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¿Por qué? ¿Por qué? La gran pregunta infantil que no debemos olvidar
Síndrome de Laura (4/4 Peter Pan, Wendy y Simon )
El Síndrome de LAURA se corresponde en mujeres al Síndrome de SIMON en hombres, pero con características diferenciales. LAURA es un acrónimo que resume Liberada, Autónoma, Universitaria, que Racionaliza el Amor.
Valoran la Libertad y la Liberación, huyendo del compromiso, sin apego a un hombre para asegurarse la independiente. Buscan la Autonomía para que que nadie las controle, expresado autosuficiencia. Eligen vivir solas, para sólo ellas decidan sobre qué hacer o no, para que nadie les impide disfrutar de sus emociones.
Con alta cualificación Universitaria y prestigio profesional, llegan a Racionalizar el Amor, eligiendo la soltería y sin compromisos amorosos o de pareja. Algo que desvirtúa la componente emocional de toda relación humana significativa. El Amor es propio, amor a sí mismas, de manera que piensan en ellas y en nadie más. Prefieren que el mundo gire a su alrededor, eligiendo sus placeres y sin necesitar de un hombre en especial para obtener y disfrutar con sus emociones.
Valoran la Libertad y la Liberación, huyendo del compromiso, sin apego a un hombre para asegurarse la independiente. Buscan la Autonomía para que que nadie las controle, expresado autosuficiencia. Eligen vivir solas, para sólo ellas decidan sobre qué hacer o no, para que nadie les impide disfrutar de sus emociones.
Con alta cualificación Universitaria y prestigio profesional, llegan a Racionalizar el Amor, eligiendo la soltería y sin compromisos amorosos o de pareja. Algo que desvirtúa la componente emocional de toda relación humana significativa. El Amor es propio, amor a sí mismas, de manera que piensan en ellas y en nadie más. Prefieren que el mundo gire a su alrededor, eligiendo sus placeres y sin necesitar de un hombre en especial para obtener y disfrutar con sus emociones.
Puede el Síndrome de Laura parecer un espejo del Síndrome de Simón, porque son personalidades coetáneas. Pero ser una Laura no es divertido como ser un Simón, aunque es sicológicamente es mucho más sana esta personalidad. Las mujeres suelen ser más inteligentes y piensan más en lo que hacen. Las causas de dichos síndromes suelen ser debidas a que en su infancia nunca fueron corregidas por sus padres ("Síndrome de la Emperatriz"). Pero toda esta fachada demuestra que dentro de todo hay seres bastante indefensos en los Simón y en las Laura.
Síndrome de Simón (3/4 Peter Pan, Wendy y Laura)
El Síndrome de Simón, una variante del Síndrome de Peter Pan – del cual ya hablamos- se refiere a hombres (menos frecuente en mujeres) de 25 a 40 años aproximadamente, solteros o separados que pasan por solteros; extremadamente individualistas, inmaduros sentimentalmente – ya que solo quieren divertirse y jugar como un donjuán- que salen y entran.
En realidad, no busca una mujer, sino que se busca a sí mismo.
Un Síndrome SIMON, a menudo en su infancia, ha sido un Síndrome Emperador (véase el post anterior sobre niños caprichosos y hasta autoritarios con sus padres). Está obsesionado con el éxito –quiere triunfar, alcanzar una cota profesional lo más alta posible y es capaz de sacrificarlo casi todo y a casi todos por esta subida de peldaños en su trabajo. Y, por último, es un gran narcisista que se mira continuamente en el espejo.
A estas alturas, todas las lectoras ya se estarán diciendo ¡qué casualidad, creo que conozco a Simón yo también! ¿cómo puede ser?
Los “SIMON” es un acrónimo con cinco patrones de conducta.
Soltero. Para muchos la soltería es algo que a medida que pasa el tiempo, se revaloriza con lo cual comienza a tomar un valor erróneo de libertad y se quiere mantener a toda costa, cuando realmente es más libre aquella persona que tiene la capacidad de comprometerse. Perder la soltería por un amor fuerte, sólido, atrayente, sugestivo, indica vida, fuerza y capacidad de arriesgarse. Pero un SIMON demuestra incluso con pánico al compromiso.
