Quizá estas licencias, las de decir en alto exactamente lo que se piensa y se comparte en privado, es algo reservado a los genios, los ancianos, los famosos, los locos o los niños (o los bloggers de políRica ;-). Clint Eastwood es suficientemente independiente para opinar como mejor le parece (y sin duda se advierte que como más le conviene a un multimillonario como él).
En Estados Unidos hay cosas que van bien y otras no tanto, como en Europa, pero aún se pueden escuchar críticas abiertas a la clase política (y no sólo desde la perspectiva más neoliberal). Tampoco es nuevo que el mundo del cine intervenga en las campañas electorales (desde los diferentes ángulos).
Lo envidiable es que los distintos sectores sociales (cultura, educación, sanidad, economía,...) apelen y argumenten sobre política ante quienes votarán con argumentos adicionales a los contados eslóganes que se predicarán insistente y reiteradamente desde la partitocracia galopante, reduciendo el discurso de la alta política. Todo ello, aprovechando el analfabetismo político del pueblo, al que se distrae con deportes, informaciones irrelevantes de chismes y polítiqueos de bajo nivel.