La vida es verbo, es acción, no es concepto estático, ni adjetivo temporal, ni adverbio circunstancial. Hay muchos verbos, de emoción, de pensamiento y de actuación.
Pronto se comprende, porque la existencia lo prueba, que de los muchos tiempos verbales, el imperativo es el más impaciente, invasivo, autoritario,... e innecesario.
De ahí que los verbos que son incompatibles con el modo imperativo son los que sobresalen para su conjugación en primera persona, del singular,... y del plural.
Así pues, como Jorge Luis Borges o Daniel Pennac, nos declaramos adictos a los verbos sin imperativo: Amemos, aprendamos, soñemos, vivamos, pensemos, leamos, sintamos, transformemos, emocionémonos, colaboremos, convivamos, respetemos, cuidemos,...
Las personas somos seres nacidos para amar, aprender, soñar,... Ese es nuestro feliz destino. Atrevámonos a cumplirlo en toda su extensión y profundidad, cada día, cada noche, cada instante,...
[Una vieja creencia y un antiguo post rescatados con ocasión de la conferencia de Miguel Ángel Santos Guerra en las 27ª Jornadas Pedagógicas de Barakaldo. Hay muchas más entradas con la misma idea: Lo natural es amar,... ]
Y una vez más, el poema "Si..." de Rudyard Kipling.