Mostrando las entradas para la consulta patria ordenadas por fecha. Ordenar por relevancia Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta patria ordenadas por fecha. Ordenar por relevancia Mostrar todas las entradas

El adiós de Paul Auster: filosofía y ternura en Baumgartner

Volvemos con Paul Auster (muchos posts) y su última novela Baumgartner (2023), con duelo, memoria y la escritura como refugio. Un resumen poético hablaría así: El amor se convierte en memoria. / La ausencia pesa, pero también ilumina. / Caminar solo es aprender a escuchar ecos. / La escritura se vuelve refugio. En Baumgartner, Paul Auster nos habla de la vida después del dolor, de la memoria como resistencia, y de cómo, incluso en la despedida, la literatura puede sostenernos.

Paul Auster (1947-2024) fue un novelista, poeta, guionista y director de cine estadounidense. Nació en Newark (Nueva Jersey) y estudió en la Universidad de Columbia. Pasó parte de su juventud en Francia, donde se inició como traductor de literatura francesa.

Su carrera literaria despegó en los años 80 con la célebre Trilogía de Nueva York (1985-1986), que lo consagró como una de las voces más originales de la narrativa contemporánea. Con un estilo marcado por la reflexión existencial, la metaficción y la intersección entre azar, destino e identidad, Auster publicó más de 20 novelas, ensayos y obras autobiográficas.

Algunos títulos destacados: La invención de la soledad (1982). La trilogía de Nueva York (1985-1986). El Palacio de la Luna (1989). El libro de las ilusiones (2002). Brooklyn Follies (2005). 4 3 2 1 (2017), finalista del Premio Booker. Además, colaboró en cine con películas como Smoke (1995) y Blue in the Face (1995). Su obra ha sido traducida a más de cuarenta idiomas.

La historia de Baumgartner sigue a Sy Baumgartner, un profesor de filosofía septuagenario que enfrenta la vida tras la muerte de su esposa Anna, con quien compartió cuatro décadas de amor. La novela narra su duelo, pero también su manera de reconectar con la memoria, la escritura y la vida cotidiana.

En Baumgartner de Paul Auster, la esposa del protagonista, Anna Blume, muere de manera repentina y trágica: Se ahoga en un accidente en la playa mientras nada en el mar, frente a Sy Baumgartner, que no logra salvarla. Ese instante se convierte en el eje del duelo que recorre toda la novela. A partir de esa pérdida, el protagonista se enfrenta a la soledad, a la memoria compartida y a la dificultad —pero también la necesidad— de seguir viviendo. Anna y su ausencia se convierte en un personaje en sí misma.

Lejos de ser un relato únicamente trágico, Baumgartner combina ternura, ironía y momentos de ligereza. Refleja el tránsito entre la ausencia y la presencia, mostrando que recordar puede ser una forma de mantener vivos a quienes amamos.

Citas de Baumgartner

- “La memoria es la patria de los que ya no están.”
- “Vivir después de la pérdida es un acto de resistencia.”
-“El dolor no desaparece, pero aprende a cambiar de forma.”

Estas frases reflejan la dimensión filosófica y poética de la novela: el duelo entendido no solo como herida, sino también como espacio de transformación. Baumgartner  es la despedida literaria de Auster. Pero también es mucho más que la última novela de Paul Auster: es un testamento literario. En sus páginas encontramos los temas centrales de toda su obra —la memoria, el azar, la identidad, la escritura— destilados con la sencillez y profundidad de alguien que escribe desde la frontera final de la vida.

Auster parece dialogar con sus lectores una última vez, dejándonos un mensaje sereno: “Aunque la pérdida nos habite, la escritura y la memoria nos devuelven al mundo.” Baumgartner es un canto a la vida tras la pérdida”

¡Vivan los presupuestos nivelados!, epitafio simbólico de Miau


Quienes hemos sido funcionarios, alguno que yo me sé en distintas administraciones, siempre hemos releído esta sátira amarga de la administración española del XIX, cuyas secuelas aún perduran. Miau (1888) es una de las novelas más representativas del realismo galdosiano. La obra narra la vida de Ramón Villaamil, un funcionario cesante del Ministerio de Hacienda que, tras perder su empleo, se enfrenta al desempleo, la burocracia, la corrupción y la pobreza en el Madrid de la Restauración.

