1. Descontando la propia actitud y voluntad de cada miembro del alumnado (
factor más decisivo de su éxito escolar personal como ya indicamos), la denominada "
mochila familiar" (contexto sociocultural de la familia) es clave en el crecimiento de la infancia y la juventud, y en el desarrollo de competencias que la educación busca desplegar. Las familias, desde los abuelos y los hermanos o hermanas de cada alumno, son catalizadores del aprendizaje y garantes del éxito escolar de cada miembro del alumnado.
2. Sin aceptar ningún "determinismo social", la familia ofrece una doble dotación a cada alumno o alumna: una dotación genética y una dotación cultural, aún más relevante, derivada del entorno socio-económico-cultural donde puede alimentarse de modo muy diferente las capacidades innatas de cada ser humano. Más que la herencia genética, e incluso que el nivel económico familiar, es el reconocimiento del aprendizaje y del valor de la educación lo que puede impeler al máximo las potencialidades de cada ser humano en sus primeras etapas.
3. El modelo de autoridad y de confianza que rige en cada hogar es decisivo para orientar la actitud en el entorno escolar de cada alumno o alumna. Reclamar a los agentes docentes un formato de educación que no se vive en casa resulta improcedente e ineficaz, además de contradictorio. El respeto y el reconocimiento que dentro de la familia se reconozca a la escuela será el que recoja el alumnado y que trasladará a las aulas.
4. Las familias agrupadas por la elección del centro escolar
habrán de coordinarse en su actuación ante los Consejos Escolares. Progenitores, docentes, administración y alumnado deben ser las columnas de la comunidad escolar. Frecuentemente, por exceso en la delegación de sus responsabilidades, son madres y padres quienes menos conjuntamente actúan en las decisiones escolares. Esto debe corregirse.
5. La
trascendencia que en cada hogar se atribuye a la lectura, al estudio y al aprendizaje, incluidas las tareas escolares a realizar en casa, se ha demostrado con un indicador preciso del éxito académico, personal y profesional de las personas. Países punteros como Finlandia acreditan una alta atención de madres (principalemente) y padres en el acompañamiento de sus hijas e hijos en la lectura y en "los deberes para casa".
6. Confiad y aplicad el
"efecto Pigmalión", especialmente desde las familias, si bien también el profesorado, la administración y la política deben creer en las inmensas posibilidades de la infancia y la juventud. Padres y madres deben ser exquisitamente cuidados en la atención diferenciada a cada hija e hijo, sin menoscabar ni en un ápice las facultades potenciales de cada persona.
Cuando se cree se crea, y hay que esperar hasta lo imposible para alcanzar el máximo en cada vástago, dentro de la singularidad de cada ser humano.
7.
Las familias deben intervenir con peso en todas las decisiones educativas y
escolares, con la única y lógica reserva de que no son -necesariamente o
en su totalidad- expertos en las metodologías didácticas.
Las familias son los primeros educadores de sus hijos e hijas,
especialmente en los decisivos primeros años, y deben seguir ejerciendo
este papel dentro y fuera del hogar, interviniendo con el resto de
agentes en la gestión integral de los centros escolares.
8. La elección de centro, en cada curso escolar y en cada etapa educativa, y la
libertad de promover y crear nuevos centros educativos con gestión cooperativa u otro modelo, son derechos básicos de las familias que deben ser ejercitados. Quizá no siempre sea posible crear nuevos centros escolares, pero siempre es posible dar un nuevo giro al centro escolar elegido durante el devenir de su existencia.
9. Hemos de recrear y reestructurar las
Escuelas de madres y padres,... Es preciso aplicar nuevos conceptos pedagógicos como el "aprender juntos", para descubrir hasta qué punto nos interesa que las y los condiscípulos de nuestros hijos e hijas compartan visiones del rol familiar y el educativo, por la inmensa influencia que alcanzarán en su crecimiento conjunto.
10. La
implicación de las familias y la apuesta e inversión que otorgan a la educación de su prole es algo percibido por el alumnado, que identifica y asume como propio, promoviendo una dedicación y un esfuerzo en correspondencia al que sus parientes dedican a su formación. Cuando se conjuntan en un contexto coherente esa consciencia y esa colaboración continuada, el camino está bien trazada y alcanzar metas lejanas es algo que transcurre como algo gratificante y de segura consecución.