El milagro del trabajo
Obra cumbre de la educación
¡Sombras somos y sombras perseguimos!
Al amanecer, ya asoman;
al mediodía, se acortan,
según la estación de moda,
varían y se transforman,
pero siempre dan la nota.
Atardece y se prolongan,
desde los pies se desbordan.
Al anochecer, se agotan...
(Poesía de este mismo día; la foto, del verano en Getxo)"Nunca temas a las sombras, sólo constituyen el indicio de que en un lugar cercano hay una luz resplandeciente", señaló Ruth Renkel. "Mantén tu rostro al sol y así no verás sombras", aconsejó Helen Keller, sorda y ciega desde los diecinueve meses...
XXII Jornadas Pedagógicas de Barakaldo: La tutoría
Pasteles sobre la nevera de hielo
El tío Félix era el encargado de
la mesa en aquellos primeros años de los '60. Teníamos que comernos todo de todos los platos, incluidas las habas,
que algunos odiábamos. Al final aprendimos, de por vida, a comer de todo. En
justa reciprocidad y a él le exigíamos que comiese hígado, sabiendo que no era
de su agrado. Y lo hacía, demostrando que la firmeza era para todos. Por cierto, dos platos que han desaparecido de nuestros menús.
Aquellas gloriosas comidas quedaron grabadas por la felicidad que emana de la familia,… Quienes más nos reíamos, sin saber exactamente de qué, éramos los dos más traviesos o niños, Mari Pili y yo, que ya criamos nietos y seguro les hemos contado aquellos almuerzos,… o las meriendas-cenas antes de salir a jugar a los Auxiliares (Plaza Unamuno) a la vuelta del colegio.
El tío Félix nos daba su paga, si bien creo que toda ella la ahorrábamos en una hucha común de arcilla que, finalmente, un inolvidable día rompimos. Buena práctica para valorar el ahorro con aquella peseta o eran cincuenta céntimos, que ahora nuestros nietos no sabrían ni expresar en menos de un céntimo de euro.
Un aprendizaje directo del tío Félix, útil para toda la vida, fue sobre cómo elegir el mejor pastel de una bandeja. Recuerdo exactamente la escena en la amplia cocina de aquella casa, encima del frigorífico de hielo, que se rellenaba con barras de hielo que cada semana traía a casa el hielero o heladero (ver otra imagen).
Aquella nevera ¿quizá una Gelat? (no confundir con la fresquera con su malla para ventilar) medía poco más de un metro porque no tenía maquinaria alguna ni se enchufaba, y encima estaba la docena de pasteles entre los que debíamos elegir,...
El tío Félix zanjó la dificultad de elegir (“l'embarras du choix”, como dicen los franceses), sobre todo para un niño entre aquellos manjares dulces, con un criterio objetivo: Selecciona por el peso. Todos los pasteles son deliciosos, de modo que el que tenga más masa o cantidad será el más placentero por degustarlo más tiempo. Una fórmula aplicable en muchas casos y momentos diferentes.