Así habló Aznar fusta

Cuando despertamos, Aznar todavía estaba allí (versión apocalíptica del célebre microcuento).

Augusto Monterroso, además del microcuento del dinosaurio, señaló que “El hombre no se conforma con ser el animal más estúpido de la creación, encima se permite el lujo de ser el único ridículo”. Y así lo demuestra –por desgracia- Aznar, como genuino representante de la derecha española más incivilizada.

Aznar se gusta, gusta oírse y gusta verse de nuevo en la palestra informativa. Así que, para recordatorio de todos, “Aznar Habemus”. El sempiterno “Txema” de siempre, sin un adarme de autocrítica y luchando como el Cid contra los moros en su versión actualizada con un insidioso complot de estrambótica mezcolanza entre terroristas, partidos, medios de comunicación, urnas y votantes.

Aznar pareció el hombre que no sabía demasiado: dudó de sus responsabilidades y hasta de los nombres de los responsables ante el 11-M y se lamentó de su actual falta de información, para Dios sabe qué uso en su peregrinación entre FAES y Georgetown. Su único esfuerzo fue controlar la evidente crispación para no pedir que llevasen a los comisionados hostiles al paredón.

El síndrome Aznar, que se finge esfinge, nos retrotrajo penosa y cansinamente al tenebroso pasado con su disertación de disco rayado en una reiterada interpretación suya de la obstinada, inclemente, pertinaz gota malaya: todos son culpables, menos yo. El ex-presidente que imitó la política exterior de Franco (enfrentamiento con Europa y subordinación a Estados Unidos), quien nunca aceptó una comisión de investigación sobre Irak, como sus colegas de Las Azores y quien elevó a un U.R.D.A.C.I. como director de los 'desinformativos' de TVE, rubricó el lema de “Excusatio non petita, acusatio manifiesta”.

Recurrió a la conjura carpetovetónica para ahuecar su deprimido ego y dejó con su desprecio contestada en el aire una decisiva cuestión planteada por Uxue Barkos de Nafarroa Bai: “Si usted no fue el responsable político de lo sucedido el 11-M, ¿quién lo es?”. ¿Quo vadis, Aznar?

2005: Año Mundial de la Física

Así como el 2000 fue el Año Mundial de las matemáticas, celebraremos la Física en el centésimo aniversario del año milagroso de Einstein. 

En apenas siete meses de 1905, un asistente técnico de la Oficina Suiza de Patentes en Berna llamado Albert Einstein, enviaba para su publicación seis artículos a la prestigiosa revista alemana Annalen der Physik. Estos trabajos, en palabras del historiador y físico John Stachel, cambiaron la faz de la Física, de la Historia y del mundo que hoy conocemos. 

Por ello, el año 2005 será el Año Mundial de la Física, iniciándose el 13 de enero con una ceremonia en la sede de la UNESCO, en París, conmemorando las geniales publicaciones de Albert Einstein entre marzo y septiembre de 1905 que modificaron “copernicanamente” la visión de la Física en el mundo: la teoría de la relatividad, la teoría cuántica (efecto fotoeléctrico) y el movimiento browniano. Será una cita mundial no sólo para todos los físicos y científicos, sino para quienes enseñan o aprenden física y para toda la opinión pública como reconocimiento a una disciplina científica que ha configurado determinantemente nuestra realidad contemporánea en sus dimensiones tecnológicas, económicas, culturales, sociales y políticas. 

En el centenario de ese Annus Mirabilis de Einstein, del que con razón se ha apuntado que "nunca, ni antes ni después, ha enriquecido tanto y en tan corto tiempo a la Ciencia una sola persona como hizo Einstein en su año maravilloso". Aquel joven Einstein, a sus 26 años, demolía con claridad y lógica impecables los cimientos de la Física conocida, para erigir un nuevo esquema con un espacio-tiempo en el que pierden su carácter de absolutos tanto el espacio como el tiempo, obligando al abandono de conceptos clásicos como la simultaneidad absoluta y el éter lumínico. Desde su Principio de Relatividad, aunque Einstein prefería la “Teoría de los Invariantes” (donde no todo es relativo, sino que son constantes el valor de la velocidad de la luz y el intervalo espacio-tiempo”), llegó en el quinto de sus seis artículos a la famosa relación masa-energía, E = m.c2. 

En aquella época su autor ignoraba el descomunal poder escondido en las entrañas de su sencilla fórmula, con innumerables aplicaciones que abarcan un espectro desde las armas atómicas y nucleares (con las terribles consecuencias que llevarían a Julius Robert Oppenheimer a exclamar que “los físicos han conocido el pecado, y éste es un conocimiento que no les abandonará”), hasta su beneficiosa utilización social o médica. Años más tarde, Einstein enunciaría el Principio de Equivalencia sobre el que construirá su Relatividad General, obra cumbre, por su originalidad y belleza, del pensamiento científico, que principió en 1907 y concluyó esencialmente en 1915. 

Películas como “Una mente maravillosa” sobre John Forbes Nash Jr. ofrecen una visión distorsionada sobre el trabajo y las cualidades de los investigadores, profesionales y enseñantes matemáticos y científicos. Para mejorar el bagaje científico-matemático acorde con las necesidades de la vida contemporánea de toda la ciudadanía, y especialmente de las generaciones más jóvenes con independencia de la opción académica escogida, debería revalorizarse la Ciencia como área curricular, adoptándose un estilo docente más experimental con espacios internos (laboratorios,…) y equipamientos externos de especialización en la divulgación científica, como los museos de ciencia, junto a exposiciones y talleres dedicados en centros educativos y universitarios, jornadas de puertas abiertas en los centros especializados, conferencias y ferias escolares de ciencia. Todo ello puede aportar un factor de incentivo científico y una perspectiva más accesible para el conjunto del alumnado, y de sus familias, para atender una necesidad palpable de nuestra civilización en la era del siglo XXI. 

Resultará muy eficaz el método histórico de divulgación de la vida de los científicos y científicas más portentosos, como Isaac Newton (probablemente el hombre más decisivo en la Historia de la Humanidad) o Marie Curie, único ser humano doblemente Nobel en Física y Química. 

También existe una rigurosa y divertida escala que ordena los experimentos más bellos de la Física, según una encuesta de 2002 entre los lectores de la revista Physics World. Se destacan, en orden cronológico, la medición de la circunferencia terrestre (Eratóstenes – siglo III a.c.), el experimento en la torre de Pisa o la caída en el plano inclinado (Galileo - Siglo XVII), la descomposición de la luz solar mediante un prisma (Newton -1665), la medida de la gravedad en la balanza de torsión (Cavendish – 1798) o el péndulo de Foucault (Foucault – 1851). Ya tendremos oportunidad de leer sobre todo ello en los próximos meses de 2005. 

El propósito básico de esta conmemoración del Año Mundial de la Física es mejorar la percepción pública que se tiene sobre la importancia de la Física para la vida cotidiana. En especial, la comunidad física mundial está preocupada por una marcada caída reciente en el interés de la juventud por estudiar Física. Si en 2000, Año Mundial de las Matemáticas, un periódico británico anunció en un titular “Las Matemáticas son sexy”, ahora en 2005 habremos de popularizar una perspectiva amena y humanista de la Física para ampliar su conocimiento medio de todo el alumnado, con independencia de su opción profesional o universitaria, e interesar a un mayor porcentaje del estudiantado universitario hacia el estudio superior de Física por su polivalencia y necesidad social. 

Ojalá aprovechemos esta oportunidad única de 2005 para popularizar el inmenso legado histórico de la Física. Un inmejorable camino será a través de biografías como la del Nobel de 1921, Albert Eisntein, y otros prodigiosos físicos. Además la Olimpiada internacional de Física (similar a las Olimpíadas de Matemáticas) se celebrará en julio su 36ª edición en la Universidad de Salamanca.
Actualización en octubre de 2020.

Sorteo de pisos

La absurda injusticia aleatoria del sistema de sorteo para distribuir pisos sociales en propiedad.

