El Balneario Igeretxe (según Wikimapia), es un edificio de apariencia neovasca, pero matizado por la simplicidad funcionalista típica de la arquitectura sanitaria y balnearia. Está situado sobre la misma playa. Posee planta de tipología casi elíptica, ya que tiene forma rectangular, con un cuerpo central de mayor anchura, y cierres semicirculares. El cuerpo central, también a mayor altura que los laterales, se distribuye, en alzado, en planta baja, tres alturas y desván cubierto a doble vertiente. El acceso está precedido por una escalinata de doble rampa.
Los cuerpos laterales se distribuyen de forma apaisada, con un alzado en planta baja y dos alturas. Antiguamente presentaban cubiertas aterrazadas, pero tras la última reforma, éstas han sido sustituidas por cubiertas a doble vertiente. También han cambiado de aspecto las terrazas que, en origen, se abrían a la playa. Actualmente, aparecen cerradas tras amplias cristaleras.
La estructura de hormigón armado al exterior aparece revocada y pintada. La decoración, que antiguamente recurría a modelos vasquistas (entramados ficticios de madera, portalón de arco de medio punto en sillarejo grueso, cortafuegos,...) ha sido simplificada al mínimo. Fue uno de los primeros edificios de envergadura que, en la península, utilizaron el hormigón armado. En un espacio como el de Getxo, donde los Balnearios de mar han significado un elemento fundamental en el desarrollo urbano, representa un gran valor añadido el hecho de que se trate del último superviviente.
Su arquitecto, Antonio Araluce había nacido en 1886 en una villa sobre la misma playa de Ereaga. El alcalde a la sazón, Tomás Urquijo, deseaba que el proyecto lo hiciera un arquitecto de Getxo, y Araluce fue el elegido. Estudió Arquitectura en Madrid y en 1912 obtuvo su primer encargo, la obra que marcó toda su vida: el proyecto del nuevo Igeretxe, a la vez casino y casa de baños, que sustituiría al antiguo de madera. El arquitecto, en su memoria de edificación señaló: «...los materiales que se emplearán en la construcción serán hormigón y mampostería de Axpe para cimientos; zócalo de sillarejo en la fachada al mar y ladrillo en fachadas y muro de traviesa (...) Los suelos serán de hormigón armado, apoyándose sobre columnas en donde no existan muros de carga».
La inclusión del hormigón armado entre los materiales empleados es el aspecto más novedoso y avanzado de la obra. Igeretxe, junto al sanatorio de Gorliz, edificado en la misma época, será uno de los primeros edificios señeros en cuanto a su estructura. Se presenta, de hecho, como el primer edificio de hormigón armado de Bizkaia. Entre las anécdotas que se relatan, se dice que durante los trabajos de construcción, hubo de aprovecharse la bajamar para excavar en la arena hasta llegar a la roca y así poder anclar los pilotes que soportarían el edificio. Una especie de carrera contra el mar que, horas más tarde, rellenaba parcialmente de arena el agujero excavado. Antonio Araluce confesó haber pasado miedo durante la construcción del balneario a la vista de tales imponderables. El edificio sufrió reformas en 1919 y otras más importantes en 1932.
Los balnearios marítimos aparecieron con la invención de la playa, no como accidente geográfico sino como lugar respetable y saludable de recreos. Varios autores de época inventaron literalmente una moda asociada con el mar [destacando las cualidades del agua del mar. Ahí empezó la lenta aceptación del mar que desembocaría, hacia mediados del siglo XIX. Un mar descubierto en plenitud gracias a las nuevas miradas científicas. «Con anterioridad a esa fecha el mar había sido rechazado por los paladines de la cultura: «recipiente abisal de los restos del diluvio», «símbolo del desorden», «líquida madriguera de los monstruos»...»
En la década de los años 60 del siglo XIX, esas mismas clases elitistas, que habían repudiado el mar, lo proponen como paradigma de salud. Así prolifera un urbanismo cuyo epicentro –en las villas costeras que promueven– responde a un mismo paradigma. Lo comprobamos aún en Brighton, Biarritz, Deauville, Santander… Es moda de las élites “tomar las aguas o el sol”, y crecen losbaños de agua y sol para luchar contra la melancolía (el spleen, esa rara enfermedad que codifica Robert Burton en 1621, que atrapa a las clases dominantes inglesas); la búsqueda de espectáculos sublimes y, sobre todo, los imperativos terapéuticos atraen a los primeros bañistas marinos. El surmenage es combatido también con la excursión, el paseo, el cambio de aires, la estancia de recreo, el baño,... El aprecio del yodo y bromo, con importantes atributos farmacológicos genera una imagen que la talasoterapia se encargaría de ampliar y perfeccionar en la etapa contemporánea.
Capítulo emitido en ETB2 el sábado 28 de mayo de 2016.
De todo esto hablamos para ETB2 en #DeLoBuenoLoMejor sobre #Igeretxe.