26 de julio: Día de los Abuelos
Existe un especial entendimiento y complicidad entre abuelos y nietos. Cada día se necesitan más unos a otros, los nietos a los abuelos y los abuelos a los nietos.
En homenaje a los dos únicos abuelos (los paternos) que conocí: Ezequiel Agirregabiria y Leonor Etxebarria.
Hagan juego,... escolares
Los días 8 y 9 de noviembre de 2011 se ha celebrado en Bilbao el I Fun & Serious Game Festival. En la década de 2000, el sector de los videojuegos ha pasado a generar un impacto económico ascendente y muy superior desde 2007 al del cine y la música juntos (según wikipedia), en multitud de países como el Estado español. El ocio digital acapara (y sigue creciendo) superando más del 54% de las ventas de entretenimiento en nuestros hogares, dejando como minoritario el resto al cine (23%), películas en vídeo (23%) y la música grabada (10%). De ahí que consolidar un Game Festival en Bilbao es una apuesta de futuro tanto o más prometedora que eventos anuales de la magnitud del Festival Internacional de Cine de Donostia.
Potencialidades creativas y pedagógicas de los juegos
Resumen libre de la conferencia de Daniel Innerarity
I Tiranía del presente
Prima el presente, y las líneas del tiempo apenas contemplan el pasado inmediato, pero casi nada del futuro. Vivimos una época de “imperialismo temporal”. Ya no se colonizan otros espacios, otros continentes, pero sí explotamos despiadadamente el futuro.
La inmediatez de los sondeos de opinión, la aceleración de la vida cotidiana, nos han llevado a contemplar únicamente el presente y el futuro más inmediato. Cinco grandes razones nos han conducido a ello:
1º La aceleración estructural de la vida moderna. Nuestros abuelos vivían peor, pero sin incertidumbres del porvenir. Ni siquiera podían imaginar que su futuro fuera a ser diferente de su presente.
2º Los períodos electorales, múltiples y frecuentes. El ritmo de las urnas marca un tantán inexorable, que establece prioridades a muy corto plazo, buscando rendimientos muy cercanos en los momentos de reelección. Estos períodos cuatrienales no se corresponden con los grandes temas sociales que evolucionan y se manejan con grandes propuestas que requieren plazos mucho más dilatados en el tiempo. Esto introduce un efecto perverso, en el sentido de que la soberanía y las decisiones se adoptan por un electorado que compromete y condiciona la vida de personas aún no nacidas, o todavía sin capacidad de votar.
3º La propia naturaleza humana que tiende a descarta de sus cálculos todo aquello que se refiera al futuro, por un doble motivo: no se conoce con precisión y no se sabe si nos va a corresponder vivir en ese tiempo. Pero el resultado es que la competencia injusta se establece entre los de ahora,... y los que vivirán en el futuro, que apenas suelen ser tenidos en consideración.
4º El electorado de la tercera y cuarta edad crece continuamente, tanto en número como en importancia. Y frente a su creciente protagonismo, no existen lobbies de electores futuros.
5º Utilizando el espacio político convencional, supuestamente abierto a todos (partidos, sindicatos, grupos de presión...), suelen ganar la partida los más alborotadores, con problemas concretos y presentes,... Es raro ver una “movilización de parados”,...
Afortunadamente, existen algunos factores de esperanza. La idea de sostenibilidad ha ido calando en ámbitos distintos, e incorpora la noción de futuro en muchas de las decisiones más trascendentes. Algunos frutos de ello se pueden apreciar en áreas críticas, como estabilidades presupuestarias, pactos de pensiones,... También ante la crisis financiera de estas fechas se han comprobado que se adoptan medidas planetarias, porque la globalización ha convertido a la humanidad en una “unidad cosmopolita de destino”.
La fijación en el presente otorga una “preferencia ilegítima” a las generaciones presentes frente a las venideras. El colonialismo temporal parece basarse en el viejo proverbio de que “los que vengan,... que arreen”, En muchas ocasiones, ante decisiones que hipotecan el futuro, nadie parece preguntarse: ¿y esto lo aceptarían quienes lo van a... pagar? Con honradez, hemos de reconocer que estamos parasitando a nuestros hijos y nietos. No podemos dejarles residuos radioactivos, ni sistemas de pensiones insostenibles.
Existe una tácita “coalición de los vivos”, frente a los no nacidos. Ya Diderot defendía que cada generación debía redefinir todo, una autodeterminación generacional. El mayorazgo fue una figura caduca, porque tutelaba el futuro desde el pasado. Ahora somos, quizás sin percibirlo, “okupas del futuro”, nos hemos instalado y beneficiado del futuro, sin ser sus propietarios.