¿Alguien podría imaginar que los impuestos se pagasen en combinación con la lotería? ¿O que las subvenciones del próximo año se rifasen con el sorteo de navidad?

Obviamente la justicia equitativa y distributiva es incompatible con el azar. Sin embargo, las administraciones públicas recurren habitualmente a la suerte para repartir una falsa y arbitraria solidaridad. Resulta espeluznante ver esos estadios de gente expectante donde se rifan unos escasos pisos sociales. Sólo unos pocos salen con un piso de protección oficial bajo el brazo, lo que resuelve sus vidas y eleva notablemente su calidad de vida, mientras la mayoría se marcha cabizbaja a la espera de la próxima rifa o a hipotecarse durante 35 años.

¿Tiene algún sentido de equidad mezclar la suerte con el derecho a una vivienda digna? ¿No sería más razonable gestionar sistema de alquiler social controlado para todos los que lo necesiten, que beneficiar sobremanera a unos pocos con precios regalados mientras la mayoría se queda sin nada?

Mi patria es…

Buscando una respuesta más universal a esta clásica pregunta de identidad, que históricamente ha producido tantas desgracias a la Humanidad.

El sentimiento patriótico de cada uno es algo que puede compartirse con otras muchas personas –con la misma o diferente patria-. La patria es siempre motivo de orgullo propio y nunca debiera ser causa de conflictos. La patria que sentimos como nuestra debiera ser abierta, acogedora e imponernos únicamente la responsabilidad de cuidar de sus lenguas y de sus culturas asociadas, sin desconocer las ajenas y respetando a los restantes idiomas y civilizaciones.

Porque no fueron los políticos quienes mejor definieron qué era la patria, sino los poetas. Ilustres rapsodas dictaron versos gloriosos como "mi patria es mi lengua", "mi patria es mi infancia", “mi patria es la Tierra”,… Qué fácil es proclamar con ellos las mismas verdades: MI PATRIA ES… la memoria, o el pensamiento, o mi hogar, o una nube, o la intemperie, o un baúl de recuerdos en el desván, o el huerto de mi abuela,…

Cómo no compartir con Baudelaire que "mi patria es mi infancia", o con Antoine de Saint-Exupéry que “La infancia es la patria de todos”. Este axioma es reiterado por pensadores con Rainer María Rilke, “la verdadera patria del hombre es su infancia” o Miguel Delibes, “la infancia es la patria común de todos los mortales, de ahí que el lector se identifique de inmediato con un personaje infantil sea de donde sea”.

Muchos literatos, desde tiempos remotos, señalaron otro aspecto prosaico -pero innegable- de qué entendemos a veces como patria. Aristófanes manifestó que “allí donde se está bien es la patria” y Benjamín Franklin que “allí está mi patria, donde mi libertad”. Múltiples proverbios apuntan en la misma dirección, desde los aforismos franceses “para un comerciante la patria es la bolsa (o su bolsillo)”, hasta el adagio árabe “el pobre es un extranjero en su patria”, destacando el apotegma sueco que “la patria está allí donde uno es útil”.

La patria es un concepto noble, pero el patriotismo mal entendido ha sido causa de muchas aberraciones bélicas cuando es un instinto que odia, y no una virtud que prefiere. Guy de Maupassant escribió que “el patriotismo es el huevo de donde nacen las guerras” y Samuel Johnson que “el patriotismo es el último refugio de los canallas”. Inaceptable es cualquier patriotismo que empuja al campo de batalla para matar o morir, en lugar del amor a lo propio que nos enseña a vivir en comunidad con los próximos y con los lejanos.

La inmensa mayoría de nosotros somos pacíficos y creemos, desde las incontables y peculiares identidades patrióticas y desde la individual libertad, que el respeto mutuo entre personas, lenguas y culturas nos hace más grandes y libres a todos los seres humanos. Suscribimos también las palabras de Séneca, “amamos la patria no porque sea grande, sino porque es nuestra” y las de Fatos Arapi, “donde me halle, soy un pedazo del paisaje de mi patria”.

En estos tiempos de interculturalidad e inmigraciones masivas, allí donde cada persona constituye su familia, allí está su verdadera patria. Todos podemos parafrasear a François Mitterrand cuando dijo que “Francia era su patria y Europa nuestro futuro”. Ojalá pronto cada uno tenga su patria pequeña y “el mundo sea el futuro de toda la raza humana”.

En medio del actual plurilingüismo prima más la máxima de Alfred Tennyson “quien más ama a su patria es el mejor cosmopolita”, que la desafortunada frase de Eça de Queiroz, “una prueba de patriotismo es hablar mal cualquier idioma que no sea el nuestro”.

Creo sinceramente que mi patria se escribe con minúscula, como algo importante pero nunca de valor absoluto. Mi patria convencional probablemente la comparto sólo con uno o dos millones de personas, pero mi Patria Grande, que puede ser la Patria de todos, se llama Inocencia, Tiempo y Vida.

Luz vespertina

La pena de mi corazón se ha convertido en paz como el atardecer entre los árboles silenciosas. Rabindranath Tagore

Sí, quiero… la paz

Una metáfora de la “ceremonia de la confusión” que la política vasca debiera de superar.

Allí estaba todo el pueblo ansiando escuchar las palabras de la novia. El novio ya había dicho, SÍ, y su familia, amigos y vecinos seguían expectantes la decisión de la prometida, que había tomado la palabra antes de aceptar con un rotundo y definitivo SÍ. Hasta los parientes de la novia estaban hartos; todos creían que había llegado el momento de asentir. Los niños esperaban el SÍ para salir a la calle a jugar libremente, los ancianos para descansar al sol de la tarde y todos para ir a celebrarlo con una comida digna de la ocasión.

Pero la novia proseguía en su luenga, engorrosa, tediosa, insufrible y críptica perorata. Insistía en que “tras hacer el balance de los últimos veinticinco años, consideraba que en aquellos momentos la prioridad era conseguir una fórmula para lograr el diálogo y participar en un proceso abierto y gradual de reflexión mediante concesiones multilaterales para acordar una fase de desarrollo que dé como fruto un nuevo marco que solucione el conflicto de convivencia en base a principios, tales como el respeto a la voluntad popular, cualquiera que sea la decisión última o la aceptación de la pluralidad de todos los ciudadanas y las ciudadanos que tendrá que contar con la adhesión y el respeto de las distintas sensibilidades existentes en el pueblo,…”

Durante demasiados años fue tan interminable la disertación que la lozanía de la novia se había esfumado totalmente. Se había convertido en una vieja desdentada que farfullaba sin sentido, recordando los remotos tiempos de Maricastaña cuando fue alegre y combativa. Los presentes se preguntaban si daría finalmente el esperado SÍ o moriría antes de resolver su eterna duda existencial.

Aunque con el paso de los lustros había recibido muchos nombres, la novia se apellidaba Batasuna, y actos como aquél en Anoeta había habido incontables. El pueblo aburrido de tan larga espera, que sólo por respeto seguía atento, se llamaba Euskadi. Sólo quería oír de la novia algo tan natural como “Sí, quiero… que las armas callen para siempre”.

La política como Deus ex machina

La política no puede ser la única esperanza de solución para una humanidad necesitada de salvación.

‘Deus ex machina’ es una expresión latina, traducción de la locución griega απó μηχαυης Θεóς (apo mikhanis theos), que significa un dios surgido como por arte de magia, como se conocía en el teatro clásico la súbita aparición en escena de una deidad, que venía literalmente volando a rescatar prodigiosamente a los protagonistas de alguna situación desesperada. Dioses (Deus), que aparecían desde fuera (ex) de la acción teatral accionados por poleas (machina).

