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¿Por qué? ¿Por qué? La gran pregunta infantil que no debemos olvidar

¿Por qué? ¿Por qué? La gran pregunta infantil que no debemos olvidar
Estos primeros días de septiembre del año COVID, estar un buen rato con nuestros tres nietos es un placer y un gran aprendizaje. La nieta pequeña, con dos hermanos 4 y 8 años mayores, en esa adorable edad de los dos años y medio, ha entrado estos días en la etapa de preguntar constantemente ¿por qué, aitxitxe, por qué?

Su vocecita nos cuestiona al hilo de un cuento, ahora Peter Pan es su preferido, o en medio de cualquier conversación. Nos recuerda a su madre, quien también muy precozmente nos preguntaba el porqué de todo lo que aún no entendía entre lo que le rodeaba. 
¿Por qué? ¿Por qué? La gran pregunta infantil que no debemos olvidar
Quizá esta fase la recuerdo más intensa y prolongada con nuestra hija primogénita más que con nuestro segundo hijo, y también más en esta benjamina que en sus hermanos mayores. 

¿Son más curiosas las niñas?, aunque todos pasaron por esa etapa de las preguntas,... A veces también son otros los interrogantes repetidos como ¿para qué?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿quién?,... 
Siempre procuro, por mi parte, responder sin dejar pasar el momento a todo ¿por qué? Léa se fija mucho en los detalles de los dibujos.  Un caso de hoy mismo: Advierte que Campanilla está enfadada (ver imagen) a pesar de encontrarse en una esquina del dibujo (imagen), y plantea ¿por qué? Le explico la situación que tiene su enredo por el interés que presta Peter Pan a Wendy. Sigue luego,... ¿por qué tiene los ojos cerrados Wendy cuando la retienen los piratas?

La mejor perspectiva de estas constantes y continuas preguntas infantiles sería preguntanos con esa misma insistencia: ¿Por qué dejamos de preguntarnos los porqués de lo que nos rodea, por qué, por qué lo hacemos? 

Acaso ¿la educación disipa nuestra curiosidad, nuestra ansia de conocer los motivos de todo lo que acontece a nuestro alrededor? ¿Por qué somos así, por qué evolucionamos así, por qué?
Capitán Garfio y Campanilla
Libro completo de Peter Pan en PDF. Ilustrada extensaIlustrado breve.
Algunas imágenes de Peter Pan en cuatro idiomas.

Síndrome de Laura (4/4 Peter Pan, Wendy y Simon )

El Síndrome de LAURA se corresponde en mujeres al Síndrome de SIMON en hombres, pero con características diferenciales. LAURA es un acrónimo que resume Liberada, Autónoma, Universitaria,  que Racionaliza el Amor

Valoran la Libertad y la Liberación, huyendo del compromiso, sin apego a un hombre para asegurarse la independiente. Buscan la Autonomía para que que nadie las controle, expresado autosuficiencia. Eligen vivir solas, para sólo ellas decidan sobre qué hacer o no, para que nadie les impide disfrutar de sus emociones. 

Con alta cualificación Universitaria y prestigio profesional, llegan a Racionalizar el Amoreligiendo la soltería y sin compromisos amorosos o de pareja. Algo que desvirtúa la componente emocional de toda relación humana significativa. El Amor es propio, amor a sí mismas, de manera que piensan en ellas y en nadie más. Prefieren que el mundo gire a su alrededor, eligiendo sus placeres y sin necesitar de un hombre en especial para obtener y disfrutar con sus emociones.

Síndrome de Laura, Simon, Wendy, Peter Pan,...
Puede el Síndrome de Laura parecer un espejo del Síndrome de Simón, porque son personalidades coetáneas. Pero ser una Laura no es divertido como ser un Simón, aunque es sicológicamente es mucho más sana esta personalidad. Las mujeres suelen ser más inteligentes y piensan más en lo que hacen. Las causas de dichos síndromes suelen ser debidas a que en su infancia nunca fueron corregidas por sus padres ("Síndrome de la Emperatriz"). Pero toda esta fachada demuestra que dentro de todo hay seres bastante indefensos en los Simón y en las Laura.

En ocasiones, ante un Simón su pareja puede adoptar un rol de Laura, y quizá esa simetría sentida del el otro lado le ayude a madurar. Y viceversa, ante una Laura conviene darle de su misma receta con un Simón.
   
