El 15 de enero de 2022 se produjo una gran erupción volcánica en el otro extremo del planeta, en un islote del reino de Tonga. Aunque todavía se está evaluando su magnitud, la erupción del volcán de Tonga podría ser la mayor del siglo XXI, solo superada por la del Pinatubo, un volcán de la isla filipina de Luzón, ocurrida en 1991.
La explosión de un volcán submarino ha incomunicado digitalmente al pequeño estado de Tonga, y pueden pasar semanas hasta que el problema se arregle. Aunque, gracias a la redundancia, Occidente resistiría ante una situación similar, el desastre refleja la fragilidad de algunas de las partes más externas de la red.
La explosión ha tenido consecuencias globales: las olas provocadas por la erupción se llevaron la vida de dos personas en Perú, a unos 10.000 kilómetros de distancia.
Pero el impacto de esta erupción volcánica en los tonganos que viven más cerca de la zona cero aún se desconoce, y se teme que el tsunami posterior se haya llevado la vida muchas personas y bastantes más hayan tenido que abandonar sus hogares. Y es que Tonga se ha quedado sin Internet repentinamente, lo que dificulta mucho más la coordinación de las misiones de ayuda o rescate. En este mundo tan interconectado, Tonga está completamente a oscuras y es casi imposible obtener información sobre lo que ocurre ahí.
Resulta vital que el país vuelva a estar online, pero eso podría llevar semanas.
Según los datos de la empresa dedicada al rendimiento de sitios web Cloudflare, el tráfico de internet se redujo casi a cero alrededor de las 17:30, hora local, el 15 de enero. Esa conexión aún no se ha restablecido.
Todavía no se conoce con certeza la razón por la que Tonga se quedó sin conexión, pero las primeras investigaciones sugieren que el cable submarino que conecta su internet con el resto del mundo ha sido destruido por la explosión volcánica. El sistema de cableado de Tonga (Tonga Cable System) recorre 827 kilómetros entre Tonga y Fiji, brindando servicio de internet a estas dos naciones insulares. Pasarán días, tal vez semanas, antes de que se arregle el cableado.
Esta interrupción no representa la primera vez que la infraestructura de internet de Tonga tiene problemas. Ya en enero de 2019, el país sufrió un apagón de internet "casi total" cuando se cortó un cable submarino. Los primeros informes indicaron que una tormenta magnética y eléctrica había podido dañar la conexión, pero una investigación posterior descubrió que un barco de bandera turca había cortado el cable mientras echaba su ancla. Arreglar ese problema supuso un coste aproximado de 176.000 euros y, mientras se solucionaba, la isla dependía de la conexión a Internet por satélite. Las enormes cantidades de ceniza en el aire por la erupción también podrían estar afectando la conectividad satelital.
Dado que Internet se considera cada vez más como el cuarto servicio vital, junto con la calefacción, la energía y el agua, una interrupción tan prolongada para 100.000 personas es una gran catástrofe, que agrava los impactos físicos directos de la erupción. Y todo esto destaca la fragilidad de ciertas partes de Internet, especialmente fuera del rico mundo occidental. Un ensayo o un aviso del "gran apagón".
Soluciones satelitales como StarLinkgracias a SpaceX, por cierto servicio ya disponible en España, es la única alternativa disponible de alta velocidad y baja latencia a través de todo el mundo. Dentro de cada área de cobertura, los pedidos a StarLinkson completados por orden de llegada.
Hace unos días hemos recibido este SMS desde el número 628872304. Se trata de una reciente campaña de 'phishing' pide 1,79 euros a las víctimas para poder recibir de una entidad un falso paquete que presuntamente ha sido retenido
Los ciberdelincuentes siguen con su fijación con las empresas de mensajería para engañar a todas las personas que puedan. Hay otras variantes que conducen al mismo timo, a veces combinando técnicas fraudulentas de smishing y vishing.
El Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) ha alertado de esta última campaña de ' phishing'. El 'modus operandi' no puede ser más sencillo. Las víctimas reciben un mail en el que se les insta a pagar 1,79 euros para poder recibir un supuesto paquete que ha sido retenido. La estafa está servida.
En concreto, estas personas hemos recibido un SMS que indica que deben de pagar los costes de un presunto envío.