Dicho recurso escénico se considera invención de Eurípides (siglo V a.c.) y el artefacto, llamado mékhane, que permitía a la figurante "deidad" mantenerse en el aire sobre el escenario, no era sino una rudimentaria grúa de tramoya de la que pendía el actor sujeto por una cuerda. En la actualidad, la frase se aplica para designar lo que inesperadamente surge para resolver una situación aparentemente imposible. Virgilio es el primero en utilizar tal concepto en La Eneida. Horacio recomienda en su Arte Poética ser prudente al urdir el desenlace y recurrir a un poder sobrenatural sólo cuando lo requiera la índole de la obra: Nec deus intersit, nisi dignus vindice modus (No hagáis intervenir a un dios, sino cuando el drama es digno de ser desenredado por una divinidad).

Cuando vivimos una era que revisa permanentemente la fe religiosa, Henri Bergson nos recuerda una verdad poco halagüeña para la naturaleza humana: “El mundo es una máquina para fabricar dioses”. Todos sentimos la necesidad de que se solucionen los acuciantes problemas de este desdichado mundo con una intervención externa que provoque repentinamente un desenlace feliz. ‘Deus ex machina’, incluso para quienes no conocen la expresión, adopta formas variadas de soluciones providenciales que lo arreglan todo.

Muchos creen que su ‘Deus ex machina’ será el dinero o la lotería; algunos sostienen que la fuerza o la violencia resolverán sus conflictos; terceros opinan que indiscutiblemente el mercado y el nuevo orden económico regularán la felicidad; otros consideran que la tecnología, la informática e Internet salvarán al mundo; finalmente, la mayoría supone que los gobiernos o los políticos encontrarán la solución milagrosa para encubrir automáticamente la tragedia humana de nuestro fracaso colectivo como habitantes de un planeta conflictivo repleto de injusticia.

Políticos innovadores como Pasqual Maragall, presidente de la Generalitat, amplían y matizan el ‘Deus ex machina’ de su capacidad transformadora desde los poderes públicos. En su primer discurso con motivo de la Diada de Catalunya, concreta fórmulas que trasladan y comparten responsabilidades de la administración con la sociedad civil, abogando por "un nuevo patriotismo" sobre el "triángulo mágico escuela-gobierno-empresas". Nótese que hasta aquí aparece el adjetivo de mágico. Quizá sea un avance hacia una política más participativa y más realista porque es más factible la resolución de nuestras dificultades con el apoyo de sectores claves como la educación o la economía, donde todos tenemos capacidad de aportar. Los políticos acertados tácitamente nos dicen: “No confiéis tanto en nosotros, sino en lo que todos juntos y bien organizados podamos alcanzar”.

No nos escudemos en subterfugios a la espera eterna de que un cúmulo de casualidades sin motivo aparente nos alivie de nuestro infortunio. Renunciemos a la incesante necesidad de crear falsos ídolos, que nos excusen del compromiso que cada uno de nosotros hemos de asumir personalmente, superando la desesperanza. No quedan más coartadas propias de adoradores de artificios que nos eximan de nuestra responsabilidad directa. Despertemos del espejismo de la quimera que soñamos como sonámbulos andantes: Cada uno de nosotros somos los arquitectos de nuestro futuro. Esta solución, la nuestra que depende sólo de nuestro esfuerzo, cabe esperarla siempre. Con nuestra voluntad, individual y colectiva, sabremos salir airosos de las situaciones más complejas. La formulación de Ignacio de Loyola es muy sensata: “Confiad en Dios, actuando, no obstante, como si el éxito de cada acción dependiese de vos y nada de Dios". Y Kipling sentenció: “La Providencia ayuda a quienes ayudan a los demás”.

La ecuación más bella

Apreciar la elegancia matemática de una fórmula científica está al alcance de todos.

Recientemente la revista Physics World proponía la recurrente pregunta de cuál es la fórmula más distinguida del Parnaso científico-matemático. Las respuestas brotaban y se publicaron en diferentes meses del presente año 2004. En marzo se apostaba por enunciados cronológicamente más novedosos, tales como la archiconocida ecuación de Einstein E = m . c2; la de Planck-Einstein, E = h . f, que mediante una constante enlaza energía con frecuencia en la física cuántica; la erótica y compleja ecuación ondulatoria de Schrödinger, así como otras de Dirac, Yang-Mills, Drake o Shannon e, incluso, por fórmulas químicas como la descomposición del ozono: O3 -> O2 + O.

En mayo las ecuaciones se retrotraían a la historia previa al siglo XX, introduciéndose igualdades clásicas de aprendizaje obligatorio, como la Segunda Ley de Newton (el mayor científico y matemático de todos los tiempos), F = m . a (fuerza igual a masa por aceleración), o la ley de Galileo (el creador del método científico) sobre la caída libre según el modelo de movimiento uniformemente acelerado, s = ½ a . t2.

En octubre se propuso una encuesta y se recibieron 120 respuestas con 50 ecuaciones propuestas. Media docena de personas planteó la ecuación más elemental: 1 + 1 = 2 (en broma alguien podría matizar 1$ + 1 $ = 2$). Personalmente, prefiero el mensaje 2 + 1 = 3, que utilicé con el nacimiento de mi primera hija, imitando al matemático P.G. Lejeune-Dirichlet en su escueto y célebre telegrama.

Existe un unánime acuerdo general sobre lo que, indiscutiblemente y desde hace más de dos siglos se refrenda como la más bella ecuación descubierta hasta la fecha, la sublime y mística fórmula de Leonhard Euler: ei¶ + 1 = 0. Involucra de forma fascinante a los cinco números más emblemáticos de las matemáticas, 0, 1, i (unidad imaginara igual a raíz cuadrada de -1), y los números irracionales pi (3,141592…) y e (2,718281…, base de los logaritmos neperianos. Muchos de quienes contestaron dijeron "es la ecuación matemática más compleja y bella jamás escrita"; "increíble y maravillosa"; "llena de belleza cósmica" o "simplemente alucinante". Resulta conmovedor cómo interactúan la unidad imaginaria (i = √-1) con números irracionales (e y ∏) para producir la nada (el cero) con una simple suma con el 1. Esta escueta expresión algebraica contiene nueve conceptos matemáticos -una sola vez cada concepto-: e (el número natural), la operación exponencial, número PI, suma (o resta, según como se escriba), multiplicación, números imaginarios, igualdad, los números reales 1 y 0.

Los criterios estéticos también están presentes en las teorías matemático-científicas que describen las leyes de la naturaleza. Cuando le preguntaron al físico Paul Dirac si creía verdadera la inmortal fórmula de masa-energía de Einstein (sin duda una de las más exquisitas, E = m . c2), respondió sencillamente ante la polémica del momento: “¡Qué más da si es verdad o mentira; es tan bella!”. Steven Weinberg, premio Nobel de Física, confesó: "Creo que la general aceptación de la Teoría de la Relatividad General fue en gran parte debida al atractivo de la propia teoría, esto es, a su belleza".

La perfección de una fórmula radica en múltiples factores, como los elementos que la componen, el autor descubridor y el efecto histórico que originó. La ecuación de Einstein indujo el día más aciago de la raza humana, el 6 de agosto de 1945, con la explosión de la primera bomba atómica en Hiroshima. Ello llevó a que Einstein confesase días después que “Hubiese preferido ser fontanero”. Atendiendo a la trascendencia histórica, probablemente las ecuaciones de Maxwell, y en particular la Ley de Faraday, son las han configurado más decisivamente la era actual en sus parámetros científico-tecnológicos.

Dirac aseguraba que fue su sentido de la belleza lo que le permitió descubrir la ecuación del electrón, porque "es más importante alcanzar belleza en nuestras ecuaciones que hacer que cuadren con el experimento". Como ya advirtiera Weinberg: "No aceptaríamos ninguna hipótesis como teoría final si no fuera bella". Para Michio Kaku, la elegancia de una teoría posee dos propiedades esenciales: “Simetría unificadora y capacidad de explicar gran cantidad de datos experimentales mediante las expresiones matemáticas concisas”. Opinión coincidente con la de Weinberg: "La clase de belleza que encontramos en la Física radica en la magnificencia de la simplicidad y de la inevitabilidad”.

