La mitad de una comida debiera estar conformada por verduras y frutas ; un cuarto por granos integrales y el cuarto restante por proteínas saludables . A diferencia de la clásica pirámide de los alimentos, el uso de una gráfica que imita un plato "es buena, porque permite enseñar a las personas la distribución de alimentos en el día",
Por tanto, nada de calorías para contar, se incentiva el consumo de cereales integrales y se limita la ingesta de lácteos, que se asocia a más riesgo de cáncer de próstata y el de lactosa a cáncer de ovario, mientras que no hay evidencia de que beber mucha leche de más protección contra la osteoporosis.
Se divide el plato en cuatro partes: verduras, frutas, granos y proteínas . Además, Walter Willet sugiere tres tazas diarias de lácteos descremados o semidescremados. Los expertos de Harvard destacan que su plato es una "versión mejorada y corregida" de la Pirámide de USDA (Departamento de Agricultura de los EE.UU.), al que se acusa de "mezclar ciencia con la intereses de los poderosos sectores agrícolas".
Por eso, en el plato de Harvard explicita el consumo de granos integrales y limita los refinados y diferencia las proteínas saludables de las que no lo son, como carnes rojas y procesadas. Además, deja fuera a las patatas de las verduras, debido a su alto contenido de carbohidratos y rescata el valor de usar aceites como los de oliva, ricos en antioxidantes y Omega 3.
En esencia, el modelo de Harvard es una apuesta por el consumo de cereales integrales, aceite vegetal, “más vegetales que verduras”, frutos secos y en menor medida leche, yogures y quesos. A nivel residual, deben consumirse carnes rojas, carnes procesadas, cereales refinados, arroz blanco, pasta, patatas, azúcares y sal. El alcohol, con máxima moderación. Además, la base del modelos se sustenta en el ejercicio diario, el control del peso y una comida sana en general.
Se recuerda las bondades de las ‘grasas buenas’ (las no saturadas) que reducen el riesgo de enfermedades cardiovasculares y se encuentran en: aceites vegetales (oliva, soja, maíz, colza o girasol), nueces, semillas o pescados. En cambio, las ‘grasas malas’ son las que incrementan el riesgo de enfermedades –infartos y patologías cardiovasculares– y se encuentran en: carnes rojas, mantequilla, queso, helados y comidas procesadas.
La nutrición es sólo un factor de los muchos que afectan a la salud. Tener un parque cerca y hacer uso de él puede influir en que vivamos más años” “La cantidad de carbohidratos no es tan importante como su calidad”, advierte Walter Willet. Igual que en el caso de las grasas, los hay ‘buenos’ y ‘malos’. Los ‘carbohidratos buenos’ que se encuentran en cereales integrales: pan de trigo integral, centeno, cebada,.... Todos ellos están en la base de la pirámide y se deben consumir varias veces al día. En cambio, hay que evitar el consumo de los ‘carbohidratos malos’ que provienen del pan blanco -altamente refinado-, bebidas azucaradas, repostería o patatas fritas.
EE.UU. ya está importando la dieta mediterránea. Hace años que se consume. No es solo una moda, se conoce y se está poniendo en práctica como parte de otras muchas comidas. Sin embargo, es curioso que en los países mediterráneos, paradójicamente, se está perdiendo el consumo de este tipo de dieta. Hace poco un estudio de la FAO decía que en los países mediterráneos, especialmente el caso de Grecia, había crecido el consumo de carnes rojas en detrimento de la dieta mediterránea.