La herencia de Eszter (título original: Eszter hagyatéka), publicada en 1939, es una novela breve e intensa del escritor húngaro Sándor Márai. Narrada en primera persona, cuenta la historia de Eszter, una mujer madura y solitaria, que vive en una casa austera en una ciudad de provincias, junto a una criada leal y las sombras de un pasado no del todo resuelto.
Durante años, Eszter ha vivido en una especie de pausa vital, marcada por una profunda traición amorosa: Lajos, un hombre carismático, manipulador y mentiroso, le arrebató su juventud, su fortuna y parte de su familia. Ahora, después de décadas, Lajos anuncia su regreso. La novela se desarrolla en un solo día, cargado de tensión emocional, en el que Eszter debe enfrentarse al pasado, a sus sentimientos y a las preguntas nunca resueltas.
Es un relato sobre la memoria, la ilusión y el autoengaño, pero también sobre el poder del deseo, la dignidad y la elección del silencio. “Lo que tememos no es al otro, sino a lo que aún queda de él en nosotros.” La historia no ofrece redención fácil: Eszter no se presenta como víctima inocente, sino como alguien que eligió ser engañada, y que sigue atrapada, no por Lajos, sino por su recuerdo.
Algunas citas destacadas de La herencia de Eszter:
- “No es fácil renunciar, pero a veces es más fácil que vivir.”
- “El amor es un deseo de sufrir con otro. Y, si no es eso, no es nada.”
- “Una mentira dicha con convicción puede parecer verdad durante toda una vida.”
Sándor Márai (1900–1989) fue un escritor, periodista y diarista húngaro, considerado uno de los grandes autores europeos del siglo XX. Nació en Kassa (entonces Hungría, hoy Eslovaquia), en una familia de clase media alemana. Cosmopolita y culto, vivió en Alemania, Francia e Italia antes de establecerse en Budapest, donde tuvo una importante carrera literaria en los años 30 y 40.
Tras la Segunda Guerra Mundial y la llegada del régimen comunista, abandonó Hungría en 1948 y se exilió en Europa y después en EE. UU., donde vivió hasta su muerte. Durante décadas fue olvidado en su país natal, y su obra quedó prácticamente silenciada. Solo tras la caída del Telón de Acero fue redescubierto y traducido al mundo entero.
Su estilo es introspectivo, elegante y profundamente psicológico. Entre sus obras más conocidas se encuentran El último encuentro, La mujer justa y Diarios. “En la vida, el que espera, pierde. El que decide, gana. Pero el que renuncia… comprende.”
Márai se suicidó en San Diego en 1989, solo unos meses antes de la caída del Muro de Berlín, sin saber que su obra sería redescubierta como una joya de la literatura europea del siglo XX.
Si hay un filósofo actual cuya obra completa hay que leer, ése es Byung-Chul Han (ver en otros muchos posts). Hoy analizaremos su libro La expulsión de lo distinto (2016). Byung-Chul Han desarrolla una potente crítica a la sociedad actual, caracterizada por la desaparición de la alteridad. Vivimos en una cultura de la positividad, donde lo diferente, lo extraño, lo contradictorio o lo negativo —todo aquello que incomoda o interpela— es eliminado, neutralizado o absorbido por una lógica homogénea del “yo”.
Para Han, la sociedad contemporánea tiende al narcisismo, al consumo de lo idéntico y a una hipervisibilidad digital que borra la profundidad del otro. Esta expulsión simbólica y real de la diferencia provoca una pérdida de sentido, de comunidad, de experiencia e incluso de amor verdadero.
El pensamiento del surcoreano, influenciado por la tradición continental europea (Hegel -posts-, Heidegger -posts-, Lévinas), nos advierte del peligro de una sociedad transparente, sin opacidad ni misterio, donde todo es igual a sí mismo, repetido y digerido por algoritmos y redes sociales. La consecuencia: aburrimiento, ansiedad, intolerancia y soledad.
