Tras la Presentación de IREKIA se han escrito diversas crónicas sobre el encuentro, tal y como nosotros mismos hicimos. Ante todo se ha de distinguir entre los detalles y anécdotas del evento, bien descritos y mejorables como toda obra humana, y lo sustancial: el efecto global de la iniciativa. En nuestra opinión, el lanzamiento de una loable propuesta de Gobierno Abierto genera graves consecuencias sobre las que debiéramos meditar todos: políticos, responsables de la administración (en cualquier grado) y ciudadanía en general, sean o no escritores de blogs.
Irekia gubernamental es otro hito, como lo fue la legislativa Konpondu (web ya sin servicio), Zabalik, Parte Hartu,... en una vía abierta que será crecientemente influyente y determinante en la gestión pública de la democracia. Aunque el proceso será lento, mucho más de lo que sería deseable, cada paso en dicha dirección deber ser analizado y valorado en todas sus consecuencias, gusten o no a determinados ámbitos de poder.
Un modelo avanzado de participación ciudadana pone en tela de juicio muchas realidades anteriores (incluso determinadas disquisiciones entre legislativo y ejecutivo), por mucho que se basen en la tradición y en el modelo constitucional y estatutario. Y especialmente en una sociedad como la vasca, con posibilidades de incorporación acelerada y efectiva en una e-democracia y, simultáneamente, con un entramado legislativo-ejecutivo complejo, caro e ineficaz, por más historia que acumule (o quizás por ello mismo).
A medida que la ciudadanía pueda (y ya puede) y sepa (que aún no lo sabe) comunicarse con su representante político, la cuestión será conocer bien quién es tal persona. Porque en este momento y por más que se amontonen centenares de sueldos nadie conoce quién es SU parlamentario o SU concejal, por dos razones: Porque ni se votó expresamente a nadie (sólo a una lista cerrada) y porque la persona elegida lo fue porque la cúpula de su partido le puso allí (y no por el voto de tal o cual votante).
La cuestión no es, y menos en Euskadi, que Irekia reenvíe las preguntas y propuestas al resto del sistema (3 Diputaciones Forales, más de 200 Ayuntamientos -algunos de apenas centenares de vecinos-, 7 Parlamentos -3 Juntas Generales, más Gasteiz, los dos en Madrid y Estrasburgo...), sino simplificar y mejorar con MENOS representantes y MEJOR funcionamiento un sistema de representación y de participación acorde con una sociedad de poco más de dos millones de conciudadanos.
Irekia deja aún más patente los defectos del sistema político vasco y pone ante las cuerdas a las ejecutivas de los partidos políticos para que vayan cediendo poder hacia dentro de sus formaciones y, sobre todo, hacia el electorado que puede decidir mucho más que con una papeleta cada cuatrienio. Hemos de comprometernos a superar una fórmula que fue lo menos malo hasta el presente siglo, pero que es claramente mejorable en eficacia y eficiencia (demasiados sueldos y riesgo de "pesebrización" para escasa representación real).
Aventuramos una predicción, sin poner fecha de cumplimiento. Sólo tendrá futuro las formaciones políticas que mejoren -de verdad- la participación de la ciudadanía en sus decisiones y que propongan reformas en tal sentido (reduciendo organismos y enlazando mejor a cada votante con SUS representantes). Más aún, incluso partidos menores podrían mejorar significativamente su posición en el mapa político si destacan en su voluntad y construcción de una representación por mérito, con escucha activa, continua y permanente de sus votantes.
Irekia gubernamental es otro hito, como lo fue la legislativa Konpondu (web ya sin servicio), Zabalik, Parte Hartu,... en una vía abierta que será crecientemente influyente y determinante en la gestión pública de la democracia. Aunque el proceso será lento, mucho más de lo que sería deseable, cada paso en dicha dirección deber ser analizado y valorado en todas sus consecuencias, gusten o no a determinados ámbitos de poder.
Un modelo avanzado de participación ciudadana pone en tela de juicio muchas realidades anteriores (incluso determinadas disquisiciones entre legislativo y ejecutivo), por mucho que se basen en la tradición y en el modelo constitucional y estatutario. Y especialmente en una sociedad como la vasca, con posibilidades de incorporación acelerada y efectiva en una e-democracia y, simultáneamente, con un entramado legislativo-ejecutivo complejo, caro e ineficaz, por más historia que acumule (o quizás por ello mismo).
A medida que la ciudadanía pueda (y ya puede) y sepa (que aún no lo sabe) comunicarse con su representante político, la cuestión será conocer bien quién es tal persona. Porque en este momento y por más que se amontonen centenares de sueldos nadie conoce quién es SU parlamentario o SU concejal, por dos razones: Porque ni se votó expresamente a nadie (sólo a una lista cerrada) y porque la persona elegida lo fue porque la cúpula de su partido le puso allí (y no por el voto de tal o cual votante).
La cuestión no es, y menos en Euskadi, que Irekia reenvíe las preguntas y propuestas al resto del sistema (3 Diputaciones Forales, más de 200 Ayuntamientos -algunos de apenas centenares de vecinos-, 7 Parlamentos -3 Juntas Generales, más Gasteiz, los dos en Madrid y Estrasburgo...), sino simplificar y mejorar con MENOS representantes y MEJOR funcionamiento un sistema de representación y de participación acorde con una sociedad de poco más de dos millones de conciudadanos.
Irekia deja aún más patente los defectos del sistema político vasco y pone ante las cuerdas a las ejecutivas de los partidos políticos para que vayan cediendo poder hacia dentro de sus formaciones y, sobre todo, hacia el electorado que puede decidir mucho más que con una papeleta cada cuatrienio. Hemos de comprometernos a superar una fórmula que fue lo menos malo hasta el presente siglo, pero que es claramente mejorable en eficacia y eficiencia (demasiados sueldos y riesgo de "pesebrización" para escasa representación real).
Aventuramos una predicción, sin poner fecha de cumplimiento. Sólo tendrá futuro las formaciones políticas que mejoren -de verdad- la participación de la ciudadanía en sus decisiones y que propongan reformas en tal sentido (reduciendo organismos y enlazando mejor a cada votante con SUS representantes). Más aún, incluso partidos menores podrían mejorar significativamente su posición en el mapa político si destacan en su voluntad y construcción de una representación por mérito, con escucha activa, continua y permanente de sus votantes.