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José de Calasanz: el santo que inventó la escuela universal

Hoy, 27 de noviembre, se celebra el Día del Maestro, porque en fecha de 1597, este sacerdote aragonés tuvo la idea de abrir una escuela para niños pobres en Roma: la asistencia era voluntaria, pero en 1618 ya atendía a unos 1500 niños romanos, por lo que se lo considera el fundador de la escuela pública gratuita moderna en Europa.

José de Calasanz (1557-1648) fue un sacerdote español que transformó radicalmente el panorama educativo europeo al fundar las primeras escuelas populares gratuitas de Europa. Nacido en Peralta de la Sal, un pequeño pueblo de Aragón, este visionario pedagogo dedicó su vida a una misión revolucionaria para su época: llevar la educación a los niños pobres.

Una Vida Consagrada a la Enseñanza. Procedente de una familia noble aragonesa, Calasanz estudió en las universidades de Lérida, Valencia y Alcalá de Henares, donde se formó en teología y derecho. Tras su ordenación sacerdotal, desempeñó diversos cargos eclesiásticos en España, pero en 1592, a los 35 años, llegó a Roma, donde su destino cambiaría para siempre.

En la Ciudad Eterna, Calasanz quedó profundamente conmovido al contemplar la situación de los niños abandonados en las calles del barrio de Trastévere. Estos pequeños, hijos de familias humildes, carecían de toda oportunidad educativa en una época donde la enseñanza era un privilegio exclusivo de las clases acomodadas. Esta realidad despertó en él una vocación inquebrantable.

En 1597, con más de cuarenta años, abrió la primera escuela gratuita en la sacristía de la iglesia de Santa Dorotea. Lo que comenzó con apenas un puñado de estudiantes creció exponencialmente: en pocos meses atendía a más de cien niños, y al año siguiente, la matrícula superaba los setecientos alumnos.

La Fundación de los Escolapios. Para dar continuidad a su obra, en 1617 fundó la Orden de los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, conocidos como escolapios o piaristas. Esta fue la primera congregación religiosa católica dedicada exclusivamente a la educación de los jóvenes, especialmente de los más desfavorecidos.

La orden expandió rápidamente por Italia y posteriormente por toda Europa, estableciendo escuelas que ofrecían no solo instrucción religiosa, sino también lectura, escritura, aritmética y, en niveles avanzados, gramática latina, retórica y ciencias. Calasanz insistía en que la educación debía ser integral, formando tanto la mente como el carácter.

Innovación Pedagógica. Calasanz fue un auténtico innovador educativo. Introdujo métodos pedagógicos avanzados para su tiempo: dividió a los estudiantes por niveles según su capacidad, no por su edad o condición social; promovió un trato amable y respetuoso hacia los alumnos, rechazando los castigos corporales excesivos; e insistió en la importancia de la formación de maestros competentes y vocacionales. Su lema "Piedad y Letras" resumía su filosofía: la educación debía cultivar simultáneamente la dimensión espiritual y la intelectual del ser humano. Para Calasanz, educar era un acto de caridad supremo, pues preparaba a los jóvenes para desenvolverse dignamente en la sociedad.

Persecución y Legado. A pesar del éxito de su obra, Calasanz se enfrentó a enormes dificultades. Sufrió incomprensiones dentro de la propia Iglesia, conflictos internos en su orden y, en 1646, la supresión temporal de los escolapios por parte del papa Inocencio X. Estas pruebas no quebraron su espíritu: murió en Roma en 1648, a los 91 años, confiando en que su obra sobreviviría. Y así fue: los escolapios fueron restablecidos poco después de su muerte. Fue beatificado en 1748 y canonizado en 1767. En 1948, el papa Pío XII lo proclamó "Patrono Universal de todas las Escuelas Populares Cristianas del Mundo".

Entre las frases atribuidas a Calasanz destacan: El maestro debe ser padre, no verdugo”. "Si desde la infancia el niño es imbuido diligentemente en la piedad y en las letras, ha de preverse con fundamento un feliz transcurso de su vida". "La reforma de la sociedad cristiana depende de la buena educación de la juventud". "Enseñar a los niños es regar las flores del jardín de la Iglesia". "Quien enseña a un niño pobre, hace más por la Iglesia y por el Estado que quien construye catedrales".

José de Calasanz, Padre de la Escuela Pública Moderna, primera educación obligatoria, gratuita y para todos (1597). Comprendió una verdad fundamental: la educación es el instrumento más poderoso para la transformación social y la dignificación humana. Su legado perdura en las miles de escuelas escolapias que continúan su misión en los cinco continentes, recordándonos que invertir en la educación de los más vulnerables es construir un mundo más justo.

