Una creencia contraria a la razón, una fe desmedida o una valoración excesiva respecto de algo, es decir, una superstición… ¿podría ser útil?
No hay superstición que no haya nacido de alguna necesidad humana, generalmente del desconocimiento o de la credulidad. En los albores de la historia de la humanidad, se explicaron los fenómenos complejos con causas simples, muchas veces absurdas e ilógicas… Al menos desde una perspectiva contemporánea, tras el avance del saber y la extensión de la educación.
“El nacimiento de la ciencia fue la muerte de la superstición”, sentenció el biólogo Thomas Henry Huxley. Sin embargo, todavía perviven muchas supersticiones en todas las culturas y civilizaciones, principalmente entre gente sencilla… o demasiado candorosa. Incluso el mismo Kant apuntaba que “La superstición es la poesía de la vida”. Naturalmente se refería a lo espontáneo, cándido e imaginativo de creer, por ejemplo, que una herradura protege a su dueño.
Lo cierto es que existen amuletos que incitan a la buena suerte, y otros conjuros que llevan a la desgracia. Entre los fetiches que conjuran a los malos augurios están: ponerse el cinturón de seguridad en los coches, beber agua (no hace falta que sea bendita, pero sí que sustituya al alcohol), coger un libro… y leerlo, apartar el tabaco y todo lo que se fuma,… Y entre los gestos que traen mala suerte pueden citarse: malgastar en loterías (trae pérdidas económicas… a casi todos), decir palabras malsonantes y más si van dirigidas a otros, usar la violencia o meterse en peleas, sobrepasar los límites de nuestras capacidades (conduciendo, bebiendo, comiendo,…) o creer en tonterías de timadores o curanderos en vez de escuchar a médicos y científicos.
Versión para imprimir en: mikel.agirregabiria.net/2007/supersticiones.DOC
Mostrando las entradas para la consulta superstición ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta superstición ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Horóscopo con fósforo
Evitemos el fraude, eduquémonos y divirtámonos con horóscopos de citas.
La divulgación de la ciencia debió ser la muerte de la superstición, que no es sino la “religión de las mentes débiles”. Pero pervive e incluso, en su tiempo, Goethe reconoció que la superstición es “la poesía de la vida”. Lo cierto es que en las almas más grandes subsisten rincones de debilidad en los cuales duermen las credulidades ingenuas.
Los periódicos, ante la insistencia de ciertos lectores, mantienen secciones con augurios astrológicos, donde debieran remarcar el carácter lúdico con títulos como el “Juego del Horóscopo”, indicando sólo generalidades válidas y consejos positivos para cualquier situación o persona. Toda la sociedad debe colaborar activamente para erradicar estas creencias irracionales de los más incautos y liberarles de la esclavitud de la ignorancia, infundiéndoles la dignidad de la libertad personal. La fe en pseudociencias como la astrología puede ser muy perniciosa, pues fomenta la evasión de los problemas de la vida real. Recordemos que las personas debemos procurar superarnos con nuestro esfuerzo, porque nadie sino nosotros mismos somos los únicos o últimos responsables de nuestro futuro.
Si aceptamos como un simple divertimento estas “filigranas de la ensoñación", podríamos proponer un “horóscopo con fósforo” para gente inteligente, con citas renovadas diariamente de grandes personajes de la humanidad, como el que sigue.
Aries: Para ser amado, sé amable.
Tauro: Todo lo que una persona puede imaginar, otra podrán hacerlo realidad.
Géminis: El genio es el infinito arte de trabajar con paciencia.
Cáncer: La confianza en sí mismo es el primer secreto del éxito.
Leo: Hay que tomar a las personas como son, no existen otras.
Virgo: Para alargar tu vida, acorta tus comidas.
Libra: El saber es la única propiedad que no puede perderse.
Escorpión: Siembra una acción y recogerás un hábito; siembra un hábito y recogerás un carácter; siembra un carácter y recogerás un destino.
Sagitario: Si quieres que tus sueños se conviertan en realidad... ¡despierta!
Capricornio: La amistad es animal de compañía, no de rebaño.
Acuario: Imposible es el adjetivo de los imbéciles.
Piscis: Hay dos cosas perdurables que podemos dejar en herencia a nuestros hijos: las raíces y las alas.