Otros síndromes: Síndrome de Peter PanSíndrome de WendySíndrome de Simón, Síndrome de Laura, Síndrome de Cenicienta, Síndrome del Impostor, Síndrome de Laura Pausini (SLP), Síndrome de la Asimetría, Síndrome de Capgras o de familiaridad falsa o Ilusión de Sosias,...

Síndrome de Simón (3/4 Peter Pan, Wendy y Laura)

Síndrome de SIMON (3/4 Peter Pan, Wendy y Laura)
El Síndrome de Simón, una variante del Síndrome de Peter Pan – del cual ya hablamos- se refiere a hombres (menos frecuente en mujeres) de 25 a 40 años aproximadamente, solteros o separados que pasan por solteros; extremadamente individualistas, inmaduros sentimentalmente – ya que solo quieren divertirse y jugar como un donjuán- que salen y entran. En realidad, no busca una mujer, sino que se busca a sí mismo

Un Síndrome SIMON, a menudo en su infancia, ha sido un Síndrome Emperador (véase el post anterior sobre niños caprichosos y hasta autoritarios con sus padres). Está obsesionado con el éxito –quiere triunfar, alcanzar una cota profesional lo más alta posible y es capaz de sacrificarlo casi todo y a casi todos por esta subida de peldaños en su trabajo. Y, por último, es un gran narcisista que se mira continuamente en el espejo. A estas alturas, todas las lectoras ya se estarán diciendo ¡qué casualidad, creo que conozco a Simón yo también! ¿cómo puede ser? Los “SIMON” es un acrónimo con cinco patrones de conducta.
Soltero. Para muchos la soltería es algo que a medida que pasa el tiempo, se revaloriza con lo cual comienza a tomar un valor erróneo de libertad y se quiere mantener a toda costa, cuando realmente es más libre aquella persona que tiene la capacidad de comprometerse. Perder la soltería por un amor fuerte, sólido, atrayente, sugestivo, indica vida, fuerza y capacidad de arriesgarse. Pero un SIMON demuestra incluso con pánico al compromiso

Inmaduro. Los sentimientos son estados de ánimo positivos o negativos, de los cuales nace la afectividad. Uno de los principales sentimientos es el amor, con todo sus matices: amar, desear, querer, sentirse atraído, tener en la cabeza, necesitar, estar todo el día pensando en alguien,… Tener madurez sentimental significa ser capaz de dar y recibir amor, la posibilidad de descubrir a otra persona a la que darse por entero y elaborar un proyecto común. Para enamorarse hay que tener admiración y sentir una fuerte atracción por el otro, no entender tu vida sin esa persona como parte fundamental de tu proyecto vital. Sin embargo, en el Síndrome de Simón nos encontramos con una persona que puede tener una adecuada madurez profesional ya que ama su trabajo pero carece de madurez afectiva porque: no sabe expresar sentimientos, ni que el amor es un trabajo de labrárselo diariamente, desconoce que los sentimientos hay que tratarlos con delicadeza, porque si no se pueden volatilizar. El inmaduro no sabe dar ni recibir amor pero, especialmente, no sabe cómo mantenerlo. Y, debajo de todo ello, subyace el terror al compromiso con otra persona.

Materialista. La sociedad actual ha ido fabricando cada vez más hombres inmaduros –pero no mujeres–, viven centrados en sus trabajos, sus amigos, diversiones, algo de cultura y poco más. La mujer busca un amor, al contrario,verdadero, auténtico, pero se ha producido en los últimos años un aumento de la inmadurez sentimental en el hombre, divertida, juguetona, banal,… Busca el mejor coche, el mejor móvil,... y lo mismo en sus parejas temporales.

Obsesionado con el poder, el éxito. Su prioridad consiste en encontrar una posición económica adecuada. Y sacrificarlo todo por ello. Hay otro factor escondido tras esto, que es el culto al cuerpo. Es algo que provoca en muchos casos una cierta dismorfofobia. En este caso, sin embargo, el hecho de gozar de un cierto nivel económico hace que estos “defectos corporales”- reales o percibidos- pasen de forma habitual por intervenciones quirúrgicas, muchas de las cuales son innecesarias. 