¿Quién se ha llevado mi queso? Lo incómodo del cambio

Publicado por primera vez en 1998, "¿Quién se ha llevado mi queso?" (Who Moved My Cheese?) de Spencer Johnson se convirtió en un fenómeno instantáneo, un clásico atemporal sobre el cambio en El Laberinto de la Vida y la Búsqueda de la Seguridad. Este breve relato, que a menudo se describe como una fábula de negocios, trasciende el ámbito corporativo para ofrecer lecciones universales sobre cómo afrontar la inevitabilidad del cambio en nuestras vidas personales y profesionales. A través de una narrativa sencilla pero profunda, Johnson invita al lector a reflexionar sobre su propia actitud ante la pérdida y la incertidumbre.

Spencer Johnson (1938-2017) fue un médico estadounidense, autor, y orador, mundialmente reconocido por sus libros de autoayuda y gestión. Su formación académica combinó la ciencia con el management, obteniendo un título en psicología de la Universidad del Sur de California y una licenciatura en medicina de la Escuela de Medicina Real y Cirugía de Irlanda

Johnson creía firmemente en el poder de las historias simples para transmitir ideas complejas. Antes del éxito arrollador de El Queso, fue coautor, junto a Ken Blanchard, del bestseller "El Manager al Minuto" (1982), un manual fundamental sobre liderazgo y productividad.

Su estilo literario se caracteriza por el uso de alegorías y parábolas, lo que le permite destilar principios de gestión y psicología en narraciones accesibles para un público masivo. Su obra ha vendido decenas de millones de copias, consolidándolo como uno de los autores de management más influyentes de finales del siglo XX. El éxito de El Queso radica precisamente en su capacidad para ofrecer una guía práctica sin caer en la densidad del ensayo académico, haciendo de la auto-reflexión un ejercicio ligero y motivador.

Resumen de la Fábula: Ratones, Liliputienses y el Laberinto. La obra es una alegoría protagonizada por cuatro personajes que viven en un Laberinto y dependen del Queso (símbolo de lo que deseamos: un trabajo, una relación, dinero, o paz mental) para ser felices:

  1. Mofletón (Sniff): Huele el cambio antes de que ocurra.

  2. Escurridizo (Scurry): Actúa rápidamente.

  3. Hem (Hem): Niega el cambio por miedo a que sea peor.

  4. Haw (Haw): Aprende a adaptarse a tiempo, superando su miedo.

Los cuatro personajes encuentran una fuente abundante de Queso en la "Central Quesera C". Se establecen allí con una falsa sensación de seguridad, cayendo en la rutina. Cuando el Queso desaparece un día, Mofletón y Escurridizo, por su naturaleza simple y activa, aceptan inmediatamente la realidad y se lanzan de nuevo al Laberinto en busca de Queso Nuevo.

Por el contrario, Hem y Haw se quedan paralizados. Hem se enfurece, se queja de la injusticia y se niega a moverse, convencido de que su antiguo Queso debe regresar. Haw lucha con el miedo, pero gradualmente se da cuenta de que la inacción es autodestructiva. A través de un proceso de introspección y pequeños pasos, finalmente decide salir al Laberinto.

El viaje de Haw está lleno de obstáculos y epifanías. Deja mensajes de ánimo en las paredes del Laberinto para Hem, con la esperanza de que su amigo se una a la búsqueda. El relato culmina con Haw encontrando una nueva y abundante fuente de Queso en la "Central Quesera N", donde ya están Mofletón y Escurridizo. La principal lección de Haw es que el miedo es más debilitante que el cambio en sí mismo. Él aprende que siempre habrá "Queso Nuevo", pero solo si se atreve a buscarlo.

La fuerza del libro reside en las máximas que Haw escribe en las paredes del Laberinto a modo de graffiti filosófico: "Si no cambias, te extingues." (La necesidad de evolucionar). "El movimiento en una nueva dirección te ayuda a encontrar Queso Nuevo." (Tomar acción es la clave). "Imaginarse disfrutando del Queso Nuevo, incluso antes de encontrarlo, conduce a él." (El poder de la visualización positiva). "Cuando dejas atrás el miedo, te sientes libre." (Superar la parálisis mental). "Cuanto más importante es el Queso para ti, tanto más deseas conservarlo." (El apego es la raíz del estancamiento). "Oler el Queso a menudo te ayuda a saber cuándo se está volviendo viejo." (La importancia de la vigilancia y el autochequeo constante). “Cuanto más rápido dejes atrás el queso viejo, más pronto disfrutarás del queso nuevo.” ¿Qué harías si no tuvieras miedo?” “El miedo que dejas que crezca en tu mente es peor que la situación que realmente existe.” “Las viejas creencias no te llevan al queso nuevo.” “¡Es más seguro buscar en el laberinto que permanecer en una situación sin queso!”

Aunque a menudo criticado por su simplificación de problemas complejos, la genialidad de "¿Quién se ha llevado mi queso?" radica en su valor pedagógicoSpencer Johnson utiliza la literatura alegórica para despojar el miedo al cambio de sus justificaciones intelectuales, exponiéndolo como lo que es: una reacción emocional. En un mundo de constante disrupción tecnológica y social, este libro sigue siendo una lectura esencial para la educación emocional y la gestión de carrera. Es un llamado a la acción, a dejar de ser víctimas pasivas del cambio para convertirnos en sus exploradores activos.