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Síndrome de Vietnam: La guerra que nunca terminó

Anonadado aún ante el espectáculo de ayer. ¿Renace el Vietnam / Saigon Syndrome?
Cuando la Casa Blanca ofreció evacuar a Zelenski la 1º noche de la guerra respondió “I need ammunition, not a ride

El Síndrome de Vietnan o de Saigon es un término utilizado para describir las consecuencias políticas, sociales y psicológicas de la Guerra de Vietnam en Estados Unidos. Incluye dos aspectos principales: 1º Impacto psicológico en los veteranos: Muchos soldados que regresaron de Vietnam sufrieron trastorno de estrés postraumático (TEPT), ansiedad, depresión y dificultades para reintegrarse a la sociedad. 2º Efecto en la política estadounidense: Se refiere a la aversión del público y los líderes estadounidenses a involucrarse en conflictos militares prolongados después de la derrota en Vietnam. Esto influyó en la estrategia militar de EE.UU. en décadas posteriores.

El término se usó especialmente en los años 70 y 80 para describir la crisis de confianza en la política exterior de EE.UU. tras la guerra. El Síndrome de Vietnam es un término de la política estadounidense que se refiere a la aversión pública a las intervenciones militares estadounidenses en el extranjero tras la controversia interna sobre la guerra de Vietnam. En 1973, Estados Unidos puso fin a las operaciones de combate en Vietnam (muchos posts). Desde principios de la década de 1980, algunos de los posibles efectos del síndrome de Vietnam son la opinión pública contraria a la guerra, el fin del uso activo del servicio militar obligatorio, una relativa reticencia a desplegar tropas terrestres y la "parálisis de Vietnam".

En el debate interno sobre las razones por las que EEUU fue incapaz de derrotar a las fuerzas norvietnamitas durante la guerra, los pensadores conservadores, muchos de los cuales pertenecían al ejército estadounidense, argumentaron que EEUU tenía recursos suficientes pero que el esfuerzo bélico se había visto socavado en casa. En un artículo publicado en Commentary, "Making the World Safe for Communism", el periodista Norman Podhoretz afirmaba: ¿Nos falta poder? Desde luego que no, si el poder se mide en términos brutos de capacidad económica, tecnológica y militar. Según esos criterios, seguimos siendo el país más poderoso del mundo,... 

A partir de entonces, el término "síndrome de Vietnam" proliferó en la prensa y en los círculos políticos como una forma de explicar el fracaso de Estados Unidos, una de las superpotencias mundiales, a la hora de repeler la invasión de Vietnam del Sur por Vietnam del Norte. Muchos conservadores de línea dura, como Ronald Reagan, estaban de acuerdo con Podhoretz. Con el tiempo, el término "síndrome de Vietnam" se extendió como abreviatura de la idea de que a los estadounidenses les preocupaba no volver a ganar una guerra y que su nación estaba en total decadencia.

En otoño de 1983, el Presidente Reagan puso en práctica sus convicciones ordenando la invasión de Granada. Una larga disputa interna en el seno del partido marxista-leninista gobernante en la isla del Caribe Oriental se había descontrolado repentinamente, provocando ejecuciones políticas y la muerte de civiles inocentes en la capital el 19 de octubre. Reagan llegó a la conclusión de que era necesaria una rápida acción militar estadounidense para proteger a unos 1.000 residentes estadounidenses en el microestado, y también para restaurar la democracia al estilo de Westminster y poner fin a la creciente influencia del bloque soviético sobre la antigua colonia británica. Reagan se sobrepuso a las dudas de los dirigentes del Pentágono, y a la previsible reacción nacional e internacional, y autorizó una intervención sorpresa liderada por Estados Unidos al amanecer del 25 de octubre. Su directiva presidencial ordenaba específicamente al Pentágono que adoptara estrictas medidas de secretismo para evitar cualquier acción preventiva por parte de los cubanos o los soviéticos. "Francamente, había otra razón por la que quería secretismo", confesó más tarde Reagan en su autobiografía. "Era lo que yo llamo el 'síndrome post-Vietnam', la resistencia de tantos en el Congreso al uso de la fuerza militar en el extranjero por cualquier motivo, debido a la experiencia de nuestra nación en Vietnam..... Sospechaba que si informábamos a los líderes del Congreso sobre la operación, incluso bajo los términos de la más estricta confidencialidad, habría alguien que lo filtraría a la prensa junto con la predicción de que Granada iba a convertirse en "otro Vietnam". .... No preguntamos a nadie, simplemente lo hicimos".

