La hipótesis de la abuela

María Martinón Torres, paleoantropóloga y directora del CENIEH, explica la Eusocialidad.

La hipótesis de la abuela es una teoría, crecientemente verificada (ver tuit final), que intenta explicar por qué los humanos y muy pocas especies animales (la beluga, el narval, la orca o el chimpancé) tienen una larga vida después de dejar de reproducirse, especialmente las hembras. Supone que las abuelas ayudan a la supervivencia de sus nietos y otros parientes, aumentando así la probabilidad de que sus genes se transmitan a las siguientes generaciones. 

Esta teoría fue propuesta por el biólogo norteamericano George C. Williams en 1957. La hipótesis de la abuela se basa en el principio de la selección natural, que dice que los rasgos que favorecen la adaptación y la reproducción de una especie se mantienen y se heredan, mientras que los que no lo hacen se pierden. La menopausia, que es el cese de la ovulación y la capacidad reproductiva en las hembras, parece ir en contra de este principio, ya que reduce el número de descendientes que una hembra puede tener. 

Sin embargo, la hipótesis de la abuela sugiere que la menopausia tiene una ventaja evolutiva indirecta, ya que permite a las hembras dedicarse al cuidado de sus hijos, nietos y otros familiares, que comparten parte de su material genético. De esta forma, las abuelas aumentan la supervivencia y el éxito reproductivo de sus descendientes, lo que compensa el hecho de no tener más hijos propios. 

Las abuelas humanas y las abuelas orcas contribuyen a la alimentación, la protección, la educación y la transmisión de conocimientos de sus nietos, lo que mejora su bienestar y su supervivencia. Todo ello ha impulsado el aumento de la longevidad y la inteligencia de los humanos y las orcas a lo largo de la evolución. Esta teoría reúne suficiente evidencia empírica y matemática que la respalda.

Así, los humanos pudieron aprovechar su vida post-reproductiva para transmitir su sabiduría, su experiencia y sus valores a las generaciones futuras, contribuyendo al progreso de la humanidad con el cuidado de los descendientes y la cooperación social.
Fuente de la imagen, donde se aprecia la longevidad con períodos de cría y de ayuda.

Hay otros seres vivos que tienen una vida post-reproductiva prolongada, es decir, que viven mucho tiempo después de dejar de reproducirse, como son: 
  • El pino longevo, un árbol que puede vivir más de 5.000 años (como el Prometeo) y que no muestra signos de envejecimiento celular. 
  • El molusco Ming, una almeja que se encontró con 507 años de edad y que podría haber vivido más si no hubiera sido extraída del agua. 
  • La orca, un cetáceo que puede vivir hasta 90 años y que deja de reproducirse alrededor de los 40 años. 
  • El chimpancé, un primate que comparte el 98% de su ADN con los humanos y que también experimenta la menopausia. 
Estos animales tienen diferentes mecanismos para mantenerse jóvenes y saludables a nivel celular, como la presencia de células madre, la baja tasa de mutación o la protección de los telómeros. Hay especies, como el elefante asiático y posiblemente también los africanos, de las que sabemos que las abuelas mejoran la supervivencia de los nietos, aunque en este caso las abuelas se siguen reproduciendo. 

La menopausia es, desde una perspectiva evolutiva y en apariencia, una anomalía. De hecho, es un fenómeno muy poco frecuente en el mundo animal. En casi todas las especies las hembras se mantienen fértiles a lo largo de toda su vida. Nuestra especie forma parte de un pequeño grupo de mamíferos en los que la capacidad reproductiva se deteriora de forma acelerada con relación al declive orgánico general.

Para concluir, con un poco de tristeza tras valorar la aportación de las abuelas humanas: ¿No hay una teoría del abuelo?

1 comentarios:

Anónimo dijo...

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