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29 de febrero: Día Mundial de los Bisabuelos y Bisabuelas

Nuestros bisauelos
Isabel Larrea, la única bisabuela que conocimos y recordamos. Realmente sólo Isabel Larrea (nuestro séptimo apellido) es nuestra bisabuela real, con su segundo esposo Pedro Aldasoro, con quien se casó cuando ambos eran viudos. Vivieron en Ubidea (Bizkaia). Siempre llamamos bisabuelo a Pedro, pero nuestro bisabuelo real - a quien no conocimos- fue Juan Antonio Etxebarria (nuestro tercer apellido). Se trata de una foto reciente de una imagen antigua... 
Ver toda la descendencia que parte de Isabel y Juan Antonio, con hermanastros. 

El “Día de los Bisabuelos” (Great Grandparents Day) se celebra internacionalmente cada cuatro años, el 29 de febrero. Es un día conmemorativo dedicado reconocer la labor de los bisabuelos dentro de la familia. Un homenaje a esos hombres y mujeres que tanto legado de descendencia nos han dado.

Antiguamente era muy raro que alguien llegase a ser bisabuelo, pero con las mejoras en la medicina y la mayor esperanza de vida, se ven más familias de cuatro generaciones. Recientemente nació Sergio en Salamanca, un niño con sus ocho bisabuelos vivos.

Se eligió esta fecha (29 de febrero) porque un bisabuelo es como tener “un abuelo más”, tal como ocurre con un día de más en los años bisiestos. Aunque nuestros bisabuelos vivieron en una época muy diferente a la nuestra están aquí con nosotros, merecen toda nuestro reconocimiento, respeto y atención.

El 26 de julio se celebra Día de los Abuelos es un día conmemorativo dedicado a los abuelos dentro de la familia, que complementa al 1 de mayo Día de la Madre y al 19 de marzo Día del Padre. Esta jornada se celebra solo en algunos países, con diferencias en la denominación, motivación y fecha. En los países de cultura cristiana se ha elegido el 26 de julio, por ser el día en el que la liturgia católica conmemora a san Joaquín y a santa Ana, padres de la Virgen María y, por tanto, abuelos de Jesús. 

Adicionalmente, la ONU promueve la celebración a nivel internacional de una jornada que recuerda a las personas mayores en general: el Día Internacional de las Personas de Edad, el 1 de octubre.
Cuadro de madera del office, representando a nuestros bisabuelos como los recordamos
En nuestro office, comedor de diario, este cuadro de madera preside la mesa. Representa el vívido recuerdo que mantenemos mi hermano mayor y yo de los bisabuelos Pedro Aldasoro e Isabel Larrea, junto al sutondo (horno bajo de la cocina de Ubide).

El avance en edad de vida es evidente. Mis hermanos y yo solamente conocimos una bisabuela (Isabel) y dos abuelos (Ezequiel y Leonor). Nuestros hijos han conocido tres abuelos (Juan, Manuel y Esperanza Parte) y dos bisabuelos (Orencio y Esperanza Ibarreche). Nuestros tres primeros nietos conocen a sus cuatro abuelos, además de varios bisabuelos y alguna tatarabuela.

Con muchísima suerte, dentro de cuatro celebraciones más del Día Mundial de los Bisabuelos, allá por 2036 quizá alcancemos la gloria de ser bisabuelos, tras la licenciatura de la paternidad que conseguimos por primera vez en 1983 y el doctorado de la "abuelidad" logrado con el primer nieto unos días de esta fecha en 2010.

Abuelas y abuelos para grandes literatos

Para celebrar el 26 de julio, Día de los Abuelos y Abuelas
La nieta del Señor Linh
Si hay un tipo de literatura que dedique especial cariño a la figura de los abuelos
 (necesitamos el concepto de abuelidad) y que mantenga un vínculo profundo y poético con ellos, esa es la Literatura Infantil y Juvenil. Y, si hay un abuelo conocido y reconocido dentro de ésta, ese es Don Nicolás, el abuelo de Manolito Gafotas. Y no es de extrañar tal reconocimiento porque, como diría el propio Manolito, el abuelo Nicolás “mola, mola mucho, mola un pegote”.

Elvira Lindo construye una relación marcada por el afecto y el cariño entre ambos personajes. Sentimientos que se van afianzando conforme los títulos sobre la vida de Manolito proliferan. El abuelo dejó el pueblo para mudarse a Carabanchel Alto con el resto de la familia y, desde entonces, él y Manolito— y cuando se le permite también El Imbécil—, son inseparables. Manolito admira a su abuelo porque es un hombre que sabe mucho. A veces Don Nicolás se encarga de recoger las notas de su nieto en el colegio, y sabemos que las notas pueden ser un conflicto para Manolito, pero no pasa nada, lo importante es que siempre tiene la confianza de contarle los problemas a su abuelo, a su “súperabuelo”. 

El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía ni leer ni escribir. A las cuatro de la madrugada, cuando la promesa de un nuevo día aún venía por tierras de Francia, se levantaba del catre y salía al campo”. Con estas palabras comenzaba José Saramago su discurso por el Premio Nobel de Literatura en 1998. El hombre más sabio a quien había conocido el escritor no fue otro que su abuelo Jerónimo. Jerónimo Melrinho y Josefa Caixinha, abuelos maternos del autor portugués, se convirtieron en dos figuras fundamentales en su vida y en su obra. Las palabras del nobel son un homenaje a sus abuelos y a su infancia junto a ellos en Azinhaga. En su discurso recuerda las historias que su abuelo Jerónimo le contaba en las noches de verano: “Mientras el sueño llegaba, la noche se poblaba con las historias y los sucesos que mi abuelo iba contando: leyendas, apariciones, asombros, episodios singulares, muertes antiguas, escaramuzas de palo y piedra, palabras de antepasados, un incansable rumor de memorias que me mantenía despierto, al mismo que suavemente me acunaba”. El tiempo que el escritor pasó en Azinhaga afloró en su escritura años más tarde, cuando materializó los recuerdos que guardaba de sus abuelos: la consciencia de Jerónimo y Josefa, su cotidianidad y las costumbres de su hogar, en las historias de sus novelas. Al escribir sobre ellos, de alguna forma, logró inmortalizar parte de su vida. Logró transformar a “personas comunes en personajes literarios” y esa fue la manera que tuvo “de no olvidarlos, dibujando y volviendo a dibujar sus rostros con el lápiz siempre cambiante del recuerdo”. 