El método científico nos muestra el máximo criterio estético que rige en la naturaleza: la sencillez que contiene y explica las verdades más profundas. Las ciencias y las matemáticas nos cautivan por argumentos éticos y estéticos contundentes como ser logros conjuntos de la humanidad, escritos en el universal lenguaje matemático y que nos pueden proporcionar un futuro esperanzador a todos si son gestionados con inteligencia y bondad.

Eufemismo o transformismo

Asistimos al dinamismo del optimismo y del conformismo sin alarmismo por la vía del eufemismo.
 

Eufemismo (palabra feliz) es una figura retórica que sustituye a expresiones vulgares, de mal gusto o tabúes. Frecuentemente con el paso del tiempo, las propias frases indirectas pasan a ser consideradas incorrectas por lo que son sustituidas por nuevos eufónicos eufemismos (borracho, bebedor, alcohólico, dipsómano). 

Desde siempre la muerte ha sido un término maldito, por lo que la locución prohibida se ha citado con múltiples rodeos en todos los idiomas. Lo común no es fallecer, sino descansar eternamente, pasar a mejor vida, recoger el alma, emprender el viaje sin retorno, abandonarnos, no estar ya con nosotros, irse, volar al cielo, ser llamado por el Señor, causar baja o perderlo, y ello sin mencionar las formas más populares como estirar la pata, sacarlo con los pies por delante, recibir la visita de la parca con la guadaña o irse a ver crecer los rábanos por debajo. Incluso en medicina se oyen locuciones como desvitalizar un nervio, enfermo terminal o lesiones incompatibles con la vida. 

Ciertamente resulta más educado, emplear eufemismos en temas fisiológicos o escatológicos demasiado crudos, como ir al excusado para hacer aguas (mayores o menores), pero la difusión contemporánea de los giros y ambigüedades llega a ser enfermiza y patológica. Vivimos tan rodeados de circunloquios que hemos camuflado la realidad por el expeditivo mecanismo de evitar que se mencionen cualquier concepto descriptivo que no sea positivo o esperanzador. Todo es ya de de pronóstico reservado. 

Sigmund Freud advertía que se empieza cediendo en las palabras y se termina transigiendo con los hechos. Habría que tener un mayor respeto al lenguaje y, en definitiva, a la realidad. Lo que hacemos con el lenguaje nos lo hacemos a nosotros mismos. Como decía Octavio Paz, si se corrompe, nos corrompe. Si jubilamos palabras que contienen lo que algunos califican de "prejuicios morales", es decir, contenido ético (como asesinato, tortura, pr0st****ción, aborto o eutanasia), estamos extinguiendo nuestra propia conciencia y nuestra dignidad. 

El léxico se ha edulcorado y aligerado tanto como los valores humanísticos imperantes. Veamos cómo nos estamos anestesiando con un lenguaje evasivo y equívoco. El ardid semántico pulula tanto que distrae y confunde a la opinión pública. La poderosa arma de la palabra actúa como recurso lingüístico de malabarismo sintáctico-expresivo para conformar una pseudo-realidad que entretiene o justifica hechos insostenibles o inaceptables por sí mismos. Nos desorientamos con textos plagados de tapujos, disimulos o contra-negaciones. Veamos cómo nos cuentan la realidad. 

Asuntos socio-económicos: Con el nuevo orden planetario ahora crecemos negativamente por los ajustes monetarios, siendo económicamente débiles los países en vías de desarrollo o la ciudadanía del tercer o cuarto mundo o en la cuarta o tercera edad (eméritos de edad avanzada o en la época dorada). Los reajustes de recursos humanos por la globalización o la externalización de servicios generan expedientes de regulación de empleo o quizá desempleo con los paraísos fiscales donde blanquean el dinero. Abundan las personas con riesgo de exclusión social o sin techo, y el trabajador a lo sumo espera una promoción horizontal. La prensa del corazón parece salida de alguna clínica mental contándonos cómo rehacen la vida los famosos tras episodios de hacer el amor con mujeres de vida alegre o casos de violencia doméstica o de género relatadas por empleadas de hogar de color ilegales e indocumentadas, con fotógrafos perseguidos por servidores públicos en grandes superficies. 

Política y guerras: Fueron Hitler y Goebbels quienes crearon la solución final (Endlösung) de limpieza étnica, mediante la evacuación y relocalización de la comunidad judía. Nixon engendró la ofensiva de paz, Clinton tuvo una relación impropia con una becaria y Bush hijo comenzó con el conservadurismo con compasión e inventó en Irak la guerra del eufemismo: Un conflicto bélico preventivo de baja intensidad organizado por ministros aliados de defensa sirven para extender la democracia, neutralizando al eje del mal con bombas inteligentes de ayuda humanitaria, pocos daños colaterales y sin apenas bajas por fuego amigo. En países castellano parlantes se cuentan los apremios ilegítimos, excesos y confusos incidentes que justifican la existencia de presuntos desaparecidos por cuerpos y fuerzas de seguridad, o en ambientes donde circulan los maletines quienes abusaron de los fondos reservados sugieren que los indultos se los metan donde la espalda pierde su honesto nombre. 

Amado Nervo anunció que "nada más que con conferir a las cosas su verdadero nombre, se produciría la mayor revolución moral que han visto los siglos". Ojalá no debamos lamentarnos de haber sido demasiado tolerantes con un lenguaje, y una mentalidad, que sustituye a la verdad con palabras “de diseño”, políticamente correctas pero éticamente anodinas.

Un muelle entre el agua y el cielo

Aparece la niebla en los días contradictorios,... para dejar paso a horas más despejadas,... hasta que cae la noche,... que revive con el alba de cada amanecer.

Poesía del día, mejorable pero sincera.

Costa, a toda costa

Aún a costa de lo que sea, mejor acostarse al costado de cualquier costa.

Cuando paseamos por alguna de nuestras costas, la cantábrica o la mediterránea, comentamos lo triste que sería vivir en Wulumuchi, la capital de la provincia china más extensa con 1.600.000 Km2, Xinjiang, que significa “nueva frontera” y fue el “Turquistán Chino” anexionado en el Siglo XVIII por la Dinastía Manchú.

Wulumuchi es el lugar terrestre más alejado de cualquier mar según los mapamundis, siendo preciso recorrer un mínimo de 2.400 Km. para alcanzar alguna costa marítima.
Vivir a orillas del mar, donde se escucha la risa multitudinaria de las olas del océano, es el mejor antídoto antitodo. Cualquier tosca costa, sea en forma femenina de playa o en forma masculina de acantilado, simbolizan al alba o al crepúsculo la unión del aire, el agua y la tierra.

Quienes nunca abandonamos la costa y dejamos a otros la alta mar o la tierra adentro, creemos que debería ser un derecho universal de todo terrícola el ver, al menos una vez, el mar desde una costa. Habría que organizar viajes para que todos los humanos comprendiesen qué es el mundo viendo las olas marítimas en un planeta como el nuestro que merecería llamarse Agua y no Tierra.

Promesas y compromisos

Churchill señaló: “De nada vale decir ‘Estamos haciendo todo lo posible’; hay que triunfar haciendo todo lo necesario”.

Dicen que la Política es el arte de intentar llegar al poder, mientras que Gobernar es el arte de resolver los problemas de una nación. Ambos verbos, gobernar y hacer política, suelen coincidir, pero no siempre. Todos sabemos la distancia que media entre las promesas electorales y los resultados de una gestión de gobierno. ¿Por qué existe tal abismo entre lo prometido por los partidos políticos y cómo actúan cuando toman el poder? ¿Cómo podremos saber si van a preocuparse realmente de nuestros intereses?

El primer paso serí desechar y desaprobar toda exageración política de los resultados esperables. De nada vale alimentar nuestras esperanzas mediante promesas irrealizables, para que luego se desvanezcan y ahondar así nuestra frustración. Está de sobra el exagerado optimismo de algunos políticos que, pensando que somos incautos, nos prometen “pleno empleo”, “viviendas para todos”, “erradicar la pobreza”, “eliminar la violencia” o “descontaminar el medio ambiente”. Además, frecuentemente desde la oposición y a la espera de alcanzar el poder, hablan solemnemente de mantener nuestro bienestar económico, llevar a la práctica nuevos programas sociales y, además, con presupuestos equilibrados, sin déficit ni aumento de la presión fiscal.

