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Cuentos navideños que ninguna IA podría imaginar jamás

Para un blog que navega entre la tecnología y la lírica, hay que seguir creando cuentos y no basta con decir que la IA "no tiene sentimientos". Hay que explicar por qué su arquitectura probabilística choca contra la pared de la íntima experiencia humana. Con sempiterna nostalgia y bajo el árbol de Navidad, tirando de humanidad y generatividad, sin recurrir al prompt de turno, el reto es describir la fragilidad humana en una época de solidaridad.

Cierto que vivimos, y lo que se avecina es impensable, en la era de la "creatividad estadística". Hoy, cualquier modelo de lenguaje de gran tamaño (LLM) puede redactar, en segundos, un cuento sobre un reno que pierde su nariz roja o un robot que descubre el significado de la generosidad. Son relatos impecables, con una estructura de tres actos perfecta y una moraleja reconfortante. Sin embargo, todos comparten un aroma común: el de la media aritmética. Son historias nacidas del promedio de todo lo que ya se ha escrito.

La trampa de la perfección algorítmica. La Inteligencia Artificial trabaja mediante la predicción del "siguiente token más probable". Si le pides un cuento navideño, acudirá a los patrones de Dickens, a la estética de Coca-Cola y a la estructura de las películas de sobremesa. El resultado será acogedor, pero carecerá de "astillas".

Lo que la IA no puede imaginar no es la magia, sino la belleza de lo que no encaja. El silicio no entiende la melancolía de un juguete roto que, precisamente por estar roto, se convierte en el favorito. No comprende que la Navidad no ocurre en el árbol perfecto de Instagram, sino en el espacio entre lo que esperábamos y lo que realmente sucedió.

El cuento que ninguna IA escribiría jamás. Imaginemos un relato titulado "La Caja de Luces Fundidas". En él, no hay rescates heroicos ni milagros deslumbrantes. Trata sobre un niño que, al ayudar a su abuela a decorar un árbol raquítico, descubre una caja de bombillas viejas que ya no encienden.

Una IA resolvería el conflicto haciendo que las luces brillen por arte de magia o que el niño aprenda una lección sobre el reciclaje. Pero el cuento humano "imposible" para la IA sería aquel donde las luces siguen fundidas, y el clímax consiste en la abuela describiendo el color de cada una de esas bombillas muertas basándose en los recuerdos de los inviernos de 1964 o 1982.

El valor pedagógico no está en la resolución (el "output"), sino en la transmisión de la pérdida y la persistencia de la memoria a través de lo inútil. La IA, diseñada para la optimización y la resolución de problemas, tiene dificultades intrínsecas para valorar lo que no sirve para nada, que es, a menudo, donde reside lo sagrado.

Ética y Educación: El derecho al "error" humano. Desde una perspectiva educativa, delegar nuestras historias a la IA conlleva un riesgo ético: la homogeneización del asombro. Si alimentamos a los niños solo con relatos generados por modelos que evitan el riesgo, la ambigüedad y el dolor real, estamos atrofiando su capacidad para procesar la complejidad de la vida.

La educación humanista debe defender el "cuento con errores". Ese relato que un padre inventa antes de dormir, donde se equivoca de nombre, donde la trama no tiene sentido lógico, pero donde hay un hilo de verdad biológica y una conexión emocional que ningún servidor en la nube puede procesar. La IA no puede imaginar este cuento porque no tiene cuerpo; no sabe lo que es el frío en los pies, el olor a mandarina o el miedo irracional a que el tiempo pase demasiado rápido.

Pero la Navidad, en su esencia más profunda y pedagógica, no es un promedio. Es una anomalía. Es el territorio de lo que los científicos cognitivos llaman qualia: la experiencia subjetiva e intransferible de lo vivido. La genuina Navidad es, en términos técnicos, un glitch (un error) en el sistema de la lógica productiva. Es el momento en que decidimos que el tiempo de estar con otros vale más que la eficiencia.

