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Los churros son para el verano

Churros y churros
Todo tipo de churros: Los churros con chocolate que se inventaron hacia los años 1920 y los más modernos churros (o patatas fritas) para piscina de foam o espuma no reticulada de polietileno.

En lo gastronómico, lo habitual por estas zonas de verano en Alicante es que las churrerías ambulantes ofrezcan tanto churros como porras, más gruesas y esponjosas, pero menos exquisitas, aunque hay gustos para todos los sabores. ¡Ah, el chocolate que sea de "Chocolates Valor" y mejor en tableta para que se pueda espesar, como en esta foto.

En lo lúdico, los churros acuáticos (o "pool noodles") para piscina son muy divertidos para niños,... y adultos. Permiten multitud de posiciones de apoyo como "el caballito", "la silla de la reina o el columpio", "el avión", "la moto",... Usando conectores las posibilidades de estas "barras acuáticas" se multiplican y permiten construir balsas,... Los churros de piscina están fabricados en foam o espuma de célula cerrada de polietileno, de tacto suave y estructura semirígida, en colores surtidos (incluso bicolores) y de sección cilíndrica (aunque los hay churros octogonales). Por haber, incluso hay un grupo de Facebook titulado: Señoras que han abandonado a sus maridos, por churros de piscina,...
Churros y churros
Una recomendación final doble:
Comer las porras y los churros recién hechos y comprar los churros de piscina por Internet (son más baratos -desde 2 euros-, hay más variedad y accesorios).

Inconsciencia cromática

Inconsciencia cromática
Puede parecer una mera casualidad, pero la anécdota nos ha despertado sorpresa inicial y un descubrimiento de cómo funciona nuestro inconsciente. Usamos diversos churros acuáticos para la piscina, de los más variados colores (verdes, rosas, lilas, blancos,...). Una vez regresada la familia y tras regalar algunos churros, Carmen y yo llevamos algunas semanas usando estos dos.

Ayer un viejo amigo ucraniano, cuya amplia familia conocemos hace décadas, nos ha agradecido la elección acertada de colores. De pronto lo hemos entendido, pero en absoluto había sido una decisión consciente. 

Repasando luego colores de nuestra elección aquí en Alicante, descubrimos que las toallas que usamos diariamente son también azul y amarillo. Y otros elementos en  el colgador repiten la misma combinación de los colores de la bandera de Ucrania. Por cierto, en estos dos colores Carmen elige el amarillo y el azul queda para mí. 
Incosciencia cromática
Parece que nuestras ideas se manifiestan en nuestras acciones más triviales. ¿Causalidad o casualidad? 

La ingravidez de la piscina (Capítulo 1º)

Ainhoa en la piscina (y su padre Javier, invisible debajo del agua)
Capítulo 1º: La piscina comunitaria
 
Vivimos tiempos en los que se pagan millones de dólares para sentir unos escasos minutos de ingravidez en una cápsula suborbital del nuevo turismo espacial para multimillonarios.  Mientras tanto, el turismo terrestre y pedestre se reduce de aquellos antaño tres meses, a un único mes o mucho menos, como una quincena, una semana o, incluso, apenas unos pocos tres o cuatro días o, apenas, un fin de semana.

Como "El mundo entero es un Bilbao más grande" para Unamuno, una urbanización es un microcosmos agrupado en torno a una piscina comunitaria, donde se plasman esas realidades humanas que los sociólogos e historiadores reconocerán en unas décadas. El escenario perfecto de observación es ese punto de encuentro (meeting point) donde el agua salpica las verdades que, quien pacientemente flota, puede llegar a adivinar en medio de interacciones aparentemente irrelevantes.

A algunos nos gusta la sempiterna ingravidez de la piscina, esa flotación asistida por churros acuáticos deambulando sin rumbo entre chorros en horarios inhabituales de baja o nula presencia ajena a la familia, con toda la calma y el tiempo precisos para procesar las imágenes y sensaciones vividas en las horas precedentes. 

La piscina misma es como un ser vivo que muta según sus estaciones y sus calendarios. Nunca estará más limpia, cuidada e, incluso, brillante que este fin de semana que antecede a la junta anual de propietarios que decidirán la continuidad del equipo de jardinería. Resplandece como nunca lo ha hecho en otoño, invierno o primavera, mientras el césped parece haber resucitado con un color que sabemos se marchitará en pocas semanas y que solamente revivirá cuando concluyan las vacaciones de la mayoría.

Una piscina no existe si no hay gente que la disfrute. El paisanaje es quien define el cuadro. Esa doble o triple comunidad que se concentra dentro y fuera del agua: Propietarios e inquilinos (con sus cuñados y amistades si son aborígenes del lugar) y, ocasionalmente, gorrones y otras especies de fauna que se cuelan. Pero estos colectivos serán descritos en sendos episodios posteriores. 

Siguiente Capítulo 2º: La urbanización circundante.