Parece que tratemos al futuro como el basurero del presente, postergando propuestas decisivas para su mejor existencia. Y cuando convertimos el futuro en un basurero, lo siguiente es tratar de esconderlo, de no verlo, de ignorar su existencia. Con todo ello, ¿dónde queda la justicia intergenaracional?
Hay que socializar el futuro, pasarlo desde la propiedad privada de los presentes a colectivizarlo con quienes habrán de vivir en él. Existe una asimetría en las relaciones temporales de corto plazo, que da ventaja a los primeros en vivir. ¿Cómo logramos hallar representantes del futuro, que defiendan los intereses del porvenir y de quienes allí vivan? Jefferson decía que cada generación debía reescribir su Constitución. Nadie aceptaría ninguna Constitución sin cláusula de revisión, con todas las garantías que se quiera.
Recordemos antes de adoptar ninguna decisión de trascendencia preguntarnos: ¿Lo aprobarían nuestros hijos y nietos?
III Políticas de futuro
Hemos de recuperar el porvenir en nuestra realidad presente. Hace falta mucha gente pensando con suficiente anticipación. El escurridizo futuro debe ganar peso político, como en loables iniciativas a largo plazo (sin mencionarlo expresamente, podría tratarse de proyectos como Think Gaur). Los dirigentes han de responsabilizarse más del futuro que preparan, que del presente o del pasado que aportan.
El futuro es el tiempo débil, el huérfano de valedores. Y la fortaleza de la política reside en ocuparse de lo débil, de lo desvalido. Entre el conjunto de los desprotegidos, ha de incluir al futuro. Algunas sugerencias:
1º Incluso para el corto plazo, es negativo el cortoplacismo. Hasta en el caso de un apremiante incendio, hay que planificar la evacuación urgente. Estamos demasiado agitados por el periódico o la cotización del día, que nos ciegan sin permitirnos apreciar tendencias a medio o largo plazo.
2º Si todo cambia muy rápido, es preciso levantar la mirada, ver las corrientes de fondo y no sólo los movimientos de superficie. No basta atascarse únicamente con la “tiranía de las pequeñas decisiones”, ésas que sólo rectifican el rumbo inicial. Así se acaba finalmente donde... nos e quería llegar.
3º Se requiere una perspectiva temporal más amplia y profunda. El futuro ha de ser anticipado con una cierta coherencia. Las microdecisiones son miopes si no miran hacia lo lejos.
4º Ha de recuperarse algo de “aquellas visiones del faraón” (Génesis, 41), pero por parte de todos. Traigamos el futuro a nuestra mente, hagámosle testigo, intérprete y protagonista de nuestro día a día. Y esto hemos de hacerlo todos, sin despreocuparnos al confiar en que otros lo harán.
En el turno de preguntas, se formularon tres. La tercera puede verse en este vídeo. De las otras respuestas de Innerarity, entresacamos algunas grandes ideas.
Coexisten, al menos, tres grandes ritmos de tiempo en la sociedad contemporánea: El tiempo de la economía financiera, que es rápido y cambiante como hemos comprobado recientemente; el tiempo mediático, que se consume con fruición cada día y que recuerda a la vieja 'mili' (no hacer nada, pero a gran velocidad); y el parsimonioso tiempo político, donde las grandes decisiones se posponen en busca de acuerdos... hasta que son tomadas en otros ámbitos de decisión o los problemas están encarrilados. Pero sólo la democracia defiende a los desprotegidos, a los postergados. Por ello, no hemos de permitir que se transmita ese bulo interesado de que la política es algo anacrónico (quizá sí sus formas), porque ello nos llevaría a una sociedad donde se impondría la ley del más fuerte.
A modo de conclusión, la conferencia transmitía una moraleja de que hay que reformular la participación política, para asegurar a los presentes y a los venideros un futuro mejor.
[Otras crónicas: El País (aunque discrepo en que se citase al Think Gaur), Erikenea,...] Bibliografía adicional: La cultura de la urgencia.
Cuando los padres quedamos huérfanos de nuestros hijos
Hay un período / cuando los padres / quedamos huérfanos / de nuestros hijos.
Es que los niños crecen independientemente de nosotros, / como árboles murmurantes / y pájaros imprudentes.
Crecen / sin pedir permiso a la vida. / Crecen / con una estridencia alegre / y, a veces, / con alardeada arrogancia. / Pero / no crecen todos los días, / crecen de repente.