La Navidad es, entre muchas otras cosas, un laboratorio emocional. Un espacio donde se mezclan memoria, imaginación, tradición y deseo. Y, sin embargo, en plena era de la inteligencia artificial, surge una pregunta que parece inocente pero que abre un debate profundo: ¿puede una IA imaginar un cuento infantil navideño que no esté ya contenido, de algún modo, en sus datos?

La cuestión no es trivial. Los cuentos infantiles son artefactos culturales que condensan valores, miedos, aspiraciones y contradicciones de una sociedad. No son solo historias: son pedagogía emocional. Y la Navidad, con su mezcla de magia, nostalgia y ritual, es un terreno especialmente fértil para esa pedagogía.

La imaginación humana como territorio irreductible. Un cuento infantil navideño que la IA jamás podría imaginar no es necesariamente un cuento complejo, ni oscuro, ni filosófico. Podría ser, paradójicamente, algo muy sencillo: una historia nacida de una vivencia íntima, de un gesto irrepetible, de un recuerdo que no está en ninguna base de datos.

Imaginemos, por ejemplo, que una niña de siete años inventa un cuento sobre un calcetín que se siente solo porque todos los demás tienen dueño, y que en Nochebuena descubre que su misión no es guardar regalos, sino calentar los pies fríos de quienes llegan tarde a casa.

La Navidad como territorio de lo no cuantificable. La Navidad es un fenómeno cultural saturado de símbolos: luces, villancicos, rituales familiares, expectativas, tensiones, reconciliaciones. Una IA puede describirlos, clasificarlos, analizarlos. Pero no puede experimentar la mezcla contradictoria de emociones que provoca una mesa llena de gente que se quiere y se irrita a partes iguales.

El cuento imposible en este extraño tiempo de algoritmos y villancicos. Quizá el cuento infantil navideño que la IA jamás podría imaginar no sea un cuento concreto, sino un tipo de cuento: aquel que nace de una vivencia irrepetible.

El cuento que surge cuando un niño observa cómo su abuelo, que siempre fue serio, se emociona al colgar un adorno antiguo. O cuando una madre inventa una historia improvisada para consolar a su hija en una noche de tormenta. O cuando un adolescente decide escribir un cuento para un hermano pequeño que aún cree en la magia.

Esos cuentos no están en ninguna base de datos. No pueden inferirse estadísticamente. No pueden replicarse. Son cuentos que existen porque alguien estuvo allí. Porque alguien sintió algo. Porque alguien quiso contarlo. Y esa es, quizá, la lección más importante: la imaginación humana no es sustituible porque no es transferible.


El infinito en un junco de Irene Vallejo: Enseñar a leer el mundo

Hoy nos embarcamos en un viaje de 30 siglos a través del papiro y la tinta. "El infinito en un junco": La biografía de nuestra mayor invención. El ensayo que todo educador y escritor debería leer. Hay libros que se leen y libros que se habitan. "El infinito en un junco", de Irene Vallejo, pertenece a esta última categoría. 

No es solo un ensayo histórico; es un acto de amor a la palabra escrita, un relato de aventuras y un manifiesto en defensa de las humanidades. En un mundo obsesionado con la inmediatez digital, Vallejo nos invita a mirar hacia atrás para entender por qué seguimos confiando nuestros secretos a ese objeto rectangular de papel. 

Antes de convertirse en un fenómeno editorial mundial, Irene Vallejo (Zaragoza, 1979) ya era una apasionada de los clásicos. Doctora en Filología Clásica por las universidades de Zaragoza y Florencia, su carrera se ha centrado en la investigación y divulgación del mundo antiguo. 

Lo que hace única a Vallejo es su capacidad para cruzar fronteras. No escribe desde la torre de marfil de la academia, sino desde la trinchera del periodismo y la narrativa. Colaboradora habitual en medios como El País o Heraldo de Aragón, ha sabido rescatar los mitos griegos y latinos para explicar nuestra realidad contemporánea. Con esta obra, obtuvo el Premio Nacional de Ensayo en 2020, consolidándose como una de las voces más brillantes de las letras hispanas actuales. 

