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El mejor don de los progenitores...

Los padres pueden regalar muchas cosas a sus hijos. Gustan de donarles todo lo que tienen, todo lo que pueden. A veces, se esfuerzan en lograr lo que no les alcanza, sólo para entregárselo a su prole. En esa búsqueda, a veces se olvidan que lo que todos los niños quieren es... tiempo paterno, de estar con ellos, de escucharles, de hablarles,.. En la bella y emotiva película autobiográfica "La pesadilla de Susi" (An American rhapsody), basada en la historia real de su directora Éva Gárdos. En la Hungría de la posguerra, unos padres deben escapar de su patria, y en la huida no logran reunirse con su hija pequeña. Ella queda al cuidado de un matrimonio de labriegos que la cuidan durante seis años como si fuese su hija, y le dedican toda su existencia. Finalmente, los padres logran reunir en Estados Unidos a toda la familia, ofreciendo a Susi (Scarlett Johansson) un futuro mucho mejor. Aunque padres biológicos y adoptivos conocen su papel y valoran la labor mutua, la niña nunca olvidará haber sido la estrella en su modesta y feliz infancia rural, en torno de la cual vivieron y se volcaron sus primeros padres, unos pobres campesinos que la hicieron ser como luego pudo ser con el apoyo de ambas familias.

Quotr: Una web 2.0 de citas personales

Vía Loog(ic) descubrimos Quotr, una aplicación desarrollada por Carlos Luna que permite que los usuarios puedan subir sus frases preferidas. Incluimos algunas de las nuestras inéditas:
  • A la minoría que nunca existió.
  • Creo en la física, en la lírica y en la mística.
  • De niño me llamaban refitolero.
  • El futuro es más urgente que mañana.
  • Esa sensación final de aflojamiento de la dentadura.
  • Huye de la posada del pasado y del repente del presente; busca el fruto del futuro.
  • Inteligencia activa y actuación creativa para un nuevo mundo excelente, comunicado y ético.
  • La educación es un asunto demasiado serio para dejarla exclusivamente en manos de los profesores.
  • La paternidad es una realidad irreversible.
  • La vida debe ser afrontada con espíritu de gambito: Ya lo decía Helenio Herrera, se juega mejor con 10 que con 11 futbolistas.
  • La vida es un gambito de rey, debemos comenzar con el sacrificio del trabajo y del esfuerzo, poniendo en riesgo cierto pero calculado nuestra misma existencia, a fin de obtener una ventaja posicional frente a adversarios conservadores.
  • Las citas son un vano intento de aprehender todo el saber humano.
  • Lo más importante en un coche es el volante, pero el volante de inercia: logra que en un motor de 4 tiempos, haya 3 tiempos inertes pero necesarios.
  • Los hijos no son como nosotros, pero hay algo de nosotros en ellos.
  • Mis hijos no descienden de ningún ilustre linaje, sino que ascienden de una noble familia de carniceros.
  • No puede haber patrones de belleza: La única fuente de belleza es la singularidad.
  • Talento y talante; aptitud y actitud; creo que creo.
  • Toda mutación se prepara desde la diversidad y se realiza con el ejercicio de la libertad.
  • Un hijo es una esponja de tiempo paterno.
  • Valiente no es el que sabe matar por una idea; valiente es el que sabe vivir y morir por defender esa idea.
  • Vivamos la vida con la intensidad de una libélula y la perspectiva de una tortuga.
  • Vivimos una época de masas, mesas, misas y mozas, no hay tiempo para las musas.
  • Familias centrifugadas

    ¿Qué está pasando con la familia actual? Parece que aceptamos todos como inevitable que la familia de hoy se encuentre lo más dispersa posible por supuestas ventajas de la modernidad. Muchos conocidos te cuentan la misma historia: El niño estudiando inglés en un remoto campamento, la chica en el extranjero, el hijo mayor de veraneo con los abuelos por la cuadrilla, la madre de vacaciones adelantadas, el padre trabajando,… y el perro en un hotel de animales abandonados.