Villaamil es un hombre íntegro, pero su honestidad choca con un sistema dominado por el nepotismo y la falta de méritos. La familia lo apoda “Miau” (palabra inventada que representa los apellidos Muñoz, Ibero, Avall y Uría, los de su mujer y sus parientes), pero también funciona como metáfora irónica: un quejido débil frente a un mundo cruel.

La novela muestra la precariedad del hogar de Villaamil, donde conviven su mujer, su cuñada y su nieto Luisito Cadalso, un niño sensible que percibe el fracaso de los adultos con mirada inocente. La lucha infructuosa de Villaamil contra la injusticia administrativa desemboca en un desenlace trágico, reflejo del derrotismo y el sinsentido de una sociedad sin salida para los honrados. Se trata de una crítica social profunda, que denuncia la corrupción política, la ineficiencia de la administración y la frustración de las clases medias venidas a menos.

Benito Pérez Galdós (1843-1920, véase en otros posts) nació en Las Palmas de Gran Canaria, 1843. Se trasladó a Madrid en 1862 para estudiar Derecho, aunque pronto se inclinó hacia el periodismo y la literatura. Es considerado el máximo exponente de la novela realista española y uno de los grandes novelistas universales. Cultivó novela, teatro y ensayo, y fue también político (diputado republicano).

Su obra abarca más de 80 novelas, entre ellas destacan Los Episodios Nacionales, una crónica novelada de la historia de España en el siglo XIX, así como novelas de tesis y realistas como Doña Perfecta (1876), Fortunata y Jacinta (1887), Miau (1888) o Misericordia (1897). Fue propuesto varias veces al Premio Nobel, pero nunca lo obtuvo. Falleció en Madrid en 1920, en la pobreza, aunque acompañado por un entierro multitudinario que mostró el cariño popular hacia él.

En mi rutina diaria de piscina con audiolibros de "Un libro en una hora", he llegado a reírme a carcajada limpia al escuchar la proclama desesperada de ¡Vivan los presupuestos nivelados!. Esa precisión es clave para entender el simbolismo en Miau. En la economía pública del siglo XIX (y aún hoy), un presupuesto nivelado es aquel en el que ingresos y gastos están equilibrados, sin déficit.

Villaamil, exfuncionario honrado y meticuloso, ve en ese equilibrio la solución moral y administrativa de España. Para él, el presupuesto nivelado no es solo contabilidad: es orden, justicia y racionalidad frente al caos del clientelismo y la corrupción. Cuando exclama: “¡Vivan los presupuestos nivelados!”, lo hace en un momento de desvarío final, cuando ya ha perdido toda esperanza personal y profesional.

Con ello manifiesta postreramente un idealismo utópico, porque Villaamil se aferra a la idea de que el equilibrio fiscal salvaría al Estado y, con ello, también a él mismo. Su grito es como un brindis por un sueño imposible en un sistema donde el gasto descontrolado y la corrupción eran la norma. Benito Pérez Galdós convierte ese grito en algo a la vez sublime y ridículo, pura ironía y sátira

Mientras otros personajes históricos gritan “¡Viva la libertad!” o “¡Viva España!”, Villaamil, funcionario derrotado, se entusiasma con una abstracción contable en MiauEl contraste subraya la mezquindad de la política española del XIX: ni siquiera los ideales se sostienen, todo queda reducido a un expediente. Es un símbolo de alienación para alguien tan vocacional. 