La divulgación de la ciencia debió ser la muerte de la superstición, que no es sino la “religión de las mentes débiles”. Pero pervive e incluso, en su tiempo, Goethe reconoció que la superstición es “la poesía de la vida”. Lo cierto es que en las almas más grandes subsisten rincones de debilidad en los cuales duermen las credulidades ingenuas.
Los periódicos, ante la insistencia de ciertos lectores, mantienen secciones con augurios astrológicos, donde debieran remarcar el carácter lúdico con títulos como el “Juego del Horóscopo”, indicando sólo generalidades válidas y consejos positivos para cualquier situación o persona. Toda la sociedad debe colaborar activamente para erradicar estas creencias irracionales de los más incautos y liberarles de la esclavitud de la ignorancia, infundiéndoles la dignidad de la libertad personal. La fe en pseudociencias como la astrología puede ser muy perniciosa, pues fomenta la evasión de los problemas de la vida real. Recordemos que las personas debemos procurar superarnos con nuestro esfuerzo, porque nadie sino nosotros mismos somos los únicos o últimos responsables de nuestro futuro.
Si aceptamos como un simple divertimento estas “filigranas de la ensoñación", podríamos proponer un “horóscopo con fósforo” para gente inteligente, con citas renovadas diariamente de grandes personajes de la humanidad, como el que sigue.
Aries: Para ser amado, sé amable.
Tauro: Todo lo que una persona puede imaginar, otra podrán hacerlo realidad.
Géminis: El genio es el infinito arte de trabajar con paciencia.
Cáncer: La confianza en sí mismo es el primer secreto del éxito.
Leo: Hay que tomar a las personas como son, no existen otras.
Virgo: Para alargar tu vida, acorta tus comidas.
Libra: El saber es la única propiedad que no puede perderse.
Escorpión: Siembra una acción y recogerás un hábito; siembra un hábito y recogerás un carácter; siembra un carácter y recogerás un destino.
Sagitario: Si quieres que tus sueños se conviertan en realidad... ¡despierta!
Capricornio: La amistad es animal de compañía, no de rebaño.
Acuario: Imposible es el adjetivo de los imbéciles.
Piscis: Hay dos cosas perdurables que podemos dejar en herencia a nuestros hijos: las raíces y las alas.
Los nombres de los meses y la brevedad de febrero
El calendario es un sistema de medida de tiempo utilizado para largos periodos y basado principalmente en una sucesión de actividades relacionadas con las estaciones del año, como la época de cosecha de distintos alimentos. Los calendarios iniciales eran lunares, se estructuraban en torno a las fases de nuestro satélite, como en el calendario musulmán. Pero se ajustaban mejor a las estaciones los calendarios solares o en función del sol como hacían en el Antiguo Egipto.
Se trata de una herramienta que ha acompañado al hombre desde hace mucho tiempo, siendo el calendario más antiguo encontrado uno que data del 8.000 a.C. y que medía el tiempo tanto por la luna como por el sol.
El calendario que ha llegado hasta nuestros días, como casi todo, es herencia del poderosos Imperio Romano. Originariamente, el calendario primitivo de Roma se dividía solamente en diez meses y no coincidía con los ciclos astronómicos. Los nombres que los romanos utilizaban para designar los meses del año tienen su origen en dioses, emperadores o números, y estos se han conservado en las lenguas inglesa, española, francesa, italiana y portuguesa.
El año romano original de Romulus, de diez meses porque los siguientes enero y febrero no valían ni para sembrar y, por tanto, ni se contaban, comenzaba con la primavera, con marzo.
MARZO. Proviene de Marte, dios de la guerra, porque en este mes con la primavera y el calor se iniciaban las campañas bélicas de las legiones romanas.
ABRIL. Procede del término griego afros, que significa espuma, de la que surgió Venus. Este mes se dedicó a la fertilidad.
MAYO. Es un homenaje a los mayores, ancianos o protectores del pueblo, ya que deriva de la palabra latina majorum, que significa seniors. Otros atribuyen su nombre a la diosa Maya, esposa de Vulcano, conocida también por Bona Dea. Representa la fertilidad, la castidad y la salud;. Su festival se celebraba por los romanos en el mes Maius.