    El mismo espacio del hogar se ha desperdigado. Antes estudiábamos con los libros sobre una simple tabla de madera, puesta entre los brazos de un sillón, o todos los hermanos en la misma mesa de la cocina, oyendo la misma emisora y con máximo provecho. Hoy día, cada nene o nena necesita “su” cuarto, con un equipamiento integral de oficina: dos mesas, una para el ordenador con red e Internet, sillón giratorio, sofá, biblioteca personal, equipo de música, televisión y vídeo, cama propia y supletoria para invitar a los amigos,… y todo para encerrarse y no estudiar casi nada. Los críticos días previos a los exámenes deben acudir a una biblioteca pública, con los amigos, para concentrarse. Las luces de lectura en la cabecera les sirven para estudiar a fondo… los catálogos de motos o la convocatoria del siguiente festejo. El equipo informática adquirido para conectase a la “sociedad de la información” se limita a consola de juego o de chateo, y para “bajar” música estruendosa, que constantemente atruena por los auriculares soldados a las orejas que les aísla del ruido familiar. Incluso se organizan los turnos de comida y cena, para no encontrarse y poder elegir cada miembro familiar su programa televisivo favorito.

    Toda esta anorexia familiar surge y proviene de múltiples frentes públicos y privados, pero solamente como personas conscientes podremos superar esta grave anemia hogareña. No se sabe si fue antes la gallina o el huevo, la “sociedad desfamiliarizada” o la “familia desintegrada” que estamos aceptando y construyendo. Exigimos más plazas de guardería y más extensos programas escolares, para que los niños desde un mes de edad estén poco en casa; más mediatecas y cibertecas públicas para que los jóvenes se larguen de casa; ayudas para las mujeres trabajadoras para que las madres no aparezcan por casa; más plazas para jubilados en residencias o centros de día para que los jubilados no molesten en casa; más empleo juvenil para que los jóvenes escapen de casa; y más policía para vigilar las casas vacías. Si es así, ¿para qué pedimos nuevos pisos? ¿Moradas que son hogares sin fuego, ni hijos, ni padres, ni abuelos? ¿Viviendas sin vida?

    La responsabilidad recae en nosotros los adultos, los padres y madres que podemos decidir el modelo de familia. Como se dice y es obvio, no hay niños ilegítimos; sólo padres ilegítimos. La tarea de elegir el modelo familiar no corresponde ni a los hijos, que sólo conocen el patrón que se les presenta, ni a los abuelos, que vivieron otros tipos de familias. ¿Conocen esos globos-salchicha de moda con los que juegan los niños, que se inflan, se sueltan y viajan por el cielo un buen rato hasta caer al suelo tras agotar su aire contenido? Parecen una imagen de algunas familias recientes. El crío juega con el globo-familia, que le entretiene fugazmente, y luego le defrauda. Esperemos que quizá, mientras sube y vuela, el globo-familia también llore al ver que se le escapa el niño. Otro día hablaremos de los padres descarriados, que sufren el “estrés de la paternidad”, y que demuestran realmente que sólo algunos progenitores dominan el arte de educar mal a los hijos. Basta del cinismo imperante que afirma que “la más feliz vida de familia es la de un viudo sin hijos” y de quienes defienden “las familias numerosas, en las que toda mujer debería tener al menos tres maridos”.

    El Talmud dice que “la sociedad y la familia se parecen al arco de un palacio: quitas una piedra y todo se derrumba”, y para Baudelaire "la patria es la infancia". Hemos de recuperar una familia que siga siendo el deux ex machina de la humanidad, con formatos renovados sí, pero más familia que nunca. Los padres hemos de seguir contando nuestros sueños a los hijos, que son esponjas inagotables de tiempo paterno. La más antigua de todas las sociedades y la única natural es la familia. Sólo los padres auténticos saben lanzar a sus hijos al aire y recogerlos luego. Ésta es la mejor prueba de la paternidad. Un hijo genuino es el que puede presumir: “¡Nosotros también tenemos padre! ¿Qué creías, que éramos pobres?” Recordemos que con el dinero se puede edificar una mansión espléndida, pero nunca fundar una familia dichosa.