Inmaduro. Los sentimientos son estados de ánimo positivos o negativos, de los cuales nace la afectividad. Uno de los principales sentimientos es el amor, con todo sus matices: amar, desear, querer, sentirse atraído, tener en la cabeza, necesitar, estar todo el día pensando en alguien,…
Tener madurez sentimental significa ser capaz de dar y recibir amor, la posibilidad de descubrir a otra persona a la que darse por entero y elaborar un proyecto común.
Para enamorarse hay que tener admiración y sentir una fuerte atracción por el otro, no entender tu vida sin esa persona como parte fundamental de tu proyecto vital.
Sin embargo, en el Síndrome de Simón nos encontramos con una persona que puede tener una adecuada madurez profesional ya que ama su trabajo pero carece de madurez afectiva porque: no sabe expresar sentimientos, ni que el amor es un trabajo de labrárselo diariamente, desconoce que los sentimientos hay que tratarlos con delicadeza, porque si no se pueden volatilizar. El inmaduro no sabe dar ni recibir amor pero, especialmente, no sabe cómo mantenerlo.
Y, debajo de todo ello, subyace el terror al compromiso con otra persona.
Materialista. La sociedad actual ha ido fabricando cada vez más hombres inmaduros –pero no mujeres–, viven centrados en sus trabajos, sus amigos, diversiones, algo de cultura y poco más. La mujer busca un amor, al contrario,verdadero, auténtico, pero se ha producido en los últimos años un aumento de la inmadurez sentimental en el hombre, divertida, juguetona, banal,… Busca el mejor coche, el mejor móvil,... y lo mismo en sus parejas temporales.
Materialista. La sociedad actual ha ido fabricando cada vez más hombres inmaduros –pero no mujeres–, viven centrados en sus trabajos, sus amigos, diversiones, algo de cultura y poco más. La mujer busca un amor, al contrario,verdadero, auténtico, pero se ha producido en los últimos años un aumento de la inmadurez sentimental en el hombre, divertida, juguetona, banal,… Busca el mejor coche, el mejor móvil,... y lo mismo en sus parejas temporales.
Obsesionado con el poder, el éxito. Su prioridad consiste en encontrar una posición económica adecuada. Y sacrificarlo todo por ello.
Hay otro factor escondido tras esto, que es el culto al cuerpo. Es algo que provoca en muchos casos una cierta dismorfofobia.
En este caso, sin embargo, el hecho de gozar de un cierto nivel económico hace que estos “defectos corporales”- reales o percibidos- pasen de forma habitual por intervenciones quirúrgicas, muchas de las cuales son innecesarias.
Narcisista. El narciso es una planta exótica que crece en la cercanía de los lagos y se inclina como si se mirara en el espejo que el agua ofrece. Plotino habló del mito del narciso: cuidar tanto la fachada, la portada o la apariencia lleva a producir una idolatría de lo exterior
El mito griego dice que Narciso era un joven tan bello que se ahogó intentando capturar su propio reflejo, y los dioses lo convirtieron en flor. Del mismo modo, los hombres que padecen el Síndrome de Simón tienen una autoestima tan grande que asfixian a cualquier persona de su entorno.
Les encanta que los adulen, escucharse a sí mismos y ser el centro de atención. Necesitan dar siempre una buena impresión y por ello el culto al cuerpo es una de sus prioridades; para tener un mayor reconocimiento por parte de su entorno Tienen un gran complejo de superioridad que los hacen arrogantes con los demás.
Si empieza a desencantarse de encontrar a un hombre que no sea un Simon, no tema; aún nos faltan un par de preguntas.
¿Un Simón nace o se hace?
Las causas suelen ser debidas a que en su infancia nunca fueron corregidos por sus padre sino que, por el contrario, fueron mimados. Pero toda esta fachada lo que nos demuestra es un hombre , en el interior, indefenso ante los sentimientos que no comprende y que se busca a sí mismo sin llegar a encontrarse, porque le faltan herramientas.