No fue el único premio nobel influenciado por sus abuelos maternos. Para Gabriel García Márquez la presencia de Nicolás Márquez y Tranquilina Iguarán, abuelos con quienes vivió durante su infancia, fue la base que años más tarde sostendría parte de su escritura y, más aún, de su forma de entender el oficio. En Vivir para contarla explica su relación con Tranquilina y lo influyente que fue para él: “Me contaba las cosas más atroces sin conmoverse, como si fuera una cosa que acababa de ver. Descubrí que esa manera imperturbable y esa riqueza de imágenes era lo que más contribuía a la verisimilitud de sus historias. Usando el mismo método de mi abuela, escribí Cien años de soledad”. 

Esas “cosas atroces” tenían que ver con el hecho de que para Tranquilina Iguarán la frontera entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos se representaba ambigua, confusa. María Mercedes Montoya señala en su estudio sobre la infancia del escritor que, durante el día, para Gabo “el mundo mágico de la abuela Tranquilina era fascinante, vivía dentro de él, era su mundo propio. Pero en la noche le causaba terror, sobre todo cuando la abuela lo inmovilizaba en una silla —a los cinco años de edad—y lo asustaba con los muertos que andaban por allí”, por su casa. Los muertos eran sus familiares, antecesores como su tía Petra o su tía Margarita Márquez, a quien tomaría como “base real de Remedios Moscote en Cien años de soledad”. Su abuelo Nicolás Márquez también fue muy influyente en su obra: las historias sobre su participación en una de las guerras civiles del Caribe sirvieron de inspiración para la obra magna del escritor colombiano y para construir el personaje del coronel Aureliano Buendía.
Para concluir, entre otras una recomendación de lectura con cuya representación iniciamos este post: La nieta del Señor Linh, de Philippe Claudel. Se lee muy rápidamente en este PDF, por ejemplo. Todo un relato sobre el poder de la familia, el valor vital de una nieta para su abuelo (cinco años extra de vida cuidar de nietos), la fortaleza familiar y de amistad (esa familia extendida que necesitan nuestras sociedades) que se puede tejer incluso en las situaciones más dramáticas.

Un breve resumen sería: Una fría mañana de noviembre, tras un penoso viaje en barco, un anciano desembarca en un país que podría ser Francia, donde no conoce a nadie y cuya lengua ignora. El señor Linh huye de una guerra (Vietnam, parece) que ha acabado con su familia y destrozado su aldea. La guerra le ha robado todo menos a su nieta, un bebé llamado Sang Diu, que en su idioma significa «Mañana dulce» una niña tranquila que duerme siempre que el abuelo tararee su nana, la melodía que han cantado durante generaciones las mujeres de la familia. Instalado en un piso de acogida, el Señor Linh sólo se preocupa por su nieta, su única razón de existir hasta que conoce al Señor Bark (necesitamos muchos como este personaje), un hombre robusto y afable cuya mujer ha fallecido recientemente. 

Un afecto espontáneo surge entre estos dos solitarios que hablan distintas lenguas, pero que son capaces de comprenderse en silencio y a través de pequeños gestos. Ambos se encuentran regularmente en un banco del parque hasta que, una mañana, los servicios sociales conducen al señor Linh a un hospicio que no está autorizado a abandonar. El señor Linh consigue, sin embargo, escapar con Sang Diu y adentrarse en la ciudad desconocida, decidido a encontrar a su único amigo. Su coraje y determinación lo conducirán a un inesperado desenlace, profundamente conmovedor. Tras el enorme éxito de Almas grisesPhilippe Claudel ha vuelto a causar un gran impacto con esta exquisita fábula sobre el exilio y la soledad, o lo que es lo mismo, la lucha por preservar la identidad.

Flamantes cincuentones

He ingresado en la legión grisácea de los cincuentones, sin eufemismos paliativos tales como jóvenes maduros o veteranos juveniles. Cuando publiquen esta nota, ya habrá pasado mi cumpleaños, así que pueden abstenerse de felicitarme. Nací un viernes santo cualquiera, justo hace diez lustros. Este quincuagésimo cumpleaños es la fecha en la que descubres que todo es más sencillo de lo que pensabas, y coincides con tus hijos adolescentes en que el día para pegarte el banquete o la fiesta de tu vida es… hoy mismo, sin esperar a mañana, y eso cada día de los próximos mientras puedas decidir. Con todo, la crisis de los 50 me parece más llevadera que la depresión de los 40, y de la angustia de los 30, que ni siquiera recuerdo bien. Convertirse en cincuentón es una trágica y traqueteada experiencia, pero que se vive en compañía de todos los coetáneos. A ellos están dedicadas estas líneas. Siempre pensamos que aquélla fue una gran cosecha, la del 53, aunque ahora lo dudamos tras descubrir que son de la misma quinta Aznar y Blair (quien dijo sentir mariposas en el estómago el día que cumplió 50).

Aquel nuestro año 1953  finalizó la Guerra de Corea, Franco firmó el Concordato con el Vaticano y los primeros acuerdos económicos y militares con los EE.UU., llegó la Coca-Cola, se escaló en Everest, se demostró la relación entre cáncer y tabaco, se descubrió la estructura en doble hélice del ADN, se simplificó la famosa ecuación de Einstein a E=m.c2, se inventó el bolígrafo Bic y se pusieron de moda los pantalones vaqueros. Murieron Stalin, el compositor Prokófiev, el poeta Dylan Thomas,…, pero ahora lo que importa es cómo fuimos, y cómo somos los que entonces nacimos –más exactamente, los que todavía quedamos-.