A finales de los setenta y en los ochenta, Ronald Reagan habló de los aspectos del síndrome de Vietnam, pero argumentó que podría superarse si los estadounidenses adoptaban una postura más confiada y optimista en el mundo, con él como líder. En el discurso a los Veteranos de Guerras Extranjeras (VFW), en el que utilizó el término "síndrome de Vietnam", Reagan alegó que era el momento adecuado para ese cambio de actitud y acción, ya que la Unión Soviética estaba superando a Estados Unidos en la carrera armamentística mundial, de modo que el poder global de este último estaba disminuyendo. Acusó a la administración Carter de ser "totalmente indiferente" a la amenaza soviética. Afirmando la necesidad de una política exterior más agresiva y activista, Reagan también sugirió que los estadounidenses podrían haber derrotado al Viet Cong y al ejército norvietnamita, alegó que el público estadounidense se había vuelto en contra de la guerra por la influencia de la propaganda norvietnamita y dio a entender que los funcionarios habían decepcionado a los soldados y habían tenido "miedo de dejarles ganar" la guerra. 

Reagan equiparó el "síndrome de Vietnam" con una reticencia por parte de la opinión pública estadounidense a apoyar las intervenciones militares de Estados Unidos, pero también con sentimientos de culpa por la devastación provocada por la guerra de Vietnam y con sentimientos de duda sobre la moralidad de las intenciones y acciones de Estados Unidos durante la guerra. Reagan, sin embargo, argumentó que Estados Unidos había luchado por "una causa noble" y culpó de la guerra de Vietnam exclusivamente a la agresión de Vietnam del Norte.

Durante demasiado tiempo, hemos vivido con el "síndrome de Vietnam". Gran parte de ese síndrome ha sido creado por los agresores norvietnamitas que ahora amenazan al pacífico pueblo de Tailandia. Una y otra vez nos dijeron durante casi 10 años que nosotros éramos los agresores empeñados en conquistas imperialistas. Tenían un plan. Era ganar en el campo de la propaganda aquí en Estados Unidos lo que no podían ganar en el campo de batalla en Vietnam. A medida que pasaban los años, nos decían que la paz llegaría si dejábamos de interferir y nos íbamos a casa. Ya es hora de que reconozcamos que la nuestra era, en realidad, una causa noble. Un pequeño país recién liberado del dominio colonial buscaba nuestra ayuda para establecer el autogobierno y los medios de autodefensa frente a un vecino totalitario empeñado en la conquista. 

Deshonramos la memoria de 58.169 jóvenes estadounidenses que murieron por esa causa cuando cedemos a sentimientos de culpa como si estuviéramos haciendo algo vergonzoso, y hemos sido mezquinos en nuestro trato a los que regresaron. Lucharon tan bien y con tanta valentía como ningún estadounidense lo ha hecho jamás en ninguna guerra. Merecen nuestra gratitud, nuestro respeto y nuestra preocupación constante. Vietnam nos enseña una lección a todos. Si nos vemos obligados a luchar, debemos tener los medios y la determinación para prevalecer o no tendremos lo que hace falta para asegurar la paz. Y ya que estamos, digámosles a los que lucharon en esa guerra que nunca más pediremos a los jóvenes que luchen y posiblemente mueran en una guerra que nuestro gobierno tiene miedo de dejarles ganar.

La administración Reagan esperaba que el éxito de la invasión de Granada ayudaría a disipar el síndrome de Vietnam para que el público estadounidense pudiera ser galvanizado con éxito para apoyar nuevas acciones militares de EE.UU., con el presidente Reagan declarando después de la invasión: "Nuestros días de debilidad han terminado. Nuestras fuerzas militares vuelven a estar en pie". La rápida victoria durante la Guerra del Golfo fue considerada por muchos como el fin del síndrome de Vietnam. El presidente estadounidense George H. W. Bush declaró triunfalmente tras la guerra: "Los fantasmas de Vietnam han descansado bajo las arenas del desierto de Arabia".

"Levantar y golpear" fue una política propuesta por la administración Clinton en 1993, que Bill Clinton había apoyado durante su exitosa campaña presidencial de 1992. La política pretendía mejorar las posibilidades de un acuerdo político en la sangrienta guerra de Bosnia, en la antigua Yugoslavia, llena de atrocidades, levantando el embargo de armas, armando a los bosnios (musulmanes bosnios) y golpeando a los serbios bosnios si se resistían al proyecto de rearme. Una combinación del síndrome de Vietnam y una oposición muy fuerte de los aliados estadounidenses en Europa acabó con la propuesta, que nunca llegó a promulgarse.

Otra evolución es el Somalia Syndrome, un término que describe la reticencia de Estados Unidos a intervenir militarmente en conflictos extranjeros después del fracaso de la misión en Somalia en 1993. El síndrome se originó tras la Batalla de Mogadiscio, donde 160 Rangers (soldados estadounidenses) fueron emboscados y murieron en un enfrentamiento con milicias somalíes. Las impactantes imágenes de los cuerpos de los soldados arrastrados por las calles generaron una fuerte reacción en la opinión pública y llevaron al gobierno de EE.UU. a reducir su participación en conflictos humanitarios o de mantenimiento de la paz. Este fenómeno influyó en la decisión de EE.UU. de no intervenir directamente en crisis como el genocidio en Ruanda en 1994 y refleja una tendencia similar al Síndrome de Vietnam, pero en un contexto más específico de operaciones de paz y misiones humanitarias.

