya de por sí comporta demasiadas tristezas y penas. Volveríamos con las pilas cargadas para, en lugar de aporrearnos recíproca y nuevamente, aprestarnos a socorrer entre todos a los más desvalidos, dialogando y aunando criterios para resolver democrática y pacíficamente tantas necesidades humanas insatisfechas.

Ha llegado el verano: ¡Dennos un respiro, por favor! Todos lo agradeceríamos, incluidos los más empecinados peleones. Recuerden que Ortega decía que “los únicos que no descansan jamás, son los necios”.

¡Vuelven los de la ESO!

El verano es ese caluroso periodo en el que alumnos y profesores descansan unos de otros, mientras padres e hijos se sobrellevan mutuamente a jornada completa. Aquellos matrimonios con hijos en los que ambos cónyuges son docentes constituyen los parias de la sociedad: nunca disponen de vacaciones plenas. A medida que los hijos crecen en años, la amenaza del “descanso” estival en familia alcanza dimensiones pavorosas, llegando a todo su apogeo con la adolescencia de los retoños. Ésas son nuestras penosas circunstancias actuales.

Cuando los nenes eran pequeños, el veraneo era una rutina fatigosa pero llevadera, fichando las ocho horas reglamentarias en la playa, tras cargar todos los bártulos como porteadores sherpas y recorrer bajo un sol de justicia los sólo varios kilómetros que te separaban de la mayor aglomeración humana que imaginar se pueda. Esos arenales donde los niños aprenden lo grande y poblado que está el mundo, con toda la diversa humanidad que se puede hacinar en tan poco espacio. Al nene le comprabas un completo juego de obrero de la construcción con pala, cubo y rastrillo, a la nena otro con figuritas y gafas de sol, y tras excavar varias toneladas de arena y transportar hectolitros de agua salada, podías confiar en que necesitaran simultáneamente una siesta. Incluso te quedaban fuerzas al anochecer para repasar, por aquello de que “los críos vayan adelantados”, algunos de esos piadosos cuadernos de vacaciones, con el que las editoriales cubrían su estación negra. Según los niños ganaban en autonomía locomotora y digestiva, se llegaba a poder viajar sin baca king size y tras el regreso, en sólo once meses te recuperabas plenamente para afrontar el siguiente verano.

Pero llega el fatídico día en el que tus obedientes y enmadrados hijos son abducidos hacia un extraño estado denominado adolescencia, mientras sus padres deambulan hacia otra estación llamada desesperación. La pubertad comienza cuando se encierran en su cuarto con un portazo para escuchar música y salen transformados en miembros de una tribu en la que rigen unas vestimentas estrambóticas y unas normas grotescas. Estos especímenes púberes comparten características comunes de la juventud de todos los tiempos, aunque han desarrollado mutaciones propias.

Con pantalones hipercantinflados, pendientes de filibustero y pelambreras paleolíticas, en definitiva pura moda lumpen, se permiten llamarte antiguo por tu forma de vestir. Ocultan a sus padres ante sus amigos, como si éstos no tuvieran sus propios padres y hubiesen surgido como berzas o por generación espontánea. Esta generación PlayStation son la prole Nescafé, que reclaman el éxito instantáneo. Primero exigen el premio, y luego ya se lo merecerán. Se creen todos que son hijos únicos, incluso en familias numerosas: demandan toda la atención sólo para cada uno de ellos.

Esta estirpe la forman aquellos niños del llavín en el cuello, que cuando volvían del colegio abrían la puerta de casa, donde sus padres no habían llegado todavía. No saben qué fue la Guerra Fría, ni recuerdan cuando la Unión Soviética se desintegró, y solamente han conocido una Alemania, un único Papa,… Creen que el sida y ETA han existido toda la vida, como el CD, el Walkman, el ordenador y casi el teléfono móvil.

Tratados como principitos en casa y en Primaria, se transforman en déspotas domésticos y demonios escolares en Secundaria. Frecuentemente desmotivados para todo lo que sea el deber, se oponen sistemáticamente a recibir órdenes e incluso ­en casos minoritarios­ adoptan actitudes violentas.

Los padres nos plegamos a su dictadura consumista, en la que les embarcamos por ser demasiado complacientes y por ofrecerles todo lo que creímos no haber tenido. Y luego con fatalismo nos asombramos por la adopción fervorosa que hacen de marcas y modas. Perplejos, atribulados y desorientados, los padres, a veces, quisiéramos presentar la dimisión. Hemos pecado de exceso de permisividad y empleado exclusivamente estímulos positivos (demasiados premios). A la hora de exigir hemos sido cada vez menos exigentes: Sólo, y a veces ni eso, se les requiere el aprobado en los estudios.