Nosotros nos criamos a lo bestia. Hacíamos lo que jamás permitimos luego a nuestros hijos. Corríamos en pequeñas e inadecuadas bicicletas sin casco, los columpios eran de metal roñoso y con esquinas en pico, y jugábamos a ver quien era más bruto. Construimos goitiberas para bajar por las cuestas y descubríamos que habíamos olvidado los frenos. Jugábamos a "chorro, morro, pico, tallo, qué" (no pregunten eso qué significaba), procurando caer en plan bomba, y nadie sufrió dislocaciones vertebrales. Salíamos de casa por la mañana, jugábamos todo el día, y sólo volvíamos al anochecer. Nadie podía localizarnos por ningún móvil. O hacíamos una fogata para asar patatas y contarnos historias de miedo. Nos abríamos la cabeza jugando a “guerra de piedras” y no pasaba nada, eran “cosa de niños” y se curaba con Mercromina y un cachete adicional de castigo. Comíamos moras, pipas de melón y porquerías, bebiendo aquel refresco de color butano, pero no fuimos obesos. Estábamos siempre al aire libre, corriendo y jugando. No tuvimos Playstation, Nintendo, películas en vídeo, móviles, computadores ni Internet: sólo un canal de televisión en blanco y negro,.. en casa de algún amigo rico. Siempre recordaremos nuestros escasos juguetes, pero nos sobraban los amigos y primos. Quedábamos con ellos en el parque más cercano. O ni siquiera quedábamos, con la merienda íbamos a la plaza y allí nos encontrábamos. Ligábamos con las chicas persiguiéndolas, no en un chat tecleando ;-D. Y jugábamos a las chapas, a las canicas, al “hinque” con clavos herrumbrosos, con pólvora,... en fin, con tecnología punta. Bebíamos agua directamente del grifo, cazábamos lagartijas y gorriones con la "chimbera de balines", sin adultos vigilándonos. En los juegos del patio, no todos participaban en los equipos; debías ser elegido. Los otros tuvieron que aprender a superar la decepción. Los menos estudiosos, repetían curso y les ponían a trabajar prematuramente de “botones”… en una Caja de Ahorros y cuando pasadas las décadas te los reencontrabas, te denegaban el crédito.

Viajábamos en minúsculos coches sin cinturones de seguridad ni air-bag, durante viajes de 8 horas con cuatro adultos y cuatro niños en un 600, sin síndromes de la clase turista. Éramos responsables de nuestras acciones y arreábamos con las consecuencias. Si transgredíamos alguno de los numerosos preceptos, nuestros padres no sólo no nos protegían, sino que además nos castigaban aparte. Tuvimos media libertad, mucho fracaso, poco éxito y moderada responsabilidad, pero aprendimos a crecer con todo ello.

Ha pasado la mayor parte, pero quizá no la mejor, de la vida familiar y profesional. Nuestros hijos son insufribles y eternos adolescentes, nuestra pareja ha engordado casi tanto como nosotros, y ya estamos plenamente instalados en esa burguesía postmoderna y acomodada,… que tanto se parece a la de nuestros abuelos y que fue mejor que la de nuestros sufridos padres. Nuestros rutinarios paseos con la parienta, esos recorridos de café con leche en café con leche (descafeinados por supuesto), con muchas paradas, permiten a los comerciantes poner en hora sus relojes cuando nos ven desfilar puntualmente cada atardecer. Nuestra carrera laboral ya ha acumulado suficiente mediocridad como para no quitarnos el sueño las pasadas aspiraciones, que han envejecido más prematuramente que nosotros. Ya sabemos adónde vamos a llegar, y eso con suerte: a la prejubilación. Pero nos sentimos bien, nada de esa "sensación de que la vida se me está escapando". Chispeantes, seguimos creciendo. Los pies, por ejemplo, cada vez están más lejos y cada día te cuesta más llegar hasta ellos, sobre todo el izquierdo. Cierto que ya no podemos pasar de los tres platos en las alubiadas, y que crecen los periféricos de ayuda (gafas de presbicia, y pronto audífonos), pero hay otras ventajas: Vas perdiendo la vergüenza, y desarrollándose una “cara dura” con la edad,…, y disminuye drásticamente el riesgo de morir… joven.

Comenzamos a adivinar lo que se nos avecina en las próximas décadas. Los ruiditos que nos acompañan a cada movimiento, sobre todo de alzada. Disfrutamos de ese sueño “camembert”, plagado de periodos de insomnio, y cuando te levantas recuerdas eso de que si no te duele nada, es que ya estás muerto… El tango dice que “veinte años no es nada”, pero “cincuenta años” otorgan una madura lucidez,… que estremece. Nosotros que fuimos testigos de la carrera por la Luna, pertenecemos a la maldita “generación sándwich”, de selectividades dobles, de “mili” larga, siendo jóvenes cuando se llevaban los veteranos y llegando a expertos cuando mandan los novatos. Fuimos obedientes con nuestros padres y con las demás autoridades de turno, y ahora nos tienen en jaque nuestros hijos a los que, en general, malcriamos por miedo a repetir nuestra historia. Debimos aprender a liberarnos de muchos prejuicios y cuando lo conseguimos, resulta que estábamos cargados de años. Pero disfrutamos de regalos tardíos, como redescubrir y recuperar la música de los ’70 por Internet y ver a la siguiente generación cometer nuestros mismos errores. La nostalgia empieza a invadirnos y cada vez nos parecemos más a nuestros progenitores, e incluso a nuestros abuelos. Pronto añoraremos cuando hablábamos… todo seguido, y no recordaremos a ese tal “Al..zheimer”, y se acerca el día en el que ingresaremos en esos grupos de “ancianas de los dos sexos”. - “Es cruel”, digo, y mi mujer replica: - “Sí, para ellas”.

La vejez es lo más inesperado que le sucede al hombre y llega sin ser invitada. Sólo comienza cuando se pierde la curiosidad y cesa de indignación por todo lo que está mal a nuestro alrededor. La madurez, incluso la vejez bien llevada, puede ser el tiempo de nuestra dicha. La felicidad es el antídoto de la edad. ¡Seamos felices! 
[Cumpleaños para un 3 de abril,....]

¿Cómo afecta la hora de comer a tu longevidad?

Resumen en 40 palabras: Es aconsejable acomodar todas las comidas del día a los ciclos de luz y mayor actividad, desde el amanecer al anochecer, dejando un período de ayuno nocturno prolongado (al menos de doce horas). Conozcamos mejor las biorritmos (ritmos circadianos) para sincronizar mejor nuestra vida (próximo post). 

La investigación del neurobiólogo Joseph Takahashi demuestra que el reloj biológico influye más de lo que se creía en numerosas funciones del organismo, en particular en el metabolismo. De ahí se deriva que la hora de comer parece que sí importa en la longevidad, así como la restricción calórica.

El reloj biológico humano está controlado por una decena de genes. Juntos conforman un mecanismo molecular importante para la evolución, algo que se sabe porque seres muy diversos – moscas, gusanos u hongos- tienen uno muy parecido. El neurobiólogo Joseph Takahashi ha dedicado décadas a descifrar el funcionamiento del reloj biológico y su papel en nuestro comportamiento, después de descubrir el primer gen relacionado con él en mamíferos. 