Narcisista. El narciso es una planta exótica que crece en la cercanía de los lagos y se inclina como si se mirara en el espejo que el agua ofrece. Plotino habló del mito del narciso: cuidar tanto la fachada, la portada o la apariencia lleva a producir una idolatría de lo exterior El mito griego dice que Narciso era un joven tan bello que se ahogó intentando capturar su propio reflejo, y los dioses lo convirtieron en flor. Del mismo modo, los hombres que padecen el Síndrome de Simón tienen una autoestima tan grande que asfixian a cualquier persona de su entorno. Les encanta que los adulen, escucharse a sí mismos y ser el centro de atención. Necesitan dar siempre una buena impresión y por ello el culto al cuerpo es una de sus prioridades; para tener un mayor reconocimiento por parte de su entorno Tienen un gran complejo de superioridad que los hacen arrogantes con los demás. 
Síndrome de SIMON (3/4 Peter Pan, Wendy y Laura)
Si empieza a desencantarse de encontrar a un hombre que no sea un Simon, no tema; aún nos faltan un par de preguntas. ¿Un Simón nace o se hace? Las causas suelen ser debidas a que en su infancia nunca fueron corregidos por sus padre sino que, por el contrario, fueron mimados. Pero toda esta fachada lo que nos demuestra es un hombre , en el interior, indefenso ante los sentimientos que no comprende y que se busca a sí mismo sin llegar a encontrarse, porque le faltan herramientas.

¿Hay mujeres que puedan tener el Síndrome de Simón? En principio, no es frecuente. Eso sí, cada vez más parece ser que por cada Simón aparece una Síndrome de Laura (Liberada, Autonóma, Universitaria, que Racionaliza el Amor -POST SIGUIENTE-). Pero, visto todo lo anterior, ser una Laura no es tan divertido como ser un Simón, aunque emocionalmente mucho más sano.
Otros síndromes: Síndrome de Peter PanSíndrome de WendySíndrome de SimónSíndrome de Laura, Síndrome de CenicientaSíndrome del ImpostorSíndrome de Laura Pausini (SLP)Síndrome de la AsimetríaSíndrome de Capgras o de familiaridad falsa o Ilusión de Sosias,...

Síndrome de Wendy (2/4 Peter Pan, Simon y Laura)

Síndrome de Wendy (2/4 Peter Pan, Simon y Laura)
El Síndrome de Wendy hace referencia a la historia de Peter Pan, donde Wendy representa aquella niña que cuida de los niños perdidos de nunca jamás, pero permanece a la sombra de Peter, quien es el real protagonista. De la misma forma, aquellos que sufren este síndrome manifiestan la constante necesidad de satisfacer a otro (usualmente los hijos o a la pareja) debido a su miedo al rechazo o abandono. 

Estas personas buscan a través de acciones, actitudes y conductas la aceptación y el apoyo del otro. El origen frecuentemente proviene de que la persona en su niñez se sintió excluida y desprotegida, por lo que en la edad adulta lo compensa con la protección hacia los demás.   Esta conducta o Síndrome de Wendy se debe al miedo al rechazo y al abandono y, por razones culturales, es más frecuente en las mujeres que en los hombres. 

Las características más comunes de quien padece este síndrome son: 
  • El individuo se siente imprescindible para los demás.
  • Entiende el amor como sacrificio.
  • Puede resignarse al sufrimiento o bien manifestarlo llorando.
  • Evita a toda costa que quienes la rodean se molesten.
  • Insiste en hacer las tareas y asumir las responsabilidades que no le corresponden.
  • Pide perdón por todo aquello que no ha hecho o que no ha sabido hacer
  • Termina por asumir el papel de padre o madre de su pareja.
  • Se auto-recimina por todo aquello que no ha podido o no ha sabido hacer.
  • Se deprime por falta de atención y depende de la aceptación social.
Síndrome de Wendy (2/4 Peter Pan, Simon y Laura)
Se manifiesta en Amas de casa, Padres que hacen los deberes y trabajos de su prole (generando o alimentando el Síndrome del Emperador en niños tiranos) para hacerles la vida fácil,... Intentan que su pareja o allegados sean felices continuamente.
Síndrome de Wendy
Post previo de esta serie de 4 ó 5 entradas: El Síndrome de Peter Pan. Otros síndromes: Síndrome de Peter PanSíndrome de WendySíndrome de SimónSíndrome de Laura, Síndrome de CenicientaSíndrome del ImpostorSíndrome de Laura Pausini (SLP)Síndrome de la AsimetríaSíndrome de Capgras o de familiaridad falsa o Ilusión de Sosias,...