JUNIO. Representado como un segador de heno, supone un homenaje a los jóvenes, ya que proviene del término latino 'junior'. También se dice que proviene del latín (mensis) Iunius 'mes de Juno'. Juno era la hermana y esposa de Júpiter. Representaba la feminidad y reunía los atributos que se le asignaban a esta en la sociedad tradicional, sobre todo, los de esposa y madre.
JULIO, o quintilis (quinto mes). El general Julio César le dio su nombre, ya que él nació en este mes. Debido a que era la época en que se llevaba a cabo la recolección del trigo, se representaba con un segador practicando esta faena agrícola. En un principio, comprendía 36 días pero fue cambiado a 31 por el rey Rómulo y reducido a 30 por el segundo rey de Roma Numa Pompilio, señalándose finalmente los 31 que tiene ahora por el dictador Julio César.
AGOSTO, o sextilis (sexto mes). Rinde homenaje al primer Emperador Augusto, que eligió este mes para que llevara su nombre debido a que fue cuando derrotó a Cleopatra y Marco Antonio, sus mayores enemigos. Inicialmente sextilis contaba un día menos que quintilis, pero para que un emperador no fuese menos que un general, se igualaron y ahora hay dos meses seguidos con 31 días.
SEPTIEMBRE. Como al principio ocupaba el séptimo lugar (septem, en latín), conservó su originaria denominación a pesar de haber pasado al noveno puesto. Diferentes escenas de vendimia representan este mes, dedicado al dios Vulcano.
OCTUBRE. En este caso, ha conservado también su nombre original de la época de Rómulo, del término latino october: octavo. Tanto la vendimia como la siembra, tareas de la época que marca, servían para simbolizarlo.
NOVIEMBRE. Mientras que su denominación ha perdurado desde que ocupaba el noveno lugar (november), sus días sufrieron cambios hasta la llegada de Augusto, quien los dejó en 30.
DICIEMBRE. A pesar de estar en el último puesto, se le sigue conociendo por la décima posición que ocupaba originalmente.
Fue Numa Pompilio, el segundo rey de Roma (715-672 a. de C.), quien adaptó el calendario al año solar según el modelo egipcio y le agregó los dos meses restantes al comienzo del año. Desde que Roma lo hiciera su calendario oficial, el modelo compuesto por doce meses se extendió por toda Europa y fue utilizado hasta el siglo XV, cuando hizo su entrada el calendario gregoriano.
ENERO. Éste fue el primer mes que se tuvo que añadir. Su nombre antiguo era Ianuro, en honor al dios Iano, que era el protector de puertas y entradas. A esta divinidad se la representaba con una vara y una llave.
FEBRERO. Incorporado en segundo lugar por Numa Pompilio, lo dedicó a Plutón o Februo, para que éste aplacara sus iras.
Los romanos teniendo la necesidad de alinear su calendario con las lunas, acabaron estableciendo años de 355 días y 12 meses. Fue entonces cuando se añadió al listado enero y febrero y, por pura superstición, pues querían que los días del año fuesen impares, se dejó a febrero solo con 28 días.
Los emperadores, conscientes del desajuste de los 355 días que había en su calendario respecto al Sol, llegaron a añadir días a placer haciendo que unos meses tuviesen más días que otros según sus propias necesidades.
Julio César, para superar esos cambios puntuales, en el año 45 a.C, pidió a Sosígenes de Alejandría, un calendario con 365 días y seis horas, la misma cifra que tenían los egipcios y que mejor se ajustaba al calendario solar.
Los nuevos diez días que hubieron de añadirse fueron repartiéndose de forma ordenada a cada uno de los meses del año empezando por el primero, marzo, hasta llegar al penúltimo, enero. Así, todos los meses sumaron un día más y pasaron de tener 29 días a 30 o de 30 a 31. La excepción fue febrero, que, por ser el último, no se llevó día extra y se ratificó como el mes más corto del calendario. Además, se estableció también que, con el objetivo de evitar el desajuste que existía respecto al año solar, cada cuatro años habría un año bisiesto.
Snoopy casi se va con el Apolo 10
Sería superstición o ternura, pero la fotografía muestra el guiño a la suerte, algo nada científico, de la tripulación del Apolo 10 según camina por el pasillo de camino al Complejo de Lanzamiento 39B. En la imagen, el comandante de la misión Thomas P. Stafford acaricia la nariz de Snoopy, la mascota de la misión, sostenida por Jamye Flowers Coplin, inicialmente secretaria del astronauta Gordon Coopers (aparece al fondo a la izquierda, como el tercer astronauta).