Según afirmó en una conferencia en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), hay una relación directa entre el reloj biológico y la salud y, entenderla a escala molecular permitirá abrir nuevas vías contra el cáncer y otras enfermedades. Takahashi fue presentado por la investigadora del CNIO María Casanova, que busca mejorar las terapias oncológicas ajustando a los biorritmos la hora de administración, y estudia también cómo reacciona el sistema inmunitario en función del momento del día. 

Una prueba de la importancia del reloj biológico es su relación con la longevidad. Takahashi demuestra en un reciente trabajo en Science que un método experimental usado para prolongar la vida en animales modelo, la restricción calórica (ingerir menos calorías de manera controlada), es más efectiva si se aplica teniendo en cuenta los ritmos biológicos. En la investigación varios grupos de ratones comieron toda su vida un 30% menos de lo habitual, pero algunos lo hicieron con restricciones horarias. 

Los ratones que podían comer en cualquier momento del día fueron un 10% más longevos; los que comían solo de día vivieron un 20% más; y los que comían solo de noche, cuando los ratones son más activos, un 35% más. “Esto sorprendió mucho a toda la comunidad de longevidad, porque muestra que la hora en que se come es quizás el factor más importante”, afirma Takahashi. 

El poder de este experimento es que los animales comen exactamente lo mismo cada día, la única diferencia es el patrón temporal que siguen al hacerlo. Estamos muy emocionados con este resultado”. “Nuestra hipótesis es que el reloj biológico está en la base de todos los mecanismos del organismo que sabemos que están relacionados con la longevidad”, dijo Takahashi en el CNIO. 
Un ciclo de energía convertido en un ciclo de instrucciones genéticas Que los ritmos biológicos sean importantes tiene sentido, dados los cambios ambientales que trae el ciclo de luz/oscuridad: “Es en realidad un ciclo de energía. No solo las plantas, que obtienen energía del sol, sino todos los sistemas vivos han desarrollado relojes para anticiparse y aprovechar el ciclo de energía en la Tierra”, explicó Takahashi. Él y otros han mostrado en las últimas décadas que, a escala molecular, la adaptación a este ciclo de energía implica que también hay un ciclo en la ‘lectura’ (o transcripción) de nuestros genes. Los genes dan las instrucciones para el funcionamiento cotidiano del cuerpo, y ahora se sabe que cada una de esas órdenes entra en juego en un momento determinado del día. Como dice Takahashi, “hay un ciclo de transcripción genética que tarda 24 horas en completarse”. 

El primer gen CLOCK relacionado con ritmos circadianos se identificó en la mosca de la fruta –la Drosophila melanogaster— en los años setenta. Los años siguientes empezó una carrera por encontrar más bases genéticas de relojes circadianos. Takahashi encontró el gen CLOCK en 1997, y poco después BMAl1. Son genes que activan la lectura de otros implicados en ritmos circadianos, de los que se conocen ya una decena. Estos genes interactúan formando un sistema que se sincroniza con el entorno, y su acción influye en miles de otros genes. Takahashi ha descubierto que alrededor del 10% de los genes que se expresan en cualquier tejido están sometidos a control circadiano. Muchos son genes implicados en rutas metabólicas y del ciclo celular. En su investigación con restricción calórica observó que, en el hígado, los patrones de lectura (transcripción) de unos 2.500 genes variaban según los animales comieran de día o de noche. El grupo en que esta lectura de las instrucciones genéticas se desviaba menos de la habitual era el de los ratones más longevos –los que comían solo por la noche, coincidiendo con su periodo natural de actividad. Los investigadores registraron también una mayor pérdida de peso en este grupo. 

El grupo de Joseph Takahashi quiere ahora investigar si alterar el gen CLOCK tiene efectos sobre la longevidad, y también buscan modular la actividad de este gen mediante un fármaco. Antes de bajar a la escala molecular los investigadores abordaron la fisiología del reloj biológico. Hoy se sabe que los biorritmos se mantienen también en ausencia de señales externas, como la luz –que es solo una las señales que pueden influir en el ritmo circadiano–. Estas señales, sin embargo, son importantes para resetear y sincronizar el reloj. También ha sido importante descubrir que no hay un único reloj en el cerebro, como se creía: “La investigación del reloj circadiano de los mamíferos se ha centrado durante mucho tiempo en el núcleo supraquiasmático del hipotálamo, pero ahora sabemos que cada célula tiene su propio reloj, y el sistema nervioso central, el cerebro, los sincroniza”, dijo Takahashi. 

El envejecimiento se asocia con el declive gradual de los ritmos circadianos, lo que plantea la cuestión de si los mecanismos farmacológicos o conductuales que aumentan la solidez circadiana pueden ralentizar el proceso de envejecimiento. La alimentación restringida en el tiempo es un mecanismo para aumentar los ritmos internos, e incluso la administración restringida en el tiempo de una dieta rica en grasas durante la fase activa, en concreto, puede prevenir la obesidad inducida por la dieta y las comorbilidades asociadas, incluso en un contexto de alteración circadiana. Aunque la restricción calórica favorece la longevidad, no está tan claro hasta qué punto está implicado el reloj biológico de 24 horas.

Familias centrifugadas

¿Qué está pasando con la familia actual? Parece que aceptamos todos como inevitable que la familia de hoy se encuentre lo más dispersa posible por supuestas ventajas de la modernidad. Muchos conocidos te cuentan la misma historia: El niño estudiando inglés en un remoto campamento, la chica en el extranjero, el hijo mayor de veraneo con los abuelos por la cuadrilla, la madre de vacaciones adelantadas, el padre trabajando,… y el perro en un hotel de animales abandonados.

El mismo espacio del hogar se ha desperdigado. Antes estudiábamos con los libros sobre una simple tabla de madera, puesta entre los brazos de un sillón, o todos los hermanos en la misma mesa de la cocina, oyendo la misma emisora y con máximo provecho. Hoy día, cada nene o nena necesita “su” cuarto, con un equipamiento integral de oficina: dos mesas, una para el ordenador con red e Internet, sillón giratorio, sofá, biblioteca personal, equipo de música, televisión y vídeo, cama propia y supletoria para invitar a los amigos,… y todo para encerrarse y no estudiar casi nada. Los críticos días previos a los exámenes deben acudir a una biblioteca pública, con los amigos, para concentrarse. Las luces de lectura en la cabecera les sirven para estudiar a fondo… los catálogos de motos o la convocatoria del siguiente festejo. El equipo informática adquirido para conectase a la “sociedad de la información” se limita a consola de juego o de chateo, y para “bajar” música estruendosa, que constantemente atruena por los auriculares soldados a las orejas que les aísla del ruido familiar. Incluso se organizan los turnos de comida y cena, para no encontrarse y poder elegir cada miembro familiar su programa televisivo favorito.