Villaamil se ha identificado tanto con su profesión que ya no sabe vivir fuera de ella. Su último grito no es por su familia, ni por la patria, sino por aquello que dio sentido a su existencia: la administración y sus presupuestos. Ese viva, en apariencia técnico y gris, es en realidad el grito trágico de un héroe menor

Trágico, porque expresa la honestidad y obsesión de un hombre íntegro que se queda solo. Ridículo, porque su aspiración a un ideal contable suena absurda ante la magnitud de la injusticia social y política. Satírico, porque Galdós denuncia así un Estado que ha reducido a sus servidores a ser meros engranajes desechables. El último aliento de un funcionario que soñó con la justicia administrativa en un país que lo condenaba al olvido.

Las seis principales alegrías de la vida según aparecen

Las fuentes de felicidad de una vida son tan sencillas que parecen invisibles. Quien sabe verlas, es ya un sabio. Como escribió Cesare Pavese: No se recuerdan los días, se recuerdan los momentos.” «La felicidad no brota de grandes cosas, sino de pequeñas cosas buenas que ocurren todos los días.» — Hermann Hesse.

Las seis principales alegrías de la vida, según una perspectiva cronológica y humanista, podrían ser las siguientes —una síntesis poética de lo que muchas culturas, literaturas y biografías celebran como los grandes gozos del ser humano a lo largo de su vida—:

1. El descubrimiento del mundo (la infancia). La alegría pura de jugar, de asombrarse con lo cotidiano, de preguntar sin miedo. "La infancia es el corazón de todas las edades." — Georges Bernanos.

2. La amistad verdadera (la juventud). El placer de los lazos escogidos, de las risas compartidas, de los secretos confiados bajo estrellas. "Un amigo es uno que lo sabe todo de ti y a pesar de ello te quiere." — Elbert Hubbard.

3. El amor y el deseo (la madurez temprana). El vértigo de enamorarse, la construcción de una vida compartida, la pasión y el proyecto común. El enamoramiento abre puertas a emociones intensas y descubrimiento de uno mismo a través del otro. Experimentar vínculos románticos y la independencia refuerza la autoestima y el deseo de conexión profunda. "Amar no es mirarse el uno al otro, es mirar juntos en la misma dirección." — Antoine de Saint-Exupéry.

4. La creación y la paternidad/maternidad (edad adulta). La alegría profunda de dar vida: a una criatura, a una obra, a un legado. De cuidar y ver crecer. "Tener un hijo es aceptar que tu corazón camine fuera de tu cuerpo." — Anónimo.

5. La realización interior (madurez). El placer de saberse útil, de cultivar pasiones, de comprender que la vida tiene sentido en el hacer con conciencia. "La verdadera felicidad está en el trabajo bien hecho." — Marie Curie.

6. La contemplación serena (vejez). El gozo de mirar atrás con gratitud, de vivir el presente con calma, de disfrutar a los nietos, los libros, la luz y las conversaciones lentas. "La vejez comienza cuando el recuerdo es más fuerte que la esperanza." — Proverbio francés. Y sin embargo, ¡qué dulce es ese recuerdo cuando ha sido plena la vida!

Estas seis categorías, quizá podríamos agruparlas en dos grupos de felicidad:

- Las alegrías de la A: Aprendizaje, Amistad, Amor y Arte

Aprender, preguntarse, leer, escribir. En cada libro, en cada conversación iluminada, florece una vida más amplia. «El conocimiento es la única riqueza que no se pierde.» — Ali ibn Abi Talib. Hay un gozo secreto en entender algo nuevo, en vincular ideas como quien enlaza versos en un poema.

La amistad verdadera es una segunda patria. «Amistad es igualdad.» — Aristóteles. Nada da más sentido que un corazón que late con otro, sin cálculos ni fronteras.

Amar es un arte y un riesgo, pero su recompensa es incomparable. El amor no sólo en el fulgor juvenil, sino en su forma madura: complicidad, cuidado, compañía. Caminar juntos durante décadas, compartir silencios sin incomodidad.