Inolvidable aquel 29 de abril de 1975, cuando EEUU realizó la evacuación militar más grande de su historia. Se llamó Operación Viento Frecuente y marcó el final de la intervención norteamericana en la Guerra de Vietnam (muchos posts).

La tecnología per se ni gana guerras, ni educa mejor


Muchos educadores apostamos por la mejor tecnología en las aulas, para modernizar la educación con todas las posibilidades contemporáneas, muchas de las cuales son potencialmente muy valiosas en los procesos de emoción, cognición y lenguajes Sin embargo, sabemos y conviene proclamarlo que lo esencial son las actitudes personales, los modelos vividos, la ejemplaridad cercana. Todo ello es profundamente humano, basado en la comunicación interpersonal que puede lograr entusiasmar al alumnado con una buena pedagogía conjunta del profesorado... y de las familias.

Como educadores que toda nuestra vida profesional hemos sido, y como adalides de las tecnologías de la comunicación y el conocimiento, siempre advertimos de una gran metáfora entre la educación y la guerra del Vietnam, que concluyó en 1975 justamente cuando iniciamos nuestra etapa docente en la universidad formando (en Matemáticas y en Ciencias) a nuevo profesorado.

Las numerosas películas sobre la guerra del Vietnam, como "El cazador" de 1978 dirigida por Michael Cimino o "Apocalypse Now" de Francis Ford Coppola en 1979, muestra la potencia militar y estética cinematográfica de los conocidos helicópteros Bell UH-1 Iroquois (en uno de los cuales tuvimos la oportunidad de volar durante algunas maniobras en nuestro servicio militar en el verano de 1975 en Madrid) u otros como los Boeing CH-47 Chinook (con los que nos fotografiamos en Araca-Gamarra en 1977).

Toda aquella tecnología, la militar estadounidense en su época de apogeo, no sirvió para ganar la guerra del Vietnam, cuando el sentimiento de injusticia de la guerra se fue abriendo y la televisión rompió el confort de los cuartos de estar estadounidenses con la brutalidad de la guerra. El resto lo hizo la diferencia de motivación entre quienes defendían su suelo y quienes bombardeaban desde la estratosfera con los B-52 o con los C-123 planeando para lanzar el agente naranja.

Quedaron grabadas en la memoria de quienes éramos conscientes en 1975 aquellas imágenes históricas y algunas especialmente impactante fueron recogidas en "El cazador", como el lanzamiento al mar de algunos Bell UH-1 Iroquois desde la cubierta de un portaaviones para acoger a más personas en la retirada apresurada tras la caída de Saigón.

La tecnología, por sí misma, ni gana guerras, ni educa mejor, aunque bien empleada y moviendo emociones e inteligencias puede ser motivadora y decisiva en muchos de los procesos de aprendizaje a lo largo de toda la vida. La tecnología de cada época marca su desarrollo. La televisión en los '70 aportó la cruda realidad de la muerte en Vietnam, primero de los 60.000 soldados "propios" y pronto de la desolación general, con víctimas entre 3,8 y 5,7 millones de personas, la mayoría de ellas inocentes civiles de todas las edades.

La educación es la actividad humana más esencial y que debiera ser constante a lo largo de la vida de todas las personas, aprovechando todos los recursos y metodologías disponibles. Todo movido por el motor poderoso del aprendizaje: el deseo de amar y convivir con nuestros semejantes y buscar cooperativamente la felicidad personal, familiar y colectiva.



Malcolm McLean, el inventor de los contenedores para barcos

Malcom McLean imaginó cómo lo contenedores podían crear un nuevo sistema de comercio internacional. El 90% del comercio internacional es transportado por el mar. Computadores de China, camisetas de Bangladesh, cobre de Chile, autos de Japón, tomates de España y todo, todo lo que se te pueda ocurrir, viaja en una de las 20.000 cajas de metal que puede llegar a transportar un buque de carga. Una caja de acero con 548.000 plátanos, 55 neveras, 400 televisores, 13.000 botellas de ron o un automóvil. Todo cabe en un humilde contenedor. 

 "La globalización, tal como la conocemos hoy, no habría sido posible sin el contenedor", Marc Levinson, economista, historiador, y autor de libros como "La Caja", donde explica cómo la innovación hizo posible la expansión del comercio internacional, y "Fuera de la Caja", donde reflexiona sobre la historia y el futuro de la globalización.