Los profesores luchamos a brazo partido. El resultado es esperable si consideramos que la ESO reúne turbas de adolescentes asilvestrados e insoportables, a menudo incluso para ellos mismos por la insatisfacción con la que viven su transformación, por otro lado completamente necesaria para alcanzar su madurez. Los tutores, como los padres, debemos brindarles un apoyo incondicional y, desde la afectividad no exenta de autoridad, evitar que cometan errores irreversibles como elegir caminos de droga o violencia, o frustrar sus mejores opciones de futuro personal y profesional.

La sociedad, en su conjunto, y las instituciones, los medios de comunicación, los hábitos sociales no ayudan demasiado. Una ciudadanía “adolescéntrica”, que elige a prescriptores adolescentes como modelos de pensamiento y actuación, que idolatra a cantantes o deportistas de éxito temprano con mínimo esfuerzo, y que parece proclamar no ya que el modelo ideal es la juventud, sino que erige a la irresponsabilidad como pauta de actuación. Prima la cultura “teenager”, el País de Nunca Jamás donde todos seamos “Peter Pan” para divertirnos y ser felices.

Los adolescentes se enrocan y eligen convertirse en adultos cada vez más lentamente. La adolescencia se extiende, adelantándose y prorrogándose, incluso se transmuta: ya no es una estación de paso, sino un destino terminal. Parecemos una sociedad de “adultescentes”, y la mejor prueba son esos parques acuáticos o temáticos, donde los padres barrigones se convierten en “gamberros” con una felicidad vergonzosa para los pocos lúcidos.

¿Y cómo hemos llegado hasta aquí? Reconozcámoslo: Si los jóvenes y adolescentes han tomado el poder, es porque los adultos se lo hemos cedido, más que porque ellos lo desearan poseer. Del pater familias, se pasó a una equilibrada división de la autoridad entre padre y madre, que consultaba y escuchaba la opinión de los hijos. El autoritarismo de las aulas y los “educastradores” fueron completamente repudiados, por la insufrible experiencia vivida en el pasado. Pero el péndulo no quedó ahí.

Fuimos olvidando la “educación” y pasamos a la “seducción”. Teníamos que convencerles, cuando todavía apenas podían discernir, y creímos que nuestro error era no motivarles, cuando se trataba de enseñarles a asumir sus responsabilidades. Incluso los padres y madres tratamos de ganarnos el cariño de los hijos, aspirando a convertirnos en sus amigos o colegas más que el embrollo de ser sus padres. De la equilibrada igualdad entre padre y madre, y entre hijo e hija, pasamos al erróneo igualitarismo de padres e hijos. Perdimos la autoridad que nos correspondía, y no llegamos a ser la referencia que ellos necesitaban, aunque no la pidieran expresamente. Toleramos sus caprichos, y por negociar y evitar el conflicto, cedimos a sus demandas primarias que condujeron a la “cultura de la litrona”, llegando a un momento donde el peligro de drogas y el riesgo de suicidios es mayor que nunca.

El sistema social y el subsistema educativo se organizan democráticamente por estamentos. Pero ni la relación paterno-filial, ni docente-discente deben ser “democráticas”, porque las funciones de padres y profesores no son equiparables a las de hijos y alumnos. La ausencia de autoridad paternal y docente no libera al adolescente, por el contrario le sume en una tiranía más despiadada. Ellos consideran, mayoritariamente, que sus padres y profesores son poco severos, y ­en el fondo­ aprecian y respetan más a los más exigentes. A menudo ­con su comportamiento inaceptable­ sólo están demandando el cariño y la atención que los adultos dejamos de prestarles. Los jóvenes, realmente, esperan que nosotros, los adultos, les guiemos, y en caso extremo repudian más la indiferencia y el “laissez faire” que el rigor.

El diálogo se complementa con la disciplina, la libertad con la autoridad, y las madres y los padres, que estamos cada día más comprometidos con la educación de nuestros hijos e hijas, debemos prescribir y sancionar, positiva y negativamente. Nuestros hijos nos escuchan más de lo que creemos, y nos quieren tanto como nosotros a ellos.