¿Hay mujeres que puedan tener el Síndrome de Simón? En principio, no es frecuente. Eso sí, cada vez más parece ser que por cada Simón aparece una Síndrome de Laura (Liberada, Autonóma, Universitaria, que Racionaliza el Amor -POST SIGUIENTE-). Pero, visto todo lo anterior, ser una Laura no es tan divertido como ser un Simón, aunque emocionalmente mucho más sano.
¿Hay mujeres que puedan tener el Síndrome de Simón? En principio, no es frecuente. Eso sí, cada vez más parece ser que por cada Simón aparece una Síndrome de Laura (Liberada, Autonóma, Universitaria, que Racionaliza el Amor -POST SIGUIENTE-). Pero, visto todo lo anterior, ser una Laura no es tan divertido como ser un Simón, aunque emocionalmente mucho más sano.
Síndrome de Wendy (2/4 Peter Pan, Simon y Laura)
El Síndrome de Wendy hace referencia a la historia de Peter Pan, donde Wendy representa aquella niña que cuida de los niños perdidos de nunca jamás, pero permanece a la sombra de Peter, quien es el real protagonista. De la misma forma, aquellos que sufren este síndrome manifiestan la constante necesidad de satisfacer a otro (usualmente los hijos o a la pareja) debido a su miedo al rechazo o abandono.
Estas personas buscan a través de acciones, actitudes y conductas la aceptación y el apoyo del otro. El origen frecuentemente proviene de que la persona en su niñez se sintió excluida y desprotegida, por lo que en la edad adulta lo compensa con la protección hacia los demás. Esta conducta o Síndrome de Wendy se debe al miedo al rechazo y al abandono y, por razones culturales, es más frecuente en las mujeres que en los hombres.
Las características más comunes de quien padece este síndrome son:
- El individuo se siente imprescindible para los demás.
- Entiende el amor como sacrificio.
- Puede resignarse al sufrimiento o bien manifestarlo llorando.
- Evita a toda costa que quienes la rodean se molesten.
- Insiste en hacer las tareas y asumir las responsabilidades que no le corresponden.
- Pide perdón por todo aquello que no ha hecho o que no ha sabido hacer
- Termina por asumir el papel de padre o madre de su pareja.
- Se auto-recimina por todo aquello que no ha podido o no ha sabido hacer.
- Se deprime por falta de atención y depende de la aceptación social.
Se manifiesta en Amas de casa, Padres que hacen los deberes y trabajos de su prole (generando o alimentando el Síndrome del Emperador en niños tiranos) para hacerles la vida fácil,... Intentan que su pareja o allegados sean felices continuamente.
Síndrome de Peter Pan (1/4 Wendy, Simon y Laura)
Todo esto sería una coraza defensiva para protegerse de su inseguridad, miedo a no ser queridos y aceptados. En ocasiones los que padecen este síndrome acaban siendo personajes solitarios. Con escasa capacidad de empatía o de apertura al mundo de los "grandes", al no abrirse sentimentalmente, son vistos como individuos fríos o no predispuestos a darse, lo que vuelve como un bumerán a través de la no recepción de entregas o muestras ajenas de cariño.
Algunos profesionales avanzando tal vez audazmente en sus diagnósticos los han denominado esquizo - afectivos. También se dice que este padecimiento se da por no haber vivido una infancia normal, por haber trabajado desde edades demasiado tempranas o por otros motivos.
Según el psicólogo clínico Antoni Bolinches en su libro “Peter Pan puede crecer” actualiza los contenidos del Síndrome de Peter Pan. Desde entonces ningún autor había hablado sobre esta cuestión hasta que Bolinches escribió en su libro en el año 2010.
El autor define al hombre Peter Pan de la era tecnológica como aquel que tiene una necesidad afectiva, es egocéntrico, tiene poca resistencia a la frustración, dificultad de aceptar relaciones de igualdad con el sexo contrario y poca capacidad de autocrítica.
Bolinches según la autoimagen y el autoconcepto estable cuatro variantes del hombre Peter Pan: el seductor (+ autoimagen, + autoconcepto), el narcisista (+ autoimagen, - autoconcepto), el intelectual (- autoimagen, + autoconcepto), y el servicial (- autoimagen, - autoconcepto). Atención a la eterna historia, según Bolinches: «Ninguna mujer quiere al servicial, todas quieren seguir siempre sufriendo por el seductor» .