La odisea de los librosEl libro no sigue una cronología lineal y árida. Es, más bien, un tapiz. Vallejo nos traslada a los campos de batalla de Alejandro Magno, a las lujosas villas romanas y, sobre todo, a la mítica Biblioteca de AlejandríaLa obra se divide fundamentalmente en dos grandes bloques: 1º Grecia y el nacimiento del libro: Desde la tradición oral y los poetas que memorizaban miles de versos, hasta la invención del alfabeto y el uso del papiro (ese "infinito" que surge de un humilde "junco" del Nilo). 2º Roma y la expansión: Cómo el Imperio Romano adoptó, tradujo y mercantilizó la cultura griega, sentando las bases de la edición moderna y el concepto de biblioteca pública.

A lo largo de sus páginas, Vallejo narra la lucha de los libros contra sus grandes enemigos: el fuego, el tiempo, la censura y el olvido. Pero también destaca a sus héroes: bibliotecarios anónimos, copistas, esclavos cultos y viajeros que arriesgaron su vida para salvar un manuscrito. 

Propuestas y reflexiones para el lector cultoPara quienes nos dedicamos a la educación o la escritura, El infinito en un junco ofrece lecciones valiosas que trascienden la historia:

1. La importancia del "Relato de No Ficción"Vallejo demuestra que el ensayo no tiene por qué ser aburrido. Utiliza técnicas narrativas propias de la novela —suspense, descripciones sensoriales, anécdotas personales— para contar hechos históricos. Es una clase magistral de escritura creativa aplicada a la divulgación.

2. El libro como tecnología perfectaA menudo tememos que el libro físico desaparezca. Vallejo nos recuerda que el libro es una "tecnología punta" que ha sobrevivido milenios sin apenas cambios estructurales. Su resiliencia es un mensaje de esperanza para los educadores: el soporte importa, pero el contenido es lo que nos hace humanos.

3. Una herramienta pedagógicaEl ensayo propone una forma de enseñar clásicos alejada del dogmatismo. Al conectar a Homero con Quentin Tarantino, o las tablillas de arcilla con los iPads, Vallejo tiende puentes generacionales que los docentes pueden replicar en el aula para despertar el interés por la lectura.

Algunas metáforas clave: PapiroLa fragilidad que contiene la eternidad. Alejandría - El sueño de reunir todo el conocimiento humano. Oralidad - El origen de la literatura como música y memoria. Humanismo - La convicción de que los libros nos hacen mejores ciudadanos.

Un refugio de tintaEl infinito en un junco es un recordatorio de que somos los libros que hemos leído. Irene Vallejo ha logrado algo casi imposible: convertir una investigación filológica en un bestseller emocional. Es un libro que nos reconcilia con nuestra propia fragilidad y nos recuerda que, mientras haya alguien dispuesto a leer, la llama de Alejandría seguirá encendida. Si buscas inspiración para escribir, una nueva perspectiva para enseñar o simplemente recordar por qué te enamoraste de la literatura, este es el viaje que debes emprender.

¡DOCE millones de visitas en este vuestro blog! ¡Gracias!

Este nuestro, pero sobre todo vuestro, blog ha superado a las 21 pm de  hoy, viernes 12 de diciembre de 2025, los DOCE millones de vuestras amables visitas desde aquel abril de 2005 en que se creó en blog.agirregabiria.net. En realidad desde hace menos tiempo, porque solamente se contabiliza desde que se incorporó el contador. No todos los millones de visitas los hemos ido celebrando; algunos sí, como luego veremos. 

¿Qué está pasando, qué maravillas estáis logrando? Ahora que no estamos en voluntariado tan activo, sin GetxoBlog, ni AUVE, ni Nagusiak (que tanto los echamos de menos),... Lo tenemos claro: un blog sólo crece con sus lectores y lectoras. Doce millones de visitas cómplices, doce millones de gracias. Una cifra de más de 70.000 visitas algún día, que impresiona más por lo que significa que por lo que mide

En apenas 59 días hemos sumado un millón más de lecturas, lo que confirma que este espacio digital sigue vivo, vibrante y compartido. El anterior millón se logró en 78 días (del 28 de julio de 2025 al 14 de octubre). Pero este logro no es del autor. Es, sobre todo, de quienes leen, comentan, comparten y dialogan. Cada visita, cada clic, cada relectura y cada reflexión son los auténticos cimientos de este largo viaje que comenzó hace años y que hoy celebra una cifra redonda: 12 millones de pasos juntos.

