Hoy, último domingo de julio de 2024, hemos vivido un
enésimo ahogamiento en la playa de Mil Palmeras (Pilar de la Horadada, Alicante). Hacia las 19:00 horas se ha coordinado todo un despliegue de servicios de emergencia, para intentar salvar a un hombre recogido de unas aguas aparentemente no demasiado agitadas con bandera amarilla. Todo en el centro de la playa, donde desemboca la principal calle comercial y enfrente del principal puesto de socorristas.
Han acudido todo tipo de vehículos con sus correspondientes dotaciones de equipos humanos especializados: ambulancias, protección civil, bomberos, policía local y Guardia Civil. Estamos seguros de la profesionalización y buenos protocolos seguidos, porque hemos sido testigos de sus actuaciones en diversas ocasiones, incluso hace pocas semanas.
Cuando actúan estos equipos de emergencia casi siempre el desenlace es feliz y logran salvar vidas que parecían perdidas. Pero no ha sido el caso de esta concurrida tarde con la playa aún llena de turismo familiar residente, veraneante o procedente del sur de Alicante y de buena parte de Murcia. Niños y mayores seguían a pocos metros disfrutando de la playa, aprendiendo acaso lo efímero de la existencia.
Pero cuando el final es trágico, cuando la muerte se lleva a un ser humano, incluso en tan fatídico colofón aún queda algo por hacer: Asegurar la máxima dignidad del cadáver. Su visión ante los millares de ojos que lo han contemplado durante horas, puedo haberse preservado mejor. Cubierto con dos improvisadas toallas de diferente color, aquel ser humano vivo apenas unas horas antes quizá ofrecía una imagen poco trascendente en su prostero trance.
No había familiares a su alrededor, ni nadie que lo conociese en apariencia, nadie que llorase allí mismo su pérdida y que cuidase de su apariencia. Quedaron dos guardias civiles, tras la retirada del resto de equipos, asegurando el perímetro, a la espera del levantamiento del cadáver por parte del Juez o Jueza de Instrucción que corresponda.
Surge una inevitable pregunta: ¿No deberían llevar todos los vehículos de emergencia, entre sus completos y complejos equipos, una simple bolsa o sábana mortuoria de un color respetuoso para cubrir con respeto y dignidad los restos humanos en los infaustos finales?
La noticia en prensa, al día siguiente.