El envejecimiento de la población está considerado un signo de progreso económico y social, pero ello lleva implícito una transformación de la sociedad a todos los niveles, que a su vez brinda nuevas oportunidades de inversión.
España, con la mayor esperanza de vida de la Unión Europea, es unos países cuya economía debe hacer un mayor esfuerzo para adaptarse y, al mismo tiempo, beneficiarse de esa tendencia denominada como Silver Economy o Generación de Oro .
La Comisión Europea (CE) define como Silver Economy la parte de la economía que implica a los ciudadanos de más edad, lo que incluye todas las actividades relevantes para este segmento de la población y su impacto en otros muchos sectores, como la salud, el ocio, el bienestar, las finanzas, el transporte o la nutrición.
Un impacto que, según las estimaciones será significativo. No en vano, las previsiones apuntan a que la población de más de 60 años gastará en 2020 alrededor de 15 billones de dólares a nivel global frente a los 8 billones de dólares de 2010. De hecho, el gasto de este segmento de la población aportará alrededor del 55% del crecimiento del consumo en Norte América, Europa Occidental y los países del norte de Asia entre 2015 y 2030. Y también será un importante motor del PIB. Según un estudio publicado por la CE, la generación de oro aportará 6,4 billones de euros al PIB europeo en 2025, es decir, un 32% del mismo.
Según la Comisión Europea, se espera que en 2025 la Silver Economy contribuirá con unos 5,7 billones de euros a la economía europea. En el caso concreto de España, según los datos del INE, actualmente la población mayor de 60 años asciende a 8,9 millones – frente a los 7 millones de comienzos de siglo- y prácticamente se ha duplicado su poder adquisitivo, pasando de una pensión de jubilación media de 539 euros a 1.038 euros. Alrededor de esta generación surge todo un mundo de oportunidades, desde los que invierten su dinero en cuidar su salud, en bienestar o en ocio, hasta las necesidades de dependencia que muchos desarrollarán y que demandan mejores servicios y productos sanitarios.
Según la Comisión Europea, se estima que en 2060 uno de cada tres ciudadanos de Europa tendrá más de 60 años.
La Encuesta de Presupuestos Familiares elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), pone de manifiesto cómo los jubilados españoles cada vez gastan más en partidas que no son vivienda o alimentación. Por ejemplo, el gasto medio de los jubilados en restauración es de 1.011 euros al año, mientras que los gastos relacionados con la salud ascienden de media a 743 euros.
Este último resulta especialmente llamativo si se tiene en cuenta que, en España, la Seguridad Social cubre la mayor parte de las prestaciones sanitarias y farmacéuticas. Sin embargo, también resalta el potencial que tienen estos sectores como inversión, especialmente a medida que la extensa generación de los baby boomers envejezca y requieran mayores cuidados. Así, tanto la medicina, como otras ramas relacionadas con el tratamiento de patologías (fisioterapia, osteopatía, ortopedia…) y, por supuesto, el sector farmacéutico – con la aparición de nuevas enfermedades y el aumento de pacientes crónicos- son algunos sectores con muy buenas perspectivas.
Estrechamente relacionado con el cuidado personal está el papel de las nuevas tecnologías en la medida que sirven como herramienta para mejorar la calidad de vida. Además de la teleasistencia o la telemedicina, ya existen dispositivos dirigidos a este segmento de la población, por ejemplo, el Internet de las Cosas permite monitorizar la vivienda de una persona que necesite asistencia, o también se utilizan ya las plataformas de estimulación cognitiva. Pero esto es sólo la punta del iceberg y este sector cuenta con gran potencial.
Y no sólo lo relacionado con la salud es un valor al alza. Los baby boomers con un buen poder adquisitivo (esta generación gana de media casi un 50% más que los que tienen entre 25 y 34 años, según los datos del INE) disponen también de otra variable clave: tiempo libre. Al contrario que las generaciones anteriores, actualmente emplean dicho tiempo en ocio, viajes, belleza o -aunque pueda parecer paradójico- en cursos y/o estudios que hasta ahora no habían podido realizar.