Un día se sientan cerca de ti / y con una naturalidad increíble / te dicen cualquier cosa / que te indica que / esa criatura de pañales, / ¡ya creció!
¿Cuándo creció / que no lo percibiste?
¿Dónde quedaron / las fiestas infantiles, / el juego en la arena, / los cumpleaños con payasos?
El niño crece / en un ritual de / obediencia orgánica / y desobediencia civil.
Ahora estás allí, / en la puerta / de la discoteca / esperando no sólo que no crezca, / sino que aparezca.
Allí están / muchos padres al volante / esperando que salgan.
Y allí están / nuestros hijos, / entre hamburguesas y gaseosas.
Con el uniforme / de su generación / y sus incómodas / y pesadas mochilas / en los hombros.
Allá estamos nosotros, / con los cabellos canos.
Y esos son / nuestros hijos, / los que amamos / a pesar / de los golpes de los vientos, / de las escasas cosechas de paz, / de las malas noticias / y la dictadura de las horas.
Ellos crecieron amaestrados, / observando y aprendiendo / con nuestros errores / y nuestros aciertos.
Principalmente / con los errores / que esperamos no se repitan.
Hay un periodo / en que los padres / vamos quedando / huérfanos de los hijos.
Ya no los buscaremos más / en las puertas de las discotecas / y del cine.
Pasó el tiempo del piano, / el fútbol, / el ballet, / la natación.
Salieron del asiento de atrás / y pasaron / al volante de sus propias vidas.
El secreto es esperar. / En cualquier momento / nos darán nietos.
Educación infantil con Astrid Manger
Estamos preparando una síntesis con las ideas conversadas, que servirán para unas próximas Jornadas sobre Educación Infantil y Primaria. Por el momento, avanzamos los dos vídeos (arriba una grabación con la exposición de Astrid Manger sobre lo que denominan la "Educación Preescolar" en Noruega, y abajo con un vídeo con la exposición muy reducida de la situación en el País Vasco).
También tomamos algunas fotos de la reunión, aunque las más interesantes serían las de las visitas cursadas a centros educativos de Bilbao y Barakaldo, en un recorrido en el que no pudimos acompañar a esta especialista con una visión preclara de la educación crítica de los primeros años de vida.
Su concepto de "ciudadanía infantil", desde el primer día de vida de cada bebé y el concepto expandido de la "democracia desde el nacimiento" son ideas-eje para una educación en las etapas más determinantes del aprendizaje de todo ser humano. Básicamente su mensaje fundamental insiste en que entendamos y tratemos a cada niña o niño como una persona plena, escuchando todo lo que pueden aportar a la sociedad desde el primer minuto de existencia.
El encuentro fue muy rico en ideas y conceptos que trabajaremos para mejorar nuestra educación infantil. Se reivindicó el papel esencial de las abuelos y los abuelos en este etapa inicial y decisiva, así como la implicación máxima de los progenitores de modo que esta colaboración sea máxima en edades mayores de su prole. También fue una loa al juego, como actividad inherente de la infancia, generadora de los más fértiles aprendizajes,... durante toda la vida, incluida la fase adulta. Así mismo, se destacó el inmenso valor de la educación no formal, en los entornos sociales, familiares o de barrio, en consonancia con los valores transmitidos en los centros de educación infantil.
Se resaltó el cuidado de los escenarios de aula, ricos en materiales didácticos y referencias significativas, que no encierre sino que enlace con la vida exterior, con los entornos cercanos que van expandiendo el cosmos conocidos por este alumnado ávido de estímulos externos. Disfrutamos con la obra infantil en forma de dibujos preclaros de la realidad, sumamente valiosos para el conjunto de la sociedad que ha de revalorizar al máximo estas precoces visiones del mundo. Al respecto, también se mencionó el poder de recursos digitales de reciente aparición o popularización como las tabletas tipo iPad para potenciar estas formas de expresión artística desde los primeros años de vida.
Pescueza, un pueblo amigable para las personas mayores
El sábado de la vida
El lunes de la vida son los primeros 13 años, el ciclo desde el nacimiento hasta el décimo tercer año. Conforma lo que conocemos como la infancia. Es una etapa feliz, tanto como lo son las demás, si bien esta depende más de la suerte que se tenga al nacer,... Las siguientes dependen, sobre todo, de las decisiones de cada persona.