Es un libro breve pero profundo, que debe leerse despacio y discutirse con otros. Una obra crítica, incómoda, y, por eso mismo, necesaria. La expulsión de lo distinto es una advertencia lúcida y contundente sobre el rumbo de nuestras sociedades hipermodernas. Con un estilo filosófico sobrio y afilado, Han propone repensar nuestras formas de vida, de amar, de comunicarnos y de relacionarnos con lo otro. Nos recuerda que sin alteridad no hay humanidad, sin misterio no hay sentido, y sin negatividad no hay libertad.
Byung-Chul Han (Seúl, 1959) es un filósofo y ensayista surcoreano afincado en Alemania. Estudió metalurgia en Corea antes de trasladarse a Europa, donde se doctoró en filosofía en la Universidad de Friburgo. Ha enseñado en universidades de Basilea, Karlsruhe y Berlín. Han es uno de los filósofos contemporáneos más leídos y citados, con un estilo sobrio, aforístico y lúcido. Sus obras abordan con mirada crítica los efectos culturales, sociales y psicológicos del capitalismo tardío, la digitalización, la transparencia, el rendimiento y la pérdida de lo sagrado.
El libro La expulsión de lo distinto, breve pero denso y aforístico, se construye en torno a contraposiciones esenciales: el yo frente al otro, la identidad frente a la diferencia, la positividad frente a la negatividad, la transparencia frente al misterio, la hipervisibilidad digital frente a la presencia encarnada, y la comunicación instantánea frente a la relación dialógica auténtica.
Han sostiene que la sociedad actual no reprime mediante la censura ni la prohibición, sino mediante la saturación, el exceso de positividad y visibilidad, lo cual termina siendo igualmente opresivo.
La sociedad de la positividad y la autoafirmación. Parte de la idea ya desarrollada en La sociedad del cansancio: la lógica del rendimiento y la positividad ha sustituido a la lógica disciplinaria. Ya no hay un “deber”, sino un “puedo”; ya no hay amo, sino autoexplotación. A esta lógica se suma la del narcisismo digital, donde los sujetos sólo quieren verse reflejados, reconocidos, “likeados”. Todo debe ser inmediato, familiar, cómodo, digerible. Y por eso la diferencia, lo ajeno, lo negativo, lo que desafía, es eliminado. “La sociedad actual ya no es disciplinaria, sino una sociedad del rendimiento, del ego, de la autoexplotación.”
El otro como amenaza. El otro, el diferente, el no-asimilable, es visto hoy como potencialmente peligroso o inútil. La alteridad exige esfuerzo, interpretación, tiempo, tolerancia… cosas que la cultura digital inmediata y acelerada no tolera. Esto se manifiesta en fenómenos como: El miedo al inmigrante o al disidente, la sobreprotección de las identidades frágiles, la intolerancia a la crítica o al pensamiento complejo o la reducción de la alteridad a diferencia de consumo. Señala que incluso el multiculturalismo actual tiende a reducir lo distinto a lo exótico, lo folclórico, lo decorativo. No hay verdadera experiencia del Otro, sino una estetización superficial. “La diferencia, cuando se tolera, es siempre domesticada.”
El infierno de lo igual. El resultado de esta lógica es la instalación de una especie de “infierno de lo igual”: una sociedad sin conflicto real, sin silencio, sin misterio, sin eros. El otro no es negado de manera violenta, sino absorbido, estetizado, neutralizado. Todo lo que no puede ser traducido a términos positivos o de rendimiento es expulsado. Esto afecta también al pensamiento, que necesita contradicción, negación, espera y ambigüedad. En una sociedad de la inmediatez y el algoritmo, pensar se vuelve sospechoso. “La negatividad es el elemento esencial del pensamiento.”
El amor y el eros en crisis. Uno de los capítulos más intensos del libro está dedicado a la crisis del amor. El amor verdadero, sostiene Han, nace del encuentro con el otro, con su opacidad, su distancia, su inasimilabilidad. Pero en la era digital, lo que predomina son los vínculos narcisistas, líquidos, gestionados por aplicaciones que eliminan la alteridad: se busca lo similar, lo útil, lo cómodo. Así, el amor se convierte en consumo afectivo, en algoritmo predictivo que sustituye al misterio. Ya no hay espera ni entrega, sino optimización del deseo. “El amor muere donde no se encuentra con el otro.”
