Historias del tatarabuelo Ezequiel contadas a sus tataranietos

Historias del tatarabuelo contadas a sus tataranietos
Desde que nació nuestro primer nieto en 2010, su existencia desata en sus abuelos un cúmulo de recuerdos de nuestros antepasados que son sus ancestros. A medida que han venido al mundo otros nietos, ya son tres, las anécdotas tan verídicas como recreadas, se van acumulando. 

Estos días de vacaciones estivales con los tres nietos es un momento impagable para que al aitxitxe (abuelo) me pidan, una y otra vez, que les cuente -exactamente como siempre, palabra a palabra-, cómo era su tatarabuelo Ezequiel Aguirregabiria Usabiaga.

El gigantesco tatarabuelo Ezequiel ocupaba siempre dos banquetas para sentarse, su chaqueta o kaiku vasco era enorme,... También era célebre cuando compró kilos y kilos de carne de ballena que llegó al Mercado de la Rivera y, tras probarla solamente él, hizo que la tirasen a la basura sin que nadie más pudiera catarla,...

La historia que más les gusta era la de cómo su tatarabuelo Ezequiel nos llevaba a todos sus nietos varones y mayores (Jesús Jaime, Juan Mari, José Miguel -yo, Mikel-, Juan Andrés, Francisco Javier, Iñigo,... de paseo todos los domingos. El inmejorable programa de aquellas mañanas de principios de los años '60  siempre era el mismo:
Al concluir la hora, ¿o eran treinta minutos?, el aitite Ezequiel, mi abuelo y el tatarabuelo de mis nietos, bebía el último trago de su cerveza, se ponía despaciosamente la boina), se la ajustaba y... levantaba el dedo índice, bajándolo de golpe al tiempo que nos convocaba:
- ¡¡¡ Todoooos,... aquííííííí  !!!

Esto les hace mucha gracia a mis nietos, porque ya entienden que yo no he heredado el poder de convocatoria de mi aitite Ezequiel cuando les llamo y les pido que se reúnan conmigo para recogernos en casa.
Como ya nos sabíamos el protocolo, estábamos atentos para acudir sin perder un segundo a su vera, devolver triciclos y bicicletas y de la mano volver de la mano con él a nuestra casa común, la del aitite, en la calle Cruz, número 6, cuarto piso. Por cierto, un piso célebre porque en él había nacido en 1904 el primer Lehendakari José Antonio Agirre Lekube.

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