El martes de la vida abarca de los 14 a los 26 años, ambos inclusive. Podemos hablar de la adolescencia (sí, ahora se vive más, y se retrasa la juventud). Otro tramo que se añora cuando ha pasado, que marca la transición entre los (primeros) estudios y el paso a la etapa laboral.
El miércoles de la vida va desde los 27 a los 39 años, cuando vivimos la juventud, tardía en la era contemporánea. Sí, ese estado que se trata de prolongar, incluso que se sobrevalora en exceso, pero que concluye cuando se cumplen los malditos cuarenta años. Si antes era el momento de ser "hijos o hijas", ahora es cuando nos convertimos en padres o madres,...
El jueves de la vida es ese intermedio existencial que va desde los 40 a los 52 años. Podríamos definirlo como la primera madurez. Necesitamos un neologismo para delimitar eso que conocemos como la fase de las personas cuarentonas,...
El viernes de la vida el el tramo desde los 53 a los 65, algo como la segunda madurez. Es una estación, de paso como todas, donde se vislumbra una transición que deje atrás la vida laboral a plena jornada,... Con suerte por estas fechas, nosotros con 56 años, nos estrenamos como abuelos y abuelos.
El sábado de la vida es la primera vejez, una andadura gloriosa (de puro senderismo) desde los 66 hasta los 78 años (si la salud lo permite). Nuestro eslabón temporal preferido, simplemente porque es el que nos toca vivir ahora. Es una edad maravillosa, cuando cada jornada al despertar se entiende que todos los días de la semana son sábados, un día perfecto, precedido de un día inmejorable y seguido de otro día insuperable. Os recomendamos llegar hasta aquí, entender que esta "abuelescencia" es un pack de todo en uno: lo mejor de la infancia, de la adolescencia, de la juventud y de la madurez con tiempo libre para disfrutarlo,..
El domingo de la vida es el estadio final, de llegada (y salida) o la segunda vejez entre los 79 y los 91 años,... Quizá algunos años más, lo que cada individuo pueda sobrevivir, la propina que los afortunados,... Si todo ha ido bien, quizá alcancemos la categoría de bisabuelos, incluso tatarabuelos,... Todo será como un domingo, pero al anochecer se recuerda lo que viene y no es algo cíclico como las semanas ordinarias,... ¿o sí (y creemos en la reencarnación)?
Carpe diem. pic.twitter.com/TLVJ9JsHXi
— Miguel A. Rodríguez (@Marodriguez1971) November 6, 2023
Nuestro cuento predilecto: La mujer del saco
- Éste es uno de los muchos cuentos que hace casi dos décadas inventamos Carmen y yo para nuestros hijos, Leire y Aitor. No fue el cuento más largo, hubo alguno que duró dos años, con semejanzas con “Dos años de vacaciones” de Julio Verne (puede descargarse gratuitamente en “El Aleph”). Tampoco el más imaginativo, como los de ciencia-ficción que pedían cuando fueron algo mayores; ni el de más personajes, pues hubo alguno en el que intervenía casi toda la amplia familia y algunas amistades transportados a la selva africana; ni quizá el de más miedo, como los que aseguraban emoción y sorpresa con un grito garantizado cada minuto.
Algunas pautas comunes de todas los historias solían ser que los personajes centrales, ¿por casualidad?, siempre eran una niña y un niño de las edades de nuestros hijos; pasaban aventuras arriesgadas, acababan triunfantes con un final feliz y aprendían alguna moraleja. La versión final de los cuentas fue refinada por las preferencias de sus oyentes, que insistían en los detalles minuciosos que alargaban el relato tanto como fuera necesario. La fábula que a continuación se condensa fue descrita –en muchas ocasiones- en narraciones que se extendían por más de una hora, con descripciones completas e historias colaterales. Pasemos a oír el cuento favorito de Leire y Aitor.
Había llegado la navidad y los pequeños habían esperado con ansiedad la visita de los abuelos, pero aquel año no vendrían porque la abuela estaba enferma. Los hermanos se entristecieron porque querían ver a sus abuelos y pasar la nochevieja con ellos. Tanta fue su insistencia, que los padres, que no podían viajar por razones de trabajo, decidieron que los niños tomarían un tren e irían solos en un viaje de una jornada. Les dieron mil consejos de no hablar con extraños, les prepararon la comida y la merienda, y les sentaron juntos en un compartimiento del tren junto con una señora muy guapa y amable que aseguró que les cuidaría durante parte del viaje.