Apreciar el arte. «He descubierto que si uno mira con atención, siempre encuentra belleza.» — Vincent van Gogh. Quien aprende a contemplar, nunca está solo ni aburrido. Escribir, pintar, enseñar, construir, cocinar: crear es dar testimonio de la vida. «La creatividad requiere tener el valor de desprenderse de las certezas.» — Erich Fromm. En toda obra hay un pequeño desafío a la muerte.

Las alegrías del cuadrado: Familia, Trabajo, Legado y Gratitud

La alegría de la familia. Pocos momentos marcan tanto como sostener por primera vez a un hijo o a un nieto. Es un instante sagrado en que el tiempo se abre al futuro. «Cada niño que nace nos dice que Dios aún espera del hombre.» — Rabindranath Tagore. El llanto del recién nacido, la primera sonrisa de un nieto, esas celebraciones íntimas son anclas de sentido que justifican toda una existencia.

La alegría del trabajo. El orgullo de la obra bien hecha, sea un libro, un jardín, una empresa, o la crianza de los hijos. «El placer en el trabajo pone perfección en la obra.» — Aristóteles. 

La alegría del legado y la trascendencia. Dejar algo detrás: valores, amor, historias. Contar a los nietos cómo era el mundo antes. «Vivir en los corazones que dejamos atrás no es morir.» — Thomas Campbell. Ver a los hijos formar sus propias familias, sentirse parte de algo más grande y más duradero.

La alegría de la gratitud. Agradecer es un acto filosófico: reconocer que nada nos era debido. La vida enseña a saludar cada día con asombro renovado. «La gratitud es la memoria del corazón.» — Lao Tsé. Vivir con gratitud transforma la escasez en abundancia. Aprender a dar gracias por el simple hecho de estar vivo. «La gratitud no es sólo la mayor de las virtudes, sino la madre de todas las demás.» — Cicerón.

Las grandes alegrías están al alcance de todos, pero requieren atención, gratitud y amor para ser reconocidas. Hay en la vida alegrías profundas que no hacen ruido, pero iluminan la existencia como un faro en la niebla. El instante de contemplación: la lluvia en el cristal, el crepitar del fuego, el verso subrayado en un libro.

Con los dos nietos pequeños

Marguerite Yourcenar: Escritura, memoria y eternidad

Ya anunciamos hace poco que teníamos a Memorias de Adriano en nuestro proceso de relecturas. Como homenaje a Marguerite Yourcenar y su relevancia en la literatura contemporánea, especialmente en relación con su enfoque histórico, filosófico y estilístico.

Marguerite Yourcenar (1903–1987) fue arquitecta del alma humana y de la historia y una de las figuras más singulares e influyentes de la literatura del siglo XX. Nacida en Bruselas con nacionalidad francesa y más tarde ciudadana estadounidense, Yourcenar fue mucho más que una novelista: fue una intelectual comprometida, una erudita de la antigüedad y la primera mujer en ingresar a la Academia Francesa en 1980, un hecho simbólico que reconocía la profundidad de su pensamiento en un mundo aún dominado por la voz masculina.

Marguerite Yourcenar es sobre todo recordada por su magistral novela Memorias de Adriano (1951), una obra que no solo revive la voz del emperador romano, sino que humaniza el poder y la fragilidad con una prosa serena, reflexiva y profundamente contemporánea. Esta novela marcó un punto de inflexión en la narrativa histórica, alejándose del espectáculo y acercándose a lo íntimo, lo filosófico.

En Opus nigrum (1968), otra de sus grandes obras, explora el conflicto entre el pensamiento mágico y el científico durante el Renacimiento, encarnado en el personaje de Zenón. Aquí, la autora plantea una meditación sobre la libertad, la herejía y la búsqueda de sentido, anticipando muchas de las tensiones del mundo moderno.

El estilo de Marguerite Yourcenar es sobrio pero profundamente lírico, cuidado hasta el extremo, sin artificios gratuitos. Su prosa transmite una lucidez casi estoica, y cada palabra parece elegida con el rigor de un escultor clásico.

Más que contar historias, Yourcenar interroga la condición humana a través del tiempo, y su literatura se convierte en una forma de meditación. Lo histórico en ella no es decorado, sino herramienta para pensar el presente desde una perspectiva dilatada y sapiencial.