¡Ah, pero el verano siempre es adolescente! Y es legítimo añorar la juventud, y recordar la sentencia de Horacio, válida para cualquier edad, Carpe Diem! (¡Vive intensamente cada instante!). Y como decían en el “Club de los Poetas Muertos”: “Examínate de la asignatura fundamental: el Amor. Para que un día no lamentes haber malgastado tu capacidad de amar y dar vida”.

Versión original: mikel.agirregabiria.net/2002/elpais8.htm

Versión en PDF: mikel.agirregabiria.net/2002/vuelveeso.pdf

Ayuda técnica sobre un Audi A6

Avería en Arganda del Rey, Km 25,5 de la R-3
Pido ayuda técnica para el caso siguiente, que nos está arruinando las vacaciones veraniegas.

Domingo 18-7-2010. Hacia las 12:00 del mediodía se enciende el piloto (testigo) rojo de baja presión de aceite en nuestro Audi A6 1.8T Multitronic. Se enciende tras un viaje de 450 kilómetros, en la autopista R-3 en un trayecto casi plano en el municipio de Arganda del Rey. Sigue encendido durante 3-4 segundos y se apaga por sí mismo. Pasado un rato, se vuelve a encender y se apaga. Paramos en una gasolinera y comprobamos que el nivel de aceite está en el mínimo, no por debajo sino justo en el mínimo. Añadimos un litro, con aceite sintético VW5010 aunque el anterior, que se supone "long life" era VW5030. Al parar, y al arrancar, la centralita indica todo OK. Tras 3-4 kilómetros vuelve a encenderse el testigo rojo, y se apaga. Tras unos segundos, vuelve a encenderse y decidimos parar y llamar a la grúa. Tras la espera, todo aparece OK y subimos con su motor el coche a la grúa.

Ante la disyuntiva de pasarnos aquí el verano, y siendo las opciones más verosímiles fallo de la bomba de aceite, del sensor, de la centralita,... ¿qué podemos hacer? ¿Sugerimos que si la máquina de testeo de Audi no detecta nada, se proceda al cambio de la bomba de aceite, filtro de aceite y del aceite (obviamente, long life). ¿Hay alguna válvula de sobrepresión en este motor turbo 1.8T que pueda abrirse o quedar abierta por alguna viruta? ¿Cuánto cabe esperar un diagnóstico, en esta fechas pre-vacacionales? ¿Nos largamos con el coche como está? ¿Alguna idea más? Podéis escribir en los comentarios. Gracias... Seguiremos informando...

Lunes 19-7-2010. Decidimos mover el coche un breve recorrido de unos 4 km hasta el Concesionario MotorSan de Alcalá de Henares, viendo que desde la base de la grúa donde se llevaron el coche pueden tardar entre 24 y 72 horas en transportarlo. Todo OK en el recorrido, como el día anterior, sin alta temperatura de aceite (ni de agua de refrigeración), sin tirones ni fallos de motor, sin ruidos extraños, ni sonido de taqués,... ni piloto encendido. Tras aparcarlo y moverlo casi tres veces, en recorridos cortos, todo parece correcto.

Martes 20-7-2010. El Concesionario nos comunica que necesita más tiempo para observarlo, pero no fijan fecha alguna para dar un diagnóstico. Seguimos a la espera tras haber visitado todo lo interesante del Turismo por Alcalá de Henares, incluida su Universidad (UAH).
Actualización del día: Tras llamar por sexta vez (porque ellos no demuestran prisa alguna) hacia las 18:30, nos informan que el mecánico cree que puede ser la bomba o el filtro. Que hay que esperar dónde hay bomba de aceite (si en Madrid, Barcelona... o Alemania), no saben cuánto tardarán en traerlo (24 ó 48 horas) y cuándo procederán a su sustitución,... ¡Vaya servicio Audi!
Estamos barajando ir en taxi (luego descartado por demasiado caro, 1,15€/km o unos 540€ hasta Alicante) o un coche de alquiler (entre 300 y 400 € una semana) para ir... y volver cuando nos arreglen la avería o lo que sea...


