Nuestro amigo
Asier Gallastegi nos desea que 2016 sea un Año TRANS, y en la cola de cometa que surge en la blogosfera
Iñaki Etxebarria se apunta al Año TRANS en la medicina junto a
Pablo Aretxabaleta que declara años transiberiano al 2016 (esto último lo he descubierto tras escribir mi entrada inicial). Ya apuntaba
Asier la obligada
transición de la escuela, por lo que queremos con este post abundar en esta dimensión educativa de lo TRANS.
2016 TRANS nos ofrece
una poderosa metáfora de quienes buscamos
transcendernos, transformarnos, transportarnos, transmitirnos,
transparentarnos,
transaccionarnos,... desde una perspectiva educacional y desde una acción en pro de una revolución del aprendizaje. Ya está logrando recuperar
dos referenciales blogs de Inaki (medicina incierta) y de Pablo (Ontza) que reverdecen para alentar este debate.
El aprendizaje nos demuestra que
la integración es pasado, que la inclusión es insuficiente, que ya
hemos de aspirar a TRANSVERSALIZARNOS, a fusionarnos en las culturas, en las religiones (incluida la opción laica), en las lenguas, en las identidades, en las esencias,...
Las mismas competencias o son transversales o son meros contenidos,...
Transvasamos una
translación transliteral que
transpire, transponga, transfiera y
transfigure, que
transtorne lo caduco, lo compartimentado, lo aislado, lo segmentado, lo jerarquizado,....
La genuina
Educación para la Transformación Social (ETS, comenzad a recordad este acrónimo) siempre fue
TRANSGRESORA predicando valores de solidaridad, de mestizaje, de emancipación, de empoderamiento de la ciudadanía y de ruptura con la historia y realidad imperante de odios, de supremacías y de poderes no distribuidos.
Transitamos como
transeúntes atravesando periclitadas líneas rojas, declarándonos
gentes transigentes, transfronterizos, transfiriéndonos como seres humanos interconectados, que no distinguimos entre el nosotros/ nosotros y el vosotros/vosotras.