En tiempos donde lo inmediato predomina, Marguerite Yourcenar sigue siendo una autora que invita a la pausa, al pensamiento y al diálogo entre épocas. Su obra representa una forma de resistencia cultural: la creencia en que la literatura aún puede ser sabia, hermosa y necesaria. Su legado no es solo literario, sino ético: nos recuerda que escribir es también un acto de responsabilidad frente al tiempo y la memoria.

Marguerite Yourcenar, cuya frase autobiográfica era “Escribir no cambia el mundo, pero puede evitar que el mundo nos cambie del todo”, nos regaló esta selección de citas destacadas con contexto breve y organizadas por libro, ideales para enriquecer una entrada de blog literario:

Cuentos orientales (1938): “La piedad no cambia el curso de las cosas, pero nos vuelve menos crueles.”

Memorias de Adriano (1951): “Traté de describiros no a un hombre perfecto, sino a un hombre”. “Lo que la filosofía ha buscado en vano, el arte lo ha conseguido: la suspensión del tiempo”. “El verdadero lugar de nacimiento es aquel donde por primera vez se lanza una mirada inteligente sobre sí mismo.”

Opus nigrum (1968): “Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros”. “El amor a la verdad no impide la fe, pero la purifica.

El tiempo, ese gran escultor (1983): “Todo lo que ha sido pensado existe en alguna parte”. “La historia es el polvo de los siglos, pero también su luz.”

Hölderlin: el poeta que buscó a los dioses entre los hombres

Nos gustó una respuesta de humor a la avalancha de aranceles Trump de estos días, que sugería recomendarle leer a Friedrich Hölderlin. Entonces vimos que nunca lo habíamos citado en este blog. Había que corregirlo.

Friedrich Hölderlin fue uno de los poetas más profundos y visionarios del Romanticismo alemán. Su poesía une la pasión por la naturaleza, el ideal clásico griego y una espiritualidad intensa, atravesada por su búsqueda de armonía entre el hombre, la divinidad y el cosmos.

Aquí os dejamos un resumen de algunos de sus poemas esenciales, que representan bien su estilo y sus temas:

🏛️ "Hiperión" (que se puede leer en PDF como fragmentos poéticos de su novela epistolar). Tema: El dolor del desarraigo, el amor imposible, la nostalgia de la Grecia ideal. Estilo: Lírica pura, apasionada, de tono elegíaco. Frase clave: ¿Dónde está mi patria? Amigos, si tengo patria, es con vosotros.

🌊 "A la patria" (An die Heimat)Tema: Melancolía del exilio, amor por la tierra natal. Significado: Habla del alma dividida entre lo vivido y lo soñado. Estilo: Intenso y emotivo, con un tono confesional.

☀️"El Archipiélago". Tema: Admiración por la antigua Grecia y su equilibrio con la naturaleza. Visión: Muestra un mundo armonioso, idealizado y lleno de belleza. Estilo: Rico en imágenes naturales y símbolos clásicos.

"Pan y vino" (Brot und Wein). Tema: Reflexión sobre el sentido de lo sagrado en el mundo moderno. Pregunta central: ¿Dónde están los dioses? ¿Dónde el poeta? Estilo: Meditativo, simbólico y lleno de referencias mitológicas.

🔥"El Rin" (Der Rhein). Tema: El poder de la naturaleza y el alma alemana. Metáfora: El río como fuerza divina e histórica. Estilo: Grandioso y solemne.

🌌 "La muerte de Empédocles" (drama poético). Tema: El sacrificio del sabio, la fusión con la naturaleza. Reflejo del autor: Empédocles simboliza la figura del poeta como visionario incomprendido. Estilo: Profético, teatral y trágico.

✨ Rasgos clave de su poesía: Tono elevado y solemne. Referencia constante a la mitología griega y a la naturaleza. Búsqueda de lo divino y lo eterno. Tensión entre lo humano y lo absoluto.