La ciudadanía en ocasiones se siente fascinada por cantos de sirena, lo que anima a alguna clase política a seguir entonando himnos triunfales. Todo cambiaría si fuésemos más los que respondiéramos a esta música celestial con bostezos y diciendo: “Muy bien, pero dennos plazos para la realización por fases de todo ello”. A los políticos de las promesas, debería juzgárseles por los resultados alcanzados y el grado de cumplimiento de objetivos concretados.

Un ardid habitual recurre a las palabras en lugar de los hechos. Los políticos han aprendido el arte del “pseudo-acto”, la promesa en formato de leyes. Aprueban leyes para satisfacer la opinión pública, pero después se incumplen de forma interminable. Los programas se formulan, para luego aprobarlos sin financiación adecuada, sin competencia legislativa o, incluso, con soterrado ánimo de incumplimiento parcial. Por tanto, debemos aprender a fijarnos en los resultados de resolución de los problemas sociales existentes.

Rechacemos la maraña de promesas electorales que no venga acompañada de plazos temporales y de la palabra del político de responder con el abandono de su cargo en caso de incumplimiento en el tiempo previsto. Ello aseguraría que resultase menos tentadora la técnica de la promisión a los aspirantes a cargos públicos. Los ciudadanos podríamos diferenciar cada vez mejor a los partidos según lo que realmente consiguen en la administración pública. No es que los partidos políticos sean mentirosos, sino que sólo enfrentándose con la fuerte presión de un electorado vigilante estudian, elaboran, verifican y replantean continuamente los programas dirigidos a solucionar nuestras necesidades más profunda mediante proyectos factibles con los recursos disponibles.

Mejor que acudir a los actos electorales de campaña de promesas, cursemos una visita a un centro público de educación y a un hospital público. ¿Sería mejor la educación con otros gobernantes? ¿La sanidad mejora la atención y recorta los plazos de espera? Facta, non verba (Hechos, no palabras). Racionalicemos nuestro aplauso -y nuestro voto- con esmero. Los mejores partidos son los que representan algo más que una simple maquinaria electoral; son aquellos que presentan soluciones verosímiles y practicables para solventar gradualmente los desequilibrios y las injusticias sociales.

Fomentemos la máxima participación de la ciudadanía en los asuntos públicos, y en la vida interna de los partidos para quienes deseen una intervención directa, aunque sea modesta. Para el bienestar de un Pueblo es mucho más eficaz la fiscalización ciudadana que la crítica indiscriminada contra todo lo político. No es complicado ejercer esa labor de inspección. La calidad de un partido o un gobierno se tasa por su preocupación en temas escolares u hospitalarios, o por su búsqueda de la paz como cuestión final del examen político; la medida de una Nación o de una Sociedad se evalúa estimando cómo cuida y protege a los más desvalidos. Así de fácil.


Texto para imprimir.

Organizaciones jerarquizadas

"Un empleado ha de vivir tan cerca de sus superiores como del fuego; ni tan cerca que se queme, ni tan lejos que se hiele".
Siempre he creído...

La sabiduría es como la luz de una vela

"Una vela no pierde su luz por compartirla con otra".
Primera lección que ejemplificaba con velas de cumpleaños ante mis alumnos más pequeños, cuando tuve la oportunidad inmensa de impartir clase a escolares de Enseñanza Primaria en el Colegio Azkorri (1977-1980) y en la Academia kIDEAk (1995-2000). Magnífica metáfora de cómo diferenciar átomos (materia) y bits (informaciones, conocimientos, saberes). No hay mejor enriquecimiento que compartir el conocimiento.

La primera palabra

¿Cuál fue la primera palabra humana o la primera que cada uno de nosotros pronunció?

Existen sugestivas preguntas, manantiales de los que brotan ideas y sentimientos que merecen ser compartidos. Muchas surgen del extraño origen del lenguaje. ¿Por qué comenzó el habla? ¿Alguien quiso decir algo a otro? ¿Sólo fue un pensamiento dicho en alto?

Destaca la cuestión de cuál fue la primera palabra pronunciada por un ser humano, sugerida por una poesía de Rainer María Rilke referida a Dios: “Tu primera palabra fue: LUZ; / entonces apareció el Tiempo. / Después callaste por mucho tiempo. / Tu segunda palabra fue: HOMBRE / y tiemblo (nos oscurecemos aún con su sonido) /y seguido recuerdo tu faz. / Pero no quiero oír tu tercera”...

Sobre la primera palabra humana hay algunas hipótesis derivadas de la teoría de Darwin sobre la evolución. La filogénesis de la especie humana incluye un lento proceso en el que los órganos que producen y, sobre todo, los que identifican los sonidos (laringe, lengua, cerebro,…) van formándose hasta el amanecer de la humanidad con el descubrimiento supremo de designar por su nombre a las cosas más elementales. En opinión de ilustres etno-lingüistas, como A.S. Diamond, la historia de todas las lenguas navega a través de una secuencia en la que las oraciones comienzan siendo simples y primitivas para acabar intrincándose en sintaxis y en semántica.

Según esa tendencia históricamente verificable, se supone que en su umbral primigenio la mayor parte del peso comunicativo recaía en el verbo, introduciéndose gradualmente substantivos, adjetivos y adverbios hasta alcanzar la densidad contextual de una frase actual. Si esta teoría es correcta y si dejamos volar un poco la imaginación, podemos pensar que la primera palabra fue un verbo en su más inmediato y urgente uso, es decir, en imperativo. Algo parecido a VEN, DAME, VETE,… Así pues tampoco es de extrañar que la primera frase dicha a través de un teléfono por Graham Bell fuera: “Por favor, venga, señor Watson. Le necesito”.

Más recientemente, en 2003, conocimos el caso dramático de Terry Wallis, un estadounidense que recuperó el habla tras un accidente de tráfico que le produjo tetraplejia y un grave el daño cerebral. Sus primeras palabras articuladas al despertar de un coma prolongado 19 años fueron en este orden y en días sucesivos: MAMÁ, 'PEPSI' y PAPÁ. Preferimos suponer que no había intereses comerciales en la noticia.

En las últimas décadas los bebés suelen ser adiestrados para iniciar el habla balbuceando MAMÁ o PAPÁ (AMA o AITA), TATA (hermana), AMAMA (ABUELA),… Quizá la más frecuente sea MAMÁ como primera palabra que todos nosotros aprendimos. Por eso esta apelación materna es la primera que nos surge del alma cuando nos lamentamos o cuando necesitamos ayuda. Llamar a mamá es un talismán que conjura lo mismo los temores infantiles que las incertidumbres adolescentes e, incluso, las inquietudes adultas y las zozobras postreras.

Muchos creemos que la primera palabra humana fue el sollozo y el llanto, expresiones tan manifiestas como las palabras; otros, que fue NO o YO, a cuál peor para la historia de la humanidad. También pudieron ser palabras iniciales CIELO, LUNA, SOL, AGUA, HOLA o PÁJARO. Quizá mereció ser GRACIAS o NOSOTROS. Menos probablemente fuera DIOS, aunque ésta sea más frecuentemente una posible última palabra.

¿Quién votó a Bush?

Sabíamos que la elección sería reñida, pero había muchos datos esperanzadores.

Adaptación norteamericana del tradicional cuento de "los cinco cerditos" a la historia de “Él o Bush” (el obús):

1º. Éste compró un huevo. Abogaban por el cambio presidencial los pésimos resultados estadounidenses e internacionales en seguridad y en economía.

2º. Éste encendió el fuego. Kerry, ganador de los debates en TV, logró la preferencia de los jóvenes, las mujeres y de los nuevos votantes inscritos que anunciaban una alta participación, como se ha producido.