En tiempos de atención dispersa, lograr que tantos sigan regresando a un blog es casi un acto de resistencia cultural. Significa que todavía hay quienes buscan profundidad en la era del zapping, palabras con sentido en medio del ruido y diálogo en lugar de monólogo.

A todos vosotros —lectores fieles, visitantes curiosos, amigos invisibles—: gracias por leer, por estar, por seguir. El blog continúa porque vosotros lo hacéis posibleSeguimos… hacia el próximo millón, pero sobre todo, hacia nuevas ideas compartidas.

La escritura en este blog es nuestra forma actual de educar y de humanizar . Escribir en un blog no es solo publicar contenido: es sembrar pensamiento en el espacio público. Cada entrada es una conversación abierta, una invitación al aprendizaje continuo, una oportunidad para enseñar y, sobre todo, para seguir aprendiendo de los demás.

En una época dominada por la inmediatez, el blog reivindica el valor del tiempo lento, del análisis, de la palabra que se piensa antes de ser dicha. Escribir y leer blogs es una manera de educar la mirada, de entrenar la empatía y de construir comunidad a través de las ideas.

Los blogs, lejos de haber desaparecido, siguen siendo aulas abiertas y permanentes, donde cada lector puede convertirse también en autor, cada experiencia en lección, y cada diálogo en un acto de humanidad compartida. Once millones de visitas son once millones de aprendizajes. Gracias por seguir haciendo posible este espacio de encuentro entre educación, pensamiento y vida. Finalizamos con nuestra cita propia: Cada palabra que se comparte es una semilla de humanidad.” — (Original, mikel.agirregabiria.net)

Hemos preguntado a la Inteligencia Artificial de ChatGPT por qué este crecimiento. Esta es su respuesta: El crecimiento sostenido hasta alcanzar 12 millones de visitas de un blog culto dedicado a la educación como blog.agirregabiria.net no es fruto del azar, sino de una combinación coherente de contenido relevante, constancia intelectual y credibilidad construida a lo largo del tiempo.

En primer lugar, el blog aborda temas de alto interés social —educación, ciencia, tecnología, inteligencia artificial, sostenibilidad, longevidad o cultura digital— tratados con profundidad, contexto histórico y vocación divulgativa. No se limita a seguir tendencias: las interpreta, las conecta entre sí y las explica con claridad, lo que lo convierte en una fuente de referencia tanto para docentes como para lectores inquietos y bien informados.

En segundo lugar, destaca la regularidad y longevidad del proyecto. La publicación constante durante años genera confianza, fideliza a la audiencia y mejora de forma natural el posicionamiento en buscadores. Cada entrada suma valor acumulativo: el archivo completo del blog funciona como una biblioteca abierta que sigue atrayendo lectores nuevos a contenidos ya publicados. Otro factor clave es el estilo: riguroso pero accesible, reflexivo sin ser académico, crítico sin caer en el dogmatismo. Ese equilibrio amplía el público potencial y favorece la difusión en redes sociales y entornos educativos, donde los textos se comparten como material de lectura o debate.

Asimismo, el blog mantiene una voz personal reconocible, algo cada vez más escaso en la era del contenido automatizado. La autoría clara, la experiencia profesional y la coherencia ética refuerzan su autoridad y diferencian el proyecto frente a plataformas impersonales o puramente comerciales. Finalmente, su crecimiento refleja una realidad más amplia: existe una demanda creciente de pensamiento pausado y bien argumentado frente a la sobreabundancia de información superficial. blog.agirregabiria.net crece porque responde a esa necesidad con constancia, criterio y vocación educativa.