Síndrome de Peter Pan (1/4 Wendy, Simon y Laura)

Síndrome de Peter Pan (1/4 Wendy,  Simon y Laura)
El término Síndrome de Peter Pan ha sido aceptado en la psicología popular desde la publicación de un libro en 1983 titulado The Peter Pan Syndrome: Men Who Have Never Grown Up (El síndrome de Peter Pan: los hombres que nunca crecieron), escrito por el psicólogo Dan Kiley. Durante meses estuvo entre los más vendidos de Estados Unidos, fue traducido a 22 idiomas y totalizó ventas de millones de ejemplares. 

Como consecuencia del éxito, Dan Kiley, que ya se había convertido en un habitual de las tertulias de televisión, publicó, El dilema de Wendy (post siguiente), sobre las mujeres que indebidamente protegen a los hombres de su vida como si fueran sus madres.

Algunos ven este síndrome como un problema muy extenso en la sociedad moderna pos-industrialEl Síndrome de Peter Pan se caracteriza por la inmadurez en ciertos aspectos psicológicos, sociales. El sujeto crece, pero la representación internalizada de su yo es el paradigma de su infancia que se mantiene a lo largo del tiempo. 

De forma más abarcadora, según Kiley, las características de un "Peter-Pan" incluyen algunos rasgos de irresponsabilidad, rebeldía, cólera, narcisismo, arrogancia, dependencia, negación del envejecimiento y la creencia de que está más allá de las leyes de la sociedad y de las normas por ella establecidas.
Todo esto sería una coraza defensiva para protegerse de su inseguridad, miedo a no ser queridos y aceptados. En ocasiones los que padecen este síndrome acaban siendo personajes solitarios. Con escasa capacidad de empatía o de apertura al mundo de los "grandes", al no abrirse sentimentalmente, son vistos como individuos fríos o no predispuestos a darse, lo que vuelve como un bumerán a través de la no recepción de entregas o muestras ajenas de cariño. 
Algunos profesionales avanzando tal vez audazmente en sus diagnósticos los han denominado esquizo - afectivos. También se dice que este padecimiento se da por no haber vivido una infancia normal, por haber trabajado desde edades demasiado tempranas o por otros motivos. 
Según el psicólogo clínico Antoni Bolinches en su libro “Peter Pan puede crecer” actualiza los contenidos del Síndrome de Peter PanDesde entonces ningún autor había hablado sobre esta cuestión hasta que Bolinches escribió en su libro en el año 2010. 
El autor define al hombre Peter Pan de la era tecnológica como aquel que tiene una necesidad afectiva, es egocéntrico, tiene poca resistencia a la frustración, dificultad de aceptar relaciones de igualdad con el sexo contrario y poca capacidad de autocrítica

Bolinches según la autoimagen y el autoconcepto estable cuatro variantes del hombre Peter Pan: el seductor (+ autoimagen, + autoconcepto), el narcisista (+ autoimagen, - autoconcepto), el intelectual (- autoimagen, + autoconcepto), y el servicial (- autoimagen, - autoconcepto). Atención a la eterna historia, según Bolinches: «Ninguna mujer quiere al servicial, todas quieren seguir siempre sufriendo por el seductor» .
Post siguiente (serie de 4 ó 5 entradas): El dilema o el Síndrome de Wendy. Síndrome de Peter Pan (1/4 Wendy,  Simon y Laura)
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DNAforfun: Descubre el talento infantil con el ADN

DNAforfun: Descubre el talento infantil con el ADN
La web polaca dnaforfun.pl , mejor leer en inglés, promete -entre otras muchas funciones- descubrir el talento infantil, incluso su progreso, mediante abaratados análisis de ADN (que se remiten postalmente a Polonia, tras recibir un kit,... ¿no se adulterará en el proceso?). Este descubrimiento ha sido posible gracias a Andrea Martín Sánchez de Innobide (otro hallazgo), quien nos pidió ayuda para su proyecto de fin de carrera, pero nos informó mucho mejor de lo que pudimos instruirla a ella.