La pérdida de lo ritual y lo comunitario.
Han también señala cómo la expulsión de lo distinto ha acabado con los rituales, que eran formas de relación repetitiva y simbólica con el otro, con la comunidad, con el tiempo. Hoy, en cambio, vivimos en el presentismo, la interrupción constante, la ansiedad de la notificación. La comunidad ha sido sustituida por redes sin profundidad.
Política y vigilancia. Finalmente, Han advierte que este “infierno positivo” no es inocente. En un mundo donde todo debe ser visible, comunicable, eficiente y transparente, la vigilancia se vuelve omnipresente y voluntaria. No hace falta represión cuando la gente se autoexpone por voluntad propia. La transparencia, lejos de ser garantía de democracia, puede ser una nueva forma de control totalitario, ya que elimina el espacio interior, la intimidad, la crítica.
Otras citas destacadas: “La comunicación digital no tolera el silencio. Expulsa toda negatividad”. “La sociedad del cansancio ha dado paso a la sociedad de la autoexplotación del yo”. “La desaparición de la distancia destruye también el respeto”. “El infierno de lo igual comienza cuando lo distinto se vuelve sospechoso.”
"La obligación de ser feliz genera una presión devastadora".
Hoy queremos elogiar el valor y el arte de la rutina, y cómo los hábitos nos enseñan a vivir. Abrazar lo cotidiano no es cárcel, es el mejor taller de una vida plena y la óptima estructura secreta para la libertad.
Hay días, sobre todo en un verano de AlicanTerapia (más posts), que parecen repetirse con un ritmo tan previsible que casi podríamos recitarlos de memoria: levantarse temprano, antes andar ahora nadar unos largos en la piscina, escribir unas páginas, conversar y aprender con amistades de todas las edades y disfrutar de la naturaleza y del entorno.
Lejos de ser un signo de monotonía, la rutina es un espacio de cultivo. Como dijo Gustave Flaubert: «Sé regular y ordenado en tu vida para ser vehemente y original en tu obra».
La rutina nos da la estructura sobre la que construimos. La piscina, por ejemplo, no es solo ejercicio: es una forma de meditación en movimiento. El agua obliga a un diálogo interior. Al nadar, uno se encuentra con su respiración, sus pensamientos, y el ritmo cadencioso calma la mente y abre espacio a la creatividad. He resuelto más problemas en el silencio líquido de una piscina que en muchas tormentas de ideas.
Luego está la escritura diaria. No siempre se escribe bien, algunos casi nunca lo hacemos, pero siempre se entrena la mirada. La costumbre de sentarse ante la página vacía enseña humildad: hay días fecundos y otros baldíos, pero la rutina hace el trabajo. La gran escritora Joan Didion, a la que pronto dedicaremos un post, apuntó: «Escribo para saber lo que pienso».
Por último, las conversaciones con vecinos y amigos, de aquí y de allá, de niños a abuelos. Algunos ven en ellas una distracción; para mí son parte esencial de la rutina. Son laboratorios de ideas, espacios donde uno se expone a lo que no sabe. Nada reemplaza una buena charla, con risas o con silencios compartidos, para sentir que la vida tiene textura.
La rutina no es prisión. Es un andamiaje. Gracias a ella podemos explorar lo incierto sin miedo de perdernos. O como decía Séneca: «La vida sin un plan es errar al azar».
Así, cada día que parece igual es, en el fondo, diferente. Porque somos diferentes después de cada brazada, de cada frase escrita, de cada conversación. Y esa es la magia de la rutina bien elegida: nos mejora. Añade a la rutina diaria un poco de lectura, otra dosis de aprendizaje y un montón de amor. Así será más feliz.