Bolinches según la autoimagen y el autoconcepto estable cuatro variantes del hombre Peter Pan: el seductor (+ autoimagen, + autoconcepto), el narcisista (+ autoimagen, - autoconcepto), el intelectual (- autoimagen, + autoconcepto), y el servicial (- autoimagen, - autoconcepto). Atención a la eterna historia, según Bolinches: «Ninguna mujer quiere al servicial, todas quieren seguir siempre sufriendo por el seductor» .
DNAforfun: Descubre el talento infantil con el ADN
- Test de Peter Pan. Mide, o eso pregona la web dnaforfun.pl, el carácter aventurero, de héroe, arreglador de entuertos, autoconfianza, tolerancia al estrés, así como la emociones fuertes e inestables.
- Test del Rey León. Mide ¿por la dotación genética? el talento innovador, la puesta en práctica de ideas disruptivas, el carácter estratégico para alcanzar objetivos a medio plazo, la autoconsciencia del potencial propio o de las limitaciones,...
- Test de Jack Snow. Mide la espontaneidad, autenticidad, la capacidad de decisión analizando la información disponible, la paciencia ente las adversidades que se afronta sin quejas,...
Todo muy prometedor, ¿acaso demasiado?
De ser cierto todo, ¿cómo es que no se ha extendido este tipo de análisis de ADN?
Si alguien se anima, que nos cuente su experiencia.
De ser cierto todo, ¿cómo es que no se ha extendido este tipo de análisis de ADN?
Si alguien se anima, que nos cuente su experiencia.
Peter Pan, una historia universal
Peter Pan es el nombre de un personaje ficticio creado por el escritor escocés James Matthew Barrie para una obra de teatro llevada a cabo en Londres el 27 de diciembre de 1904. De acuerdo con el relato de Barrie, Peter es representado como un niño pequeño que rehúsa crecer y que convive con otros niños de su misma edad -que son llamados Niños Perdidos-, en el país de Nunca Jamás, una isla poblada tanto por piratas como por indios, hadas y sirenas, y en donde Peter Pan vive numerosas aventuras fantásticas durante toda la eternidad.
En 1953, Walt Disney Pictures realizó una película animada que popularizó a nivel mundial al personaje. Esta versión es la preferida por nuestro nieto de 2 años, en castellano, en francés o en inglés. Otra versión más moderna de 2003, también en castellano.
Más vídeos para bebés y hasta tres años.
[Datos extraídos de la Wikipedia]
Tareas pendientes...
La ajetreada vida real, esa que acontece fuera de Internet, nos ha impedido cumplir algunos compromisos prometidos y que esperamos entregar apurando plazos... Iñaki Murua, y HeziBerri contarán con nuestras reflexiones que hemos ido acumulando (más en la cabeza que en otros soportes... más fiables y perdurables). Y un artículo sobre "política lírica" está en el tintero,... pero hay que escribirlo (¡qué pereza como en aquellos remotos tiempos de exámenes y de oposiciones que te lo sabías todo, pero había que escribirlo para probarlo!) [¡Tarea cumplida!]. Así mismo, por Twitter y Plurk (ver hilo) me comprometí a redactar un post largo bajo el epígrafe siguiente: "Peter Pan se toma un respiro...". También llevamos muy adelantada la lectura de "Cuentos para gente impaciente" de Javier de Ríos Briz, que nos contactó por Twitter (¿o fué Plurk?), pero hemos ido degustando relato a relato sus narraciones con deleite y sin prisas [¡Tarea cumplida!]. La vida real y un entorno como el de la foto no dejan mucho tiempo para la lectura, ni para la escritura... Lo cierto es que llegan las 24:00 y ningún post escrito. Pero queda la madrugada y retrasar el reloj de Blogger para improvisar algo como esto: las deudas blogosféricas sin pagar. Los paseos, las amistades, las lecturas y las tertulias se concentran en verano. Ya llegará el otoño,...