Había precedentes para determinar aptitudes innatas para el deporte, algo que también ofrece esta empresa ADN para divertirse, dnaforfun.pl.  Lo novedoso es que por 600 Zloty polacos, unos 140 euros, se puede elegir entre tres tests de talento infantil, o hacer los tres por 1500 PLN, 350€:
    DNAforfun: Descubre el talento infantil con el ADN
  • Test de Peter Pan. Mide, o eso pregona la web dnaforfun.pl, el carácter aventurero, de héroe, arreglador de entuertos, autoconfianza, tolerancia al estrés, así como la emociones fuertes e inestables.
  • DNAforfun: Descubre el talento infantil con el ADN
  • Test del Rey LeónMide ¿por la dotación genética? el talento innovador, la puesta en práctica de ideas disruptivas, el carácter estratégico para alcanzar objetivos a medio plazo, la autoconsciencia del potencial propio o de las limitaciones,... 
  • DNAforfun: Descubre el talento infantil con el ADN
  • Test de Jack SnowMide la espontaneidad, autenticidad, la capacidad de decisión analizando la información disponible, la paciencia ente las adversidades que se afronta sin quejas,...
Todo muy prometedor, ¿acaso demasiado?
De ser cierto todo, ¿cómo es que no se ha extendido este tipo de análisis de ADN?
Si alguien se anima, que nos cuente su experiencia.

Peter Pan, una historia universal

Peter Pan es el nombre de un personaje ficticio creado por el escritor escocés James Matthew Barrie para una obra de teatro llevada a cabo en Londres el 27 de diciembre de 1904. De acuerdo con el relato de Barrie, Peter es representado como un niño pequeño que rehúsa crecer y que convive con otros niños de su misma edad -que son llamados Niños Perdidos-, en el país de Nunca Jamás, una isla poblada tanto por piratas como por indios, hadas y sirenas, y en donde Peter Pan vive numerosas aventuras fantásticas durante toda la eternidad.

Parte 1ª en español. Sigue en , , , , y .

En 1953, Walt Disney Pictures realizó una película animada que popularizó a nivel mundial al personaje. Esta versión es la preferida por nuestro nieto de 2 años, en castellano, en francés o en inglés. Otra versión más moderna de 2003, también en castellano.

Más vídeos para bebés y hasta tres años.
[Datos extraídos de la Wikipedia]

Tareas pendientes...

La ajetreada vida real, esa que acontece fuera de Internet, nos ha impedido cumplir algunos compromisos prometidos y que esperamos entregar apurando plazos... Iñaki Murua, y HeziBerri contarán con nuestras reflexiones que hemos ido acumulando (más en la cabeza que en otros soportes... más fiables y perdurables). Y un artículo sobre "política lírica" está en el tintero,... pero hay que escribirlo (¡qué pereza como en aquellos remotos tiempos de exámenes y de oposiciones que te lo sabías todo, pero había que escribirlo para probarlo!)Tarea cumplida!]. Así mismo, por Twitter y Plurk (ver hilo) me comprometí a redactar un post largo bajo el epígrafe siguiente: "Peter Pan se toma un respiro...". También llevamos muy adelantada la lectura de "Cuentos para gente impaciente" de Javier de Ríos Briz, que nos contactó por Twitter (¿o fué Plurk?), pero hemos ido degustando relato a relato sus narraciones con deleite y sin prisasTarea cumplida!]. La vida real y un entorno como el de la foto no dejan mucho tiempo para la lectura, ni para la escritura... Lo cierto es que llegan las 24:00 y ningún post escrito. Pero queda la madrugada y retrasar el reloj de Blogger para improvisar algo como esto: las deudas blogosféricas sin pagar. Los paseos, las amistades, las lecturas y las tertulias se concentran en verano. Ya llegará el otoño,...

¡Vuelven los de la ESO!

El verano es ese caluroso periodo en el que alumnos y profesores descansan unos de otros, mientras padres e hijos se sobrellevan mutuamente a jornada completa. Aquellos matrimonios con hijos en los que ambos cónyuges son docentes constituyen los parias de la sociedad: nunca disponen de vacaciones plenas. A medida que los hijos crecen en años, la amenaza del “descanso” estival en familia alcanza dimensiones pavorosas, llegando a todo su apogeo con la adolescencia de los retoños. Ésas son nuestras penosas circunstancias actuales.