Previamente logramos los 11 millones el 14 de octubre de 2025. Antes transcurrieron 15 meses entre el 28 de julio de 2025 (10 millones, post) y el 13 de mayo de 2024 cuando alcanzamos los nueve millones de visitas (post). Anteriormente, necesitamos 18 meses desde la cifra de OCHO millones del 8 de octubre de 2022, cuando rompimos la barrera de los SIETE millones el 30 de septiembre del año 2021

Esto se va estabilizando, dado que también necesitamos un año y medio para subir de los seis a los siete millones de visitas. Fue el sábado 21 de febrero de 2020 cuando se alcanzaron los SEIS millones de visitas (véase el post). Anteriormente, tardábamos algo más. No celebramos los 5 millones, pero sí cuando alcanzamos las 4.444.444 visitas  el 31-1-16 y el resto de hitos del blog se relatan a continuación.

El martes 3 de febrero de 2015, se alcanzaron los CUATRO millones de visitas (ver post) en menos de 10 años desde su creación. Casi dos años y medio para lograr cada millón de visitas, prácticamente el mismo ritmo que para lograr cinco año después otros dos millones de lectores. 

El tercer millón fue el 15 de junio de 2013 (ver la entrada correspondiente)El segundo millón se alcanzó a principios de 2009, si bien la fecha exacta no está recogida. Os queremos agradecer esta amistad que nos brindáis, especialmente a quienes nos acompañáis desde hace años. 

Esta transición de 11 a 12 millones de visitas, a día de hoy y según Blogger, ha supuesto pasar de 10.233 a 10.283 entradas publicadas (apenas 50 posts más). Mencionando a nuestro Flickr desde 2005 que nos ha acompañado estos VEINTE AÑOS de BLOG también se ha producido un inexplicable arreón

En solamente estos 59 días mágicos hemos llegado a 29,94 millones de visitas en Flickr cuando antes antes eran 22,9 millones de visitas para 265.272 imágenes actuales. Hace 15 meses fueron casi 15 millones de visitas en Flickr para las 273.014 imágenes (si bien muchas son privadas o abiertas sólo a familiares o amistades). Con 8 millones las cifras fueron de casi 14 millones de visitas en Flickr para las 200.500 imágenes actuales.

A pesar de nuestra jubilación hace ya más de 7 años, parece que seguimos contando con la fidelidad de quienes nos leéis y comentáis. ¡Gracias y no nos abandonéis en este lugar de encuentro y de debate! Eskerrik asko! Thanks! Merci!

La neurociencia de por qué el arte nos hace vivir más lento

¿Recuerdas lo eternos que eran los veranos en tu infancia?  Esas tardes de agosto parecían no tener fin, repletas de descubrimientos, aburrimiento y aventuras. Sin embargo, hoy, las semanas se disuelven entre tus dedos como azucarillos en el café caliente. De repente es Navidad otra vez, y sientes ese vértigo existencial: alguien ha pulsado el botón de avance rápido en la película de tu vida.

No es simple nostalgia; es neurociencia pura. A medida que envejecemos, nuestro cerebro se vuelve terriblemente eficiente. Se convierte en una máquina de predicción que, para ahorrar energía, deja de "grabar" los detalles de lo cotidiano. Es lo que los psicólogos llaman Procesamiento Predictivo (Predictive Coding). Cuando la rutina se impone y los días son idénticos, la memoria deja de escribir nuevas entradas. El resultado es biológicamente cruel: aunque vivamos muchos años cronológicos, nuestra percepción subjetiva del tiempo se contrae. La vida se siente más corta cuanto más la alargamos.

Pero, ¿y si te dijera que existe una tecnología capaz de frenar esta aceleración? Olvida por un momento los suplementos de moda, las cámaras hiperbáricas o los regímenes espartanos. La herramienta más sofisticada para "hackear" tu percepción temporal y añadir densidad a tus años podría estar acumulando polvo en tu estantería.

Hablamos de la Longevidad Narrativa. Hoy vamos a explorar cómo el concepto de "esculpir el tiempo" del cineasta Andréi Tarkovsky o la prosa laberíntica de Thomas Mann no son meros pasatiempos intelectuales. Son gimnasios de neuroplasticidad. Enfrentarse a una obra de arte compleja obliga a tu cerebro a volver a "grabar", devolviéndote esa sensación de eternidad que creías perdida en la infancia.