3º. Éste trajo la sal. El tándem Kerry-Edwards alcanzó el apoyo de la ciudadanía de origen hispano, de raza negra, pacifistas, minorías étnicas y sexuales, intelectuales, cantantes y artistas,...

4º. Éste comió un poquito. El partido demócrata era la mejor opción indiscutible para los Estados líderes del Oeste y del Noreste, así como en Europa, resto de América y casi todo el planeta respaldados por la prensa escrita mundial más prestigiosa (“el cuarto poder”).

5º. Entonces vino el “quinto poder”, el conglomerado financiero-televisivo de CNN-AOL-Time Warner, NBC-General Electric, CBS-Viacom y ABC-Disney encabezado por la pujante Fox-News Corporation, y el pícaro gordito Bush se lo comió enterito al electorado.
Discúlpenme, no soy objetivo, soy demócrata (entendido en su sentido genérico) y hasta creo en la ONU.

El deseo de Teseo

La leyenda del Minotauro es muy esperanzadora para niños y adultos, que compartimos con Teseo el deseo de Paz.

El mito de Teseo, Ariadna, Fedra y el Minotauro procede de la cultura minoica de hace 40 siglos, si bien fue recogido literariamente por el poeta latino Publio Ovidio Nasón en el inicio de nuestra era, poco antes del nacimiento de Jesucristo. Esta compleja tragedia de célebres personajes ha sido objeto de atención continuada por autores como Nietzsche, Freud, Cortázar o Borges.

La crónica comienza en Creta cuando reinaba el poderoso rey Minos. Cnosos, la capital de la isla, era famosa por el laberinto de intrincados corredores, en cuyo interior vivía el cruel Minotauro, un engendro con cabeza de toro y cuerpo de hombre, fruto de los amores de la Reina Pasifae con un toro que Poseidón, dios de los mares, hizo surgir de las aguas. Minos recibió la noticia de que su hijo Androgeo había sido asesinado cuando se dirigía a participar en unos juegos olímpicos. El monarca reunió un ejército y cercó Atenas que se rindió, aceptando la condición de que cada nueve años enviaría siete jóvenes y siete doncellas a Creta para que ser arrojados al Minotauro. Sólo si alguno de los atenienses mataba al Minotauro y salía del laberinto, Atenas sería eximida de la condena.

Teseo, hijo único del rey de Atenas Egeo, se ofreció como candidato cuando por tercera vez hubieron de pagar tan ominoso tributo, embarcando con las víctimas en una nave de velas negras. El monarca y su heredero convinieron en que si Teseo lograba la hazaña, el navío retornaría con velas blancas. Estando ya en la prisión cretense, Teseo fue visto por Ariadna y Fedra, hijas de Minos. Cautivada Ariadna por la valentía del príncipe, decidió ayudarle a derrotar al Minotauro, indicándole un ardid sugerido por el constructor Dédalo: un hilo tendido para encontrar la salida cuando acabase la lucha.

Teseo exterminó al temible Minotauro y pudo regresar hasta la puerta, salvando la vida de sus compañeros y liberando a su ciudad de tan horrible condena. Al reembarcar Teseo, también subieron a bordo en secreto Ariadna y Fedra, que acompañó a su hermana mayor. Durante la travesía se refugiaron en la isla de Naxos para protegerse de una pavorosa tormenta. Vuelta la calma, emprendieron el viaje sin Ariadna, al haber desaparecido tras dormirse en el bosque, extenuada por el cansancio. Dionisio, o Baco dios del vino, la rescató y le ofreció casamiento e inmortalidad.

En Atenas cundía la angustia por la tardanza y diariamente el anciano Egeo acudía a la orilla, esperando el retorno de su hijo. Cuando el barco apareció en el horizonte, traía las velas negras. El rey desesperado se suicidó arrojándose al mar, que desde entonces lleva su nombre. Teseo, abatido por la desaparición de Ariadna había olvidado izar el signo de su éxito, las velas blancas. Teseo fue elegido nuevo soberano, rigiendo los destinos atenienses por largos años, y casándose con Fedra (lo que originó nuevos dramas épicos).

Esta leyenda exhibe un torrente de enseñanzas sobre las cualidades y los defectos humanos. Destaca atributos como el altruismo y el valor de Teseo, o el amor y la inteligencia de Ariadna, junto a yerros como el abandono de Ariadna, el olvido de Teseo o la desesperación de Egeo. Las metáforas también son innumerables: un ideal con estrategia, la confianza en uno mismo, la superación del miedo a lo desconocido, la fe depositada por otra persona, la validez de un buen consejo, la salida por amor del laberinto, la descuidada gestión de la victoria,…

La Humanidad se ve reflejada en Teseo y Ariadna. Con amor, resolución y talento podemos superar al monstruo de la guerra (Minotauro), que reclama una continua matanza de víctimas inocentes. Sólo cuando la violencia desaparezca de nuestras vidas, saldremos del laberinto histórico de muerte y desolación. No desesperemos nunca, ni abandonemos nuestras convicciones, porque algún día, nosotros también, avistaremos las velas blancas de la paz.

Afronta la impronta


La emulación de patrones externos es un instinto básico de gran influencia social.


La impronta es un proceso biológico de aprendizaje, por el cual las crías se identifican con los adultos de su especie y aprenden de ellos, mediante observación e imitación, los distintos métodos de supervivencia, búsqueda de alimento y refugio, así como modelos de defensa, ataque, convivencia, apareamiento,...

Entre los años 1940 y 1950, el Premio Nobel austriaco Konrad Lorenz, fundador de la moderna Etología, describió cómo los patitos que nacieron en su jardín de Altenberg lo tomaron como “madre pata”, siguiéndolo a todas partes. Los ánades nacen con una "disposición" a considerar "madre" al animal o artilugio que se mueva de un modo concreto y a una determinada distancia. Esta “programación genética” desenlaza una serie de comportamientos que favorecen la protección de las crías al amparo de sus progenitores.

No sólo las aves, como gansos, patos y faisanes, desarrollan el fenómeno de la impronta. También se ha estudiado en diversas especies desde insectos a vertebrados. Los mamíferos también demuestran en sus primeras etapas vitales un apego y una preferencia permanente, por algo cercano que por lo común es su progenitor. De ahí que sea más fácil domesticar animales si desde cachorros han sido criados en casa, jugando un papel decisivo el olfato al resultar atraídos permanentemente por aromas similares a los primeros que percibieron.

Con la impronta el aprendiz discrimina lo familiar y seguro de lo desconocido y temible. Parece irreversible esa influencia que es difícil de modificar posteriormente. La conducta de impregnación o troquelado forma parte de la evolución ontogénica de todo individuo, animal o humano. La vinculación de la cría con la figura materna ocurre tras nacer a lo largo de una fase crítica de duración variable.

El período sensible de apego se prolonga más en las especies superiores. Mientras en los niños esta fuerte vinculación de arraigo dura hasta los tres años, las ovejas o cabras requieren apenas unos minutos tras el nacimiento para que la cría se acostumbre a su madre y mame, tiempo igual al que la nodriza necesita para mostrase sensible al olor del retoño, aceptándole y segregando leche.

Los estudios en primates y en bebés humanos demuestran el peligro del desarraigo maternal durante las primeras fases del desarrollo cerebral. La carencia o insuficiencia de relación emocional entre el recién nacido y sus progenitores (impronta filial), genera inhibición en el comportamiento, lagunas de afectividad y retrasos del progreso psíquico.

El fenómeno de la impresión causada por los adultos significativos desde la infancia, en sentido amplio, se extiende educativa, cultural y socialmente a lo largo de la vida de las personas, condicionando nuestro libre albedrío. Los patrones imperantes en la sociedad dejan huella indeleble en todos nosotros. Los talantes, las conductas, los modelos de los líderes marcan y se extienden por mecanismos de emulación. El efecto mundial del prototipo Kerry no es igual al impacto del arquetipo Bush.