Como suele ser habitual en este tipo de fraudes, el mail incluye una dirección web (abstusar.com, atención no clicar) que simula ser la del servicio postal para poder realizar el pago con tarjeta de crédito de los 1,79 euros necesarios para completar la operación. Lo peligroso de esta estafa, de la que también se ha hecho eco Facua, es que todos los datos bancarios quedan en manos de los ciberdelincuentes, que pueden emplearlos para acabar con su saldo en un santiamén adquiriendo en su nombre todo tipo de productos.
Momentos antes de que empiece la pomposa celebración de su centésimo cumpleaños, Allan Karlsson decide que nada de eso va con él. Vestido con su mejor traje y unas pantuflas, se encarama a una ventana y se fuga de la residencia donde vive, dejando plantados al alcalde y a la prensa local.
Sin saber adónde ir, se encamina a la estación de autobuses, el único sitio donde es posible pasar desapercibido.
Allí, mientras espera la llegada del primer autocar que se presente, un joven le pide que vigile su maleta, con la mala fortuna de que el bus llega antes de que el joven regrese y Allan, sin pensarlo dos veces, se sube con la maleta, ignorante de que en su interior se apilan, ¡santo cielo!, millones de coronas en efectivo. Pero Allan Karlssonno es una persona fácil de amilanar.
A lo largo de su centenaria vida ha tenido un montón de experiencias de lo más singulares: desde inverosímiles encuentros con personajes como Franco, Stalin y Churchill, hasta amistades comprometedoras como la esposa de Mao, pasando por actividades de alto riesgo como ser agente de la CIA o ayudar a Oppenheimer a crear la bomba atómica.
Sin embargo, esta vez, en su enésima aventura, cuando creía que con su jubilación había llegado la tranquilidad, está a punto de poner todo el país patas arriba.
Kanikosen. El Pesquero, de Takiji Kobayashi, es la obra maestra de la literatura proletaria japonesa. Es un relato horrendo y la vez esperanzador de las duras condiciones de vida a bordo de un buque factoría. Fue publicado por primera vez en 1929 y ahora, casi un siglo después, reaparece en las listas de los libros más vendidos.
Críticos y reseñistas coinciden en la idea de que, en la precariedad laboral que el neoliberalismo ha desatado, las jóvenes generaciones de trabajadores se sienten identificadas con las vicisitudes de los protagonistas de esta novela. Kanikosen. El Pesquero narra la vida en un cangrejero japonés que faena frente a las costas de la península de Kamchatka. Las durísimas condiciones de vida de los trabajadores se describen con un estilo parco que pone de relieve todo el horror de su situación: apaleados, torturados, obligados a trabajar sin descanso, subalimentados, acosados por piojos, pulgas y chinches, desesperados; esos hombres sólo tienen un pasado de hambre y miseria, y su futuro tal vez sea morir en las frías aguas del mar de Ojotsk.
El acierto de Takiji Kobayashi es convertir a todos los trabajadores del barco en un solo personaje. No importa si un trabajador viene del campo, otro de una fábrica y el tercero de una mina, porque su experiencia es común: jornadas agotadoras, sueldos exiguos, malos tratos y accidentes mortales. Y ese pasado común, que el autor retrata con crudeza cuando da voz a alguno de ellos que narra sus experiencias, aboca a una misma conciencia: la de que hay quien se enriquece a costa del sudor y la sangre de hombres a los que nadie trata como a tales.
Al principio, ese hombre de cuatrocientas caras (tantas como obreros, pescadores y marineros trabajan en el buque factoría) da por sentado que ésa es la vida que le corresponde: vivir miserablemente para que otros puedan hacerlo de forma opulenta. Comprende que no hay justicia en esa realidad, pero ante las duras condiciones de su día a día solo exclama «¡Mierda!». Sin embargo, las condiciones de trabajo empeoran día a día y, como una bestia acosada, los trabajadores del barco se ven obligados a reaccionar.
La ley del terror que gobierna el barco deja de surtir efecto cuando la muerte se convierte en algo deseable, en comparación con la dureza de cada día.