Toda esta anorexia familiar surge y proviene de múltiples frentes públicos y privados, pero solamente como personas conscientes podremos superar esta grave anemia hogareña. No se sabe si fue antes la gallina o el huevo, la “sociedad desfamiliarizada” o la “familia desintegrada” que estamos aceptando y construyendo. Exigimos más plazas de guardería y más extensos programas escolares, para que los niños desde un mes de edad estén poco en casa; más mediatecas y cibertecas públicas para que los jóvenes se larguen de casa; ayudas para las mujeres trabajadoras para que las madres no aparezcan por casa; más plazas para jubilados en residencias o centros de día para que los jubilados no molesten en casa; más empleo juvenil para que los jóvenes escapen de casa; y más policía para vigilar las casas vacías. Si es así, ¿para qué pedimos nuevos pisos? ¿Moradas que son hogares sin fuego, ni hijos, ni padres, ni abuelos? ¿Viviendas sin vida?

La responsabilidad recae en nosotros los adultos, los padres y madres que podemos decidir el modelo de familia. Como se dice y es obvio, no hay niños ilegítimos; sólo padres ilegítimos. La tarea de elegir el modelo familiar no corresponde ni a los hijos, que sólo conocen el patrón que se les presenta, ni a los abuelos, que vivieron otros tipos de familias. ¿Conocen esos globos-salchicha de moda con los que juegan los niños, que se inflan, se sueltan y viajan por el cielo un buen rato hasta caer al suelo tras agotar su aire contenido? Parecen una imagen de algunas familias recientes. El crío juega con el globo-familia, que le entretiene fugazmente, y luego le defrauda. Esperemos que quizá, mientras sube y vuela, el globo-familia también llore al ver que se le escapa el niño. Otro día hablaremos de los padres descarriados, que sufren el “estrés de la paternidad”, y que demuestran realmente que sólo algunos progenitores dominan el arte de educar mal a los hijos. Basta del cinismo imperante que afirma que “la más feliz vida de familia es la de un viudo sin hijos” y de quienes defienden “las familias numerosas, en las que toda mujer debería tener al menos tres maridos”.

El Talmud dice que “la sociedad y la familia se parecen al arco de un palacio: quitas una piedra y todo se derrumba”, y para Baudelaire "la patria es la infancia". Hemos de recuperar una familia que siga siendo el deux ex machina de la humanidad, con formatos renovados sí, pero más familia que nunca. Los padres hemos de seguir contando nuestros sueños a los hijos, que son esponjas inagotables de tiempo paterno. La más antigua de todas las sociedades y la única natural es la familia. Sólo los padres auténticos saben lanzar a sus hijos al aire y recogerlos luego. Ésta es la mejor prueba de la paternidad. Un hijo genuino es el que puede presumir: “¡Nosotros también tenemos padre! ¿Qué creías, que éramos pobres?” Recordemos que con el dinero se puede edificar una mansión espléndida, pero nunca fundar una familia dichosa.

26 de julio: Día de los Abuelos

eL 26 de julio se celebra la fiesta de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María, abuelos de Jesús. Debería ser, por tanto el día de los abuelos, aunque no se haya institucionalizado en exceso.

Existe un especial entendimiento y complicidad entre abuelos y nietos. Cada día se necesitan más unos a otros, los nietos a los abuelos y los abuelos a los nietos.

En homenaje a los dos únicos abuelos (los paternos) que conocí: Ezequiel Agirregabiria y Leonor Etxebarria.

Hagan juego,... escolares

El Correo

Los días 8 y 9 de noviembre de 2011 se ha celebrado en Bilbao el I Fun & Serious Game Festival. En la década de 2000, el sector de los videojuegos ha pasado a generar un impacto económico ascendente y muy superior desde 2007 al del cine y la música juntos (según wikipedia), en multitud de países como el Estado español. El ocio digital acapara (y sigue creciendo) superando más del 54% de las ventas de entretenimiento en nuestros hogares, dejando como minoritario el resto al cine (23%), películas en vídeo (23%) y la música grabada (10%). De ahí que consolidar un Game Festival en Bilbao es una apuesta de futuro tanto o más prometedora que eventos anuales de la magnitud del Festival Internacional de Cine de Donostia.
La primera edición de Fun & Serious Game Festival celebrada en varias sedes de Bilbao ha establecido un listón muy alto como un evento de gran impacto sectorial y social, buscando aunar glamour con expertise. Los Ferraris circulando por las calles de la Villa y la gran noche de gala, dieron paso a sesiones de trabajo conjunto favoreciendo el encuentro entre profesionales muy especializados de este universo, conectándoles con otros ámbitos como la educación, la formación y la sociología. La divulgación al conjunto de la sociedad es otro de los objetivos subyacentes de esta magna convocatoria que merece establecerse con una periodicidad anual, al tiempo que genera un foro estable que asegure un diálogo permanente entre los múltiples agentes implicados.
Juegos amenos e instructivos
Como se sobreentiende entre quienes han profundizado en esta materia, el binomio Fun & Serious debe interpretarse más como simultáneo, que no como disyuntivo. Serio es compatible con divertido, porque el antónimo de riguroso es banal como aburrido es lo opuesto de ameno. Es cierto que en el sector de (vídeo)juegos persiste un debate entre si tal clasificación existe,... Y si así fuese, aún quedaría resolver si tal taxonomía es oportuna. Flavio Escribano, uno de los ponentes de la jornada dedicada a los Serious Games en la educación y la formación, recogía el testimonio de alumnado desfavorecido que había participado en actividades complementarias y extraescolares con diferentes juegos comerciales. Alguno de estos estudiantes había zanjado la cuestión del siguiente modo: "Divertidos son los juegos en los que se han gastado mucho presupuesto, y se nota (en jugabilidad, gráficos y tecnología), a diferencia de los juegos educativos".
De modo más formal, en general se clasifica como Fun Games a los que no persiguen más intención que el puro entretenimiento, aunque movilice muy diversas competencias humanas. Los Serious Games han sido diseñados con un propósito adicional, educativo, formativo, de entrenamiento,... Según la consultora IDATE, la industria de los videojuegos "serios", crecerá a un ritmo acelerado del 47% anual hasta el año 2.015, lo que da idea de su potencial económico y de las perspectivas de futuro para este tipo de productos donde aún podemos competir con éxito.
Jornada de Serious Games para la educación
Evolución de los videojuegos y sus principios pedagógicos
Aunque las videoconsolas van por la octava generación (la de Nintendo 3DS, PlayStation Vita, Wii U), asistimos al advenimiento de una tercera generación en la metodología general de los videojuegos, muchos de los cuales se ejecutan vía web o en todo tipo de dispositivos físicos interconectados por Internet (tabletas,…). Desde aquellos juegos arcade como Pong y tras superar una segunda generación de mayor interactividad, se ha llegado al estadio actual de aplicaciones basadas en escenarios abiertos, contextos ricos en complejidad y sorprendentes mundos virtuales que han dado paso a los juegos colaborativos.
La primera generación de juegos de finales de los años ’70 estaba estructurada por una motivación basada en modelos conductistas de los usuarios. La segunda evolución de videojuegos dio paso a nuevos paradigmas constructivistas. La tercera etapa concluye y se nutre de un aprendizaje situado, de enfoque más sociocultural, donde la habilidad motora se ve acompañada de mayores requerimientos cognitivos de análisis, investigación. Todo con una participación más plural donde se adoptan identidades variables, simulaciones avanzadas y dinámicas de grupo en línea con multijugadores asumiendo roles muy elaborados. Hoy día, esta industria de los videojuegos incluye aportes provenientes de la antropología cultural, la inteligencia artificial, la teoría de la comunicación, la economía o la estética, junto a todo el potencial de la electrónica y la informática más futurista.