Poca atención le habíamos prestado a los contenedores, hasta que se produjo este año la famosa crisis de las cadenas de suministros (derivada de la pandemia de covid-19), dejando atascados muchos de los productos que consumimos regularmente en alguno de los puertos por donde transitan las mercancías. Efectivamente, no podemos vivir sin ellos. Aunque la historia nos dice que eso no fue siempre así.  

El primer viaje de contenedores con éxito comercial ocurrió en abril de 1956 a bordo de un buque militar reconvertido, el Ideal X, que transportó 58 contenedores desde Nueva Jersey a Texas, donde 58 camiones estaban esperando su llegada para trasladar las mercancías. 

El artífice de la travesía fue Malcom McLean, el visionario creador del sistema de transporte marítimo comercial moderno con contenedores. "Mr. contenedor", podríamos llamarle, reconociéndole que inventó el sistema logístico, más que la caja metálica propiamente tal. 

Y se hizo multimillonario. Antes de que McLean -un empresario camionero nacido en 1914 en una familia de agricultores de Carolina del Norte- utilizara el contenedor como la pieza clave de su imperio comercial, el transporte marítimo era casi una pesadilla. En la década de 1950 sólo la logística de cargar y descargar barcos era un desafío gigantesco. 

Los estibadores encargados de hacerlo apilaban, por ejemplo, barriles de aceitunas y cajas de jabón sobre un palé de madera. Éste se elevaba con una cuerda gruesa y era depositado en la bodega del barco, donde otros estibadores acomodaban cada artículo para optimizar el espacio al máximo y para que la carga no se moviera en alta mar. 

Solía haber grúas y carretillas elevadoras disponibles, pero al final muchas de las mercancías terminaban siendo movidas a pulso. Era un trabajo mucho más peligroso que el de la manufactura o la construcción. En los puertos grandes cada pocas semanas había alguna víctima fatal. La carga y descarga de un barco demoraba la misma cantidad de días del viaje por mar. 

Tenía que existir una mejor manera de hacerlo. Y esa respuesta fue la que encontró Malcom McLean. El empresario se había dedicado al negocio del transporte terrestre de mercancías. Comenzó con un camión durante los difíciles años de la Gran Depresión y terminó con una flota de 1.700 cuando vendió la compañía a mediados de los años 50. 

McLean estaba convencido de que el uso de contenedores era el futuro del comercio internacional, pero para eso, requería toda una cadena logística que hiciera viable el modelo de negocio y convencer a todos los que participaban en el antiguo sistema de que debían transformarlo.

Para empezar, las compañías de camiones, las navieras y los puertos no se ponían de acuerdo en un estándar común para fabricar los contenedores. Después, estaban los poderosos sindicatos de los puertos, que se resistían a la idea porque la mayor parte de los estibadores perdería su empleo. 

Por otro lado, las autoridades que regulaban la carga pesada en Estados Unidos también preferían el statu quo. Diferentes normativas establecían cuánto debían cobrar las compañías navieras y las empresas de camiones. ¿Por qué no permitir que éstas cobraran lo que el mercado dictara? ¿O permitir que se unieran y ofrecieran un servicio integrado? 

No, la primera respuesta fue una frontal oposición a las ideas de McLean. Pese a las dificultades, el empresario continuó trabajando en la manera de fabricar contenedores que se pudieran ajustar a los requerimientos de un barco y los de un camión que pudiese transportar la misma caja metálica llena de productos. Hasta que llegó el día en que consiguió a su gran cliente: el ejército de Estados Unidos durante la guerra de Vietnam. 

McLean aprovechó una laguna legal para obtener el control de una compañía naviera y de una empresa de camiones. Luego, cuando los estibadores entraron en huelga, aprovechó ese tiempo de inactividad para adecuar los barcos viejos a las especificaciones de los nuevos contenedores. 

Pero la maniobra más importante ocurrió en 1960, cuando McLean le vendió la idea del transporte con contenedores a los militares. El ejército vio en la idea de McLean la solución a sus problemas para enviar equipamiento militar a Vietnam. El transporte con contenedores es mucho más eficiente si forma parte de un sistema integral de logística, de manera que el ejército de EE.UU. era el cliente ideal. 

Además, Malcom McLean se dio cuenta que al regresar de Vietnam, sus buques podían traer los contenedores llenos de carga útil de la economía que más rápido estaba creciendo del mundo, la de Japón. Y así comenzó en serio la relación comercial transpacífica. 

 Una relación precipitada por una guerra que finalmente terminó convirtiéndose en la base de lo que actualmente es el sistema de comercio internacional. Hoy toda la gestión del transporte marítimo se dirige desde unas computadoras, que controlan cada uno de los contenedores que se mueven a través de un sistema logístico global.