"Nada sucede dos veces ni va a suceder, por eso sin experiencia nacemos, sin rutina moriremos. En esta escuela del mundo ni siendo malos alumnos repetiremos un año, un invierno, un verano..." Wislawa Szymborska pic.twitter.com/cHuqW7AKPW
Trilogía (¿Qué nos contamos hoy?) de Jon Fossereúne tres novelas breves: La otra nombre, Yo es otro y Un nuevo nombre. Estas forman la primera parte de su heptalogía conocida como Septología, publicada entre 2019 y 2021. En conjunto, narran la vida interior de un pintor llamado Asle, que vive en la costa oeste de Noruega. Hay dos versiones de Asle: uno vive solo en Dylgja, y el otro, su “doble”, en Bjørgvin (la Bergen literaria de Fosse). Este desdoblamiento entre ambos Asle se convierte en un eje existencial, espiritual y narrativo.
A lo largo de la obra, se profundiza en temas como la soledad, la creación artística y la pérdida, la memoria como flujo de conciencia sin puntuación convencional e, incluso, la fe cristiana, la redención y la muerte. Con un estilo lírico y meditativo, casi hipnótico, Fosse construye una novela que se acerca más a una experiencia mística que a una narración lineal convencional.
Jon Fossenació el 29 de septiembre de 1959, en Haugesund, Noruega. Escritor, dramaturgo, poeta y traductor. Recibió elPremio Nobel de Literatura: 2023, por “sus obras innovadoras que dan voz a lo indecible”.
Fosse es uno de los escritores contemporáneos más importantes de Noruega y Europa. Su obra se caracteriza por un lenguaje sobrio, repetitivo, musical y profundo. Comenzó como novelista, pero su mayor reconocimiento inicial llegó como dramaturgo, siendo considerado un sucesor espiritual de Henrik Ibsen y Samuel Beckett (otros posts). A lo largo de su carrera ha abordado temas como la muerte, el amor, el silencio y la trascendencia. También es un autor muy vinculado a la espiritualidad cristiana, especialmente en sus últimos años, lo que marca de forma decisiva obras como Septología.
Jon Fosse denominado el Beckett noruego del siglo XXI es el escritor del silencio y el alma y su Trilogía es un viaje hacia lo más hondo del ser, todo un tratado de introspección sobre arte, fe y soledad.
«Trilogía», del premio Nobel 2023 Jon Fosse, es una novela que da voz a la inocencia perversa del amor, ante la que nos ahogaremos durante su lectura, en medio de un permanente dilema moral y estético que nos llenará de ansias de perdón y afán de castigo.https://t.co/5SoMrfXp0apic.twitter.com/oyy75NtfnZ
Hoy recorreremos una historia de amor imposible entre muros de piedra y viento. Un amor marcado por el viento, la tierra y la mirada ajena: Marcela y Álvaro, atrapados en su tiempo. Un amor que, cuando ella lo descubre y reconoce, ya es tarde. Hablamos deViento del norte de Elena Quiroga.
La protagonista, Marcela, es una joven criada abandonada desde bebé y criada por Ermitas en el pazo. El dueño del pazo, Álvaro de Castro, un hidalgo culto y mayor, se enamora de ella y acepta casarse pese a la gran diferencia social, la oposición de su familia y el rumor popular. La comunión entre ambos se ve bloqueada por la desconfianza, la envidia de los criados y la presión social. Marcela es internada en un convento previamente a la boda y, aunque la pareja tiene un hijo, el vínculo no fluye.
Un accidente deja a Álvaro paralítico y marcado por la culpa. Finalmente él muere, y sólo en ese momento Marcela comprende lo profundo de su amor. La novela Viento del norte destaca por su profunda atmósfera gallega, el uso de modismos y gallego popular en el castellano, y por explorar temas como el deseo, la incomunicación, el silencio y el peso del entorno rural en la identidad de los personajes.
La autora, Elena Quiroga(1921–1995), nació en Santander, en 1921. Pasó parte de su infancia en Valdeorras (Galicia). Falleció en A Coruña en 1995. En 1950 ganó el Premio Nadal con esta obra, lo que la colocó como segunda mujer en acceder a la Real Academia Española.
