Todos vamos en el mismo convoy.
El 11M será recordado como la masacre de los trenes de la muerte. Nos urge una terapia colectiva que anule los perversos efectos de la violencia. Necesitamos una imagen que se superponga a los fotogramas del horror, no para olvidar pero sí para continuar con nuestra convivencia.
Busquemos la metáfora del “Tren de la vida”. Así se tituló una memorable película de Mihaileanu que narra las desventuras de los habitantes de una aldea judía centroeuropea, que, ante la proximidad de los nazis en 1941, deciden fabricar un tren similar a los utilizados por los alemanes... y autodeportarse. Pero no hacia un campo de concentración, sino primero a Rusia para llegar finalmente a Palestina. Algunos de los judíos se disfrazan como soldados y oficiales de las SS, adoptando sus modos hasta el punto de articularse una extraña comedia sobre la apocalíptica tragedia del Holocausto.
La mejor alegoría la existencia quizá sea la que compara la vida con un viaje en tren. Una aventura llena de embarques felices y desembarques dolorosos, con infortunios luctuosos y también con algunas sorpresas agradables en el camino. Cuando nacemos y subimos al tren, generalmente nos encontramos en un vagón con dos personas queridas que nos explicarán el sentido del camino: nuestros padres, que no siempre estarán con nosotros en este periplo. Lamentablemente, ellos se bajarán en alguna estación antes que nosotros para no volver a subir más, dejándonos huérfanos de su cariño irreemplazable. Pero nuestro viaje vital proseguirá; conoceremos otras interesantes personas durante la travesía, hermanos y familiares entrañables, colegas y amigos cordiales, amores e hijos maravillosos. Muchos de ellos sólo realizarán un corto paseo con nosotros, otros estarán siempre a nuestro lado compartiendo alegrías y tristezas, hasta que seamos nosotros quienes nos apeemos del tren.
En este tren también viajaran personas amables que deambularán de vagón en vagón para socorrer a quien lo necesite. Otros, quizá sean molestos acompañantes de viaje, que se aburran o molesten a los demás, pero ellos serán quienes peor travesía se lleven. Veremos subir a bordo a muchos en el tren, y otros muchos descenderán, dejándonos todos recuerdos imborrables. Algunos pasajeros a quienes más queramos quizá deban sentarse en otros vagones alejados. El viaje lo haremos juntos, pero separados de ellos, aunque tal vez podamos acercarnos a ellos en alguna oportunidad venciendo las dificultades.
El viaje estará lleno de esperas, llegadas, despedidas y partidas. Pletórico de sueños, fantasías, gozos y pesares. Sabemos que este tren sólo realiza un viaje, el de ida, y que jamás retorna hacia el pasado. Tratemos, entonces, de viajar de la mejor manera posible, intentando relacionarnos bien con todos los pasajeros, buscando en cada uno lo que tengan de mejor, recordando siempre que necesitaremos nuestro mutuo apoyo en algún momento del viaje.
Dentro del convoy se desarrolla el drama de la humanidad. Gente de toda raza, que conversa o calla, que trabaja o dormita, que colabora o discute, que nace o muere. Gente que ama u odia, que acepta o reniega, incluso contra el mismo viaje. El tren circula impasible, transporta gentil y pacientemente a todos, sin distinguir entre amargados o comprometidos. Nadie puede evadirse, sólo se vive dentro del tren, donde podríamos ejercer plenamente la libertad y la fraternidad. Elijamos entre disfrutar o padecer colectivamente el tránsito, porque de cualquier modo el convoy seguirá avanzando raudo hacia nuestra definitiva parada.
El gran misterio de este veloz tren de la vida es que no sabemos en qué estación descenderemos: 2004, 2005,... En cada jornada se suben y bajan personas. ¿Quién subirá hoy? ¿Quién bajará? Cuando llegue nuestra parada, allí acabará el viaje para cada uno de nosotros. Confiemos que todos nos reunamos en una gran estación central algún día para reencontrarnos. Que esta parábola nos ayude a mejorar nuestra concordia en este efímero viaje, juntos todos en el único tren de la vida.
- El triunfo de la economía real. Un norteamericano puede pasear por unos grandes almacenes, comprar todo lo que necesita para vivir y, posiblemente, salvo la leche y los huevos, todo esté fabricado fuera de Estados Unidos.... Ahora han venido los países fabricantes y productores de materias primas a cobrar la cuenta, y no hay dinero para pagarlo. Ante esta situación, se han alzado los proteccionistas con el inservible discurso antiglobalizador y el cierre de los mercados. Frente a la economía especulativa y el viejo proteccionismo, Obama apuesta por la educación y la tecnología como recetas para fabricar productos con elevado valor añadido. La única vía para crear empleos de calidad. Frente al fracaso de la economía financiera, plantea el impulso a la industria y la economía productiva...
- El gran reto energético. Para llevar adelante su política energética Obama ha designado a Steven Chu, Premio Nobel de Física. La señal es clara. La energía va a ser el gran reto de la nueva administración norteamericana, y la ciencia y la tecnología [son] el camino para llevar adelante ese desafío. Nuestro tejido industrial cuenta con empresas energéticas, ingenierías y fabricantes de componentes con capacidad de contribuir a estos desarrollos, y en muchos casos con una presencia relevante en el mercado estadounidense. Kennedy movilizó a una generación de americanos para llevar al ser humano a la Luna...
- La renovación de las infraestructuras. En los 700 Km. que hay en la Costa Este, entre Boston y Washington, viven 46 millones de personas que potencialmente podrían montar en un tren de alta velocidad con cuatro estaciones. . Hoy, el tren más rápido de Estados Unidos, el Acela, tarda seis horas y media en hacer este trayecto, tres horas más de las que emplearía el AVE. Como dice Friedman, Estados Unidos cuenta con unas infraestructuras ferroviarias que sólo pueden entusiasmar a los Picapiedra y a los de nuestra plataforma anti-TAV...
Vienen meses muy duros para nuestra economía. La irrupción de Obama no va a resolvernos los problemas. Nadie puede hacer los deberes por nosotros. Necesitamos estabilidad política, acuerdo en auténticas políticas de estado de forma que las apuestas estratégicas sean compartidas por gran parte del arco parlamentario, una priorización de la educación y la formación como el auténtico reto nacional, impulsar las políticas científicas y tecnológicas emprendidas, dar un tamaño crítico y una estabilidad accionarial a nuestras corporaciones, así como favorecer la financiación de nuestro tejido productivo. Pero si cumplimos estas tareas, y si alineamos el mundo político y el económico vasco en esta dirección, el período Obama no será sólo una esperanza. Será una oportunidad real para el desarrollo y bienestar de nuestro país. Con determinación, podemos hacerlo.
Artículo completo: Esperanza y oportunidad.
Imagen de Josu Jon Imaz "obamizado" con obamiconme.
Tags Technorati: josu jon imaz | obama | educación.
Imagen de Josu Jon Imaz "obamizado" con obamiconme.
Tags Technorati: josu jon imaz | obama | educación.