Los contenedores refrigerados se colocan en el casco, donde hay electricidad y monitores de temperatura, y los más pesados al fondo. Y mientras las grúas cargan el barco, lo van descargando de otros contenedores. "Por supuesto que no todo el mundo disfruta de los beneficios de esta revolución", dice Tim Harford, uno de los autores de la serie de la BBC "50 cosas que hicieron la economía moderna". Muchos puertos de los países más pobres, como los de África Subsahariana, se parecen al de Nueva York durante la década de 1950. Sin embargo, con esas excepciones y para un número creciente de destinos, ahora las mercancías se pueden transportar de una forma más rápida y barata. Y eso es, en gran parte, gracias al contenedor", apunta Harford.

Museo Intrepid del Mar, el Aire y el Espacio

Cuarto día en NYC: Lunes 26-8-24
El Intrepid Sea-Air-Space Museum es un museo en la ciudad de Nueva York, situado en el muelle 86, en el West Side de Manhattan. Se muestra el portaaviones USS Intrepid (CV-11), un veterano y famoso barco, tanto de batallas navales como aéreas del Sur del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial, y más tarde, también en la Guerra del Vietnam. Actualmente este buque ha sido convertido en un museo naval flotante de historia y tecnología.
@agirregabiria

Intrepid Sea-Air-Space Museum es un museo en la ciudad de Nueva York, situado en el muelle 86, en el West Side de Manhattan. En el museo se muestra el portaaviones USS Intrepid (CV-11), un veterano y famoso barco, tanto de batallas navales como aéreas del Sur del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial, y más tarde, también en la Guerra del Vietnam. Actualmente este buque ha sido convertido en un museo naval flotante de historia y tecnología.

♬ No War - Lana-B
@agirregabiria Simulación del ataque de dos aviones kamikaza al portaaviones Intrepid. #EnNYC2024 ♬ sonido original - Mikel Agirregabiria

Falacia del Concorde y otros costes irrecuperables (sunk costs)

La falacia del Concorde y otros costes irrecuperables (sunk costs)
Sobrecoste en combustible del supersónico Concorde comparado con un Boeing 747 cuando ambos volaron por primera vez en 1969. Con el mismo combustible el Concorde llevaba la cuarta parte de pasajeros a menos de la mitad de distancia que un 747.

El concepto denominado "falacia del Concorde" es un caso paradigmático de los "costes irrecuperables" (sunk costs). Se debe a que este prodigioso avión único significó grandes inversiones por parte de la alianza anglo-francesa, y se decidió seguir adelante pese a los constantes sobrecostes, debido a que no quería perderse el trabajo previo hecho y la fuerte inversión ya consumida. 

Aunque se veía con claridad que era un negocio ruinoso, se mantenía el ingente gasto que había costado poner el Concorde en marcha y por las ilusiones que se habían depositado en él. Finalmente se decidió abandonar y dar por perdido el dinero. El Concorde, orgullo de la tecnología europea, entró en pérdida (como se dice en aviación) y ya es historia. 
La falacia del Concorde y otros costes irrecuperables (sunk costs)
El biólogo evolutivo Richard Dawkins acuñó en política situaciones de costes irreversibles como la “falacia de nuestros muchachos no han muerto en vano”. Así es como los estadounidenses fueron acumulando muertos año tras año hasta que se fueron del Vietnam. Por no admitir que unos cientos de jóvenes americanos habían muerto en vano, la prolongación de la guerra de Vietnam condujo a que los soldados-muertos-en-vano fueran cerca de 59.000 norteamericanos.

Esta "aversión a la pérdida"  es uno de los muchos e interesantes "sesgos cognitivos" que nos gustan repasar para aprender en cabeza ajena. Otro fenómeno relacionado es la, casi siempre falsa, hipótesis de que "dos errores hacen un acierto".

Efectos similares se producen en la extendida Falacia del jugador, otro conocido sesgo psicológico que erróneamente supone que los sucesos pasados ALEATORIOS afectan a los futuros. Como lo de las bombas nunca caen en el mismo sitio o el célebre chiste de matemáticos que demuestra la falsedad. Cuando vuela en avión, un hombre decide llevar siempre una bomba consigo. «Las probabilidades de que en un avión haya una bomba son muy pequeñas —razona—, ¡así que las probabilidades de que haya dos son casi nulas!»

Uno de los primeros episodios históricos de cómo no rendirse ante la evidencia e insistir en un sonado fracaso fue la masacre de la Batalla del Bosque de Teotoburgo (año 9 d. C.), comportamiento erróneo del fracasado Publio Quintilio Varo frente a la traición del caudillo querusco Arminio, primero su aliado y luego el adversario que lo derrotó.

Tras esta derrota, que dejó desguarnecida la frontera y hubiera permitido a los germanos llegar hasta la misma Roma, el limes retrocedió desde el Elba al Rin, abandonándose la efímera provincia Germania Magna, y así permanecería hasta el fin del imperio romano. Este gravísimo error supuso un duro golpe para el prestigio militar de Roma, hasta el punto de que los números de las legiones derrotadas (XVII, XVIII y XIX) nunca más volvieron a utilizarse.