Friedrich Hölderlin (1770–1843) fue un puente entre lo clásico y lo moderno. Su obra influyó profundamente en poetas como Rainer Maria Rilke, Paul Celan y filósofos como Heidegger, quien lo consideró “el poeta del ser”.

Los ojos del hermano eterno: la búsqueda infinita de la justicia

Hay relatos escondidos que son joyas de nuestra infancia. Esas historias que se cuentan a los nietos, metáforas que les conducirán durante toda su vida. Como el libro
"Los ojos del hermano eterno" 
es una fábula filosófica ambientada en la antigua India, obra del autor austriaco Stefan Zweig (ver en otros posts).

La historia (se puede
leer en este PDF completo) sigue a Virata, un guerrero y hombre justo que, atormentado por el sufrimiento que causa incluso en actos de buena voluntad, decide renunciar a la violencia y a cualquier forma de poder.

A lo largo de su vida, busca la justicia absoluta, pero descubre que cada acción tiene consecuencias inesperadas y que el verdadero equilibrio no reside en el poder ni en la renuncia total, sino en la comprensión profunda del destino humano.

Es un relato corto pero profundo, que reflexiona sobre la moral, la justicia y el sentido de la vida, con un tono casi místico y lleno de simbolismo.

Stefan Zweig nació el 28 de noviembre de 1881 en Viena, Austria. Fue un novelista, dramaturgo y biógrafo reconocido por su estilo elegante y su capacidad para profundizar en la psicología de sus personajes. Escribió novelas, ensayos y biografías de personajes históricos.

Perseguido por el nazismo debido a su origen judío, emigró a Brasil, donde se suicidó junto a su esposa en 1942, abrumado por el avance de la Segunda Guerra Mundial y la destrucción de la Europa que amaba.

Además de Los ojos del hermano eterno, entre sus obras más célebres destacan Carta de una desconocida, Momentos estelares de la humanidad y El mundo de ayer, su conmovedora autobiografía. 

Vídeos para nuestros nietos (15)

Más entradas con Vídeos para nuestros nietos
Más imágenes y vídeos en nuestro Pinterest para nietos.

Anagnórisis y peripeteia, desde Ulises a Luke Skywalker


La anagnórisis (del griego antiguo ἀναγνώρισις, «reconocimiento») o agnición es un recurso narrativo que consiste en el descubrimiento por parte de un personaje de datos esenciales sobre su identidad, sus seres queridos o su entorno, ocultos para él hasta ese momento. La revelación altera la conducta del personaje y lo obliga a hacerse una idea más exacta de sí mismo y de lo que le rodea. 

También se produce anagnórisis cuando un personaje principal revela su identidad hasta entonces oculta o velada a otros personajes secundarios cambiando así la relación, normalmente de un nexo débil o inexistente (un mendigo o simple huésped) hacia un nexo fuerte (el hijo de un enemigo que clama venganza, el retorno de un rey por largo tiempo ausente,...), produciendo un punto de giro en la historia que la hace avanzar hacia su desenlace.

Al regresar a Ítaca Ulises se presenta o revela hasta en diez ocasiones su identidad a sus seres queridos, puesto que sus rasgos físicos han sido cambiados por los dioses y el tiempo y no siempre le reconocen. El término fue utilizado por primera vez por Aristóteles en su Poética. Aunque la anagnórisis es un recurso frecuente en muchos géneros, Aristóteles la describió en relación con la tragedia clásica griega, con la que está asociada de modo especial.