"El envejecimiento de las poblaciones es una tendencia irrevocable que influirá en última instancia en todas las facetas de la vida moderna". Las empresas están reconociendo rápidamente que los consumidores mayores son más activos, atrevidos y expertos en tecnología de lo que normalmente se les atribuye. "El desafío para los inversores actualmente es identificar aquellas compañías cuyos productos y servicios están bien situados para crear una conexión significativa con sus clientes de más edad", subraya Dani Saurymper, gestor del fondo AXA WF Framlington Longevity Economy.
Los siete pilares de la economía del envejecimiento o Silver Economy. El código de conducta de la economía que surge con la confluencia de la digitalización y el envejecimiento, la Silver Economy, se basa en estos siete apartados:
1.- Todos tenemos derecho a un envejecimiento digno. Debemos orientar todos los sectores para que no se olviden de los mayores y sus familias. El objetivo es conseguir un envejecimiento saludable, más allá de la capacidad económica y desde la igualdad de oportunidades.
Se trata de producir y diseñar productos y servicios customer centric, orientados a ganar dinero y ser rentables desde la idea de superar expectativas del mayor y su familia, y mejorar la calidad de vida de todos ellos.
Nuestros mayores precisan de un envejecimiento digno
Una de las características del envejecimiento es que "el mayor será mayor mucho tiempo", y es importante la fidelización. Luego será mayor su cuidador, siendo de nuevo importante la fidelización.
2.- Ganar dinero en un mundo mejor. Existe la oportunidad de ganar dinero en un mundo donde se mejora la calidad de vida de las personas mayores, de los más vulnerables y de los que se quieren vivir la vida a sorbos. Hay que contribuir a la duración y calidad de sus años con relaciones de apoyo, mejora de la salud y bienestar, estabilidad financiera y trabajo, en su caso. Antes se aceptaba como algo natural que las personas "mayores" (¡los 70 años!) eran "viejas" y tenían que estar, casi necesariamente, en malas condiciones de salud. Hoy, la vida que nos queda a los 65 años es de algo más de 20 años. De los cuales, una buena mitad se disfruta libre de discapacidades y en buenas condiciones de salud (que son dos condiciones distintas).
3.- No existen viejos ni viejas. En un momento en el que cuidar el lenguaje políticamente correcto es importante, conviene también educar sobre los ciclos de vida y el envejecimiento. Se deben proyectar valores en cada expresión: son viejos los muebles; las personas, mayores.
Hay que evitar el negativismo al hablar del mayor y todo lo que suene a negativizar la condición, como anciano, abuelo, decrépito, senil, achacoso, longevo... ¿Lo mejor? Hablar de personas, sin adjetivizar, y usando su nombre en lo posible.
La madurez debe ser el "aquí" y "ahora"
Hay que repetir hasta el cansancio que la madurez es la plenitud de la vida, en que se ha de disfrutar lo logrado interna y externamente. Si la juventud es la era del "espero que", la madurez debe ser el "aquí y ahora". Disfrutar por disfrutar.
4.- Envejecimiento positivo y activo: todos necesitamos aprovechar el tiempo incierto que nos queda. Hay que dejar de ver el envejecimiento como un problema. Se debería ver el envejecimiento como potencial: 1. Personas con larga vida por delante desde que empiezan a ser seniors. 2. Personas sabias a través de la experiencia.
3. Pasionales y que valoran la autenticidad.
El envejecimiento debe entenderse como una fase más del ciclo vital, en la que se producen cambios positivos y negativos; se trata de cambios multidimensionales y no afectan por igual a todas las personas. Algunos de estos cambios suponen ganancias: la capacidad de aprendizaje se mantiene durante toda la vida, mantenemos la capacidad adaptativa y plástica del cerebro, podemos vivir desde la lógica "del aquí y ahora", podemos pasar del "tengo que hacer esto o aquello" al "hago lo que apetece", puedo prestar más atención a mis deseos y motivaciones, descansar y relajarme.