Fue una de las figuras más destacadas de la narrativa de posguerra en España, junto a Carmen Laforet o Ana María Matute. Su estilo se caracteriza por una prosa lírica, rica en modismos gallegos y metáforas ligadas al paisaje, la tradición rural y las tensiones sociales. Otros títulos notables de su obra incluyen Soledad sonora, La sangre, Tristura y Presente profundo.
"Ladraban los perros. Primero fue el mastín, bronco y pausado, quien lanzó el alerta. Después, fueron uniéndose a su desgarrado ulular los cortos y rabiosos chillidos de los perros de caza". Así comienza "Viento del Norte", la novela de Elena Quiroga que ganó el Nadal en 1950 pic.twitter.com/aEQT41tsmC
Hoy nos centraremos en un autor esencial: Haruki Murakami. Nacido en Kioto, Japón, en 1949, es uno de los autores contemporáneos más influyentes del mundo. Su estilo combina lo cotidiano con lo surrealista, fusionando influencias de la cultura japonesa con la literatura occidental, el jazz y la soledad moderna.
Antes de dedicarse a escribir, Murakami dirigía un bar de jazz en Tokio, lo cual marcó profundamente su narrativa. Su obra ha sido traducida a más de 50 idiomas y ha sido galardonado con múltiples premios internacionales.
Haruki Murakami ofrece la magia de lo cotidiano: así conquista lectores en todo el mundo. Del jazz al surrealismo: así escribe. Es el escritor que convirtió la introspección en bestseller. ¿Realidad o sueño? Ese es su estilo inconfundible, propio de un eterno candidato al Nobel que ya ganó a sus lectores
Veamos algunos de sus mejores libros (imperdibles):
- Tokio Blues (Norwegian Wood)– Un nostálgico viaje por la juventud, el amor y la pérdida. Fue la novela que lo catapultó al éxito internacional.
- Kafka en la orilla – Una historia onírica con gatos parlantes, lluvias de peces y adolescentes en busca de sí mismos.
- 1Q84 – Una ambiciosa trilogía que entrelaza realidades paralelas, amor, sectas y literatura, en un Tokio alternativo.
- Crónica del pájaro que da cuerda al mundo – Un misterio psicológico con elementos fantásticos y oscuros pasajes históricos.
🎷 Después del terremoto / Hombres sin mujeres – Recopilaciones de cuentos breves con temas como la soledad, la pérdida y la introspección.
Nos centraremos en “Tokio Blues”, que es una novela íntima y melancólica sobre el paso a la adultez, el amor y la pérdida. La historia sigue a Tōru Watanabe, un estudiante universitario en el Tokio de los años 60, quien recuerda su juventud al escuchar la canción “Norwegian Wood” de los Beatles.
Tōru mantiene una relación complicada con Naoko, una chica emocionalmente frágil marcada por el suicidio de su novio y que lucha contra sus demonios internos. A lo largo del libro, aparece Midori, una joven vivaz y extrovertida que representa una alternativa más luminosa y libre a la tristeza que envuelve a Naoko.
La novela explora temas como la salud mental, la soledad, el duelo y las decisiones que marcan el rumbo de nuestras vidas. Con un tono nostálgico y profundo, Murakami crea una atmósfera poética y realista a la vez.
Pensamos que Tokio Blueses su mejor libro porque combina emociones humanas universales con una escritura simple pero poderosa. Es el más accesible de sus libros, sin elementos fantásticos, y con una honestidad emocional que lo ha convertido en un fenómeno internacional.
Concluimos con una mini historia al estilo Murakami, con un toque onírico, melancólico y, por supuesto, un gato parlante: El gato que sabía dónde estaban las cosas perdidas.