Suetonio dejó escrito que Augusto, meses más tarde y aún afectado por el desastre, golpeaba la cabeza contra las paredes repitiendo: "Quintili Vare, legiones redde" (Quintilio Varo, devuélveme mis legiones)".

Sesgo del coste hundido

Quién empaquetó el paracaídas de Charles Plumb

Charles Plumb fue piloto de jet de la Marina de los EE. UU. Después de 75 misiones de combate en Vietnam, su avión fue destruido por un misil tierra-aire. Plumb se lanzó en paracaídas, fue capturado y pasó 6 años en una prisión. ¡Sobrevivió a la terrible experiencia y ahora da conferencias sobre las lecciones aprendidas de esa experiencia! 

Un día, cuando Plumb y su esposa estaban sentados en un restaurante, un hombre en otra mesa se acercó y dijo: ¡Tú eres Plumb! Volaste aviones de combate en Vietnam desde el portaaviones Kitty Hawk. ¡Fuiste derribado!

¿Cómo diablos sabías eso? preguntó Plumb. “Empaqué tu paracaídas”, respondió el hombre. Plumb quedó impresionado por la sorpresa inicial y la gratitud. El hombre dijo: ¡Supongo que funcionó el paracaídas! Plumb le aseguró: Si tu paracaídas no hubiera funcionado, no estaría aquí hoy

Charles Plumb no pudo dormir esa noche, pensando en aquel compañero. Plumb cuenta: “Me seguía preguntando cómo se vería con un uniforme de la Marina: un sombrero blanco; un babero en la espalda; y pantalones acampanados. Me pregunto cuántas veces lo habré visto y ni siquiera dicho 'Buenos días, cómo estás?' o cualquier cosa porque, verás, yo era piloto de combate y él era solo un marinero”. 

Plumb pensó en las horas que el marinero había pasado en una larga mesa de madera en las entrañas del barco, doblando cuidadosamente la sedas de cada paracaídas, quizá preparando con sus manos el destino de alguien que no conocía. Ahora, Plumb le pregunta a su audiencia: "¿Quién está empacando tu paracaídas?

Todos tenemos a alguien, en realidad a una multitud, que nos proporciona lo que necesitamos para vivir cada día. También todos necesitamos muchos tipos de paracaídas físicos, mentales, emocionales y espirituales. A veces, las urgencias de la cotidianeidad hacen que olvidemos lo realmente importante. Podemos dejar de decir hola, por favor o gracias, felicitar a alguien por algo maravilloso que le ha sucedido, dar un cumplido o simplemente hacer algo agradable sin motivo alguno. Como buenos deseos del nuevo año que se acerca. recordemos y agradezcamos a quienes nos prepararan los paracaídas vitales: Por ejemplo, gracias a quienes siguen leyendo este simple blog.

Henry Kissinger y el lado oscuro de la política: ¿Cínico o realista?

“Los políticos corruptos hacen que el otro 10% sea mal visto por la población.”
“Lo ilegal lo hacemos inmediatamente. Lo inconstitucional toma un poquito más de tiempo.”
“En política no interesa la verdad; lo que cuenta es lo que la gente percibe como verdad.”
“Si bien es cierto que no debemos renunciar a nuestros principios, también debemos darnos cuenta que no podemos mantener nuestros principios a menos que sobrevivamos.”
“Cuando conozca en persona al presidente, se preguntará a sí mismo: ¿Cómo puede ser que este tipo sea presidente cuando ni siquiera debería ser alcalde?”
“Ser inteligente no es muy importante en el ejercicio del poder. Es más, a menudo, ser inteligente no sirve de nada.”
“No veo porqué tenemos que cruzarnos de brazos y presenciar que una nación se convierta en comunista sólo por la irresponsabilidad de su pueblo. Los puntos en discusión son demasiado importantes como para dejar que los electores [chilenos] decidan por ellos mismos.”
“La ausencia de alternativas esclarece la mente en forma maravillosa.”
“El ejército convencional pierde si no gana. La guerrilla gana si no pierde.”
“Acepta todo acerca de ti mismo, de veras todo. Tú eres tú, y ése es el comienzo y el final. Nada de excusas ni remordimientos.”
“La próxima semana no puede haber ninguna crisis. Mi agenda de trabajo ya está llena.”
“En este libro estoy siendo franco respecto a mí mismo. Confieso a los lectores mi primer error en la página 850.”
“En situaciones de crisis, el camino más osado es el más seguro.”
“La moderación es una virtud sólo en aquellos que se creen que tienen una alternativa.”
“Si hacemos lo que es necesario, todas las probabilidades están a nuestro favor.”
“Si no sabes donde estás yendo, ningún camino te conducirá a ningún sitio.”
“El deber del líder es conducir a su gente de dónde está adonde todavía no ha estado.”
“Para estar totalmente seguro acerca de algo, uno debe saber todo acerca de ese algo, o simplemente no saber nada.”
“La acción encubierta [de la CIA] no debe confundirse con el trabajo de religiosos misioneros.”
“Ser enemigo de los Estados Unidos es peligroso, pero ser amigo de los Estados Unidos es fatal.”
“Cada éxito sólo es un boleto de entrada para un problema más difícil.”
“El poder es el mayor afrodisíaco.”
"Cuanto más tiempo estoy fuera del un cargo público, más infalible me parezco a mí mismo". 
"Lo bueno de ser una celebridad es que cuando aburres a la gente, creen que es culpa suya". 
"La prueba del estadista es la capacidad de reconocer la verdadera relación de fuerzas". 
"La búsqueda de un chivo expiatorio es la más fácil de todas las expediciones de caza".
"La guerra de Vietnam nos obligó a hacer hincapié en el interés nacional más que en principios abstractos. Lo que el presidente Nixon y yo intentamos hacer no era natural. Y por eso no lo logramos".
"Los políticos no se atreven a reconocer que su trabajo es hacer elecciones entre lo desagradable y lo catastrófico."
Norteamérica no tiene amigos ni enemigos permanentes, sólo intereses.
@gerardoveramx Henry Kissinger… ⚠️ (Este video tiene fines meramente educativos. Se recomienda discreción). ⚠️ #HenryKissinger #Kissinger #henrykissingerisawarcriminal #warcrimes #justicia #derecho #politica #geopolitica #fyp #LuisEcheverria #RafaelVidela #Stroessner #operacioncondor #Irak #RichardNixon #Vietnam #Laos #Camboya #Cambodia #anthonybourdain #foryoupage #makemefamous #viral #EstadosUnidos #ParaTi #criminaldeguerra #aprendeentiktok ♬ Mysterious and sad BGM(1120058) - S and N

