Afortunadamente ya ha comenzado la vacunación masiva contra la COVID. Un esfuerzo titánico de investigación mundial de la medicina y la ciencia contra un virus que ha matado unos dos millones de personas y dejado secuelas en otros muchos de millones más. Es un rayo de esperanza contra una maldición que ha asolado nuestras vidas en este luctuoso año 2020.
Esta alegría que se va materializando, se tiñe de espanto por la incultura que existe y que se propaga incluso por sistemas de comunicación, muchos bajo supuesta supervisión periodística. Son notables los casos de, perdónenme, idiotas preguntando idioteces a otros idiotas, contabilizando sus estúpidas respuestas y enloqueciendo al suponer que de semejante basura puede surgir algo que no sea pura inmundicia.
Me refiero a esa desatinada moda de ir preguntando a la gente por la calle si se va a vacunar o no. Y revolviendo la ensalada de datos para no llegar a ninguna conclusión acertada que no sea que es un disparate de estadística, sin otro fin que vender encuestas o periódicos y aturullar a los ya ofuscados. Lo siguiente será consultar sobre si van a ir al médico en caso de ponerse enfermos, o si creen que es verdad la teoría general de la relatividad, para luego escandalizarse de la vacuidad de la chusma.
¿A qué majadero se le ha ocurrido que puede ser de algún interés confundir a la gente sobre una falsa neutralidad en temas científicos, para luego preguntar si se van a vacunar o no?
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