De acuerdo con Aristóteles, el momento ideal para la anagnórisis trágica es la peripecia (giro de la fortuna): en un momento crucial, todo se le revela y hace claro al protagonista, con efectos casi siempre demoledores. Por ejemplo, el descubrimiento por parte del héroe trágico de alguna verdad sobre sí mismo, otras personas, o de algunas acciones que significan que, ahora que las sabe, toda la trama cambia de dirección como resultado de su reacción a las noticias. La revelación de esta verdad (que ya era un hecho, pero el protagonista ignoraba) cambia la perspectiva y la reacción del héroe, que se adapta y se acomoda aceptando su destino y en consecuencia ayudando a que este ocurra.
Ejemplos: Edipo, rey de Tebas descubre que el verdadero origen de las plagas que asuelan su polis son causadas por él mismo al cumplir sin saberlo con el oráculo de Delfos: "Matarás a tu padre y te casarás con tu madre", con quien ha tenido cuatro hijos. Un ejemplo clásico de anagnórisis en la tragedia griega se halla en el «Edipo Rey» de Sófocles, cuando Edipo se entera de que la persona que había matado era su padre y que su esposa es su madre. Otro caso especialmente emotivo es el de Ágave al final de «Las bacantes» de Eurípides, que llega a Tebas con lo que cree la cabeza de una fiera en su mano. A medida que el dios Dioniso se va retirando de su ser, comprende que se trata de su propio hijo, Penteo, al que ella y las demás bacantes han despedazado en una orgía de sangre.

En la comedia griega, la anagnórisis es también un recurso frecuente: en las obras de Menandro y sus imitadores latinos, abundan los personajes que han sido abandonados de pequeños y criados como miembros de una clase social inferior. Al entablar una relación con un personaje noble, su extracción humilde supone un estorbo; al final de la obra, se descubre por algún indicio (una marca de nacimiento, un objeto personal que la madre dejó junto al bebé) su verdadera identidad, y la pareja puede unirse felizmente en matrimonio.

En la épica griega tenemos un buen ejemplo de anagnórisis en los últimos cantos de la «Odisea», cuando Ulises vuelve a Ítaca, su patria, y varios personajes lo van reconociendo (su viejo perro Argos, su nodriza Euriclea, su hijo Telémaco, su padre Laertes,...), en una gradación que termina cuando su esposa Penélope, la más reacia a aceptar la revelación, lo somete a una última prueba para confirmar su identidad.

En la literatura española, la anagnórisis es moneda corriente en las novelas de caballerías, el teatro barroco (p. ej. «La dama duende», de Pedro Calderón de la Barca) y el drama romántico. Y también está presente en La gitanilla y en varias de las novelas ejemplares de Miguel de Cervantes. En la literatura inglesa renacentista, William Shakespeare también utiliza las características asociadas a este término en sus obras dramáticas, específicamente en sus tragedias. A pesar del momento de anagnórisis, de reconocimiento, todo acaba mal por el hecho de la inclusión del fatalismo, propio de las obras trágicas.

En la literatura prehispánica, específicamente en el drama Ollantay encontramos una hermosa anagnórisis cuando el inca Túpac Yupanqui encuentra a Cusi Coyllur, prisionera, y reconoce que ella es su hermana.

El ejemplo más moderno sería en el episodio V de la Saga cinematográfica de Star Wars: Cuando Darth Vader revela a Luke Skywalker que él es su padre, la trama pasa de ser una batalla entre el bien contra el mal a ser un conflicto existencial del protagonista entre su deber de luchar contra el mal o redimir a su padre caído.
La peripeteia (en griego antiguo, περιπέτεια) o peripecia es el acontecimiento de una trama que supone un punto de inflexión, un giro en la suerte de los personajes. Este término especialmente se aplica a las obras dramáticas. Dicha historia se presenta como una adversa y repentina que sucede accidentalmente y sin previo aviso, lo cual provoca un cambio en la situación actual que se vive en lo relatado.

En las tragedias supone el punto en el que la trama toma el cariz propiamente trágico, es decir, el punto de inflexión en el que la suerte del héroe protagonista se trunca y comienzan las desgracias que le llevarán inevitablemente a un final desdichado.

Aristóteles define la Peripeteia como «un cambio por el cual la acción gira hacia su opuesto, sujeto siempre a nuestra regla de probabilidad o necesidad». Según Aristóteles, la peripecia, junto con el descubrimiento, es la más efectiva cuando se trata de drama, particularmente tragedia: «la mejor forma de Descubrimiento es aquella que asiste a Peripeteia, como la que conduce al Descubrimiento a Edipo».