Menos conocida que otras mujeres de la lista espacial, Jamye Flowers Coplin, tenía solamente diecinueve años cuando se incorporó a la NASA. Fue la responsable de asegurarse de que Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins en la misión Apolo 11 estuvieran preparados y en el estado de ánimo adecuado para hacer historia en la Luna.
Coplin se incorporó a la NASA nada más salir del instituto. En 1966, se convirtió en una de las secretarias de la tripulación del Apolo 11, un puesto que requería una persona polivalente dispuesta a trabajar muchas horas. Era su primer trabajo y no tenía ni idea de que iba a trabajar directamente con los astronautas que acabarían siendo los primeros en pisar la Luna.
Según la revista Air & Space de la Smithsonian Institution, "Coplin escribía sus órdenes de viaje frecuentes, interfería cuando alguien de fuera quería acceder, viajaba con ellos al Cabo para los lanzamientos, mantenía informadas a sus esposas e incluso cuidaba de sus hijos. Cuando se hacían cambios en la lista de comprobación de los vuelos, ella tenía suficientes conocimientos técnicos para ver que se hacían correctamente".
Secuencia de tres fotografías que muestran el momento en que Jamye Flowers Coplin muestra el peluche de Snoopy a Eugene Cernan en los momentos previos al lanzamiento del Saturno V con el Apolo 10
El Apolo 10 orbitó la Luna 31 veces durante su misión de ocho días y llevó el LM a menos de 15.000 metros de la superficie lunar, simulando un alunizaje. Después de todas estas "primicias" históricas, la tripulación también envió la primera señal de televisión en color en directo desde el espacio.
Post que estuvo en borrador desde el 19-4-2009.
¿Lotería o bobería?
Según datos oficiales de la última Memoria del Juego, entre loterías, quinielas, casinos y máquinas, excluyendo algunas modalidades como hipódromos, en el Estado se han jugado 25.854 millones de euros (4,30 billones de las antiguas pesetas) durante 2002. El gasto real de los jugadores, lo NO recuperado en premios, asciende a 8.335 millones de euros (1,39 billones de pesetas), el 32,24% de lo jugado y que supone los ingresos de los administradores de los juegos.
De lo que se juega y no se recupera en premios, que además se redistribuyen pésimamente en unos pocos ganadores, cada persona en promedio pierde 202,74 € (37.788 pesetas) al año. Esta cantidad se distribuye fundamentalmente en máquinas, lotería nacional (ahora vienen los atracos de la navidad y el niño), bingos, primitiva, casinos, bono-loto y quinielas. Sólo en loterías y apuestas del Estado, lo jugado al año en promedio asciende a 245 € (45.665 pesetas) por cada madrileño, 239 € (44.546 pesetas) por cada valenciano, 216 € (40.259 pesetas) por cada vasco,... que son quienes más dilapidan en juegos de azar, donde el gestor se queda directamente con el 36.37% del importe (reservándose el 30% en la Lotería Nacional y el 45% de primitivas, bono-loto y quinielas), promedio superior al de casinos (23.52%), máquinas B (25%) o bingo (35.58%), pero inferior al de la ONCE (52%).
Estas escandalosas cifras descubren una extendida y arraigada adicción al juego, que además se alienta desvergonzadamente desde los poderes públicos. Una familia media de cuatro miembros “pierde” (descontando los premios que unos pocos ganan) más de 808 € (151.000 peses) al año. Además la gravedad de este infortunio se agrava por el hecho de que quienes más despilfarran son quienes disponen de menos recursos y de menor cultura para comprender de las loterías son una ruina cierta. El juego además provoca un efecto paralizante, porque muchos jugadores y sus desoladas familias dejan pasar su vida a la espera del próximo sorteo, sin dedicarse a mejorar su formación o su trabajo, que son los únicos cauces firmes para el progreso personal y familiar.