¡Vuelven los de la ESO!
El verano es ese caluroso periodo en el que alumnos y profesores descansan unos de otros, mientras padres e hijos se sobrellevan mutuamente a jornada completa. Aquellos matrimonios con hijos en los que ambos cónyuges son docentes constituyen los parias de la sociedad: nunca disponen de vacaciones plenas. A medida que los hijos crecen en años, la amenaza del “descanso” estival en familia alcanza dimensiones pavorosas, llegando a todo su apogeo con la adolescencia de los retoños. Ésas son nuestras penosas circunstancias actuales.
Cuando los nenes eran pequeños, el veraneo era una rutina fatigosa pero llevadera, fichando las ocho horas reglamentarias en la playa, tras cargar todos los bártulos como porteadores sherpas y recorrer bajo un sol de justicia los sólo varios kilómetros que te separaban de la mayor aglomeración humana que imaginar se pueda. Esos arenales donde los niños aprenden lo grande y poblado que está el mundo, con toda la diversa humanidad que se puede hacinar en tan poco espacio. Al nene le comprabas un completo juego de obrero de la construcción con pala, cubo y rastrillo, a la nena otro con figuritas y gafas de sol, y tras excavar varias toneladas de arena y transportar hectolitros de agua salada, podías confiar en que necesitaran simultáneamente una siesta. Incluso te quedaban fuerzas al anochecer para repasar, por aquello de que “los críos vayan adelantados”, algunos de esos piadosos cuadernos de vacaciones, con el que las editoriales cubrían su estación negra. Según los niños ganaban en autonomía locomotora y digestiva, se llegaba a poder viajar sin baca king size y tras el regreso, en sólo once meses te recuperabas plenamente para afrontar el siguiente verano.
Pero llega el fatídico día en el que tus obedientes y enmadrados hijos son abducidos hacia un extraño estado denominado adolescencia, mientras sus padres deambulan hacia otra estación llamada desesperación. La pubertad comienza cuando se encierran en su cuarto con un portazo para escuchar música y salen transformados en miembros de una tribu en la que rigen unas vestimentas estrambóticas y unas normas grotescas. Estos especímenes púberes comparten características comunes de la juventud de todos los tiempos, aunque han desarrollado mutaciones propias.
Esta estirpe la forman aquellos niños del llavín en el cuello, que cuando volvían del colegio abrían la puerta de casa, donde sus padres no habían llegado todavía. No saben qué fue la Guerra Fría, ni recuerdan cuando la Unión Soviética se desintegró, y solamente han conocido una Alemania, un único Papa,… Creen que el sida y ETA han existido toda la vida, como el CD, el Walkman, el ordenador y casi el teléfono móvil.
Tratados como principitos en casa y en Primaria, se transforman en déspotas domésticos y demonios escolares en Secundaria. Frecuentemente desmotivados para todo lo que sea el deber, se oponen sistemáticamente a recibir órdenes e incluso en casos minoritarios adoptan actitudes violentas.
Los padres nos plegamos a su dictadura consumista, en la que les embarcamos por ser demasiado complacientes y por ofrecerles todo lo que creímos no haber tenido. Y luego con fatalismo nos asombramos por la adopción fervorosa que hacen de marcas y modas. Perplejos, atribulados y desorientados, los padres, a veces, quisiéramos presentar la dimisión. Hemos pecado de exceso de permisividad y empleado exclusivamente estímulos positivos (demasiados premios). A la hora de exigir hemos sido cada vez menos exigentes: Sólo, y a veces ni eso, se les requiere el aprobado en los estudios.
Los profesores luchamos a brazo partido. El resultado es esperable si consideramos que la ESO reúne turbas de adolescentes asilvestrados e insoportables, a menudo incluso para ellos mismos por la insatisfacción con la que viven su transformación, por otro lado completamente necesaria para alcanzar su madurez. Los tutores, como los padres, debemos brindarles un apoyo incondicional y, desde la afectividad no exenta de autoridad, evitar que cometan errores irreversibles como elegir caminos de droga o violencia, o frustrar sus mejores opciones de futuro personal y profesional.