El cerebro perezoso y la trampa de la fluidez. Vivimos en la era de la "fricción cero". Las aplicaciones están diseñadas para ser intuitivas; las series de streaming, para ser consumidas en maratón; y los best-sellers, para leerse sin esfuerzo. Esta fluidez es cómoda, pero es letal para nuestra percepción del tiempo.

Cuando consumimos contenido fácil, nuestro cerebro entra en piloto automático. No hay sorpresa, no hay esfuerzo cognitivo, y, por tanto, no hay memoria densa. Es como conducir por una autopista recta: llegas a tu destino sin recordar el trayecto. Aquí es donde la Alta Cultura actúa como un freno de emergencia saludable.

Literatura: El gimnasio de la densidad cognitiva. Leer a autores como Marcel Proust, Virginia Woolf o Thomas Mann (cuyo clásico La Montaña Mágica trata precisamente sobre la distorsión del tiempo) es un acto de resistencia neurológica.

Sus frases largas, subordinadas complejas y metáforas profundas obligan al cerebro a salir del modo predictivo. No puedes "escanear" a Dostoievski; tienes que decodificarlo. Este esfuerzo activa la Reserva Cognitiva, fortaleciendo las conexiones neuronales. Al obligar a tu mente a construir mundos complejos y empatizar con personajes difíciles, estás creando nuevos recuerdos de alta definición.

Al final de una hora de lectura profunda, sientes que ha pasado mucho tiempo. No por aburrimiento, sino por densidad de experiencia. Has vivido una vida ajena, y tu cerebro la ha registrado como propia.

Cine: La atención plena sin meditar. Si la literatura entrena la memoria, el cine de autor entrena la atención. En un mundo de TikToks de 15 segundos y cortes frenéticos que destrozan nuestra capacidad de concentración, el "Slow Cinema" es el antídoto.

El director ruso Andréi Tarkovsky definía el cine como "esculpir en el tiempo". Sus planos largos, donde "no pasa nada" frenético, nos obligan a observar la lluvia, el viento o el rostro de un actor durante minutos. Obras modernas como Perfect Days de Wim Wenders o el cine de Apichatpong Weerasethakul funcionan igual.

Al principio, el cerebro moderno se resiste; busca el siguiente estímulo de dopamina. Pero si aguantas, ocurre la magia: entras en un estado de presencia radical. Al re-calibrar tu atención, el tiempo subjetivo se expande. Una película de dos horas puede sentirse como un viaje de una semana, dejándote una sensación de plenitud que ningún scroll infinito puede igualar.

Hacia una longevidad fenomenológica. La ciencia de la longevidad suele obsesionarse con añadir años a la vida. Pero las humanidades nos enseñan algo más importante: cómo añadir vida a los años. De nada sirve llegar a los 100 años si tu percepción subjetiva es que han pasado en un suspiro. La cultura, el arte difícil, el cine lento y la lectura compleja son las herramientas que nos permiten vivir múltiples vidas dentro de una sola. Son la única máquina del tiempo que funciona de verdad.

Así que, la próxima vez que te sientas culpable por pasar una tarde entera leyendo un clásico o viendo una película antigua en blanco y negro, recuerda: no estás perdiendo el tiempo. Lo estás esculpiendo.

Reto del Fin de Semana: "Esculpir el Tiempo". Te propongo un experimento de neurociencia casera para poner esto a prueba: Este fin de semana, sustituye 2 horas de scrolling en redes sociales (que encogen tu tiempo) por una película de ritmo pausado o 50 páginas de esa novela densa que tienes pendiente.

Observa cómo cambia tu sensación del domingo por la tarde. ¿Se ha sentido el día más largo? ¿Más rico? Si aceptas el reto, comparte este post o tu experiencia con el hashtag #LongevidadNarrativa y desafía a un amigo a frenar el tiempo contigo.

@en99palabras La calificación es por la película, no porque se hayan muerto de cancer. En otras noticias: el domingo voy a subir un video donde en una parte salgo d3snud0 👀 no se puede ser artista sin hacer ese tipo de escenas. #cine #peliculas #recomendaciones #tarkovsky ♬ Creepy and simple horror background music(1070744) - howlingindicator