Los personajes famosos, los políticos, los educadores, los progenitores, incluso todos los adultos haríamos bien en valorar las secuelas de nuestro ejemplo en los demás, especialmente en los menores. El poeta Longfellow señaló: “Ninguna acción, buena o mala, termina nunca, sino que deja en algún lugar su impronta, escrita como una bendición o como un maleficio por unos dedos ultraterrenales”. Recordemos que no sólo somos responsables de nuestros actos directos, sino también de imagen que proyectamos y de las pautas que inducimos en quienes confían en nosotros.

Mesa familiar

Homenaje a un elemento mágico que, a pesar de su sencillez, puede transformar el mundo reuniendo a las familias.

¿Qué hace falta para crear y mantener una familia? Mucho amor y pocas cosas. Basta cruzar los proyectos de futuro de una pareja y mantener la voluntad común de vivir juntos, criando y educando a los hijos en un hogar manteniendo una feliz unidad familiar.

Vivimos épocas materialistas en los que nos imponemos demasiadas condiciones previas antes de casarnos o tener familia. Parece que son obligatorios buenos sueldos estables, grandes casas totalmente equipadas y vehículos lujosos antes de que llegue el momento de ser padres. Incluso con todo ello, algunos siguen creyendo que lo principal es dedicar todo su tiempo a ganar mucho dinero para que no falten capricho alguno a los hijos, suponiendo que con ello se les garantiza una vida dichosa desde su nacimiento y que se les prepara para el futuro.

Sinceramente muchos creemos que una casa bien equipada sólo necesita para convertirse en un verdadero hogar mucho cariño y un mobiliario básico. Quizá el mueble esencial sea la mesa donde la familia se junta, come y dialoga, especialmente mientras los descendientes crecen. Para construir una invulnerable familia basta una mesa que, aunque no sea de roble, agrupe diariamente a toda la familia para alimentarse con comida material y espiritual.

Alrededor de la mesa familiar se produce la transmisión de valores entre padres e hijos. Allí se celebran fiestas, se dialoga, se argumenta, se aprende, se reprende y se disfruta del tesoro del apoyo familiar en miles de desayunos, comidas, meriendas y cenas. Todos reunidos, escuchando y hablando por turnos de lo ocurrido en cada jornada, los niños se preparan con historias, ideas y valores compartidos antes de adentrarse en los diversos escenarios del mundo exterior.

Todos deben contar sus experiencias y comunicar sus alegrías y sus problemas. En la mesa y en la sobremesa se buscan y se encuentran las ayudas para sobrellevar las cargas de los demás, porque todos podemos colaborar aunque sólo sea acompañando, y porque todos necesitamos hablar y que nos escuchen. Nada es más educador y fecundo para una familia que alcanzar un ambiente de confianza mutua, congregándose a menudo en la mesa y conversando en broma y en serio de todo lo que preocupa a cada miembro de la casa.

El grado de ocupación de la mesa común es un buen indicador de la armonía familiar. Conviene que los días laborables sea lugar de estudio de todos los hijos tras la merienda, mejor que por separado en los cuartos, y sitio de juegos durante el fin de semana, siempre bajo la supervisión paterna y materna, o mejor aún, con la participación y colaboración directa de los progenitores en las actividades de trabajo o lúdicas, incluso para ver la televisión en familia y comentar los programas.

A medida que los niños crecen la mesa se encoge, la familia se apiña. Luego llega el tiempo en que por razones de estudio o de trabajo el quórum no se alcanza, porque los hijos van emancipándose o ya faltan los abuelos. La mesa, rectangular o redonda, sólo concentra a toda la prole y a sus parejas en ocasiones contadas. Pero allí queda, rodeando la vieja mesa un halo del lazo familiar, porque en su centro hemos depositado nuestras vidas abrazadas en común y también nuestros sueños personales y familiares, unos cumplidos y otros sólo en promesa… de mesa.

Los cuatro protocolos

Un sabio adagio popular dice: "En ciertas circunstancias, es mejor hacerse el muerto". Pero sin exagerar.

Se afirma frecuentemente que todo animal, frente a situaciones de peligro tiene solamente dos opciones, luchar o huir, olvidando una tercera respuesta posible: Hacerse el muerto. Muchas especies como los insectos y algunos vertebrados como los sapos, zorros y zarigüeyas, cuando se sienten amenazadas por un peligro grave y no tienen ninguna posibilidad de solución activa, sea ésta la fuga o el enfrentamiento, encuentran que la única reacción posible es hacerse el muerto, lo que permite ser ignorado por el atacante y sobrevivir.

Las respuestas fisiológicas que desencadenamos instintivamente los seres humanos son las mismas que desataban nuestros primitivos antepasados. Pero, a lo largo de la historia de la humanidad, se ha desarrollado un cuarto protocolo: Dialogar y negociar para pactar un acuerdo que evite la victoria de uno sobre otro, lo que sólo aseguraría demorar futuras peleas de revancha del perdedor.

La cuádrupla opción humana huida- lucha- hacerse el muerto- diálogo debería ser analizada en toda ocasión. Seguramente la acción más habitual y acertada sea el escape, previendo y evitando situaciones conflictivas. También es frecuente, aunque no siempre consciente, la reacción de inmovilidad y mimetismo con el entorno para tratar de pasar inadvertidos. Esta estrategia, que ejemplifican a la perfección las ratas almizcleras marsupiales, la adoptamos muchos que preferimos un perfil público bajo para ser actores secundarios en historias anónimas. "Hacerse el muerto" es una vieja treta vital muy practicada en situaciones desesperadas por las zarigüeyas y que los homínidos aprendimos quizá flotando “a lo muerto” en el agua o en las cruentas batallas aparentando ser ya cadáveres.

La táctica defensiva de “hacerse el muerto” no debe ser exagerada hasta el punto de hurtase el gozo de vivir, sólo para no afrontar el dolor de una existencia real plagada de dichas que se alternan con desventuras. Sin abusar demasiado de “hacernos el vivo” y de “cargar con el muerto” a otros, huyamos de la actitud de mantenernos “más muertos que vivos”, aunque estemos "muertos de frío, hambre y de sed” y no tengamos siquiera “dónde caernos muertos”.

Recordemos que siempre podemos perseverar y dialogar, si mantenemos un animoso optimismo. No existirán “horas muertas”, si dejamos “el punto muerto” y engranamos las velocidades de una vitalidad decidida compartiendo nuestras tristezas y alegrías. Así pronto experimentaremos ocasiones risueñas e incluso algunas de estar “muertos de risa”.

Anónimos acólitos

El anonimato nos convierte a todos en afónicos, atónitos y agónicos seres que sólo recuperamos la humanidad con nuestro nombre propio.

El anonimato es una prueba determinante que mide el carácter verdadero de las personas. Cuando nos sentimos seres sin rostro ni nombre, resulta más fácil comportarnos como nunca lo haríamos entre nuestros conocidos. Ocultos al volante de un coche podemos actuar como salvajes o podemos contestar intempestivamente tras un teléfono cuando recibimos una llamada equivocada. La grandeza de un corazón se aprecia realmente cuando siempre, aún desde el completo anonimato, actúa educada y generosamente.

A casi todos nosotros, el sentirnos reconocidos y perfectamente identificables, nos aporta altas dosis de juicio y responsabilidad. No se trata únicamente de poder rehuir la culpa o el castigo, sino que el mantenimiento de nuestro buen nombre personal y familiar nos impone unos patrones de conducta irreprochablemente éticos e intachablemente ejemplares.

Los uniformes, por el contrario, pueden coadyuvar a sepultar o diluir la individualidad y la consiguiente responsabilidad personal. Una guerrera, una placa o una bata, si no se acompañan de una identificación fácilmente recordable pueden ser el preludio de un trato impersonal, ejercido desde la supuesta superioridad de quien autoritariamente no se identifica ante aquel a quien debe servir.

Las instituciones y los poderes públicos harían bien en identificar nominalmente a todas las autoridades y agentes que tratan con la ciudadanía, desde los funcionarios civiles hasta los policías, desde cada educador hasta cada sanitario, desde cada barrendero hasta cada concejal. Las empresas igualmente se asegurarían una mejor relación con los clientes y proveedores, si cada empleado portase una identificación, desde los camareros hasta los jefes de ventas.