Cuando terminé de desayunar, encontré una nota escrita con tinta azul sobre la mesa de la cocina. La letra era mía, sin duda, pero no recordaba haberla escrito. Decía: “Ve al parque a las 11:46. Lleva una moneda de 100 yenes. Pregunta por Soseki.” No tenía ningún plan para ese día, y la hora escrita en la nota me parecía curiosamente precisa, como si alguien supiera que a las 11:46 exactas algo muy específico iba a suceder. Así que fui. El parque estaba vacío, salvo por un gato negro sentado en el banco de piedra bajo el árbol de ginkgo. Me acerqué con la moneda en el bolsillo, sintiéndome un poco ridículo.
—¿Eres tú Soseki? —pregunté, intentando que mi voz sonara firme. El gato bostezó y me miró con unos ojos amarillos como faroles encendidos. —Depende —dijo—. ¿Trajiste la moneda?
Se la di sin decir nada. El gato la tomó con la garra como si fuera una antigüedad frágil. La inspeccionó, la olió, y luego la dejó caer en el suelo con un suave “clink”.
—¿Qué has perdido? —preguntó. No supe qué decir. Pensé en mis llaves, mis gafas de sol, incluso una bufanda vieja que no encontraba desde el invierno pasado. Pero ninguna de esas cosas me parecía verdaderamente perdida.
—No lo sé —contesté al fin—. Pero siento que me falta algo. Soseki asintió con solemnidad. —Es lo más común. La gente siempre pierde cosas que no sabe que ha perdido. Cosas que no tienen nombre. Un momento de claridad. Una posibilidad. Un recuerdo de cuando aún soñabas con ser otra cosa. Una canción que te hizo llorar sin saber por qué.
Me quedé en silencio, sintiendo que algo en mi interior se removía lentamente, como una hoja atrapada en la corriente de un río subterráneo. —Ven mañana a la misma hora —dijo el gato—. Si tienes suerte, quizás te devuelva algo.Y se marchó caminando con elegancia, perdiéndose entre los árboles como si nunca hubiera estado allí.
Este es un modesto blog personal, pero hemos de sumarnos a las denunciar por el genocidio de Gaza junto a organismos internacionales y expertos en derechos humanos sobre la situación de limpieza étnica sistemática en Gaza. Desde octubre de 2023, la Franja de Gaza ha sido escenario de una devastadora ofensiva militar por parte de Israel, resultando en la muerte de más de 53.000 personas, incluidos más de 16.000 niños. Esta tragedia ha llevado a expertos y organismos internacionales a calificar estos actos como genocidio.
Francesca Albanese, relatora especial de la ONU para los Territorios Palestinos Ocupados, ha presentado informes detallando que Israel ha cometido actos genocidas, como causar graves daños físicos y mentales a los palestinos, infligir condiciones de vida destinadas a su destrucción física y adoptar medidas para impedir nacimientos dentro del grupo.
Organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch han respaldado estas afirmaciones, documentando asesinatos masivos, destrucción de infraestructuras esenciales y bloqueos que impiden el acceso a ayuda humanitaria, exacerbando la crisis humanitaria en la región.
La Corte Internacional de Justicia ha reconocido la plausibilidad de que se esté cometiendo un genocidio en Gaza, emitiendo medidas cautelares para prevenir actos genocidas y garantizar la entrega de ayuda humanitaria.
A pesar de estas denuncias, la respuesta internacional ha sido insuficiente. Mientras algunos países han comenzado a reconsiderar sus relaciones con Israel, otros continúan proporcionando apoyo militar y político, perpetuando la impunidad.
Es imperativo que la comunidad internacional actúe con decisión para detener este genocidio, garantizar la rendición de cuentas y proteger los derechos fundamentales del pueblo palestino, así como los del pueblo judío. El silencio y la inacción no son opciones ante esta tragedia humanitaria.
