Centralismos y Constituciones

Una acertada Política de Estado se centraría más en estrategias europeístas y menos en tácticas antivascas.

¡No hay derecho a que por falta de visión del conjunto, por defender los intereses de una parte mínima se ponga en peligro la convivencia de millones de personas que desean un futuro compartido en paz y en armonía! La política de corto alcance, la falta de perspectiva histórica, el enfoque reducido de lo autóctono como ombligo del mundo y la intransigencia tozuda pueden hacer peligrar en este siglo XXI una Constitución que es la esperanza y el orgullo de una identidad común forjada a lo largo de siglos por generaciones de ciudadanos y pueblos de todo un… continente.

Nos referimos, obviamente, a la obcecación e incongruencia de Aznar respecto a la nueva Constitución Europea. Nuevamente, porque ya se equivocó hace 25 años rechazando otra Constitución que ahora defiende a capa y espada, su doble lastre de pasado reaccionario y análisis patriotero le ciega ante el inexorable avance de la Historia.

Centralismos: El “hombrecillo” de Estado patalea ante sus mayores como un Ibarra cualquiera para mantener su menguante poder y sus fondos de solidaridad, que niega a otros países del Este. El defensor a ultranza de un centralismo caduco con epicentro en Madrid protesta ante un eje Berlín-Paris. El cegato de la España radial se enoja con una Europa de las Regiones en red. El nostálgico del imperio… norteamericano pone zancadillas a una imparable Unión Europea.

Constituciones: La nueva Constitución Europea debe ser el objeto de debate, más que la cortesana reverencia a la inmutabilidad de la Constitución de 1978, nacida en una “democracia vigilada” por un poder militar cuyo golpismo quedó probado el 23F de 1981. La Constitución española necesita más que retoques, ante las nuevas realidades del siglo XXI, incluidos los nacionalismos internos de irresistible y creciente vigencia (Euskadi, Catalunya,…), el rol aminorado de los Estados y el nuevo panorama continental europeo en su múltiple dimensión política, social y económica.

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