La sociedad, en su conjunto, y las instituciones, los medios de comunicación, los hábitos sociales no ayudan demasiado. Una ciudadanía “adolescéntrica”, que elige a prescriptores adolescentes como modelos de pensamiento y actuación, que idolatra a cantantes o deportistas de éxito temprano con mínimo esfuerzo, y que parece proclamar no ya que el modelo ideal es la juventud, sino que erige a la irresponsabilidad como pauta de actuación. Prima la cultura “teenager”, el País de Nunca Jamás donde todos seamos “Peter Pan” para divertirnos y ser felices.
Los adolescentes se enrocan y eligen convertirse en adultos cada vez más lentamente. La adolescencia se extiende, adelantándose y prorrogándose, incluso se transmuta: ya no es una estación de paso, sino un destino terminal. Parecemos una sociedad de “adultescentes”, y la mejor prueba son esos parques acuáticos o temáticos, donde los padres barrigones se convierten en “gamberros” con una felicidad vergonzosa para los pocos lúcidos.
¿Y cómo hemos llegado hasta aquí? Reconozcámoslo: Si los jóvenes y adolescentes han tomado el poder, es porque los adultos se lo hemos cedido, más que porque ellos lo desearan poseer. Del pater familias, se pasó a una equilibrada división de la autoridad entre padre y madre, que consultaba y escuchaba la opinión de los hijos. El autoritarismo de las aulas y los “educastradores” fueron completamente repudiados, por la insufrible experiencia vivida en el pasado. Pero el péndulo no quedó ahí.
Fuimos olvidando la “educación” y pasamos a la “seducción”. Teníamos que convencerles, cuando todavía apenas podían discernir, y creímos que nuestro error era no motivarles, cuando se trataba de enseñarles a asumir sus responsabilidades. Incluso los padres y madres tratamos de ganarnos el cariño de los hijos, aspirando a convertirnos en sus amigos o colegas más que el embrollo de ser sus padres. De la equilibrada igualdad entre padre y madre, y entre hijo e hija, pasamos al erróneo igualitarismo de padres e hijos. Perdimos la autoridad que nos correspondía, y no llegamos a ser la referencia que ellos necesitaban, aunque no la pidieran expresamente. Toleramos sus caprichos, y por negociar y evitar el conflicto, cedimos a sus demandas primarias que condujeron a la “cultura de la litrona”, llegando a un momento donde el peligro de drogas y el riesgo de suicidios es mayor que nunca.
El sistema social y el subsistema educativo se organizan democráticamente por estamentos. Pero ni la relación paterno-filial, ni docente-discente deben ser “democráticas”, porque las funciones de padres y profesores no son equiparables a las de hijos y alumnos. La ausencia de autoridad paternal y docente no libera al adolescente, por el contrario le sume en una tiranía más despiadada. Ellos consideran, mayoritariamente, que sus padres y profesores son poco severos, y en el fondo aprecian y respetan más a los más exigentes. A menudo con su comportamiento inaceptable sólo están demandando el cariño y la atención que los adultos dejamos de prestarles. Los jóvenes, realmente, esperan que nosotros, los adultos, les guiemos, y en caso extremo repudian más la indiferencia y el “laissez faire” que el rigor.
El diálogo se complementa con la disciplina, la libertad con la autoridad, y las madres y los padres, que estamos cada día más comprometidos con la educación de nuestros hijos e hijas, debemos prescribir y sancionar, positiva y negativamente. Nuestros hijos nos escuchan más de lo que creemos, y nos quieren tanto como nosotros a ellos.
¡Ah, pero el verano siempre es adolescente! Y es legítimo añorar la juventud, y recordar la sentencia de Horacio, válida para cualquier edad, Carpe Diem! (¡Vive intensamente cada instante!). Y como decían en el “Club de los Poetas Muertos”: “Examínate de la asignatura fundamental: el Amor. Para que un día no lamentes haber malgastado tu capacidad de amar y dar vida”.
Versión original: mikel.agirregabiria.net/2002/elpais8.htm
Versión en PDF: mikel.agirregabiria.net/2002/vuelveeso.pdf
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