Miércoles 21-7-2010. Amanece y estamos decidimos a no pernoctar más en este histórico Alcalá de Henares, no por falta de atención de sus habitantes (que son sorprendentemente simpáticos -los de Audi deben venir de fuera ;-), sino porque nos esperan en otros lugares. Queremos agradecer los ánimos recibidos por Twitter y de Facebook. Por medio de un amigo hemos tratado de conectar con la persona Manager Community de Audi, lo que nos ha sido imposible porque... ¡no existe! (a diferencia de marcas hermanas como lo borda Manuela Battaglini en Volkswagen). Desayunaremos y esperaremos la primera llamada, si algún día la hacen, de MotorSan. Si siguen si llamar, tomaremos alguna decisión a partir de las 10:00.
A las 11:00, transcurridas 50 horas desde la llegada al garaje nos ofrecen un diagnóstico y un presupuesto. Concluyen, como ya adelantamos desde el principio, en sustituir la bomba de aceite, el testigo,... por 545€ y con entrega el viernes 23-7-2010, a las 18:00. Ojalá sea cierto. Decidimos esperar en Alcalá de Henares y, quizá, escribir una guía turística sobre el interesante municipio.

Jueves 22-7-2010. Nos lo vamos a tomar con calma, agotando el turismo local, y confiando en que el Concesionario MotorSan de Alcalá de Henares nos devuelva el malhadado A6 el viernes lo antes posible para proseguir viaje... cinco días después.

Viernes 23-7-2010. A las 11:30 llamamos a MotorSan y parece que nos entregarán el coche a las 13:30 (ó a las 17:30). ¡Paciencia, no perder la calma, y más paciencia es lo que nos recomendamos! Tampoco será antes de comer. Seguimos esperando hasta... las 15:50. Al final, lo recogimos y esa noche comenzaron nuestras vacaciones...

Esperando las vacaciones...


Ya estamos en verano, y dentro de un mes estaremos en Alicante,... ¡Qué bien sienta la AlicanTerapia, la mejor Geoterapia, o terapia por cambio geográfico!
Añorando las playas de Pilar de la Horadada (Alicante).
Remodelación del Parque Condesa Villar de Felices
O su cercana y polifacética provincia de Murcia, como en la imagen de Aitor Agirregabiria recogida en San Pedro del Pinatar.

Diez minutos diarios sin hacer nada

¿Cuándo fue la la última vez que hicieron absolutamente nada por 10 minutos completos? Sin enviar mensajes de texto, hablar o pensar siquiera? El verano, el veraneo en cualquier época que sea, o las vacaciones son un buen momento para aprender a meditar, a estar diez minutos sin hacer nada.

El experto en atención plena, Andy Puddicombe, describe el poder transformador de hacer precisamente eso: refrescar la mente durante 10 minutos al día, simplemente estando consciente y viviendo el momento presente. (Sin necesidad de incienso ni sentarse en posiciones extrañas.)

Post que estuvo en borrador desde el 7-1-2013.  
Recuperado retrospectivamente ocho años después.
Otra versión en español de la misma conferencia.

Felicidad, experiencias y el recuerdo que dejan,...

Daniel Kahneman, psicólogo y Premio Nobel en Economía en 2002, fundador de la economía conductual revela cómo nuestro "yo que tiene experiencias" y nuestro "yo que recuerda" perciben la felicidad de manera diferente. Esta nueva revelación tiene profundas implicaciones para la economía, las políticas públicas... y nuestra propia conciencia de nosotros mismos.

El factor tiempo, la duración, apenas tiene influencia en la historia que recordamos de lo que vivimos. Influye, sobre todo, el final que condiciona nuestro recuerdo. Nos descubre nuestros dos yos: el yo que experimenta el presente vivo y el yo que recuerda el pasado vivido. Ambas identidades mantienen muy diferentes nociones de lo que es la felicidad.

Daniel Kahneman también nos habla del Estudio sobre Felicidad de UP-TNS Gallup, de muy recomendable lectura. Y esa Encuesta Gallup da una cifra: 60.000 $/año (para los norteamericanos). Ese el salario de la felicidad. Por encima de esa cifra, ganar más dinero no aporta más felicidad,... al yo que vive la experiencias (aunque sí lo haya al yo que recrea, recuerda, su historia). Por eso, quizá sea cierto que el dinero no da la felicidad (siempre que se cuente con ese mínimo de 43.600€ al cambio). 

Obligado es realizar el experimento mental sobre las próximas vacaciones que nos propone Daniel Kahneman. En nuestro caso, nos ratifica que acudir a nuestra habitual AlicanTerapia en Pilar de la Horadada (Alicante) es una magnífica elección. Muy recomendable su libro «Pensar rápido, pensar despacio», que se puede leer íntegramente en este enlace de Google Books.

Muchas más con la etiqueta TED..