Ante la primera reunión de Politika 2.0 en 2010 cabe iniciar una reflexión sobre la acomodación de las fórmulas políticas instauradas y su correspondencia con las posibilidades reales de participación ciudadana. Podría concluirse como sentir generalizado que la web 2.0 y la práctica usual de colaboración y conversación directa dejan obsoletos muchas de las prácticas al uso para gestionar lo público.
Más en una época donde empresas y organizaciones buscan la cooperación máxima no sólo de sus propios agentes y de su entorno, sino de sus usuarios finales e incluso del conjunto de personas aunque no hayan mantenido relación alguna hasta la fecha. Y a estas alturas de la historia, los partidos al uso siguen precocinando sus listas cerradas en un sanedrín de tres o cinco dirigentes y luego el protocolo seudodemocrático del siglo XIX se ocupa del resto. El resultado son políticos mediocres, únicamente seleccionados para ser dirigidos por sus designadores... o por otros poderes fácticos.
Quizá falte tiempo para que el conjunto de la sociedad vea la inadecuación del viejo modo de hacer política. Sin resetear el conjunto del sistema democrático no sea que luego no arranque debidamente, ¿no podría avanzarse con listas abiertas y procesos internos más trasparentes de selección de candidaturas donde intervengan militancia y 'simpatizancia' (que no son iguales, siendo los primeros más radicales y los segundos más centrados)? Desde la blogosfera debemos extender la petición de políticas y políticos más abiertos (procesos y personas), donde se pulse la opinión continuamente y donde el electorado pueda pedir cuentas de modo continuo y permanente.
Sólo así se reducirá la brecha entre la ciudadanía y la casta política (que se percibe como un problema más que como parte de la solución). Así, y sólo así, la política será reencontrada por el conjunto social como algo cercano, enlazado con lo cotidiano y en lo que se acierta más para bien de todos cuanto más sea tarea conocida, decidida, compartida y realizada con el esfuerzo de todas las personas a quienes afecta.
En este panorama real como la vida misma, donde nadie sabe a quién ha elegido y el elegido no debe gratitud a sus votantes (sino a su protector), ¿vale la pena tratar de dotar de dimensión blogger a ese tipo de políticos? ¿No sería más eficaz seleccionar para la política a bloggers que tengan opinión propia, que sepan escuchar activamente y de responder en el ciberespacio (único modo de lograr karma)?
Y de ahí se deriva un corolario inequívoco: ¿Es preferible dotar de alma 2.0 a las formaciones políticas convencionales (existen intentonas múltiples), o sería más eficaz partir de la estructura nueva de un wikipartido y dotarle de una ideología concreta, pero siempre con una ADN participativo (¿hay alguna aproximación a esto?).
Más en una época donde empresas y organizaciones buscan la cooperación máxima no sólo de sus propios agentes y de su entorno, sino de sus usuarios finales e incluso del conjunto de personas aunque no hayan mantenido relación alguna hasta la fecha. Y a estas alturas de la historia, los partidos al uso siguen precocinando sus listas cerradas en un sanedrín de tres o cinco dirigentes y luego el protocolo seudodemocrático del siglo XIX se ocupa del resto. El resultado son políticos mediocres, únicamente seleccionados para ser dirigidos por sus designadores... o por otros poderes fácticos.
Quizá falte tiempo para que el conjunto de la sociedad vea la inadecuación del viejo modo de hacer política. Sin resetear el conjunto del sistema democrático no sea que luego no arranque debidamente, ¿no podría avanzarse con listas abiertas y procesos internos más trasparentes de selección de candidaturas donde intervengan militancia y 'simpatizancia' (que no son iguales, siendo los primeros más radicales y los segundos más centrados)? Desde la blogosfera debemos extender la petición de políticas y políticos más abiertos (procesos y personas), donde se pulse la opinión continuamente y donde el electorado pueda pedir cuentas de modo continuo y permanente.
Sólo así se reducirá la brecha entre la ciudadanía y la casta política (que se percibe como un problema más que como parte de la solución). Así, y sólo así, la política será reencontrada por el conjunto social como algo cercano, enlazado con lo cotidiano y en lo que se acierta más para bien de todos cuanto más sea tarea conocida, decidida, compartida y realizada con el esfuerzo de todas las personas a quienes afecta.
En este panorama real como la vida misma, donde nadie sabe a quién ha elegido y el elegido no debe gratitud a sus votantes (sino a su protector), ¿vale la pena tratar de dotar de dimensión blogger a ese tipo de políticos? ¿No sería más eficaz seleccionar para la política a bloggers que tengan opinión propia, que sepan escuchar activamente y de responder en el ciberespacio (único modo de lograr karma)?
Y de ahí se deriva un corolario inequívoco: ¿Es preferible dotar de alma 2.0 a las formaciones políticas convencionales (existen intentonas múltiples), o sería más eficaz partir de la estructura nueva de un wikipartido y dotarle de una ideología concreta, pero siempre con una ADN participativo (¿hay alguna aproximación a esto?).