El asesinato imposible

Una película obligatoria, "El americano impasible", que describe simultáneamente la intervención estadounidense en Vietnam y la realidad actual en Irak del expansionismo americano, relatando una historia verídica del nacimiento de la CIA desde la agencia previa, el OSS. Los mismos protagonistas, hace 50 años y hoy: un país asiático, los jóvenes americanos impasibles y los europeos maduros, que han sobrevivido a cruentas guerras en sus metrópolis, y que saben bien que las guerras, como los terremotos y otros cataclismos, no pueden ganarse. También aparecen y permanecen los periodistas honestos, profesionales al servicio de sus lectores y de sus periódicos, sin otros amos. Sólo cambian los extras, es decir, las víctimas que deben reponerse, porque en este mundo hay maquinarias imparables que usan como combustible la vida humana.

Para saber toda la verdad sobre el terrorismo es imprescindible ver esta crónica de historias lejanas y actuales, escrita sublimemente por Graham Greene en 1955, intuyendo lo que pasaría en Vietnam durante décadas: una destrucción salvaje en nombre de la "democracia americana". Una novela profética sobre el amor, la traición, el asesinato y el origen de las guerras. Después de los atentados del 11-S, el estreno de esta producción independiente se canceló indefinidamente, pero ahora podemos verla y asombrarnos al reconocer elementos comunes, correlaciones, paralelismos con lo que sucede a nuestro alrededor y en el mundo. La narrativa habitual del cine americano se transforma y se supera. El héroe bueno, el amigo y los malos, la chica disputada, el final feliz. ¿El americano impasible, Pyle, asesinaría con la misma brutalidad sin el disfraz de idealismo pusilánime? El periodista, Fowler, protagonista y narrador, cuando finalmente toma partido, ¿también queda en entredicho porque utiliza, indirectamente, medios inmorales? Sólo las víctimas, Phuong y los anónimos sacrificados en atentados que sirven de pretexto, son inocentes.

Legados del "telegrama largo" de George F. Kennan

De izquierda a derecha, el presidente Truman, Robert M. Lovett, George F. Kennan y Charles E. Bohlen en la Casa Blanca en 1947 (foto: .Bettmann/Corbis, de «George F. Kennan: An American Life,» por John Lewis Gaddis)

El “telegrama largo” fue un memorándum enviado por George F. Kennan, encargado de negocios de la embajada estadounidense en Moscú, a Washington el 22 de febrero de 1946. Este documento, de unas cinco mil palabras, es considerado un hito en la historia de las relaciones internacionales y marcó el inicio de la política de contención de la Unión Soviética por parte de Estados Unidos. 

Kennan argumentaba que la política exterior soviética estaba determinada por la ideología comunista y las circunstancias internas del país. Su análisis influyó en la formulación de la Doctrina Truman y en la estrategia estadounidense durante la Guerra Fría. 