Se debe enfatizar lo positivo: el entusiasmo contra la apatía, acentuar la sabiduría y la experiencia, manejar la alegría, el humor, la felicidad y el optimismo contra la tristeza y la amargura que antaño pudo suponer hacerse mayor. Se deben proponer experiencias de entrenamiento y diversión, de socialización. Hay que convencer de que ser mayor es sinónimo de ser productivo y de aportar a los demás a través del sentido común y la experiencia. Los recuerdos son positivos si no paralizan y permiten tomar impulso para seguir adelante. Hay una tendencia en los mayores al regocijo en el "cómo solía ser". Hay que convencer de que cualquier tiempo pasado fue... anterior.
5.- La idea de Amparo.
Vivimos en una sociedad que negativiza el envejecimiento, admira y premia la autosuficiencia (la identifica con liderazgo) y la autonomía plena ("hacer lo que te da la gana"). Así, cumplir años, nos hace sentir vulnerables, frágiles incluso si no lo somos.
Debemos positivizar que es ético ganar dinero ayudando a las personas cuando lo necesitan, dando calidad y calidez, lo que requiere invertir y rentabilizar los esfuerzos.
6.- Es necesario planificar. Vivir más años exige planificar cómo envejecer. Sin obsesionarse porque el futuro no existe, es incierto, hay que planificar escenarios. La Silver Economy tiene un reto por delante desde el punto de vista de la planificación : oportunidad financiera de gestión del ahorro y la gestión patrimonial inmobiliaria.
7.- Servicios digitales para la Silver Economy. Es necesario (urgencia inaplazable) invertir en I+D+i, en tecnología y servicios digitales para la Silver Economy.
La evolución social futura se traduce en: incremento de productividad vía la tecnología. Se deben producir bienes y servicios más baratos para que consumidores empobrecidos en una sociedad dual puedan pagarlos. El Estado no podrá hacer frente a "las personas" necesarias para la ayuda a los mayores en dependencia y fragilidad. Quizás sí a los robots y a las ayudas telemáticas que abaraten la prestación de servicios.
Telemática. Domótica. Big Data. Realidades virtuales, realidades reales, digitales. Y físicas. Equilibradas para dar lo mejor a las personas cuando más frágiles son. Personas que cuidan personas con la ayuda de la tecnología. En eso, quizás, se puede resumir la Silver Economy.
La «Silver Economy» representa ya el 25% del PIB europeo y supondrá casi el 38% de los empleos en 2025
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) define la «Silver Economy» o economía plateada como el conjunto de las oportunidades derivadas del impacto económico y social de las actividades realizadas y demandadas por la población mayor de 55 años.
Se trata de un concepto clave si tenemos en cuenta que, actualmente, más de ocho millones y medio de personas mayores de 65 años residen en España.
No podemos olvidar que el 40 % del consumo mundial lo realizan los mayores de 65 años, lo que les convierte en un elemento tractor de actividad económica respecto a productos y servicios que cubran sus necesidades y preferencias, por lo que, en la actualidad, la Silver Economy representa el 25% del PIB europeo. En 2025 casi el 38% de los empleos estarán relacionados con la «Silver Economy».
La tecnología jugará un papel crucial en el progreso de la economía del envejecimiento. Ofrecerá una ventana de oportunidades únicas para crecer y prosperar, pero es necesario dejar de hablar de problemas y comenzar a ver las posibilidades que ofrece esta nueva etapa de la vida. La irrupción tecnológica se dará la mano con sectores como la salud y el turismo, las finanzas y los seguros, el urbanismo y la vivienda para transformarse y ofrecer nuevos escenarios adaptados a la extensión de la longevidad.
Iñaki Ortega, autor del libro "La revolución de las canas", hace hincapié en la aparición de una nueva etapa vital entre los 50 y 70 años, que se ha bautizado como la Generación Silver.
Este nutrido grupo sénior traerá un cambio radical, porque permitirá que millones de personas de esa edad sigan trabajando, ahorrando, creando y consumiendo. “Lo que hará posible que nazcan nuevas industrias para servirles y nuevos emprendedores, muchos de ellos sénior, que encontrarán oportunidades donde nadie pensó que podía haberlas”, aclara el experto.
Y cita ejemplos de estas innovaciones: en finanzas, las rentas vitalicias y las hipotecas inversas, en urbanismo, el Silver Housing y en educación, el lifelong learning, entre otros muchos.