Aún a costa de lo que sea, mejor acostarse al costado de cualquier costa.
Cuando paseamos por alguna de nuestras costas, la cantábrica o la mediterránea, comentamos lo triste que sería vivir en Wulumuchi, la capital de la provincia china más extensa con 1.600.000 Km2, Xinjiang, que significa “nueva frontera” y fue el “Turquistán Chino” anexionado en el Siglo XVIII por la Dinastía Manchú.
Wulumuchi es el lugar terrestre más alejado de cualquier mar según los mapamundis, siendo preciso recorrer un mínimo de 2.400 Km. para alcanzar alguna costa marítima.
Vivir a orillas del mar, donde se escucha la risa multitudinaria de las olas del océano, es el mejor antídoto antitodo. Cualquier tosca costa, sea en forma femenina de playa o en forma masculina de acantilado, simbolizan al alba o al crepúsculo la unión del aire, el agua y la tierra.
Quienes nunca abandonamos la costa y dejamos a otros la alta mar o la tierra adentro, creemos que debería ser un derecho universal de todo terrícola el ver, al menos una vez, el mar desde una costa. Habría que organizar viajes para que todos los humanos comprendiesen qué es el mundo viendo las olas marítimas en un planeta como el nuestro que merecería llamarse Agua y no Tierra.
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Atardecer o anochecer en las costas
¿Atardecer o anochecer?
¿Por qué será que preferimos atardecer en la costa mediterránea y anochecer en la costa cantábrica? Preocúpate si un amanecer, atardecer y anochecer no te emocionan,...
No se puede viajar con un vehículo eléctrico 🤦🏻♂️(Modo ironía)
Horrible viajar en coche eléctrico, 100%, y más cuando la degradación de las baterías tras más de 5 años (cinco) ha hecho su efecto (que por el momento es inapreciable). Esas paradas múltiples de larguísima duración serán dos recargas en Zaragoza y La Puebla de Valverde (aunque la retrasaremos hasta Sagunto donde se come mejor). El programador en la APP de Tesla, siempre demasiado prudente, ya me advierte que tendremos que parar por 9 y 5 minutos. Insoportables catorce minutos para los casi 900 km recorridos.
Ya pondremos fotos de los "malditos" SuperCargadores de Tesla (SuC). Esos Puntos de Recarga (PDR) siempre abarrotados. Pero aún falta lo peor. El precio,... Al pernoctar en un hotel de Teruel, donde en menos de 6 horas nocturnas recargando a 11 kW recargaremos lo suficiente para pasar de 10% de batería al 95% (unos 64 kWh), nos facturarán por ello... 5 euros (cinco).
A ese habrá que sumarle la carga en casa de Getxo, donde pasar de 0 a 100% habrán sido menos de 4 euros con tarifa PVPC a 0,05 euros/kWh. Y las dos supercargas en viaje, lo más caro, a 0,41 euros/kWh: Serán menos de 90 kWh en ambas recargas intermedias, equivalentes a 36 eurazos (29 € han sido finalmente, ver imagen exacta). Total: ¡45 38 euros de rellenar los depósitos!
Lo mejor es que en Alicante, tras pasar de la costa cantábrica a la mediterránea, con la tarifa vehículo eléctrico de Iberdrola, los 500 km de autonomía nos cuestan 2,25 euros de depósito lleno. Por supuesto viajamos al máximo de las velocidades legales, con AutoPilot la mayor parte del tiempo (90%), y aire acondicionado de principio a fin. Tampoco apuramos la batería, sin carga más del 95%, ni descargarla a menos del 10%.
Acabo de disfrutar los V4 a 250 kW en el #SuC de #Tesla en #Zaragoza. No da tiempo ni a tomar un café, cargando a 225 kW un viejo Tesla de hace más de 5 años,… pic.twitter.com/Pe6xXC6g55
— Mikel Agirregabiria (@agirregabiria) April 8, 2024
Oasis en Cuenca
Encuentro vasco marroquí en la meseta castellana
Las vacaciones de Semana Santa son prolíficas de viajes y quizá también motivo de alguna reflexión. Nuestro habitual desplazamiento desde la costa cantábrica hasta la mediterránea, nos lleva a atravesar toda la meseta castellana. Conducimos siempre con mucha prudencia, respetando las normas de tráfico y las insistentes advertencias de los coches modernos que avisan al cumplirse las dos horas de conducción. Al parar en una gasolinera, por motivos de descanso y no de repostaje, encontramos ante la máquina de café a una abuela de apariencia norteafricana. Obviamente ni su bereber o árabe, ni nuestro euskera o castellano, ni siquiera el francés nos facilitó la comunicación. Pero bastó una mirada y un gesto para ayudarle a conseguir un café largo como quería de aquella cafetera de aceptable infusión, pero inadmisible monolingüismo.
Este anecdótico encuentro y nuestra sostenida sonrisa común no se recogieron en los periódicos del día siguiente, porque millones de anodinas coincidencias como ésta sucedieron en todo el planeta. Las portadas se llenaron con guerras y terrorismos, pero esta pausa conquense fue testigo de uno de esos actos intrascendentes que por miríadas marcan la historia de la civilización, que no es sino la lenta travesía de cómo la humanidad aprende a ser bondadosa.
Versión en PDF de "El País": http://mikel.agirregabiria.net/2004/20040411elpepi_11.pdf
Las vacaciones de Semana Santa son prolíficas de viajes y quizá también motivo de alguna reflexión. Nuestro habitual desplazamiento desde la costa cantábrica hasta la mediterránea, nos lleva a atravesar toda la meseta castellana. Conducimos siempre con mucha prudencia, respetando las normas de tráfico y las insistentes advertencias de los coches modernos que avisan al cumplirse las dos horas de conducción. Al parar en una gasolinera, por motivos de descanso y no de repostaje, encontramos ante la máquina de café a una abuela de apariencia norteafricana. Obviamente ni su bereber o árabe, ni nuestro euskera o castellano, ni siquiera el francés nos facilitó la comunicación. Pero bastó una mirada y un gesto para ayudarle a conseguir un café largo como quería de aquella cafetera de aceptable infusión, pero inadmisible monolingüismo.
Este anecdótico encuentro y nuestra sostenida sonrisa común no se recogieron en los periódicos del día siguiente, porque millones de anodinas coincidencias como ésta sucedieron en todo el planeta. Las portadas se llenaron con guerras y terrorismos, pero esta pausa conquense fue testigo de uno de esos actos intrascendentes que por miríadas marcan la historia de la civilización, que no es sino la lenta travesía de cómo la humanidad aprende a ser bondadosa.
Versión en PDF de "El País": http://mikel.agirregabiria.net/2004/20040411elpepi_11.pdf
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