El “telegrama largo” de George F. Kennan contenía varias ideas clave que influyeron en la política exterior de Estados Unidos durante la Guerra Fría: 
  • Naturaleza expansiva y defensiva de la política soviética: Kennan argumentaba que la Unión Soviética estaba impulsada por una ideología comunista que buscaba expandirse, pero también actuaba de manera defensiva debido a su desconfianza hacia Occidente. 
  • Contención del comunismo: Propuso la política de contención, que consistía en frenar la expansión soviética en cualquier parte del mundo, erosionando la autoconfianza soviética a largo plazo. 
  • Importancia del entendimiento cultural y político: Kennan subrayó la necesidad de comprender profundamente la cultura y la política rusas para formular una estrategia efectiva. 
  • Paciencia y flexibilidad: La estrategia de contención no buscaba soluciones rápidas, sino que requería paciencia y adaptabilidad para enfrentar la complejidad de la realidad internacional. 
Estas ideas sentaron las bases de la política exterior estadounidense durante la Guerra Fría y tuvieron un impacto duradero en las relaciones internacionales. La reacción inicial del gobierno estadounidense al “telegrama largo” de George Kennan fue de gran interés y aceptación. El análisis de Kennan proporcionó una base teórica sólida para la política de contención que Estados Unidos adoptaría durante la Guerra Fría. 

Su evaluación de la amenaza soviética y la necesidad de una respuesta estratégica resonó fuertemente en Washington. El telegrama fue bien recibido por altos funcionarios del Departamento de Estado y por el presidente Harry S. Truman, quienes vieron en las ideas de Kennan una guía clara para enfrentar la expansión soviética. Este documento influyó directamente en la formulación de la Doctrina Truman y en la política exterior estadounidense en los años siguientes.
Las principales acciones tomadas por Estados Unidos como parte de la política de contención durante la Guerra Fría incluyeron varias estrategias clave: 
  • Doctrina Truman: Anunciada en 1947, esta doctrina comprometió a Estados Unidos a proporcionar asistencia económica y militar a países amenazados por el comunismo, como Grecia y Turquía. 
  • Plan Marshall: Implementado en 1948, este plan proporcionó ayuda económica masiva para la reconstrucción de Europa Occidental, con el objetivo de fortalecer las economías y evitar la influencia comunista. 
  • OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte): Fundada en 1949, esta alianza militar entre Estados Unidos y varios países europeos tenía como objetivo la defensa mutua contra la amenaza soviética. 
  • Intervenciones militares: Estados Unidos intervino militarmente en varios conflictos para contener el comunismo, como la Guerra de Corea (1950-1953) y la Guerra de Vietnam (1955-1975). 
  • Doctrina Eisenhower: Anunciada en 1957, esta doctrina extendió la política de contención al Medio Oriente, ofreciendo apoyo a países de la región que enfrentaran la amenaza comunista. Estas acciones reflejan la amplia gama de estrategias utilizadas por Estados Unidos para contener la expansión del comunismo durante la Guerra Fría.
La política de contención tuvo un impacto profundo en las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Aquí algunos de los efectos más significativos: 
  • Aumento de la tensión y la desconfianza: La política de contención, que buscaba frenar la expansión del comunismo, llevó a un aumento significativo de la tensión y la desconfianza entre ambas superpotencias. Cada acción de contención por parte de Estados Unidos era vista como una amenaza directa por la Unión Soviética, lo que exacerbaba la rivalidad. 
  • Carrera armamentista: La contención contribuyó a una intensa carrera armamentista, con ambas naciones invirtiendo enormes recursos en el desarrollo de armas nucleares y convencionales. Esto llevó a un estado de constante preparación para un posible conflicto. 
  • Conflictos indirectos: La política de contención resultó en varios conflictos indirectos o “guerras proxy”, donde Estados Unidos y la Unión Soviética apoyaron a diferentes bandos en conflictos locales, como en Corea y Vietnam. Estos conflictos aumentaron la hostilidad y la competencia entre las dos naciones. 
  • Diplomacia y negociaciones: A pesar de la tensión, la política de contención también llevó a momentos de diplomacia y negociaciones, como los tratados de control de armas (por ejemplo, el Tratado de No Proliferación Nuclear y los Acuerdos SALT). Estos esfuerzos buscaban limitar el riesgo de un conflicto nuclear directo. 
En resumen, la política de contención definió gran parte de la dinámica de la Guerra Fría, creando un ambiente de competencia constante y desconfianza, pero también abriendo espacios para la diplomacia y la negociación. 

Algunos de los legados de George F. Kennan en su célebre “telegrama largo” son valederos para todos los tiempos: "Los adversarios también son seres humanos". Y continuaba: "Cuidémonos, en el futuro, de condenar totalmente a todo un pueblo y exculpar totalmente a otros.... Ningún otro pueblo, en su conjunto, es totalmente nuestro enemigo. Ningún pueblo -ni siquiera nosotros mismos- es totalmente nuestro amigo" .