La evocación de Dunkerque es inmediata, la movilización de todo un pueblo, y de sus recursos marineros, que con riesgo cierto asume la tarea, le competa o no directamente en sus improvisados navíos reconvertidos. Actúan confiando sólo en sí mismos, y sin dilaciones, como el buen amigo, que acude pronto a la herida antes que la sangre. Mi reconocimiento y mi máximo respeto a toda esa sacrificada sociedad gallega, a la que desde Euskadi dirijo toda nuestra solidaridad.
¡Ah, mi admirada Galiza y mis buenos amigos gallegos! Dígannos cómo podemos socorrerles, y cuenten con nuestra presencia física si es necesaria, apoyo económico y fraternidad de corazón. Solicito que nuestro Gobierno vasco transmita su oferta de asistencia, canalice y active toda la ayuda especializada y popular que podamos facilitarles a nuestros hermanos celtas.