Con quién

A veces, a algunos, nos cuesta años descubrir lo más obvio.

Durante años y décadas, muchos hemos actuado movidos por preguntas-motores que nos atormentaban y nos agobiaban, tales como qué, para qué, por qué, por cuánto, a cambio de qué, dónde, cómo, cuándo, desde y hasta cuándo, y luego qué,… Incluso hay quien se motiva con razones como contra quién, según quién, tras quién, entre quiénes, sin quién,…

De pronto, cuando se han desgastado esas cuestiones ociosas a las que atribuíamos tanta importancia, sólo resta la gran interrogación final: ¿Con quién? Respondida esa clave última, todas las demás incógnitas quedan despejadas: ¿Hacer qué? El bien. ¿Para qué? Para ser felices. ¿Por qué? Porque es mejor así. ¿Por cuánto? Por mucho, porque sólo tenemos una vida que dar. ¿A cambio de qué? A cambio de amor, que lo es todo. ¿Dónde? En todas partes. ¿Cómo? Haciendo felices a los demás. ¿Cuándo? En todo tiempo y desde ahora mismo. ¿Desde y hasta cuándo? Mientras podamos. ¿Y luego qué? Luego será… más de lo mismo.

¿Con quién? Ésa es la solución. El proverbio proclama: Dime con quién andas y te diré quién eres. Sacha Guitry señalaba “¡Por fin voy a vivir solo! Y, enseguida, me pregunto con quién”. Y nuestros hijos se preocupaban por nosotros, viendo la felicidad de una familia unida: “Aita, ama, cuando nosotros seamos mayores, ¿con quién jugaréis vosotros?”. Les contestábamos: “Con nuestros nietos que serán vuestros hijos”. ¡Feliz Navidad!

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