El primer trayecto lo pasaron muy bien y comieron los bocadillos observando y comentando los paisajes. La señora conversó con ellos y antes de bajar en su estación, les recomendó nuevamente que no hablasen con extraños y que se abrigasen bien porque había empezado a nevar y el frío de la tarde se notaba a través de las ventanas del tren. Cuando la señora se fue, los niños se miraron con un poco de miedo al quedarse solos. Cuando vieron que la puerta del camarote se abrió y vieron entrar a una anciana completamente tapada y cubierta de nieve, se alegraron porque les haría compañía. Dejó un pesado saco que traía con ella en el asiento, junto a ella, y se quitó el gorro y la bufanda que traía empapados de aguanieve. Al ver su cara descubierta, los dos hermanitos de 8 y 5 años se asustaron. Parecía una bruja con el pelo blanco y un grano muy grande en la punta de la nariz. Les habló con una voz ronca que también les atemorizó.- ¡Hola! ¿Dónde vais? ¿Viajáis solitos los dos?
- Nos esperan nuestros abuelos en la última estación, pudo responder la niña, que era la mayor, con un hilo de voz.
- No creo que el tren llegue hasta allí esta noche, porque la nevada es muy fuerte y la vía estará cerrada.
El niño miraba fijamente el saco, que era muy pesado y estaba lleno con algo que parecía agitarse. Al oído se lo contó a su hermana, quien también quedó petrificada. Dentro del sucio saco, atado con una soga, había algo o alguien que trataba de salir.
- ¿Qué lleva en el saco?, se atrevió a preguntar el niño al final.
- Son sólo varios kilos de patatas que he comprado en el mercado, mintió la vieja dama.
- ¿Los niños pueden pasar la noche en su casa? Tráigalos mañana a las nueve para que reanudemos el viaje.
- No queremos ir con esta señora, protestaron al unísono ambos niños, pero nadie les hizo caso.
La anciana les llevó a su casa y preparó una copiosa cena. Toda la comida estaba deliciosa, y aunque al principio los hermanos no querían probar nada, ni la leche, por temor a ser envenenados, finalmente cenaron de todo y repitieron cada plato y hasta el postre. Cuando se quedaron solos y se acostaron en el cuarto que la anciana les había preparado, comenzaron a hablar y volvieron a preocuparse.
- Nos ha querido engordar como a los pavos de navidad porque nos quiere comer esta bruja, dijo el niño.
- Vamos a estar despiertos toda la noche, dijo la niña, para que no pueda atacarnos cuando estemos desprevenidos.
- Tengo mucho miedo, dijo Aitor.
- Tengo mucho sueño, respondió Leire. Se dieron la mano y aunque quisieron mantenerse en vela, el cansancio y el ajetreo del día pudo con ellos y pronto se durmieron plácidamente.
- ¡Despertaros, o perderéis el tren!
Con la luz vieron que un gato negro, muy gordo, estaba dormido y tumbado encima de la cama justo sobre sus pies. La anciana les dijo:
- No os asustéis del gato Micifuz que compré ayer en el pueblo. Venía metido en el saco porque el revisor no deja transportar animales en los vagones de pasajeros.
Así quedó aclarado el misterio y comprendieron todo. Tras desayunar con gran apetito y antes de subir al tren, dieron un abrazo y un beso muy fuerte a aquella cariñosa anciana que les había cuidado tan bien. Aprendieron que son las obras y no las apariencias las que diferencia a las personas, y que hay mucha gente bondadosa aunque tengan muchas arrugas o un grano feo en la cara. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Buscando a Agirre, documental sobre el primer Lehendakari
Según datos transmitidos por la familia, José Antonio Agirre nació en el cuarto señalado en la imagen siguiente, en una habitación sin luz natural, pero antecedida por un salón cuya ventana es la que figura junto al mirador de madera y la terraza (una de las únicas del Casco Viejo de Bilbao).
Pero estas "sacas de presos" no cesaron y las amenazas, llevadas a su fin, de acabar con la vida de los presos en ilegítima represalia a las muertes y destrucción ocasionadas por la aviación franquista, desembocaron en los asaltos a las cárceles terrestres en Bilbao el día 4 de enero de 1937 y en el asesinato de 224 personas. Al final de la retirada tras la Batalla de Bilbao, José Antonio Agirre y su Consejero de Justicia Jesús María Leizola (a quien sustituiría como Lendakari a su muerte en 1960), a última hora de la tarde del 17 de junio de 1937 decidieron entregar al enemigo los presos políticos que todavía se encontraban en manos republicanas para evitar que quedasen sin vigilancia.