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Atardecer o anochecer en las costas

Atardecer primaveral en Mil Palmeras, Pilar de la Horadada (Alicante)
¿Atardecer o anochecer?
Atardecer es cuando empieza a caer la tarde.
Anochecer cuando empieza a faltar la luz del día y viene la noche.
Anochecer otoñal en Las Arenas (Getxo)
¿Por qué será que preferimos atardecer en la costa mediterránea y anochecer en la costa cantábrica? Preocúpate si un amanecer, atardecer y anochecer no te emocionan,... 
Miles de nuestras fotos del amanecer, atardecer y anochecer,... 

Reiniciando a Modo AlicanTerapia Jubilados 2021

Pasando a Modo AlicanTerapia 2021 #AlicanTerapia
Más de 530 imágenes etiquetadas como AlicanTerapia.

La idea de AlicanTerapia surgió años atrás cuando disfrutábamos de vacaciones en Pilar de la Horadada, bien en verano, semana santa o una semana de puente en diciembre. Pasados los años, finalmente me jubilé en 2018 y Carmen a finales de 2020, habiendo cumplidos nuestros respectivos 65 años. 

Pero el cuidado de nuestros mayores y de los nietos, que son nuestras actividades preferidas, no han posibilitado conocer aquella Costa Blanca de Alicante fuera de esos períodos precitados, a pesar de los años transcurridos desde 1987 cuando conocimos Mil Palmeras y que todos los años hemos visitado durante muchas semanas.

Este mes de junio, al abrirse una ventana de tiempo libre, podremos conocer cómo es el solsticio de verano en aquellas latitudes y cómo el paisanaje cambia, más aún cuando colea la maldita pandemia y sólo llevamos una dosis de vacunación. Es una oportunidad de agregar otro plano de interpretación a la AlicanTerapia en el modo inédito de nuestra doble jubilación. 

Los 34 años transcurridos han estado plagados de dichas familiares y bendiciones en forma de amistades. También de algunas sentidas pérdidas de grandes amigos que, recientemente, nos han dejado huérfanos de su bondad  y talento. 

"Nadie se baña dos veces en el mismo río", afirmaba Heráclito (ver posts) apuntando que todo cambia y nada permanece. Cierto que todo muta en parte, pero en parte todo también permanece de algún modo. Eso queremos descubrir a lo largo de esos muchos meses en los que nunca estuvimos en nuestra segunda alma costera: la mediterránea que se suma a la cantábrica.
Los demasiados platillos, también una metáfora de la vida jubilada. 
Otras decenas de posts previos sobre AlicanTerapia.

Costa, a toda costa

Aún a costa de lo que sea, mejor acostarse al costado de cualquier costa.

Cuando paseamos por alguna de nuestras costas, la cantábrica o la mediterránea, comentamos lo triste que sería vivir en Wulumuchi, la capital de la provincia china más extensa con 1.600.000 Km2, Xinjiang, que significa “nueva frontera” y fue el “Turquistán Chino” anexionado en el Siglo XVIII por la Dinastía Manchú.

Wulumuchi es el lugar terrestre más alejado de cualquier mar según los mapamundis, siendo preciso recorrer un mínimo de 2.400 Km. para alcanzar alguna costa marítima.
Vivir a orillas del mar, donde se escucha la risa multitudinaria de las olas del océano, es el mejor antídoto antitodo. Cualquier tosca costa, sea en forma femenina de playa o en forma masculina de acantilado, simbolizan al alba o al crepúsculo la unión del aire, el agua y la tierra.

Quienes nunca abandonamos la costa y dejamos a otros la alta mar o la tierra adentro, creemos que debería ser un derecho universal de todo terrícola el ver, al menos una vez, el mar desde una costa. Habría que organizar viajes para que todos los humanos comprendiesen qué es el mundo viendo las olas marítimas en un planeta como el nuestro que merecería llamarse Agua y no Tierra.

Oasis en Cuenca

Encuentro vasco marroquí en la meseta castellana

Las vacaciones de Semana Santa son prolíficas de viajes y quizá también motivo de alguna reflexión. Nuestro habitual desplazamiento desde la costa cantábrica hasta la mediterránea, nos lleva a atravesar toda la meseta castellana. Conducimos siempre con mucha prudencia, respetando las normas de tráfico y las insistentes advertencias de los coches modernos que avisan al cumplirse las dos horas de conducción. Al parar en una gasolinera, por motivos de descanso y no de repostaje, encontramos ante la máquina de café a una abuela de apariencia norteafricana. Obviamente ni su bereber o árabe, ni nuestro euskera o castellano, ni siquiera el francés nos facilitó la comunicación. Pero bastó una mirada y un gesto para ayudarle a conseguir un café largo como quería de aquella cafetera de aceptable infusión, pero inadmisible monolingüismo.

Este anecdótico encuentro y nuestra sostenida sonrisa común no se recogieron en los periódicos del día siguiente, porque millones de anodinas coincidencias como ésta sucedieron en todo el planeta. Las portadas se llenaron con guerras y terrorismos, pero esta pausa conquense fue testigo de uno de esos actos intrascendentes que por miríadas marcan la historia de la civilización, que no es sino la lenta travesía de cómo la humanidad aprende a ser bondadosa.

Versión en PDF de "El País": http://mikel.agirregabiria.net/2004/20040411elpepi_11.pdf