La peripeteia incluye cambios en el personaje, además de cambios externos. Por ejemplo, si un personaje pobre y oscuro se ha vuelto rico y famoso, ha sufrido una peripeteia, incluso si su personaje sigue siendo el mismo. La peripeteia o peripecia se distingue de la anagnorisis o agnición, cuando un personaje descubre una información que previamente ignoraba. Esta distinción proviene de la Poética, que consideró que la anagnórisis, que lleva a la peripeteia, un aspecto superior de la tragedia. 

Dos de estas obras son Edipo Rey, donde la información proporcionada por el oráculo de Delfos (que Edipo mató a su padre y se casó con su madre) provocó la muerte de su madre, Yocasta y su propia ceguera y exilio, e Ifigenia entre los tauros, donde Ifigenia se da cuenta de que los extraños que ella debe sacrificar son su hermano y su amigo, lo que resultó en que los tres escaparan de Tauris. Consideró estas tramas complejas y superiores a las simples sin anagnórisis ni peripeteia, como cuando Medea decide matar a sus hijos sabiendo que lo son y aun así lo hace. Aristóteles identificó a Edipo Rey como la principal obra para ejemplificar la peripecia.
Otro recurso literario citado en este vídeo es el Arma de Chéjov: "Elimina todo lo que no tenga relevancia en la historia. Si dijiste en el primer capítulo que había un rifle colgado en la pared, en el segundo o tercero este debe ser descolgado inevitablemente. Si no va a ser disparado, no debería haber sido puesto ahí", indicó Antón Chéjov.

Vae victis: ¡Ay de los vencidos!

Vae victis,  es una expresión en latín que significa «¡Ay de los vencidos!» (también se usa para decir "dolor al conquistado"). 

Según la obra Ab Urbe condita V,48 de Tito Livio, fue pronunciada por el jefe galo Breno que había sitiado y vencido a la ciudad de Roma. Según la tradición, en 390 a. C., tras su victoria, Breno accedió a negociar su retirada de la ciudad mediante un rescate convenido por ambos lados combatientes. Dicho rescate consistiría en un botín de mil libras romanas en oro (unos 327 kg). 

Cuando los romanos percibieron que los galos habían amañado la balanza en que se pesaba el oro, protestaron ante su jefe Breno, quien se limitó a arrojar su espada para añadirla al peso de la balanza mientras decía «Væ victis!». La cita sobrevive hasta nuestros días, usándose para hacer notar la impotencia del vencido ante el vencedor, sobre todo en las negociaciones entre ambos.

Vae victis se relaciona con la expresión «justicia del vencedor» (en alemánSiegerjustiz), se aplica a una situación en la que la parte que realiza la «justicia» (y escribe la «historia») aplica normas distintas para juzgar lo que es bueno o malo para sus propias fuerzas y para las del (ex) enemigo. Se defiende generalmente que la diferencia entre las reglas supone hipocresía y lleva a la injusticia. 

Es un término despectivo que se ha aplicado en distintas situaciones como el Tribunal Militar de Núremberg para crímenes de guerra (y posteriormente tribunales como el Tribunal Militar Internacional de Dachau) que procesó solamente a ciudadanos y colaboradores del Eje Berlín - Roma -Tokyo.

Vae victis: ¡Ay de los vencidos!

Otra imagen de  Breno poniendo la espada en la balanza, junto a él se encuentra el romano Marco Furio Camilo,  que respondería con otra frase legendaria: Non Auro, sed ferro, recuperanda est patria (No con oro, sino con hierro, hay que recuperar la patria). 

Esa fue la señal de la redención: Los romanos reanudaron la lucha, y salvaron la ciudad, casi totalmente destruida. Fue reconstruida más bella a instancias de Marco Furio Camilo, llamado por ello el "segundo fundador de Roma".

Otros muchos posts con citas en latín.