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Rosa Parks y Joan Mulholland: 2 mujeres contra la segregación

La "Traidora" a su Raza que Eligió la Justicia: Joan Trumpauer Mulholland

En el panteón del Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos, resuenan nombres como Martin Luther King Jr., John Lewis y, por supuesto, Rosa Parks (posts anteriores). Sin embargo, el movimiento fue una sinfonía de miles de actos de valentía, muchos de ellos protagonizados por "soldados de a pie" menos conocidos, pero igualmente vitales. Entre ellos destaca una figura que rompió todos los moldes: Joan Trumpauer Mulholland, una joven blanca del sur que lo arriesgó todo —privilegio, familia y su propia vida— para luchar contra la supremacía blanca desde dentro.

Su historia no es solo un apéndice del movimiento; es una lección fundamental sobre la conciencia, la educación moral y el verdadero significado de la alianza. Nacida en 1941 en Washington D.C. y criada en Arlington, Virginia, Joan Trumpauer creció inmersa en las contradicciones del Sur segregado. Era descendiente de propietarios de esclavos y fue educada en las normas sociales de la élite blanca sureña. Sin embargo, desde joven, notó la hipocresía flagrante entre los ideales de libertad de su país y la realidad opresiva que vivían sus conciudadanos negros.

Su despertar activista comenzó en serio en la Universidad de Duke (Carolina del Norte). En 1960, participó en sus primeras "sentadas" (sit-ins) en los mostradores de comida exclusivos para blancos. La reacción no se hizo esperar: la administración de Duke la presionó para que cesara su activismo. Para la sociedad sureña de la época, su comportamiento no era solo inapropiado; era una traición a su raza.

Ante la disyuntiva de elegir entre una educación de élite y su conciencia moral, Joan eligió su conciencia. Abandonó Duke y se unió al "Grupo de Acción No Violenta" (NAG) en Washington D.C., sumergiéndose de lleno en el movimiento.

Su siguiente paso fue aún más radical. Se trasladó a Mississippi, considerado el bastión más violento y peligroso de la segregación, y se matriculó en el Tougaloo College, una universidad históricamente negra (HBCU). Fue la primera estudiante blanca en matricularse a tiempo completo, una decisión que la puso directamente en el punto de mira del Ku Klux Klan.

El activismo de Mulholland no fue teórico. En 1961, se unió a los "Freedom Riders" (Viajeros de la Libertad), un grupo interracial que desafiaba la segregación en los autobuses interestatales. Fue arrestada en Jackson, Mississippi. Siguiendo la estrategia del movimiento de "Jail, No Bail" (Cárcel, No Fianza) para desbordar el sistema penitenciario, se negó a pagar la multa.

Como castigo, Joan, junto con otros activistas, fue trasladada a la infame Penitenciaría Estatal de Mississippi, conocida como Parchman Farm. Fue confinada durante dos meses en la unidad de máxima seguridad, en el corredor de la muerte, soportando condiciones deplorables.

Sin embargo, su momento más icónico llegaría en 1963, en la "sentada" de la cafetería Woolworth's en Jackson. La fotografía de ese día es una de las imágenes más famosas del movimiento. En ella se ve a Joan, sentada estoicamente en el mostrador junto a los activistas negros Anne Moody y John Salter (quien era de ascendencia nativa americana y blanca), mientras una turba blanca enfurecida los rodea. Los insultan, golpean y les vierten encima azúcar, mostaza y ceniza de cigarrillo. La compostura de Joan en medio de ese odio visceral se convirtió en un símbolo de resistencia no violenta.

Mulholland también participó en la Marcha sobre Washington, en el Comité Coordinador Estudiantil No Violento (SNCC) y en la histórica marcha de Selma a Montgomery.

La importancia de Joan Trumpauer Mulholland no radica en que fuera una líder estratégica, sino en el poder simbólico y moral de sus acciones. Al ser una mujer blanca, joven y sureña, su presencia desmantelaba la narrativa segregacionista de que la lucha por los derechos civiles era una agresión "externa" o exclusivamente negra. Ella demostró que la conciencia no tiene color.

Aquí es donde su figura se entrelaza con la de Rosa Parks. Parks, con su acto de dignidad en el autobús de Montgomery en 1955, fue la "madre" que encendió la chispa del movimiento de masas. Mulholland representa a la siguiente generación —la generación de estudiantes— que recogió esa antorcha y la llevó al fuego.

