La vida se experimenta como un relato. La felicidad no es sino un modo de relatarse lo que nos acontece y cómo reaccionamos ante ello. El modo de contarnos lo que vivimos es decisivo, para mejorar nuestras sensaciones y percepciones, así como animar al tipo de acciones con las que situarnos en nuestro contexto vital.
Y en un relato son imprescindibles los personajes. No importa qué tipo de relato elijamos, aun en la inmensidad de seres humanos, siempre hay un personaje constante con mayor o menor protagonismo, que seguidamente desvelaremos.
La actualidad puede definirse como
la era del ensimismamiento, individual y colectivo,... El tiempo de las sociedades y electorados rebeldes, que añoran pasados descritos y recordados con benevolencia frente a los turbios presagios de futuros inciertos. Una época donde los
arraigados británicos ("somewheres") votan
BrExit, donde los
descontentos norteamericanos eligen a
Trump con su
"American First",... Un momento de mirarse el ombligo con demasiada insistencia, y tanto entre las personas más viejas como entre las más jóvenes,...
Nuestra propuesta es que esa figura redundante pierda peso frente a los demás figurantes, para de ese modo lograr mayor realización y mayor felicidad, aunque pueda parecer paradójico. Nuestra tesis predica que no nos detengamos con obsesión en detallar los matices de ese personaje, por sería en detrimento de descubrir y disfrutar de la grandeza del resto de intervinientes,...
Como habréis deducido a estas alturas de la narración el personaje superfluo somos cada uno de nosotros. Si nuestro relato vital focaliza en quienes nos acompañan, en quienes nos ayudan y en quienes ayudamos, en lugar de centrarnos en nuestra modesta figura, la vida real se nos mostrará en toda su magnificencia y con todas las oportunidades que generosamente nos brinda.
Abundar en el personaje superfluo, ese yo que nos empequeñece, nos conduciría al "
hombre superfluo" definido en la literatura rusa. Aquellos inútiles soñadores, príncipes como
Oneguin de Alexandr Pushkin o el Oblómov de Iván_Goncharov, incluso como el mismo Hamlet o los héroes byronianos quienes a pesar de su talento y formación caían en el nihilismo de ser incapaces de mejorar su vida, la de su familia y la de su sociedad,...
¡
Despertemos y arrinconemos al nimio personaje superfluo, ese irrisorio yo ruin (que
re-interpretaría a Ortega y Gasset como "
yo soy yo y mi mascota, mis viajes,..."), que nos sumerge en una espiral de intrascendente aburrimiento!