Simone Weil, filósofa y mística, decía que “la atención es la forma más rara y pura de generosidad. Muy pocas mentes son capaces de descubrir que las cosas y los seres existen”. En un mundo saturado de estímulos en cada momento, detenerse a mirar, escuchar o sentir se ha convertido en un acto casi revolucionario. Prestar atención plena es regalar tiempo y cuidado sin esperar nada a cambio. Este simple acto es un modo de amar y de respetar profundamente al otro. Como apunta un análisis reciente, nuestra atención “da valor a las cosas; lo que atendemos se convierte en lo que importa” . Al dirigir nuestro foco con intención, otorgamos significado a lo cotidiano y hacemos sentir a los demás que existen en nuestra vida.
Atención en tiempos acelerados: La avalancha de mensajes y tareas diarias nos arrastra con facilidad. Simone Weil nos recuerda que al prestar atención elegimos qué lugar ocupan las personas y las cosas en nuestra existencia. En palabras de una experta, la atención es una energía sutil que da forma a nuestras vidas: “lo que miramos, lo que sentimos, lo que decidimos que importa… todo nace de nuestra capacidad de prestar atención” . En otras palabras, cada vez que atendemos a alguien o algo, lo validamos y lo hacemos crecer. Por eso la atención es un recurso tan valioso: convertir lo invisible en visible. En un mundo de prisas, la decisión de enfocarnos es un gesto de rebeldía contra la distracción generalizada. Es el hilo invisible que une lo que amamos y lo que soñamos, y lo transforma en algo real.
Atención: generosidad y amor. Prestar atención al otro es una forma de amor que humaniza la relación. No basta con dirigir la mirada; hay que detenerse, escuchar y hacer sentir al otro que tiene un lugar en nuestra vida . Cuando hablamos con alguien, renunciar al celular para mirarlo a los ojos es un regalo de respeto. Escuchar en silencio los miedos o alegrías de un amigo sin ofrecer consejos inmediatos es un acto de compasión. En ese gesto humilde reconocemos la dignidad ajena.
Simone Weil sostenía que este tipo de atención desinteresada equivale a una oración laica, un modo de orientarnos hacia lo divino que todos llevamos dentro . Al eliminar el “yo” del centro, la atención pura crea espacio para la presencia del otro o incluso de algo superior. Tal como escribía Weil, cada ejercicio de concentración disciplinada –sea resolver un problema o leer un texto– “se convierte en oración” cuando lo practicamos con verdadero deseo de verdad . La atención así entendida es iluminación mutua: nos abre a la belleza del mundo y a la profundidad de las personas a nuestro alrededor.
La atención en la vida cotidiana tiene poder transformador en lo pequeño y lo rutinario. Ejemplos sencillos muestran su alcance:
Escuchar sin interrupciones a un familiar o colega cuando habla de su día. Un silencio atento puede ser la mejor medicina para quien necesita contarse.
Mirar a los ojos con interés durante una conversación. Con solo enfocar la mirada y asentar con la cabeza se puede entregar apoyo y cercanía.
Ayudar con plena presencia: acompañar a una persona enferma o compartir una comida sin apuros. Estar ahí, sin prisa, es a veces el mejor regalo.
Observar la naturaleza o el arte con calma. Ver el amanecer o leer un poema con atención nos reconecta con lo esencial y expande el corazón.
Cultivar la atención a uno mismo, descansando el cuerpo y la mente. Cerrar los ojos unos minutos, respirar conscientemente o meditar son prácticas de auto-regalo que luego multiplicamos hacia afuera.
Estos gestos cotidianos de atención son formas discretas de generosidad. No se trata de grandes sacrificios, sino de presencia: ofrecer un poco de nuestro tiempo y de nuestra escucha genuina. Así manifestamos amor, respeto y responsabilidad ética. En cada detalle la atención crea un puente entre las personas y revela que el otro importa.
Conclusión inspiradora: Entender la atención como un acto de amor y de autenticidad nos invita a un cambio profundo. Simone Weil nos desafía a ver la atención no como algo mundano, sino como un camino ético y espiritual. Cada instante que damos con plena conciencia es un regalo: a los demás, al mundo y a nosotros mismos. Cultivar la atención transforma nuestras relaciones y nutre el alma. Al final, lo que más regala la vida son momentos de verdadera conexión: un silencio compartido, una escucha atenta, una mirada compasiva. Practicar la atención nos recuerda que estamos juntos en este viaje y que amar, en definitiva, es prestar la mejor de nuestras presencias.