Aunque sus roles fueron diferentes, sus caminos se cruzaron. Mulholland conoció a Parks, estableciendo un vínculo físico entre las dos generaciones de la lucha. Parks representó la resistencia de los adultos establecidos en la comunidad; Mulholland representó la energía de la juventud dispuesta a ser encarcelada y agredida. Ambas mujeres, con una calma desafiante, se negaron a aceptar la injusticia de la segregación.

En un blog dedicado a la educación y los derechos humanos, la vida de Joan Trumpauer Mulholland es una lección magistral. Nos enseña que la educación no consiste solo en absorber datos, sino en desarrollar un filtro moral que nos obligue a actuar, incluso cuando es inconveniente, peligroso o nos exige sacrificar nuestro privilegio. Mulholland eligió la celda de Parchman Farm en lugar de la comodidad de Duke, una elección que la sitúa como un pilar ético del siglo XX.

Rosa Lee Parks

El 1 de diciembre de 1955, con 42 años esta mujer cansada después de un largo día de trabajo en unos grandes almacenes del centro, se negó a dejar su asiento a un hombre blanco que viajaba de pie en el mismo autobús de su ciudad (Montgomery). Ha muerto una anónima costurera mulata que hace medio siglo cambió el curso de la Historia con el simple gesto de no moverse de su asiento en un autobús.

Bajo las leyes de segregación racial, y en Alabama, uno de sus Estados más discriminatorios, su conducta era “ilegal” y fue arrestada. Los ciudadanos “de color” debían sentarse sólo en la parte de atrás, y podían acomodarse en las filas intermedias únicamente si los “blancos” disponían de asientos en la zona delantera.

El autobús era un escenario más de la continua y humillante confinación en los peores barrios, casas, escuelas, lavabos y hasta de las peores sillas de quienes lucían una piel oscura. James Blake, el conductor del autocar aquel día, obligaba a los pasajeros negros a entrar por la puerta trasera tras haber pagado en la delantera y, mientras caminaban hacia la trasera, solía pisar el acelerador. Blake, al advertir que había un blanco de pie, gritó a Rosa y a otras tres personas negras: “¡Moveos todos, necesito esos sitios!”. Los compañeros de Rosa desalojaron en silencio, pero ella permaneció en su asiento. El racista conductor se acercó y, amenazante, le espetó: “¿Te vas a levantar?”. Rosa tan sólo respondió: “No”. Blake, algo desconcertado, replicó: “Voy a hacer que te arresten”. Rosa, serena corroboró la amenaza en su inglés más formal: “Podrías hacerlo” (“You may do that”).

Parks era la tercera mujer detenida en pocos meses (a un hombre negro una desobediencia similar podía acarrearle el linchamiento). Las anteriores, Mary Louise Smith y Claudette Colvin, pasaron desapercibidas por su juventud y –aunque parezca paradójico- por ser de tez menos clara. La detención de una mujer delicada, educada y madura se propagó rápidamente. La indignación descubrió un eficaz modo de protesta: un boicot a los autobuses de 381 días, tras el impulso de un entonces desconocido reverendo baptista llamado Martin Luther King. En 1956, el Tribunal Supremo estadounidense hubo de declarar inconstitucional cualquier división por razas en el transporte público.

Lo que pudiera parecer un hecho puntual, era la consecuencia de una sufrida vivencia. Parks acostumbraba de niña a dormir vestida, por si debía salir huyendo del Ku Klux Klan. Creció marcada por las afrentas originadas por su color de su piel. Su hartazgo de tanto abuso se acentuó al no poder votar (a Franklin D. Roosevelt), porque el derecho de voto exigía una tasa especial y superar un examen usualmente amañado. Cuentan que no era una líder, sino una abnegada trabajadora. En una asamblea a la que faltaron muchos miembros, casi por casualidad resultó elegida secretaria local del NAACP (Asociación para el Progreso de la Gente de Color). Rosa en su autobiografía relató que “era demasiado tímida para rechazar el puesto”. Toda una vida de intolerancia hasta aquel glorioso momento en el que decidió que no cedería su dignidad humana por aberraciones raciales.

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/parks.htm

El poder de los introvertidos


Magnífica defensa de Susan Cain de la gente introvertida, como ella, Rosa Lee Parks, Ana Eleonor Roosevelt o Gandhi. Muchos nos declaramos introvertidos corregidos y hemos compartido vivencias como las expuestas por Susan Cain.

Atención al profesorado y su búsqueda del alumnado ideal... y extrovertido.
Más entradas etiquetadas como TED. Incluso ésta con el mismo tema, ponente,...