Así, el miedo dejará paso a la indignación y ésta a la conciencia de la propia fuerza. ¿Qué pueden el capitán, el representante de la compañía y el patrón de los obreros contra cuatrocientos hombres desesperados? La clave está en la unión, en convertirse en un sólo hombre en la lucha, como lo fueron en la desesperación.
El soberbio planteamiento del libro Kanikosenrecoge esa gradación paulatina que convierte a cuatrocientas bestias de carga en cuatrocientos hombres decididos a conquistar una nueva dignidad. La narración sencilla, pero llena de imágenes sugerentes, convierte la lectura en un verdadero placer y acentúa el interés con el que se siguen los avatares de los trabajadores del Hakko Maru.
Takiji Kobayashi murió asesinado por la policía japonesa cuatro años después de la aparición de El Pesquero, como consecuencia de sus actividades subversivas en favor del proletariado. Pero los trabajadores del siglo XXI se siguen reconociendo en sus personajes, porque la voracidad del capitalismo devora cada día un pedacito de los derechos que se conquistaron durante años de lucha. Cada paso atrás que los trabajadores damos, cada derecho que perdemos y cada mejora por la que no luchamos, es una traición a la memoria de quienes, como Kobayashi, dieron la vida por nosotros. Por eso no debe bastar con reconocerse en los trabajadores de este pesquero: hay que emularlos.
Reflexión de Joan Manuel Serrat sobre cómo la sociedad trata a los mayores, con Pablo Motos. No nos gustan demasiado ninguno de los formatos, pero agradecemos al menos la atención que se nos presta.
Lo del "partido de mayores" tampoco es buena idea, pero sí empoderarnos en el peso demográfico que representamos. Somos casi un cuarto de la población, casi un tercio de quienes tenemos derecho a votar (al excluirse a los menores de 18 años) y casi la mitad de quienes votamos finalmente, porque sabemos bien qué nos jugamos si no fuéramos a las urnas.
El Gran Wyoming hace un llamamiento en El Intermedio para seguir apostando por el desarrollo tecnológico sin dejar aparcados a quienes trabajaron un día por hacer de esta una sociedad más moderna y justa, nuestros mayores.
Lo que nunca te dicen sobre la vejez. Nuevamente en El Hormiguero.
Durante años defendimos que las tabletas mejor que sean iPad (lo seguimos creyendo y hemos tenido casi todos los modelos desde el iPad primero de 2010), pero los móviles Android. De hecho, con esta novedad, en nuevo Apple iPhone 13 Pro Max es solamente nuestro tercer iPhone: Tuvimos un iPhone 4 en verano de 2011, nuestro aún valioso iPhone 7 Plus desde diciembre de 2016 y ahora renovamos con el iPhone 13 Pro Max.
Llevamos unos días de uso y, tras este salto de casi 6 años de evolución, lo mejor es:
La alta calidad de las fotos y vídeos.
Las tres cámara, con Super Gran Angular 0.5 y TeleObjetivo 3.0, con 5.7mm f/1.5.
El sensor LIDAR de láser pulsado para usar en aplicaciones de realidad aumentada (AR), mejorar la precisión de la distancia y la medición, generar sorprendentes modelo 3D,...
El paso a 5G y el salto de microprocesador y en tamaño y calidad la pantalla OLED hasta 6,7" (antes, 5,5").
El reconocimiento Face ID, aunque con la mascarilla puede ser un inconveniente.
La facilidad de traspaso de APPs y cuentas, aunque aún estamos sin conectar lo más sensible.
Incontables mejoras desde un equipo con años y el actual, tales como el hotspot para tethering que le costaba conectarse con el Tesla, la cámara frontal que se nos había "enrarecido" por el uso de líquidos limpiadores,...
Lo peor, descubierto hasta el momento:
El precio desorbitado, 1.379€ del Apple iPhone 13 Pro Max con 256 GB. Es cierto que un móvil actual cumple las funciones de cámara, reloj, agenda, ordenador,... pero, a cambio, cuesta la suma de todos aquellos apartaos.
El conector Lightning que aún no ha sido transformado en un USB C para transferencia rápida de archivo, carga acelerada,...
El peso que ha subido a 238 gr desde los 188 gr anteriores, si bien las dimensiones externas son muy parecidas.
Imágenes de Getxo, con el Ultra Gran Angular en medio del post.