— Mikel Agirregabiria (@agirregabiria) May 2, 2025
Un día como hoy, hace 79 años, falleció Simone Weil. Pese a su temprana muerte, con solo 34 años, consiguió dejar una producción filosófica que nos sigue fascinando.
Nos referimos al libro “Abel” del escritor italiano Alessandro Baricco (@bariccoale). Podría titularse “El silencio de Dios y el grito del hermano: la tragedia de Caín contada desde la herida”
Es una novela breve y poética en la que se reinventa el relato bíblico de Caín y Abel, pero se hace con un giro profundo y contemporáneo.
La historia es narrada por Caín, el hermano que, según la tradición, mató a Abel. Sin embargo, aquí no se presenta como un villano, sino como alguien que intenta comprender el misterio de su hermano y la razón por la que Dios lo prefería.
Baricco nos ofrece un relato introspectivo, simbólico y filosófico, donde Abel no es simplemente una víctima inocente, sino una figura casi enigmática, casi divina, que desconcierta a todos a su alrededor, incluido su propio hermano.
La narración Abelcuestiona la lógica de Dios, el sentido del sacrificio, la naturaleza del amor fraternal, y el dolor de ser ignorado.
El estilo de Baricco es sobrio, lírico y cargado de significado. Más que una historia lineal, es una meditación sobre el bien, el mal, el misterio de la elección divina y la soledad del ser humano frente al absoluto.
En esta reinterpretación, Abel no es solo un hermano bueno e inocente, como en el relato bíblico tradicional. Baricco lo presenta como una figura casi mística, impenetrable y pura, pero también incomprensible y hasta perturbadora para quienes lo rodean. No habla mucho, pero su sola presencia descoloca. Parece tener una conexión directa con lo divino, lo que genera en Caín una mezcla de admiración, frustración y dolor.
Abel representa la gracia inexplicable, la elección que no se justifica, el misterio del por qué algunos son “amados por Dios” sin que lo merezcan más que otros. En ese sentido, no es tanto una víctima, sino un símbolo de lo inalcanzable, lo que despierta preguntas más que respuestas.
Caín es quien narra la historia, y en esta versión, su figura está profundamente humanizada. No es simplemente un asesino envidioso, sino alguien que no logra entender por qué no es suficiente, por qué su esfuerzo no es reconocido, por qué su hermano es amado sin explicación. Vive en un estado de dolor, desconcierto y marginalidad, viendo cómo su hermano encarna algo que él jamás podrá alcanzar.
La relación entre ambos es profundamente asimétrica: Caín necesita comprender a Abel, pero Abel nunca parece necesitar comprender a Caín. Eso crea una tensión casi existencial, que va creciendo hasta la tragedia final, que no es solo un acto de violencia, sino una reacción desesperada ante lo incomprensible.
En resumen, Baricco no narra un crimen pasional, sino un drama existencial, donde Abel simboliza lo divino y lo inexplicable, y Caín representa al ser humano común que, por no poder comprender el misterio, termina destruyéndolo.
Alessandro Baricco nació el 25 de enero de 1958, en Turín, Italia. Escritor, ensayista, dramaturgo, director de cine y músico Alessandro Baricco es uno de los escritores italianos más reconocidos de las últimas décadas. Se hizo famoso con su novela “Seda” (Seta, 1996), traducida a más de 30 idiomas y adaptada al cine. Sus obras combinan belleza literaria, reflexión filosófica y una sensibilidad muy particular. También ha trabajado como guionista, crítico musical y ha dirigido películas.
Alessandro Bariccoes fundador de la Scuola Holden, una prestigiosa escuela de escritura en Turín. Sus novelas más conocidas incluyen Seda, Océano mar, City y Mr. Gwyn. Su estilo mezcla lo clásico con lo contemporáneo, siempre explorando las emociones humanas con un lenguaje elegante y accesible.