Cuando los nenes eran pequeños, el veraneo era una rutina fatigosa pero llevadera, fichando las ocho horas reglamentarias en la playa, tras cargar todos los bártulos como porteadores sherpas y recorrer bajo un sol de justicia los sólo varios kilómetros que te separaban de la mayor aglomeración humana que imaginar se pueda. Esos arenales donde los niños aprenden lo grande y poblado que está el mundo, con toda la diversa humanidad que se puede hacinar en tan poco espacio. Al nene le comprabas un completo juego de obrero de la construcción con pala, cubo y rastrillo, a la nena otro con figuritas y gafas de sol, y tras excavar varias toneladas de arena y transportar hectolitros de agua salada, podías confiar en que necesitaran simultáneamente una siesta. Incluso te quedaban fuerzas al anochecer para repasar, por aquello de que “los críos vayan adelantados”, algunos de esos piadosos cuadernos de vacaciones, con el que las editoriales cubrían su estación negra. Según los niños ganaban en autonomía locomotora y digestiva, se llegaba a poder viajar sin baca king size y tras el regreso, en sólo once meses te recuperabas plenamente para afrontar el siguiente verano.

Pero llega el fatídico día en el que tus obedientes y enmadrados hijos son abducidos hacia un extraño estado denominado adolescencia, mientras sus padres deambulan hacia otra estación llamada desesperación. La pubertad comienza cuando se encierran en su cuarto con un portazo para escuchar música y salen transformados en miembros de una tribu en la que rigen unas vestimentas estrambóticas y unas normas grotescas. Estos especímenes púberes comparten características comunes de la juventud de todos los tiempos, aunque han desarrollado mutaciones propias.

Con pantalones hipercantinflados, pendientes de filibustero y pelambreras paleolíticas, en definitiva pura moda lumpen, se permiten llamarte antiguo por tu forma de vestir. Ocultan a sus padres ante sus amigos, como si éstos no tuvieran sus propios padres y hubiesen surgido como berzas o por generación espontánea. Esta generación PlayStation son la prole Nescafé, que reclaman el éxito instantáneo. Primero exigen el premio, y luego ya se lo merecerán. Se creen todos que son hijos únicos, incluso en familias numerosas: demandan toda la atención sólo para cada uno de ellos.

Esta estirpe la forman aquellos niños del llavín en el cuello, que cuando volvían del colegio abrían la puerta de casa, donde sus padres no habían llegado todavía. No saben qué fue la Guerra Fría, ni recuerdan cuando la Unión Soviética se desintegró, y solamente han conocido una Alemania, un único Papa,… Creen que el sida y ETA han existido toda la vida, como el CD, el Walkman, el ordenador y casi el teléfono móvil.

Tratados como principitos en casa y en Primaria, se transforman en déspotas domésticos y demonios escolares en Secundaria. Frecuentemente desmotivados para todo lo que sea el deber, se oponen sistemáticamente a recibir órdenes e incluso ­en casos minoritarios­ adoptan actitudes violentas.

Los padres nos plegamos a su dictadura consumista, en la que les embarcamos por ser demasiado complacientes y por ofrecerles todo lo que creímos no haber tenido. Y luego con fatalismo nos asombramos por la adopción fervorosa que hacen de marcas y modas. Perplejos, atribulados y desorientados, los padres, a veces, quisiéramos presentar la dimisión. Hemos pecado de exceso de permisividad y empleado exclusivamente estímulos positivos (demasiados premios). A la hora de exigir hemos sido cada vez menos exigentes: Sólo, y a veces ni eso, se les requiere el aprobado en los estudios.

Los profesores luchamos a brazo partido. El resultado es esperable si consideramos que la ESO reúne turbas de adolescentes asilvestrados e insoportables, a menudo incluso para ellos mismos por la insatisfacción con la que viven su transformación, por otro lado completamente necesaria para alcanzar su madurez. Los tutores, como los padres, debemos brindarles un apoyo incondicional y, desde la afectividad no exenta de autoridad, evitar que cometan errores irreversibles como elegir caminos de droga o violencia, o frustrar sus mejores opciones de futuro personal y profesional.