Narrativa de los juegos como aportación didáctica
Lo más relevante desde la perspectiva educativa es el traslado de esa sofisticada gramática del juego a los procesos de enseñanza-aprendizaje, sugerencia repetida en esta ocasión por especialistas de la talla de Gareth Mills o Carlos González Tardón. El proceso creativo de producción de un juego puede enriquecer nuestra programación de una tarea educativa, y la mecánica misma de estas aplicaciones puede ser trasladada, en algún grado, a las aulas ordinarias. Enunciemos algunas características de todo juego, que han estado quizá demasiado ausentes en las prácticas y los centros escolares.
Todo juego es experiencial, quien juega se mete en situación, asume en primera persona su protagonismo, es quien gana o pierde, involucrándose al máximo en el entorno. También es el jugador quien descarga el programa que prefiere y elige, opta entre sus diferentes alternativas. Igualmente la estrategia de retos consecutivos, de dificultad gradualmente creciente, con recompensas visibles, inmediatas y recurrentes,... que animan a perseverar. Esas son las claves del diseño de todo videojuego. Casi todo antagónico con la escuela que queremos superar donde el alumnado no se siente protagonista, muchas veces no se implica a fondo, no puede elegir ni qué ni cómo aprende, y donde la recompensa puede resultar escasa, lejana y tardía.
Redescubriendo el juego como fórmula de aprendizaje
En nuestros genes llevamos el ensayo (y el error) como forma primaria de aprender. Y esa es la base del juego, simular situaciones reales en condiciones sin riesgo para experimentar, acostumbrarnos y avezarnos. La humanidad ha jugado desde siempre, y quizá únicamente en las dos penúltimas generaciones los mass media (radio y televisión) han hurtado tiempo al juego en grupo, incluso en la etapa adulta.
Con la fascinante tecnología de visualización, de entornos virtuales, de realidad ampliada, de interconexión grupal remota,... retorna la era del juego, a una escala nunca antes conocida. El poder de captación y el atractivo lúdico que demuestran se basa en el abordaje multisensorial que ofrecen, incorporando el tacto y la cenestesia a los precedentes recursos audio-visuales, activando todos los resortes del cerebro,... y del conjunto del cuerpo humano.
Somos seres nacidos para jugar y para aprender, que es casi lo mismo. Igual de gratificante y natural desde la infancia,... y que no se debe perder como actitud de apertura y de crecimiento a lo largo de toda la vida. Hoy, estos recursos virtuales ofrecen unas insospechadas oportunidades de aprendizaje muy real y efectivo.

Potencialidades creativas y pedagógicas de los juegos

Son múltiples los efectos positivos del uso correcto y responsable de los videojuegos, al igual que los riesgos de su abuso. Los videojuegos pueden favorecer el contacto social y la participación en actividades comunes en el ámbito familiar, de amistad y social. Es un modo eficaz de mantener o propiciar el contacto entre coetáneos y entre generaciones al igual que otras aficiones compartidas como el deporte, la ciencia, la lectura,... Cooperar y competir en una realidad virtual favorece la constancia en el esfuerzo y ofrece vivencias de éxito y fracaso, generando una cultura de esfuerzo, de iniciativa, de empeño para alcanzar metas de recorrido medio o largo.
También estos innovadores videojuegos son beneficiosos a la hora de favorecer la creatividad, la imaginación, la interacción pudiendo desempeñar un importante papel en el desarrollo social e intelectual. Se trata de potenciar mucho más que la mera coordinación ojo-mano, anticipando y potenciando la adquisición diversas habilidades manuales, corporales y mentales. También pueden estimular la memoria, la concentración, la adaptación a ambientes diversos y la capacidad para retener datos y señales para una correcta toma de decisiones en situaciones simuladas de alta incertidumbre. Probablemente con una dificultad superior a la mayoría de las rutinarias tareas presentes en la educación formal.
Cabe señalar un instrumento de adecuación como es el Código PEGI (Pan European Game Information). Con él se establece un sistema de información que aconseja a los prescriptores (padres o docentes) sobre la edad mínima adecuada para cada aplicación o juego. Esta referencia autorregulada por el sector en Europa es un indicador valioso porque, además de la escala de edad, incluye iconos indicativos de posibles contenidos inadecuados. Si dicha clasificación no figura, cabe recurrir a web como PEGI Online.
Abran juego en hogares y escuelas
Hemos conocido varias generaciones cuyos progenitores fueron cambiando de consejo repetido a sus descendientes. Primero fue aquello de "No leas, estudia",... Cuando comprendieron que era más importante leer de todo que sólo estudiar los libros de texto, la retahíla fue "No juegues (con el ordenador, tableta,...), lee",... Quizá haya llegado la hora y la era de decir: "Estudia, lee, juega,... porque todo es aprender… a aprender".
Educadores, madres y padres, abuelas y abuelos, vayamos retirando las reservas frente a estos nuevos juegos que desde hace años forman parte cotidiana de la vida de la infancia y la juventud. Los videojuegos estimulan el aprendizaje tanto o más que los libros. Quizá haya llegado el momento de sugerir, con mesura didáctica y supervisión parental: "Abran juego, escolares". Todo sin dejar de acompañarles en este viaje lúdico. Puede ser entretenido a la par que instructivo.
Gala de Fun & Serious

