¿Cómo combatir el fascismo que aún fascina en el siglo XXI?

El extemporáneo y horrendo fascismo sigue fascinando (en su primera acepción) a determinadas personas en pleno siglo XXI en distintas partes del mundo. Es preciso determinar cuáles son esas razones, muchas de ellas relacionadas con factores psicológicos, sociales y políticos. Aquí hay algunos puntos clave que explican su extraña persistencia en formatos de fascismo originario, el neofascismo, el transfascismo o formas de populismo variopinto:

1. Crisis y miedo al cambio: El fascismo suele resurgir en momentos de crisis económica, social o política. La incertidumbre y el miedo llevan a muchas personas a buscar soluciones autoritarias y simplistas, que prometen orden y estabilidad a cambio de libertad.

2. Nacionalismo y sentido de pertenencia: En un mundo globalizado, donde muchas personas sienten que sus identidades nacionales, culturales o sociales están amenazadas, el fascismo ofrece una narrativa de orgullo nacionalista. Promueve la idea de una comunidad fuerte, unida y con un enemigo común.

3. Promesas de orden y autoridad: Muchas personas sienten que las democracias liberales son ineficientes y corruptas. El fascismo se presenta como una alternativa "eficaz", donde un líder fuerte toma decisiones sin las restricciones de la democracia.

4. Manipulación emocional y propaganda: El fascismo utiliza discursos que apelan a las emociones en lugar de la razón. La propaganda, especialmente en redes sociales, explota el miedo, la nostalgia y la ira para movilizar a las masas.

5. Búsqueda de héroes y líderes carismáticos: El fascismo tiende a ofrecer figuras mesiánicas que prometen "rescatar" a la nación. En tiempos de crisis, muchas personas prefieren creer en un líder fuerte en lugar de confiar en instituciones democráticas.

6. El enemigo como excusa: El fascismo crea enemigos ficticios o exagera amenazas para justificar su existencia. Puede ser una minoría étnica, inmigrantes, ideologías opuestas o "élites corruptas".

7. Uso de nuevas tecnologías: Aunque el fascismo del siglo XX dependía de la radio y la prensa, en el siglo XXI se ha adaptado a las redes sociales, los algoritmos y las campañas de desinformación para atraer seguidores.

8. Desconfianza en las élites políticas: Muchos ciudadanos sienten que los gobiernos democráticos han fallado en mejorar sus condiciones de vida. Esto genera terreno fértil para movimientos autoritarios que prometen barrer con la "vieja política".

9. Romanticismo del pasado: El fascismo suele idealizar un pasado mítico donde la nación era "grande y pura". Esto atrae a quienes sienten que han perdido su identidad en un mundo cambiante.

10. Radicalización y tribalismo: En la era digital, la radicalización ocurre más rápido. Las redes sociales crean burbujas ideológicas donde los discursos extremistas encuentran eco y refuerzo.

El fascismo fascina porque promete soluciones simples a problemas complejos, ofrece identidad y propósito en tiempos de incertidumbre, y explota las emociones humanas más primarias: miedo, orgullo y odio. Sin embargo, la historia ha demostrado que sus promesas conducen a la represión y el sufrimiento.

La cuestión clave es : ¿Cómo combatir esa fascinación por el fascismo?

Combatir la fascinación por el fascismo requiere una combinación de estrategias educativas, políticas, sociales y culturales. Aquí algunas formas efectivas de hacerlo:

1. Educación crítica y memoria histórica

  • Enseñar la historia del fascismo con ejemplos concretos de sus consecuencias devastadoras (Holocausto, dictaduras, guerras).
  • Promover el pensamiento crítico para que las personas puedan identificar discursos autoritarios y populistas.
  • Fomentar la educación cívica para fortalecer el compromiso con la democracia y los derechos humanos.

2. Fortalecimiento de la democracia

  • Gobiernos más transparentes y eficaces que respondan a las necesidades de la gente para evitar la desconfianza en la democracia.
  • Fomentar la participación ciudadana en movimientos sociales, organizaciones comunitarias y procesos electorales.
  • Luchar contra la corrupción para eliminar el argumento de que “la democracia no funciona”.

3. Combatir la desinformación

  • Regular la propaganda y las fake news en redes sociales sin caer en la censura.
  • Fomentar el periodismo independiente que exponga los peligros del autoritarismo.
  • Educar a las personas sobre manipulación mediática y cómo verificar fuentes de información.

4. Crear narrativas alternativas

  • No solo criticar el fascismo, sino ofrecer visiones positivas de la democracia, la diversidad y la justicia social.
  • Reforzar el sentido de comunidad con discursos que promuevan la cooperación en lugar del odio.
  • Incentivar el orgullo por los valores democráticos en lugar del nacionalismo excluyente.

5. Construcción de una economía justa

  • Reducir la desigualdad económica, ya que el fascismo se nutre del resentimiento de los más desfavorecidos.
  • Ofrecer seguridad y oportunidades a quienes se sienten abandonados por el sistema.
  • Garantizar derechos laborales y acceso a servicios básicos para evitar que el autoritarismo se aproveche del malestar social.

6. Fomentar la diversidad y el diálogo

  • Promover la integración de minorías en la sociedad para combatir el miedo a “lo diferente”.
  • Facilitar espacios de diálogo entre distintos sectores de la sociedad para reducir la polarización.
  • Combatir el discurso de odio con políticas claras y educación en empatía y tolerancia.

7. Responsabilidad de líderes y figuras públicas

  • Políticos, artistas e intelectuales deben tomar postura clara contra el fascismo.
  • No normalizar el discurso autoritario en los medios y la cultura.
  • Crear leyes que impidan la apología al fascismo, como sucede en países donde está penalizado negar el Holocausto.

8. Construcción de una identidad colectiva democrática

  • Reivindicar valores como la libertad, la justicia y la igualdad como parte de la identidad nacional.
  • Transformar el concepto de patriotismo para que no sea excluyente ni basado en el odio.
  • Incentivar modelos de liderazgo democráticos en lugar de figuras autoritarias.

Conclusión: 
La infame fascinación por el fascismo se combate con educación, participación democrática, justicia social y discursos alternativos basados en la cooperación y la diversidad. Es un trabajo constante, pero necesario para evitar que el autoritarismo vuelva a imponerse.

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