Toda la convivencia experimentaría una profunda mejoría si llevásemos prendida a nuestra chaqueta una etiqueta con nuestro nombre y apellido. Incluso los hábitos de conducción mejorarían sustancialmente si los conductores llevasen su nombre impreso en las matrículas de los vehículos. Llevar el apellido expuesto a la vista de los demás contribuye a un reconocimiento más directo y eficaz de nuestras acciones, promoviendo actuaciones sensatas, voluntariosas y amables de esas buenas personas que somos cuando actuamos a cara descubierta y en nombre propio.

Estatuto disecado

Algunos prefieren un estático Estatuto de Gernika marchito antes que adaptarlo a los deseos ciudadanos.

La reciente polémica sobre la celebración del vigésimo quinto aniversario del Estatuto Vasco, recuerda aquel antiguo chiste de un veterinario que también era taxidermista. En su consulta mantenía un letrero donde se leía: “De una u otra forma, le devolveremos su mascota”.

El Estatuto de Gernika cumple el 25 de octubre su primer cuarto de siglo, tras su reiterado incumplimiento por parte de los sucesivos gobiernos de UCD, PSOE y de PP. Una vida de 25 años, en una norma reguladora del actual marco jurídico-político de la Comunidad Autónoma Vasca bien merece una revisión de su vigencia en un nuevo escenario europeo y mundial. Especialmente porque nació en la procelosa época de la Transición tras una larga dictadura de Franco y con “poderes fácticos militares” muy reales como se demostró el 23-F de 1981.
Aquel compromiso de base, que se pactó en "una situación de graves emergencias en todos los órdenes" y para "evitar un riesgo de involución", fue interpretado tras la intentona golpista de forma de “forma muy restrictiva" por todos los poderes centralistas del Estado. Incluso tras cumplirse dos décadas y media sigue aún sin alcanzarse la transferencia de importantes competencias previstas.

No sorprende que quienes votaron en contra como el PP (entonces Alianza Popular) y otros como el PSOE que no lo han cumplido, desean su momificación como una reliquia que detenga el paso del tiempo. Afortunadamente, desde la presente Legislatura, el Lehendakari vasco lidera una propuesta de “Nuevo Estatuto Político de Euskadi” desde un gobierno tripartito con muy favorables expectativas electorales. Tras un extenso debate parlamentario y social, que dura ya más de dos años, esta propuesta conocida públicamente como “Plan Ibarretxe” está destinada a ser planteada como clave plebiscitaria en la próxima convocatoria autonómica de la primavera de 2005.

Afortunadamente somos mayoría quienes en la sociedad vasca preferimos adaptarnos dinámica y demócratamente a un mundo en evolución, donde se respeten todos los derechos humanos individuales y colectivos, donde se alcance la pacificación y normalización política, y donde la naturaleza no se diseque sino que se admire cuando vive en plena libertad.

Los libros son espejos: mirándonos en ellos, descubrimos quiénes somos


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“La sabiduría no está en los hombres canos, sino en los libros viejos” Fray Antonio de Guervara

“Los mejores libros son aquellos cuyos lectores creen que también ellos pudieron haberlos escrito” Blaise Pascal

“Todos los libros pueden dividirse en dos clases: libros del momento y libros de todo momento” John Ruskin

“Para un auténtico escritor, cada libro debería ser un nuevo comienzo en el que él intenta algo que está más allá de su alcance” Ernest Hemingway

“Todo el mundo conocido, excepto sólo los países salvajes, está gobernado por los libros” François - Marie Arouet
Voltaire

“Es supersticiosa y vana la costumbre de buscar sentido en los libros, equiparable a buscarlo en los sueños o en las líneas caóticas de las manos” Jorge Luis Borges

Niños contra la guerra

En un belicoso mundo de adultos, donde se presenta la guerra como un inevitable videojuego para los vencedores, el mejor argumento por la paz proviene de la inteligencia infantil desde el candor de sus diarios.

Parece imposible que hayan sido los niños quienes han escrito los mejores alegatos contra la guerra. Con sólo un lápiz y unas cuartillas, respaldados por el poder la palabra, algunas de sus composiciones infantiles en forma de cuadernos constituyen los ensayos pacifistas más memorables.

Probablemente, el más representativo de los fascinantes documentos históricos basados en relatos cotidianos de seres maravillosos que vivieron épocas y situaciones que nunca deberían ser olvidadas por la Humanidad sea el sublime “Diario de Ana Frank” (ver íntegramente en bitacoradefarrio.webcindario.com), la niña de 14 años que no llegó a crecer.
El 3 de mayo de 1944, Ana escribía a su amiga Kitty: “Primero, las noticias de la semana. La política está de asueto: nada, absolutamente nada que señalar. ¿De qué sirve esta guerra? ¿Por qué los hombres no pueden vivir en paz? ¿Por qué esta devastación?... ¿Por qué se gasta cada día millones en la guerra y no hay un céntimo disponible para le medicina, los artistas y los pobres? ¿Por qué hay hombres que sufren hambre, mientras que en otras partes del mundo los alimentos se pudren en el lugar porque sobran? ¡Oh! ¿Por qué los hombres han enloquecido así? Jamás creeré que únicamente los hombres poderosos, los gobernantes y los capitalistas sean responsables de la guerra. No. El hombre de la calle se alegra también mucho en hacerla. Si no, los pueblos hace rato que se habrían rebelado”.

Recientemente se ha descubierto otro caso similar, el de Helga Deen, una holandesa adolescente judía también exterminada en el Holocausto nazi. El diario que escribió Helga antes de perecer refleja, con mayor brevedad pero superior calidad prosística derivada de sus 18 años, la misma desesperación que Ana provocada por aquella indescriptible tragedia que aconteció en el centro de Europa hace sólo 60 años.

Helga, en su libreta colegial de química de 20 páginas escasas y en cinco cartas dirigidas a su novio Kees van den Berg, nos narra allá por junio de 1943, estando ya encerrada en un barracón: "Cariño, hasta ahora no hay mayores problemas. Ocupo una litera de tres pisos y, desde la ventana, veo árboles, pájaros, el cielo azul y alguna nube. Qué desesperación. Todo es horrible. Las crisis de histeria a mi alrededor, la falta de disciplina... Y el ruido”. El 2 de julio, antes de ser deportada a Sobibor para su asesinato, anotó: "Todos los días vemos la libertad tras el alambre de espino que nos encierra".

Ambos diarios no son los únicos testimonios íntimos, a la vez que universales, de la desolación en las guerras. Inolvidables, y dignos de ser releídos, son también “Un saco de canicas” de Joseph Joffo, sobre las aventuras que vive junto a un hermano, con 10 y 12 años, para escapar de los nazis en Paris y reunirse con sus hermanos mayores en la zona libre de Francia, y “El diario de Zlata”, que empezó a escribir septiembre de 1991, poco antes de cumplir 11 años. Su autora, Zlata Filipovic, describe con gran emotividad la vida en la Sarajevo desangrada de hace apenas una década. Ambas obras resultan imperecederas declaraciones pacifistas, siendo la primera más una memoria autobiográfica que enraíza con la divertida novela picaresca y la segunda un diario de una niña croata que había leído a Ana y que se encuentra prisionera en su propia casa, sin agua, gas ni electricidad. La conclusión de todos estos muchachos, la resume Zlata: “Nosotros [los niños] seguro que no habríamos escogido la guerra".

Existen muchas iniciativas pedagógicas y metodologías didácticas de “niños contra la guerra”. Desde la escuela, con una educación en valores éticos y en defensa de los derechos humanos de todas las personas, se puede transformar el mundo. Las guerras acabarán cuando los escolares crezcan sin renunciar a su idealismo utópico, según el cual “no merece la pena escoger la guerra, porque no conviene ni a los niños ni a los hombres de la calle”, como nos contaron Ana, Helga, Joseph y Zlata.