Resumen libre de la conferencia de Daniel Innerarity

Haciendo nuestro el lema de la Fundación de Jonas Salk: “Hemos de llegar a ser buenos antecesores” (aportación de Josu Aramberri, con quien coincidimos en el evento). Daniel Innerarity nos habló ayer del olvidado y desvalido futuro, marginado por la reinante inmediatez. Hablaremos del futuro, del próximo y del lejano, que es el personaje más olvidado en el debate de ideas, en la toma de decisiones e, incluso, entre nuestras preocupaciones cotidianas.

I Tiranía del presente

Prima el presente, y las líneas del tiempo apenas contemplan el pasado inmediato, pero casi nada del futuro. Vivimos una época de “imperialismo temporal”. Ya no se colonizan otros espacios, otros continentes, pero sí explotamos despiadadamente el futuro.
La inmediatez de los sondeos de opinión, la aceleración de la vida cotidiana, nos han llevado a contemplar únicamente el presente y el futuro más inmediato. Cinco grandes razones nos han conducido a ello:
1º La aceleración estructural de la vida moderna. Nuestros abuelos vivían peor, pero sin incertidumbres del porvenir. Ni siquiera podían imaginar que su futuro fuera a ser diferente de su presente.
2º Los períodos electorales, múltiples y frecuentes. El ritmo de las urnas marca un tantán inexorable, que establece prioridades a muy corto plazo, buscando rendimientos muy cercanos en los momentos de reelección. Estos períodos cuatrienales no se corresponden con los grandes temas sociales que evolucionan y se manejan con grandes propuestas que requieren plazos mucho más dilatados en el tiempo. Esto introduce un efecto perverso, en el sentido de que la soberanía y las decisiones se adoptan por un electorado que compromete y condiciona la vida de personas aún no nacidas, o todavía sin capacidad de votar.
3º La propia naturaleza humana que tiende a descarta de sus cálculos todo aquello que se refiera al futuro, por un doble motivo: no se conoce con precisión y no se sabe si nos va a corresponder vivir en ese tiempo. Pero el resultado es que la competencia injusta se establece entre los de ahora,... y los que vivirán en el futuro, que apenas suelen ser tenidos en consideración.
4º El electorado de la tercera y cuarta edad crece continuamente, tanto en número como en importancia. Y frente a su creciente protagonismo, no existen lobbies de electores futuros.
5º Utilizando el espacio político convencional, supuestamente abierto a todos (partidos, sindicatos, grupos de presión...), suelen ganar la partida los más alborotadores, con problemas concretos y presentes,... Es raro ver una “movilización de parados”,...
Afortunadamente, existen algunos factores de esperanza. La idea de sostenibilidad ha ido calando en ámbitos distintos, e incorpora la noción de futuro en muchas de las decisiones más trascendentes. Algunos frutos de ello se pueden apreciar en áreas críticas, como estabilidades presupuestarias, pactos de pensiones,... También ante la crisis financiera de estas fechas se han comprobado que se adoptan medidas planetarias, porque la globalización ha convertido a la humanidad en una “unidad cosmopolita de destino”.

II Justicia Intergeneracional

La fijación en el presente otorga una “preferencia ilegítima” a las generaciones presentes frente a las venideras. El colonialismo temporal parece basarse en el viejo proverbio de que “los que vengan,... que arreen”, En muchas ocasiones, ante decisiones que hipotecan el futuro, nadie parece preguntarse: ¿y esto lo aceptarían quienes lo van a... pagar? Con honradez, hemos de reconocer que estamos parasitando a nuestros hijos y nietos. No podemos dejarles residuos radioactivos, ni sistemas de pensiones insostenibles.
Existe una tácita “coalición de los vivos”, frente a los no nacidos. Ya Diderot defendía que cada generación debía redefinir todo, una autodeterminación generacional. El mayorazgo fue una figura caduca, porque tutelaba el futuro desde el pasado. Ahora somos, quizás sin percibirlo, “okupas del futuro”, nos hemos instalado y beneficiado del futuro, sin ser sus propietarios.
Parece que tratemos al futuro como el basurero del presente, postergando propuestas decisivas para su mejor existencia. Y cuando convertimos el futuro en un basurero, lo siguiente es tratar de esconderlo, de no verlo, de ignorar su existencia. Con todo ello, ¿dónde queda la justicia intergenaracional?
Hay que socializar el futuro, pasarlo desde la propiedad privada de los presentes a colectivizarlo con quienes habrán de vivir en él. Existe una asimetría en las relaciones temporales de corto plazo, que da ventaja a los primeros en vivir. ¿Cómo logramos hallar representantes del futuro, que defiendan los intereses del porvenir y de quienes allí vivan? Jefferson decía que cada generación debía reescribir su Constitución. Nadie aceptaría ninguna Constitución sin cláusula de revisión, con todas las garantías que se quiera.
Recordemos antes de adoptar ninguna decisión de trascendencia preguntarnos: ¿Lo aprobarían nuestros hijos y nietos?