La sociedad, en su conjunto, y las instituciones, los medios de comunicación, los hábitos sociales no ayudan demasiado. Una ciudadanía “adolescéntrica”, que elige a prescriptores adolescentes como modelos de pensamiento y actuación, que idolatra a cantantes o deportistas de éxito temprano con mínimo esfuerzo, y que parece proclamar no ya que el modelo ideal es la juventud, sino que erige a la irresponsabilidad como pauta de actuación. Prima la cultura “teenager”, el País de Nunca Jamás donde todos seamos “Peter Pan” para divertirnos y ser felices.

Los adolescentes se enrocan y eligen convertirse en adultos cada vez más lentamente. La adolescencia se extiende, adelantándose y prorrogándose, incluso se transmuta: ya no es una estación de paso, sino un destino terminal. Parecemos una sociedad de “adultescentes”, y la mejor prueba son esos parques acuáticos o temáticos, donde los padres barrigones se convierten en “gamberros” con una felicidad vergonzosa para los pocos lúcidos.

¿Y cómo hemos llegado hasta aquí? Reconozcámoslo: Si los jóvenes y adolescentes han tomado el poder, es porque los adultos se lo hemos cedido, más que porque ellos lo desearan poseer. Del pater familias, se pasó a una equilibrada división de la autoridad entre padre y madre, que consultaba y escuchaba la opinión de los hijos. El autoritarismo de las aulas y los “educastradores” fueron completamente repudiados, por la insufrible experiencia vivida en el pasado. Pero el péndulo no quedó ahí.

Fuimos olvidando la “educación” y pasamos a la “seducción”. Teníamos que convencerles, cuando todavía apenas podían discernir, y creímos que nuestro error era no motivarles, cuando se trataba de enseñarles a asumir sus responsabilidades. Incluso los padres y madres tratamos de ganarnos el cariño de los hijos, aspirando a convertirnos en sus amigos o colegas más que el embrollo de ser sus padres. De la equilibrada igualdad entre padre y madre, y entre hijo e hija, pasamos al erróneo igualitarismo de padres e hijos. Perdimos la autoridad que nos correspondía, y no llegamos a ser la referencia que ellos necesitaban, aunque no la pidieran expresamente. Toleramos sus caprichos, y por negociar y evitar el conflicto, cedimos a sus demandas primarias que condujeron a la “cultura de la litrona”, llegando a un momento donde el peligro de drogas y el riesgo de suicidios es mayor que nunca.

El sistema social y el subsistema educativo se organizan democráticamente por estamentos. Pero ni la relación paterno-filial, ni docente-discente deben ser “democráticas”, porque las funciones de padres y profesores no son equiparables a las de hijos y alumnos. La ausencia de autoridad paternal y docente no libera al adolescente, por el contrario le sume en una tiranía más despiadada. Ellos consideran, mayoritariamente, que sus padres y profesores son poco severos, y ­en el fondo­ aprecian y respetan más a los más exigentes. A menudo ­con su comportamiento inaceptable­ sólo están demandando el cariño y la atención que los adultos dejamos de prestarles. Los jóvenes, realmente, esperan que nosotros, los adultos, les guiemos, y en caso extremo repudian más la indiferencia y el “laissez faire” que el rigor.

El diálogo se complementa con la disciplina, la libertad con la autoridad, y las madres y los padres, que estamos cada día más comprometidos con la educación de nuestros hijos e hijas, debemos prescribir y sancionar, positiva y negativamente. Nuestros hijos nos escuchan más de lo que creemos, y nos quieren tanto como nosotros a ellos.

¡Ah, pero el verano siempre es adolescente! Y es legítimo añorar la juventud, y recordar la sentencia de Horacio, válida para cualquier edad, Carpe Diem! (¡Vive intensamente cada instante!). Y como decían en el “Club de los Poetas Muertos”: “Examínate de la asignatura fundamental: el Amor. Para que un día no lamentes haber malgastado tu capacidad de amar y dar vida”.

Versión original: mikel.agirregabiria.net/2002/elpais8.htm

Versión en PDF: mikel.agirregabiria.net/2002/vuelveeso.pdf