Clase política: Son gentes elegidas, por la selección interna de los partidos y ratificados por las urnas bajo unas siglas concretas. Representan, por tanto, a parte del electorado. También pertenecen a la clase política, en un segundo nivel, quienes a su vez ocupan cargos públicos por designación de los políticos salidos de las elecciones. Pueden ser en proporción un uno por mil de la población total, en cada momento. Hay sociedades, como la vasca, con cuatro parlamentos (Tres Juntas y un Parlamento Vasco) y otros entes legislativos, con tan alto número de "cargos políticos". Sus nombres y designaciones figuran en los Boletines Oficiales (quienes suscribimos esto jamás hemos pertenecido a esta reducida clase política).
Pero la política la ejerce, activamente quien quiere, especialmente si cuenta con cauces de participación como los que toda democracia genuina ofrece, y especialmente lo logran las más avanzadas y contemporáneas mediante la participación ciudadana activa.
Ciudadanía, con mayúscula: Son quienes forman parte de la sociedad y en quienes reside la voluntad plural de resolver con acuerdo los temas conjuntos que les afectan. Su grado de actuación política es variable, desde quienes ni se molestan en votar hasta quienes simpatizan o militan (nos gustan más, civilizan) en partidos políticos o en otras formas de representación ciudadana. Lo público, lo común, sigue siendo -en todo momento- responsabilidad de la misma sociedad en su conjunto. La soberanía reside en el pueblo. La democracia con representación partidista no es sino una fórmula para ser más eficaces en la adopción de medidas para el bien del conjunto de la comunidad.
Servicio a la sociedad: Los cargos políticos, en primer grado, el funcionariado, en segundo nivel, han sido elegidos -por procedimientos distintos, con sus ventajas e inconvenientes- para servir a toda la ciudadanía. Son servidores públicos, costeados por el inmenso resto de sus conciudadanos, y están en plazos limitados en sus puestos. Sus decisiones afectan al conjunto social y deber ser adoptadas, por quienes corresponda en su momento y nivel, con la mejor escucha de la ciudadanía, que es a quien se deben y a quien han de beneficiar.
Web 2.0: Internet en su desarrollo actual facilita las redes sociales donde se puede apreciar con mayor nitidez que nunca la voluntad de cada vez mayor parte de la ciudadanía en tiempo real, casi minuto a minuto y no con convocatorias cuatrienales. La web 2.0 puede permitir apoyar la responsabilidad social en mucha más gente que sin su concurso. Los poderes públicos, los cargos, el funcionariado, podría sentirse más apoyado en sus decisiones cotidianas si diese cauce a la participación con recursos convencionales y digitales, y después atendiese la voz de más y más ciudadanía.
El poder, que debiera ser sólo servicio a los demás, puede y DEBE estar más diseminado, más socializado, más distribuido. Para ello es preciso un cambio de mentalidad, en primer lugar de la clase política, gobernante o en la oposición. No se trata de Tecnología 2.0, sino de un salto cuántico en Democracia 2.0, en Política 2.0, en Gobierno 2.0. Para esa evolución, el mejor (que no único) por ser el más rápido camino sería una Educación 2.0 para toda la Ciudadanía. Es urgente, es necesaria, es imprescindible. ¿Os sumáis a esta causa, abierta a toda la ciudadanía, desde todas las opciones partidistas democráticas que busquen sumar y acordar?
Las imágenes que acompañan este post pertenecen al Alderdi Eguna de EAJ-PNV. Un partido, entre otros, aunque el más votado en la Comunidad Autónoma de Euskadi. Hoy ha celebrado un encuentro, más analógico que digital, de sus cargos con sus bases, simpatizantes y observadores. Allí hemos estado y nos hemos encontrado con mucha gente. Hemos pedido más participación y avance hacia una Politika 2.0 con rasgos de políRica, porque queda mucho trecho por recorrer por parte de todos: Ciudadanía y clase política. Y eso mismo ha de reclamarse en todas las formaciones políticas, porque la sociedad actual dispone de nuevas formas de sumar voluntades, no sólo a través de partidos políticos, sino también de redes sociales cruzadas con lo partidista. Quienes nos reunimos en Politika 2.0 somos ciudadanía de opciones distintas, ácratas, independientes o partidistas, pero en definitiva personas integrales que desde nuestra pluralísima y democrática perspectiva buscamos y debatimos sobre cómo perfeccionar la política. Y no hay duda de que es perfectible.
Pero la política la ejerce, activamente quien quiere, especialmente si cuenta con cauces de participación como los que toda democracia genuina ofrece, y especialmente lo logran las más avanzadas y contemporáneas mediante la participación ciudadana activa.
Ciudadanía, con mayúscula: Son quienes forman parte de la sociedad y en quienes reside la voluntad plural de resolver con acuerdo los temas conjuntos que les afectan. Su grado de actuación política es variable, desde quienes ni se molestan en votar hasta quienes simpatizan o militan (nos gustan más, civilizan) en partidos políticos o en otras formas de representación ciudadana. Lo público, lo común, sigue siendo -en todo momento- responsabilidad de la misma sociedad en su conjunto. La soberanía reside en el pueblo. La democracia con representación partidista no es sino una fórmula para ser más eficaces en la adopción de medidas para el bien del conjunto de la comunidad.
Servicio a la sociedad: Los cargos políticos, en primer grado, el funcionariado, en segundo nivel, han sido elegidos -por procedimientos distintos, con sus ventajas e inconvenientes- para servir a toda la ciudadanía. Son servidores públicos, costeados por el inmenso resto de sus conciudadanos, y están en plazos limitados en sus puestos. Sus decisiones afectan al conjunto social y deber ser adoptadas, por quienes corresponda en su momento y nivel, con la mejor escucha de la ciudadanía, que es a quien se deben y a quien han de beneficiar.
Web 2.0: Internet en su desarrollo actual facilita las redes sociales donde se puede apreciar con mayor nitidez que nunca la voluntad de cada vez mayor parte de la ciudadanía en tiempo real, casi minuto a minuto y no con convocatorias cuatrienales. La web 2.0 puede permitir apoyar la responsabilidad social en mucha más gente que sin su concurso. Los poderes públicos, los cargos, el funcionariado, podría sentirse más apoyado en sus decisiones cotidianas si diese cauce a la participación con recursos convencionales y digitales, y después atendiese la voz de más y más ciudadanía.
El poder, que debiera ser sólo servicio a los demás, puede y DEBE estar más diseminado, más socializado, más distribuido. Para ello es preciso un cambio de mentalidad, en primer lugar de la clase política, gobernante o en la oposición. No se trata de Tecnología 2.0, sino de un salto cuántico en Democracia 2.0, en Política 2.0, en Gobierno 2.0. Para esa evolución, el mejor (que no único) por ser el más rápido camino sería una Educación 2.0 para toda la Ciudadanía. Es urgente, es necesaria, es imprescindible. ¿Os sumáis a esta causa, abierta a toda la ciudadanía, desde todas las opciones partidistas democráticas que busquen sumar y acordar?