III Políticas de futuro

Hemos de recuperar el porvenir en nuestra realidad presente. Hace falta mucha gente pensando con suficiente anticipación. El escurridizo futuro debe ganar peso político, como en loables iniciativas a largo plazo (sin mencionarlo expresamente, podría tratarse de proyectos como Think Gaur). Los dirigentes han de responsabilizarse más del futuro que preparan, que del presente o del pasado que aportan.
El futuro es el tiempo débil, el huérfano de valedores. Y la fortaleza de la política reside en ocuparse de lo débil, de lo desvalido. Entre el conjunto de los desprotegidos, ha de incluir al futuro. Algunas sugerencias:
1º Incluso para el corto plazo, es negativo el cortoplacismo. Hasta en el caso de un apremiante incendio, hay que planificar la evacuación urgente. Estamos demasiado agitados por el periódico o la cotización del día, que nos ciegan sin permitirnos apreciar tendencias a medio o largo plazo.
Si todo cambia muy rápido, es preciso levantar la mirada, ver las corrientes de fondo y no sólo los movimientos de superficie. No basta atascarse únicamente con la “tiranía de las pequeñas decisiones”, ésas que sólo rectifican el rumbo inicial. Así se acaba finalmente donde... nos e quería llegar.
3º Se requiere una perspectiva temporal más amplia y profunda. El futuro ha de ser anticipado con una cierta coherencia. Las microdecisiones son miopes si no miran hacia lo lejos.
4º Ha de recuperarse algo de “aquellas visiones del faraón” (Génesis, 41), pero por parte de todos. Traigamos el futuro a nuestra mente, hagámosle testigo, intérprete y protagonista de nuestro día a día. Y esto hemos de hacerlo todos, sin despreocuparnos al confiar en que otros lo harán.

En el turno de preguntas, se formularon tres. La tercera puede verse en este vídeo. De las otras respuestas de Innerarity, entresacamos algunas grandes ideas.
Coexisten, al menos, tres grandes ritmos de tiempo en la sociedad contemporánea: El tiempo de la economía financiera, que es rápido y cambiante como hemos comprobado recientemente; el tiempo mediático, que se consume con fruición cada día y que recuerda a la vieja 'mili' (no hacer nada, pero a gran velocidad); y el parsimonioso tiempo político, donde las grandes decisiones se posponen en busca de acuerdos... hasta que son tomadas en otros ámbitos de decisión o los problemas están encarrilados. Pero sólo la democracia defiende a los desprotegidos, a los postergados. Por ello, no hemos de permitir que se transmita ese bulo interesado de que la política es algo anacrónico (quizá sí sus formas), porque ello nos llevaría a una sociedad donde se impondría la ley del más fuerte.
A modo de conclusión, la conferencia transmitía una moraleja de que hay que reformular la participación política, para asegurar a los presentes y a los venideros un futuro mejor.
[Otras crónicas: El País (aunque discrepo en que se citase al Think Gaur), Erikenea,...] Bibliografía adicional: La cultura de la urgencia.

Cuando los padres quedamos huérfanos de nuestros hijos

Cuando los padres quedamos huérfanos de nuestros hijos
Poema, que algunos atribuyen a Gabriel García Márquez, aunque todo parece apuntar a que pertenece a un autor desconocido, que expresa a la perfección toda esa nostalgia y esa melancolía de ver el paso de los niños a adultos, de observar cómo se van haciendo grandes ante la atenta mirada de unos padres que solo quieren lo mejor para ellos. Cómo hay una etapa en la que los padres quedan huérfanos de sus hijos, pero con un mensaje claro: hay que disfrutar cada instante de los hijos, hay que vivir cada etapa de su desarrollo porque todas pueden ser maravillosas. Y apunta algo más: la segunda oportunidad que dan los nietos. Un poema lleno de sentimiento, nostalgia y emoción. Aquí dejamos el texto completo:

Hay un período / cuando los padres / quedamos huérfanos / de nuestros hijos.

Es que los niños crecen independientemente de nosotros, / como árboles murmurantes / y pájaros imprudentes.

Crecen / sin pedir permiso a la vida. / Crecen / con una estridencia alegre / y, a veces, / con alardeada arrogancia. / Pero / no crecen todos los días, / crecen de repente.

Un día se sientan cerca de ti / y con una naturalidad increíble / te dicen cualquier cosa / que te indica que / esa criatura de pañales, / ¡ya creció!

¿Cuándo creció / que no lo percibiste?

¿Dónde quedaron / las fiestas infantiles, / el juego en la arena, / los cumpleaños con payasos?

El niño crece / en un ritual de / obediencia orgánica / y desobediencia civil.

Ahora estás allí, / en la puerta / de la discoteca / esperando no sólo que no crezca, / sino que aparezca.

Allí están / muchos padres al volante / esperando que salgan.

Y allí están / nuestros hijos, / entre hamburguesas y gaseosas.

Con el uniforme / de su generación / y sus incómodas / y pesadas mochilas / en los hombros.

Allá estamos nosotros, / con los cabellos canos.

Y esos son / nuestros hijos, / los que amamos / a pesar / de los golpes de los vientos, / de las escasas cosechas de paz, / de las malas noticias / y la dictadura de las horas.

Ellos crecieron amaestrados, / observando y aprendiendo / con nuestros errores / y nuestros aciertos.

Principalmente / con los errores / que esperamos no se repitan.

Hay un periodo / en que los padres / vamos quedando / huérfanos de los hijos.

Ya no los buscaremos más / en las puertas de las discotecas / y del cine.

Pasó el tiempo del piano, / el fútbol, / el ballet, / la natación.

Salieron del asiento de atrás / y pasaron / al volante de sus propias vidas.

Deberíamos haber ido más / junto a su cama, / al anochecer, / para oír su alma respirando / conversaciones y confidencias / entre las sábanas de la infancia, y a los adolescentes,  cubrecamas de aquellas piezas / con calcomanías, / afiches, agendas coloridas y discos ensordecedores.

Pero crecieron sin que agotáramos con ellos todo nuestro afecto.

Al principio fueron al campo, la playa, navidades, pascuas, piscinas y amigos.

Sí, había peleas en el auto por la ventana, los pedidos de la música de moda.

Después llegó el tiempo en que viajar con los padres comenzó a ser un esfuerzo, un sufrimiento, no podían dejar a sus amigos y primeros enamorados.

Quedamos los padres exiliados de los hijos.

Teníamos la soledad que siempre deseamos, y nos llegó el momento en que sólo miramos de lejos, oramos mucho (en ese momento se nos había olvidado) para que escojan bien en la búsqueda de la felicidad / conquisten el mundo del modo menos complejo posible.

Nieto y abuelo, Julen y su aitxitxe

El secreto es esperar. / En cualquier momento nos darán nietos.

El nieto es la hora del cariño ocioso y la picardía no ejercida en los propios hijos.

Por eso, los abuelos son tan desmesurados y distribuyen tan incontrolable cariño.

Los nietos son la última oportunidad de reeditar nuestro afecto. / Así es.

Los seres humanos sólo aprendemos a ser hijos después de ser padres; sólo aprendemos
a ser padres después de ser abuelos.

En fin, pareciera que sólo aprendemos a vivir después de que la vida se nos va pasando.

Los hijos, como los buques