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Kanikosen, el pesquero, obra de Takiji Kobayashi
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Amor y tristeza en una misma fotografía
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Una triste realidad que sucede en demasía
Sentados en la mesa de la sala de una casa sencilla y simple, donde vivo ahora solo, empezamos a hablar. El tema es sobre mi futuro. Un frío me recorre la espalda. Pronto ellos tratan de convencerme de que lo mejor para mí sería vivir en una residencia para ancianos.
Reacciono,... Argumento que la sombra de la soledad no me asusta y la vejez, mucho menos. Pero mis hijos insisten "preocupados". Lamentan, mientras tanto, que las dependencias de sus amplios apartamentos junto al mar estén ocupadas y por lo tanto yo no pueda estar ni con uno, ni con otro,... Así dicen ellos. Además, ellos y mis nueras viven muy atareados. Así que no podrían verme. Tampoco mis nietos, dado que estudian casi todo el día,...
En mi favor, argumento ya sin mucha convicción que, en ese caso, ellos bien podrían ayudarme a pagar una cuidadora. Frente a mí, el médico y el ingeniero dicen que serían necesarias, en realidad, "tres cuidadoras en tres turnos y todas con papeles". Lo que sería, en tiempos de crisis, una pequeña fortuna al final de cada mes.
Me niego aceptar la propuesta de vivir en un refugio. Entonces viene otra puñalada: Me piden que venda mi casa. El dinero servirá para pagar los gastos del hogar adonde iré por un buen tiempo, para que nadie se preocupe. Ni ellos, ni yo. "Es la mejor solución para todos",...
Me rindo a los argumentos, sin fuerzas para enfrentar tanta ingratitud y desafecto. Cierro mis labios y no hablo del sacrificio que he hice durante toda mi vida para financiar los estudios de ambos. No digo que dejé de viajar con la familia, de frecuentar restaurantes, de ir a un teatro o cambiar de coche para que nada les faltara a ellos. No valdría la pena alegar tales hechos a esa altura de la conversación.
De ahí, sin decir una sola palabra, decido juntar mis pertenencias. En poco tiempo, veo toda una vida resumida en dos maletas. Con ellas, me embarco hacia otra realidad, mucho más dura. Un hogar para ancianos, lejos de los hijos y los nietos.
La juventud actual te busca cuando quiere algo, cuando te necesita, pero cómo es lógico existen sus excepciones. La gratitud hay que forjarla, no viene incluida en el corazón de los humanos.
Pido disculpas por manifestar lo que pienso, pero deben saber que cuando lleguen a ser "viejos" querrán ser bien tratados por sus hijos y nietos. Eso no se consigue con dinero, sino con la bondad sembrada en sus corazones. Habrá padres y madres que están a tiempo de forjar esos sentimientos. Si no, Dios tenga misericordia de las nuevas generaciones.
Un relato anónimo que circula en Facebook. Algo que quizá sucede en demasía, ,...
Non omnis moriar: No moriré del todo
Speaking of his own poetry, Horace proclaimed ‘I have made a monument more lasting than bronze’ - exegi monumentum aere perennius - and ‘I shall not wholly die’ - non omnis moriar.#museumsunlocked. Day 103 : Bronze pic.twitter.com/rbFZ3zQpCC
— Legonium (@tutubuslatinus) November 7, 2020
Vida y familia antes de la muerte
Tengo 82 años, 4 hijos, 11 nietos, 2 bisnietos y una habitación de 12 m2.
— Ana Hidalgo (@AnaHid46) July 30, 2021
Ya no tengo mi casa ni mis cosas queridas, pero sí quien me arregla la habitación, me hace la comida y la cama, me toma la tensión y me pesa. #Hilo pic.twitter.com/F52OHz7Qos
Anhelo de espiritualidad
Reflexión Viktor Frakl vía @FilosVita pic.twitter.com/tJhK3RWUqL
— Dr. Alberto Blázquez (@Dr_Blazquez) July 10, 2021