La lotería es un impuesto a la estulticia y a la idiotez, que se ceba en los más desvalidos. Se aprovecha de la desesperación de la pobre gente, reduciendo su única esperanza a que les “toque” un premio. Explotan la ignorancia y la superstición de los más débiles, induciéndoles a desperdiciar su contado dinero en una apuesta segura: PERDER EN LA LOTERÍA. El refranero popular abunda en certeros dichos: “El que juega a la lotería, se arruina cada día” o “Trabajo y economía son la mejor lotería”. Jugar sólo trae suerte para la desgracia. Cada uno es artífice de su propia suerte: Cuanto más trabajemos, más suerte tendremos.
Existe un método infalible para ganar en la lotería, cada día, en cada sorteo y con una ganancia del 100%: No jugar, y guardar el dinero sobrante en una hucha, como dijo con más gracejo un personaje de Arniches. El gusanillo del juego se puede disfrutar exactamente igual, imaginando que jugamos al número 12345, o en la loto al 1, 2, 3, 4, 5, 6, que son tan probables como el número que pudimos comprar. Cuando veamos el resultado en televisión, comprobaremos que hemos ganado por no jugar. Quienes llevamos cuarenta años “jugando” así, sin habernos tocado nunca, hemos conseguido mucho dinero, tiempo y felicidad. Recordemos: La solución consiste en un “juego imaginario” y una hucha real, cuyo mejor destino es la educación propia o la de nuestros hijos.
De lo que se juega y no se recupera en premios, que además se redistribuyen pésimamente en unos pocos ganadores, cada persona en promedio pierde 202,74 € (37.788 pesetas) al año. Esta cantidad se distribuye fundamentalmente en máquinas, lotería nacional (ahora vienen los atracos de la navidad y el niño), bingos, primitiva, casinos, bono-loto y quinielas. Sólo en loterías y apuestas del Estado, lo jugado al año en promedio asciende a 245 € (45.665 pesetas) por cada madrileño, 239 € (44.546 pesetas) por cada valenciano, 216 € (40.259 pesetas) por cada vasco,... que son quienes más dilapidan en juegos de azar, donde el gestor se queda directamente con el 36.37% del importe (reservándose el 30% en la Lotería Nacional y el 45% de primitivas, bono-loto y quinielas), promedio superior al de casinos (23.52%), máquinas B (25%) o bingo (35.58%), pero inferior al de la ONCE (52%).
Estas escandalosas cifras descubren una extendida y arraigada adicción al juego, que además se alienta desvergonzadamente desde los poderes públicos. Una familia media de cuatro miembros “pierde” (descontando los premios que unos pocos ganan) más de 808 € (151.000 peses) al año. Además la gravedad de este infortunio se agrava por el hecho de que quienes más despilfarran son quienes disponen de menos recursos y de menor cultura para comprender de las loterías son una ruina cierta. El juego además provoca un efecto paralizante, porque muchos jugadores y sus desoladas familias dejan pasar su vida a la espera del próximo sorteo, sin dedicarse a mejorar su formación o su trabajo, que son los únicos cauces firmes para el progreso personal y familiar.
La lotería es un impuesto a la estulticia y a la idiotez, que se ceba en los más desvalidos. Se aprovecha de la desesperación de la pobre gente, reduciendo su única esperanza a que les “toque” un premio. Explotan la ignorancia y la superstición de los más débiles, induciéndoles a desperdiciar su contado dinero en una apuesta segura: PERDER EN LA LOTERÍA. El refranero popular abunda en certeros dichos: “El que juega a la lotería, se arruina cada día” o “Trabajo y economía son la mejor lotería”. Jugar sólo trae suerte para la desgracia. Cada uno es artífice de su propia suerte: Cuanto más trabajemos, más suerte tendremos.
Existe un método infalible para ganar en la lotería, cada día, en cada sorteo y con una ganancia del 100%: No jugar, y guardar el dinero sobrante en una hucha, como dijo con más gracejo un personaje de Arniches. El gusanillo del juego se puede disfrutar exactamente igual, imaginando que jugamos al número 12345, o en la loto al 1, 2, 3, 4, 5, 6, que son tan probables como el número que pudimos comprar. Cuando veamos el resultado en televisión, comprobaremos que hemos ganado por no jugar. Quienes llevamos cuarenta años “jugando” así, sin habernos tocado nunca, hemos conseguido mucho dinero, tiempo y felicidad. Recordemos: La solución consiste en un “juego imaginario” y una hucha real, cuyo mejor destino es la educación propia o la de nuestros hijos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)